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Libretas para empezar el año con la página en blanco

Libretas para empezar el año con la página en blanco

Fotografía

Infinitos Lugares, proyecto de la artista plástica Laura Bernal, crea libretas personalizadas, diseñadas para que podamos trazar las líneas de nuestro nuevo año a la medida de nuestros sueños.

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levo unos quince años escribiendo a mano en libretas y otros seis llevando agendas. Las cargo a todas partes, no sé cómo demonios haría para llevar la vida sin ellas, en una está todo lo laboral y en la otra todo lo privado, en una surgen los artículos con sus entrevistas y en la otra poemas, ensayos, falsos ensayos y hasta desahogos en tono de diario. Escribir a mano –como dibujar para tantos creativos– me sigue pareciendo una forma de pensar más claro, un modo de desenredar la madeja de las ideas, una forma de sentar la mente en una silla para que repose y estire las piernas. Curiosamente ni me acuerdo cómo comencé a llevar ese hábito, pero sí recuerdo que fue en enero de 2018, más por coincidencia que por decisión, que compré libretas nuevas justo para arrancar el año. Y desde entonces lo he seguido haciendo y se ha vuelto todo un ritual para arrancar de nuevo, algo así como hacerlo con la página en blanco.

Sin embargo, para empezar el 2022 quise hacer algo diferente, algo que ahora también le recomendaría a cualquiera: mandarlas hacer a la medida y con una artista del tema. Pensé que no tenía mucho sentido seguir comprando las libretas de tapa negra y producción en serie que hasta entonces he usado. Algo tan personal, tan impredecible como las experiencias y las ideas de los siguientes doce meses, tal vez se merecía algo mejor que un anónimo objeto industrial. Así llegué a Laura Bernal, la mujer detrás de Infinitos Lugares. Artista plástica de la Universidad Nacional y encuadernadora, hace libretas por encargo como quien hace una camisa o un retrato, porque eso sí, sus bitácoras son un extraño y hermoso objeto a medio camino entre una herramienta y una obra de arte. Le escribí pidiéndole dos grandes de 220 páginas a papel punteado y entonces, sin que lo previera, me comenzó a hacer una entrevista.

LauraBernal

“Yo siento que todo empieza en el pedido. Hay que sacarle la historia a la gente para que de verdad quede feliz. Es que me han pedido de todo, una vez llegaron con un encargo para una una chica que le gustaba la natación, el flamenco y la bicicleta. ¿Cómo pones en conjunto esas cosas para que funcionen visualmente? Eso es lo más chévere de todo esto: la gente me pone a pensar en cosas que normalmente no pensaría, muy por fuera de mis lugares e intereses. Otra persona me dijo: estoy trabajando con víctimas de violencia de género y quiero una bitácora para trabajar en eso todo el año. Esa fue muy difícil, pero muy interesante. También les pregunto por la paleta de colores para reducir el margen de descache con esos detalles. Y es bello porque la gente se siente muy escuchada. Y a veces salen con detalles tan personales, que te reirías: una de las más increíbles que he hecho fue para un hombre que quería una libreta para pedir matrimonio, para poner el anillo adentro. Maravilloso.”

Laura se ríe mientras pasa las páginas de una enciclopedia. Pienso que eso de sentirse escuchado, de hecho, sí es impresionante: confirmo. En mi caso, cuando la contacté por Instagram, le conté de mi afición por las montañas, por recorrerlas, por el nature writing y su belleza a medio camino entre la poesía y la observación científica, hablamos de colores, y al cabo de un rato me dio las gracias y ahí quedó todo. Quince días más tarde llegaron mis agendas: dos objetos sólidos, en tela y papel, encuadernados a mano, que se abren completamente y sin ofrecer resistencia alguna, profusamente embellecidos por collages y poemas suyos en las solapas y las portadas. Después de ver el par de objetos, supe que quería escribir este perfil y conocer más de cerca su trabajo: ese que está lleno de mapas, ilustración botánica, papeles en miles de tonos y palabras recortadas que conforman poemas suyos que iluminan imágenes e intuiciones ajenas y propias.

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“Para mi Infinitos Lugares es un laboratorio muy especial para explorar qué es un libro. Las guardas son una gran herramienta para insinuar la persona, la obra y los intereses de cada quien desde el collage y los poemas. Cuando tengo el cuerpo armado, voy a mi archivo de libros y recortes: tengo atlas, enciclopedias y diccionarios con los que me siento y comienzo a componer, porque es al ver las imágenes que comienzo a descubrir qué quiero hacer. Hay collages que salen muy rápido, pero hay otros que sí son un reto enorme y me toca parar, respirar, caminar, porque es difícil y a veces no fluye. Ya después de ubicar las imágenes comienzo a armar los poemas. Voy sacando de los libros primero las palabras claves mientras miro las páginas transversalmente y cuando ya las tengo, busco conectores y lo demás que me falte para redondear el sentido. Ahí se forma una nueva imágen, son poemas que terminan de armar algo nuevo al acompañar a los collages.”

Le pregunto a Laura para ella qué hace a una libreta de calidad, qué es lo que para ella distingue una encuadernación y un objeto que le parezca bien hecho. “Bueno eso depende mucho de lo que busques. Pero la calidad del papel es demasiado importante. Qué importa si es divino si no te sirve para escribir o para dibujar sin que se dañe o sea agradable. Y el papel es algo muy táctil: uno puede reconocer al tacto un mal papel de un buen papel: que sea rico y cómodo para lo que lo vas a usar. Y que no debe ser igual si es para escribir, hacer collage o pintar acuarela. Por otro lado, yo pienso mucho en que debe ser algo que se pueda abrir completamente sin dañarse: que resista, que aguante trabajo y trajín, que sea fuerte. Yo todo lo hago en papel, pero me esfuerzo para que sea muy muy durable, cómodo y de calidad. Por eso a mí me encanta que la gente me encargue directamente en los puntos físicos como mi taller o en las ferias, porque ahí la persona carga modelos que ya están hechos, siente distintos papeles, ve imágenes diferentes, los imagina mucho mejor.”

LauraBernal

Como ella me cuenta, la historia detrás de Infinitos Lugares es todo un periplo que reúne historia familiar, desdicha personal, suerte, aprendizaje y mucha dedicación. Aprendió a encuadernar con su padre, que trabajó en el mundo gráfico una vida entera y aún la acompaña de vez en cuando en distintos procesos de producción. Corría el año de 2017 cuando una segunda ruptura de ligamento le impidió a Laura volver a jugar Ultimate, su gran obsesión. “Fue una tusa terrible, quedé a la deriva y además, en un trabajo que aunque estaba bien no me gustaba realmente.” Y un día un amigo vio libretas que había hecho hace años, le encargó un par, por ver, para irse de viaje, y le encantaron. Laura se empezó a animar y comenzaron a llegar otros encargos poco a poco, de amigos especialmente. El tiempo que se perdía mirando jugar a sus compañeros del Ultimate, comenzó a pasarlo entre papel y libros viejos. Abrió un Instagram y la acogida comenzó a ganar fuerza. En 2020, renunció a su trabajo anterior, se fue a México a estudiar más de encuadernación y de vuelta (justo antes de que empezara el confinamiento), Infinitos Lugares se volvió su marca, su emprendimiento y claro, su obra a tiempo completo.

Le pregunto de dónde vino ese gusto tan particular por la cartografía e incluso de dónde fue que sacó el nombre. “Eso empezó en la Universidad. Estaba en unas clases de dibujo y grabado, y poco a poco comencé a buscar mapas para hacer ejercicios, y comencé a leer Ciudades Invisibles de Italo Calvino, y a mirar Atlas, y tenía unas preguntas sobre Dios, mirarse desde arriba, algo muy espiritual y personal. Ahí fue que esa estética comenzó a atraparme. Las cartografías –como la ilustración botánica o zoológica– son una muestra de los esfuerzos enormes que hacemos por captar con exactitud cosas que son incontenibles, por su dimensión, multiplicidad, variabilidad, impermanencia. Y eso es una idea que me cautiva. Pero además de eso, soy una loca de los libros viejos, voy al centro a comprar cantidades. Es toda una paradoja porque a la gente le aterra que recorte los libros viejos, pero aman los recortes y los collages de sus libretas. Compro y colecciono especialmente Atlas, enciclopedias y libros de ilustración botánica, diccionarios, poemarios. Me encanta. Y es muy bello porque a fuerza de hacer libretas, las palabras se acaban, así que siempre tengo que ir por más.”

LauraBernal

Sonrío. Las libretas, como la vida y la imaginación que se vierte en ellas, terminan por ser algo único, un archivo vital. Recuerdo una anécdota: se iban Rogelio Salmona y Germán Samper para Italia, mientras trabajaban con el arquitecto Le Corbusier, cuando preguntaron qué rollo fotográfico llevar para tomar las mejores fotos. Le Corbusier les confiscó las cámaras y les dijo: “lleven libretas y dibujen”. Hoy, las bitácoras de esos arquitectos son una obra de arte en sí mismas. Se la cuento a Laura. Sonríe. “Sí, es que una libreta solo termina de ser lo que es cuando la gente la usa: una obra y un objeto. Mi sueño es algún día hacer una exposición con todas las libretas usadas de Infinitos Lugares, con las que sus dueños quieran mostrar, claro: llenas, rayadas, gastadas. Sería divino, porque para mí está claro que Infinitos Lugares no sería lo mismo sin la gente que página tras página les ha dado vida.”

LauraBernal

Si quedó antojado puede hacer encargos escribiendo a [email protected] o mirar el resto del catálogo y comunicarse directamente con @infinitos.lugares en Instagram.

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Jorge Francisco Mestre

Escritor, periodista e historiador. Ha publicado dos libros de poesía, Música para aves artificiales (2022) y Música de los abismos moleculares (2024), y el ensayo Enema of the State (2024). Ha sido colaborador de El Malpensante, Bacánika, Bienestar Colsanitas y el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Cuando las estrellas se alinean, escribe sobre astrología en esta revista como Mestre Astral. Fanático del café y las historias contadas con calma.

Escritor, periodista e historiador. Ha publicado dos libros de poesía, Música para aves artificiales (2022) y Música de los abismos moleculares (2024), y el ensayo Enema of the State (2024). Ha sido colaborador de El Malpensante, Bacánika, Bienestar Colsanitas y el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República. Cuando las estrellas se alinean, escribe sobre astrología en esta revista como Mestre Astral. Fanático del café y las historias contadas con calma.

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