Nuestros billetes, para contar plata e historias
Entran y salen a diario de nuestros bolsillos, pero con ellos van homenajes a personajes y patrimonios.
ean de cien o de cinco mil pesos, por nuestras manos pasan a diario billetes de distintas denominaciones para comprar el pan, pagar la buseta, el parqueadero o sencillamente para arrugarlo y meterlo en el bolsillo. Básicamente puede que con este trajín los billetes están cumpliendo con su principal propósito: papel moneda netamente transaccional, tú me compras, yo te vendo, tú me prestas.
Pero, más allá de esto ¿usted nunca se sentó en el colegio con sus amigos a buscar en el billete de dos mil pesos el reloj en la torre?, ¿nunca forzó la vista para intentar leer el poema que estaba en el anverso del billete de cinco mil? Sí, ese que escribió José Asunción Silva y que lleva por nombre Nocturno III. Si nunca le prestó atención al poema o la vista y las lupas no le dieron, el poema dice más o menos así:
“Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra...”
La inclusión de este poema y de la figura del poeta bogotano José Asunción Silva en nuestro papel moneda fue llevada a cabo en septiembre de 1995, en el ya mencionado billete de cinco mil pesos, cuyo diseño estuvo a cargo del pintor colombiano Juan Cárdenas. Así como el reloj y el poema, a lo largo de la historia de nuestro papel moneda distintas referencias y homenajes han estado presentes en las diferentes familias de billetes que han circulado por nuestras manos.
En la familia de billetes que arrancó precisamente con el poeta Silva en el de cinco mil pesos en 1995, se incluían diseños que rendían homenajes a Policarpa Salavarrieta, con un billete de diez mil lanzado también en 1995; el astrónomo Julio Garavito, en el de veinte mil, de 1996; el también poeta Jorge Isaacs, del cual se incluyó además de su imagen, un fragmento de su obra La María en el billete de cincuenta mil pesos, lanzado en el año 2000; Jorge Eliecer Gaitán en el de mil pesos, con su imagen y las citas de su frases “Yo no soy un hombre, soy un pueblo” y “El pueblo es superior a sus dirigentes”, que fue puesto en circulación en 2001.
Esta familia de billetes, que aún se encuentra en circulación, fue completada por el homenaje al prócer de la independencia Francisco de Paula Santander en el de dos mil, en cuyo anverso se encuentra la fachada del actual Museo Casa de la Moneda (sí, el del relojito). La serie de visitas virtuales del Banco de la República denominada La arquitectura de los billetes, mostró que Santander y la Casa de la Moneda ya habían sido impresos en el billete de quinientos pesos oro, lanzado en 1986.
Esta visita también permitió conocer que además de la Casa de la Moneda, el patrimonio arquitectónico de nuestro país ha sido homenajeado en más de una ocasión, con edificios como las distintas sedes del Banco de la República en billetes de 1927, 1953 y 1960 respectivamente; la Plaza Cayzedo de Cali; el Paseo Bolívar de Barranquilla; el Capitolio Nacional; el Palacio de Nariño en el billete de mil pesos expedido en 1979; la Plaza de Guaduas, presente en el billete de diez mil pesos que también incluye la figura de la Pola; y el Claustro de la Universidad del Rosario.
Pero, ¿cómo son escogidos los personajes homenajeados en el papel moneda colombiano? La familia que inició con el billete de cinco mil pesos en 1995 aún se encuentra en circulación, pero, paulatinamente será retirada de las calles. Desde 2016 se encuentra en billeteras, alcancías y máquinas expendedoras una nueva familia de billetes que, a diferencia de la anterior, fue lanzada en un mismo año.
Por una ley del Congreso de la República, las figuras de Gabriel García Márquez (en el billete de cincuenta mil) y del ex presidente Alfonso López Michelsen (en el billete de veinte mil pesos) debían estar incluídas en los billetes, por lo cual el Banco de la República tomó la determinación de completar la colección homenajeando a la antropóloga Virginia Gutierrez (billete de diez mil pesos), la artista Débora Arango (billete de dos mil pesos) y el también ex presidente Carlos Lleras Restrepo en la nueva denominación de cien mil pesos. La figura de José Asunción Silva se mantiene en el nuevo billete de cinco mil pesos, pero sin el fragmento de Nocturno III, reemplazado por el también poema de Silva, Melancolía:
“De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
vaga melancolía
que del ideal al cielo nos conduce.
He mirado reflejos de ese cielo
en la brillante lumbre
con que ahuyenta las sombras, la mirada
de sus ojos azules.
Leve cadena de oro
que una alma a otra alma con sus hilos une
oculta simpatía,
que en lo profundo de lo ignoto bulle,
y que en las realidades de la vida
se pierde y se consume
cual se pierde una gota de rocío
sobre las yerbas que el sepulcro cubren”.
Así como los anversos fueron ocupados muchas veces por el patrimonio arquitectónico, en esta familia de billetes los anversos rinden homenaje a la biodiversidad del país, con estampas de la fauna y flora colombianas como Caño Cristales en el billete de dos mil, los páramos y montañas en el billete de cinco mil, la Amazonía en el de diez mil, el sector de la Mojana (ubicado en el Caribe colombiano) en el de veinte mil, la Ciudad Perdida de la Sierra Nevada en el de cincuenta mil pesos y finalmente el Valle del Cocora, en el billete de cien mil pesos.
Desde el primer billete emitido en la historia de Colombia en 1813 por la Junta Patriótica de Cartagena por el valor de un real, muchos son los cambios y procesos que se han dado para llegar al papel moneda que hoy usted guarda en su billetera. A pesar de que las manos de artistas como Cárdenas han pasado por el diseño de los billetes, también los grabadores han puesto su ingenio para hacer estas piezas.
Según Diana Salas, coordinadora en la sección de Servicios al Público y Educativos del Banco de la República, el proceso de manufactura de nuestro papel moneda “implica unos bocetos iniciales que preparan los grabadores o los artistas. Esa imagen se va adaptando a las necesidades de seguridad del billete hasta que finalmente se obtiene una placa de impresión con la imagen de los billetes ya con todos los elementos de seguridad requeridos”. Son estos elementos de seguridad que gracias a la tecnificación del proceso de elaboración, permiten evadir falsificaciones en la emisión de dinero en Colombia. Hechos en papel a base de algodón, los billetes salen a circulación con texturas y elementos gráficos como cintas que son incluidas desde la elaboración del papel.
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