Así se ve un mundo distinto
Hablamos con el equipo que se encuentra detrás de la propuesta visual que se inspiró en Bogotá para crear el mundo del Festival Estéreo Picnic.
Al finalizar los festivales y conciertos de cada año, el área de diseño de Absent Papa no se va de vacaciones a rascarse la barriga. Por el contrario, se prepara para diseñar las próximas propuestas artísticas, tratando de darle un giro que cuente una historia diferente en cada uno de los encuentros musicales. Un Mundo Distinto (UMD) es el concepto de la edición de este año, que se presentó en dos formatos: el video y el cómic.
En el primero se dieron a conocer las bandas que hacen parte del cartel y en la historieta, se desarrolla un relato en una ciudad gris y triste regida por un dictador que no deja que existan la música ni el color, hasta que un extraño sujeto con gabardina –con un aire a Dick Tracy– comienza a contaminar de sonidos a los deprimidos habitantes de esta urbe, él es UMD.
Al principio, Francisco Quinche y Lukas Vergel (Agencia Milagros) y Lina María Barrios y Juan David Figueroa (Absent Papa) –quienes componen el área de diseño del festival– buscaron a un ilustrador extranjero. Luego se decidieron por el artista colombiano Juan Daniel Velásquez, quien terminó haciendo el arte de todo el festival. Además de crear la campaña juntos, se conectaron tan bien que cada pieza está repleta de símbolos capitalinos y del mismo Estéreo Picnic: por ejemplo, al final del video del line up se puede ver a uno de los monstruos de la edición pasada como un guiño a los asistentes de la edición 2015, “después de tanto trabajo quisimos poner a Locura porque era el personaje que más nos gustaba y es una forma de decir que ellos no están muertos y de dejar nuestro sello ahí”, cuenta Juan David.
Si no estuvo en la edición anterior, no se angustie: si ve el video y el cómic detenidamente, se encontrará con personajes icónicos de la cultura popular bogotana –incluso si es de otra ciudad del país– como un bus con una estructura parecida a la de Transmilenio, un promotor de restaurantes disfrazado de pollo, vendedores de jugos de naranja, “chazas”, una señora loca con su propio parche de gatos, un habitante de la calle con una carreta y su pandilla de perros, una mujer vestida de campesina con una llama y un indígena son algunos de los personajes que pudimos captar. “No sabemos si se entiende pero son como cosas que al final le dan validez a la propuesta, porque sino, para nosotros no tenía sentido la historia que estábamos contando”, afirma Figueroa.
No solo las bandas hacen de un festival un espacio único para quienes asisten, las historias pequeñas pueden revelar una propuesta artística de jóvenes talentos y un poco de lo que somos como ciudad y como público.
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