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Escritores queer de Latinoamérica

Escritores queer de Latinoamérica

Ilustración

El panorama de escritores LGBTIQ+ latinoamericanos está en plena expansión. Uno de ellos, el autor barranquillero de la novela Limbo, comparte una selección de sus autores y obras favoritas.

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Creo que las etiquetas les vienen mejor a ciertos productos de consumo masivo. Alguna vez alguien dijo que el mercado era para las papas y no para el arte y mucho menos para la literatura. De cualquier forma, al entrar a una librería, el equivalente al “supermercado” de los libros, nos vemos frente a una variada oferta: literatura de terror, novela negra, comedia, drama, literatura para jóvenes y niños, literatura feminista, de superación personal, etcétera.

En medio del mar de posibilidades, aparece la literatura LGBTIQ+ (ya existen en el mundo negocios dedicados exclusivamente a este “tipo” de libros) como una opción para adentrarnos en un mundo prácticamente desconocido por miles de lectores. 

En Latinoamérica, referentes como Manuel Puig (reeditado recientemente por grandes editoriales), Reinaldo Arenas, Esdras Parra, Severo Sarduy y Pedro Lemebel narraron la cuestion homosexual desde diversos focos. Desde el romanticismo cinematogŕafico de Puig, pasando por Sarduy y su barroco desclosetado (término acuñado por Monsivais), hasta el realismo mágico y doloroso de Arenas, esa generación de autores del siglo XX aportó a los lectores una idea de la realidad marica latinoamericana. El sida, la exclusión, las identidades políticas y de género fueron tratadas por estos autores con la rigurosidad que apremiaba. Por un tiempo, este tipo de escritura pareció estar invisibilizada, pero, en décadas recientes y en sintonía con la visibilidad creciente de la comunidad, autores como Alejandro Modarelli, Dani Umpi, Camila Sosa Villada, Jaime Manrique Ardila y Joaquín Hurtado siguen esta línea con una serie de obras que abarcan géneros como la novela, crónicas, relatos y poesía, donde lo queer se pasea con todas sus luces en algunas de las más agridulces páginas de la prosa reciente escrita en español.

Grandes editoriales, pequeñas, e independientes, se han interesado en estas propuestas que cada día inquietan más al público lector y ensanchan su circulación. Los centenares de personas que fueron a escuchar a Camila Sosa en la Feria del Libro de Buenos Aires son prueba de ello.

Este breve listado de autores es una muestra mínima del fenómeno de escritura diversa en Latinoamérica. 

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Alejandro Modarelli
Argentina
(según propias palabras, nacido en el año del “Chongo”)

Un avión que salió de Bogotá rumbo a Buenos Aires se desvió en pleno vuelo hacia La Paz, capital de Bolivia, debido a una emergencia médica: El cronista Alegro Modarelli colapsó en las alturas y vivió para contarlo.

Extrema, así es la prosa de este escritor o “escritora” (como le gusta que le llamen). Periodista cultural del diario La Nación durante años, Modarelli exhibe en sus letras las realidades mariques latinoamericanas. Todo sin filtros, al rosa vivo como un prepucio adolescente. 

Al igual que otros escritores homosexuales, Modarelli narra lo queer con dolor y humor. También con rabia y compromiso político. Chongos, travestis y sexo relámpago empapan sus libros, entre los que hay que mencionar Fiestas baños y exilios, Los gays porteños en la última dictadura (Sudamericana, 2001), publicación por la cual fue devuelto de Irán donde no lo dejaron pasar del aeropuerto; Rosa Prepucio-Crónicas de sodomía, amor y bigudí (Mansalva, 2011) y La noche del mundo, crónicas (Mansalva, 2016).

Modarelli es un deslenguado, heredero directo de Pedro Lemebel con quien forjó una breve amistad. Su prosa es ácida, cáustica, casi que pringa los ojos como chorizo en manteca hirviendo. A veces el autor se sale de sus propias páginas y, con tacones altos y pelucones multicolor, se va a yirar por Buenos Aires “en busca del unicornio que se esconde en la espesura”, como diŕia Lezama Lima. En busca de la materia prima de sus crónicas sodomitas.

Fragmento del cuento “Embocación y conjurito”
Todos los funerales (libro inédito)

Deseoso es el que huye de la madre. En mi caso, deseo y madre todavía me persiguen; tan campante Ella, no tan fría ni cumplida, tan de las sombras, tan muerta no muerta, para su disgusto, guardo una fotito de Ella. Alguien me dirá puto, como pasa siempre, salís con tu madre en el bolsillo. 

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Dani Umpi
Tacuarembó, Uruguay
(1974)

¿Qué no ha hecho Dani Umpi a sus 48 años? Extraños performances en máquinas industriales en Oslo, pinturas, esculturas, discos conceptuales, escritura de libreros, duetos con Wendy Sulca y Fito Páez… A pesar de todo ello, escribir es lo que mejor le sienta. 

Este duendecillo de escasos metro cincuenta centímetros es la reina kitsch de nuestras letras; tal vez sea él quien mejor encaje en ese indescifrable concepto de lo queer. Desde lo exterior Umpi rompe la norma: su forma de vestir, su fisonomía, su voz peculiar y los argumentos de sus libros lo hacen irrepetible en el panorama de autores en español. 

Una docena de libros publicados por editoriales de garaje y un par de monstruos de la industria nos brindan la oportunidad de sumergirnos en mundos más amables y díscolos al planteado por muchos autores latinos actuales. Recomendados: las novelas, Miss Tacuarembó (2004), Solo te quiero como amigo (2006) y Un poquito tarada (2012).

Leer a Umpi es rememorar telenovelas ochenteras. Descaradamente cursi, el escritor, evidentemente influenciado por Puig, decora la más triste realidad de nuestra época. Lo de Umpi es pura escenografía, maquillaje que cubre más de una frustración, justo detrás de todo ello se oculta su enorme talento. Tras toda esa evidente superficialidad hay un escritor consumado que como toda reina del drama os hará reír y llorar de lo lindo.

Fragmento de la novela Miss Tacuarembó
Más que nunca deseo ser una mujer independiente, que sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo, que no tiene que darle explicaciones a nadie, que no tiene que cargar con nadie, que no pierde el sentido de la elegancia y el equilibrio en un mundo hecho a su medida, que se pasea mezclando con armonía las fragancias florales con los frescos y los dulces de Tendre Poison, que se viste con Dior y que, sobre todo, no tiene madre.

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Camila Sosa Villada
La Falda, Argentina
(1982)

Una de las recientes ganadoras del premio Sor Juana Inés de la Cruz es el fenómeno editorial del momento. Sus detractores dicen que es puro show mediático aderezado con trapo y lentejuela. Sus fans la consideran una virgen trans que escribe con sangre. Lo cierto es que sus libros se venden como pan caliente. 

Su prosa rueda como una pelota de pólvora en una pendiente. A veces se balancea con cadencia como un travestón entaconado, dirigiéndose a su ocaso de neón y propinas. Su multitraducida novela Las Malas (2019) nos adentra en un mundo maternal travesti donde la bondad y la ternura son posibles. Asuntos que ya habían tocado antes autoras trans argentinas como Susy Shock (Buenos Aires, 1968) o la inigualable Naty Menstrual (Buenos Aires, 1975).

Poesía, relato y novela son los géneros que aborda Sosa Villada con toda gracia y esplendor. Vale la pena leerle, dejarse atrapar en las redes de esta nueva mujer araña.

Por momentos Camila Sosa es una Corín Tellado trans, nos recuerda la despreciada literatura de folletín y sus apasionados lectores. Sus personajes son divertidos y amargos al mismo tiempo. Es una autora que sabe lo que escribe y lo que la gente quiere que le cuenten. No obstante, es un hit de ventas. Talento tiene, y mucho humor para compartir con quien quiera pasar un agradable rato de lectura ligera. 

Fragmento de la novela Las Malas de Camila Sosa Villada
Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo. 

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Jaime Manrique Ardila
Barranquilla, Colombia
(1949)

“Los maricas ahora tenemos más aceptación”. Esto declaró hace poco el septuagenario escritor colombiano Jaime Manrique Ardila en una entrevista con El Espectador. Y él sabe de lo que habla. Manrique –quien era casi desconocido años atrás en la escena literaria nacional debido a que lleva treinta años viviendo y publicando en Estados Unidos– ha tenido en los últimos tiempos un boom publicitario más que merecido. 

Sus inicios literarios en la Nueva York de los ochenta, al lado de figuras como Manuel Puig y Reinaldo Arenas, con quién mantuvo una buena amistad, lo formaron como un escritor sólido, poseedor de una prosa brillantemente simple y una voz poética de las mejores que le ha regalado al mundo el Caribe colombiano. El cadáver de papá (1978), Maricones eminentes (2000) y Como esta tarde, para siempre (2018) son algunas joyas del género escritas con todas esas sustancias corporales que, unidas, generan las más fuertes fascinaciones.

En breves párrafos es capaz de narrar un mundo de sensaciones. Como traductor de poesía en lengua inglesa es uno de los mejores. Y su propia poesía es de una belleza insuperable; en sus versos encontramos el amor entre hombres descrito desde lo sublime y fugaz. Lo que creemos que se ha perdido para siempre, Manrique nos lo devuelve como ciertos objetos que la marea trae de regreso a la orilla de las playas.

Fragmento del poema “Mi Autobiografía”
Mi mayor ambición
es la de escribir al menos
un poema que sea leído en el futuro 
por algún joven enardecido
quien exclame "¡Manrique tenía cojones!" 

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César Cañedo 
México
(1988)

“Una loca (demencia asociada al VIH) es un sonajero en un velorio”, escribe César Cañedo, escritor, académico, poeta y atleta mexicano. Por su libro Loca se hizo al Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal 2017.

El tema del Sida ha sido una fuente de inspiración en los grandes autores gais del continente. Al igual que su colega, el gran cronista mexicano Joaquín Hurtado, la epidemia ha sido fuente para la elaboración de muchos de sus textos.

Cañedo puede ser tan brutal o tierno entre verso y verso como cuando en uno de ellos la voz poética afirma que de volver a nacer sería la misma persona y se contagiará nuevamente con VIH. Así es Cañedo, franco, sin Vaselina. Un poeta sin ambages que más que escandalizar, encandila con el fuego nada secreto que se expande a través de sus versos. Una gran loca de la poesía.

Fragmento del poema “Loca”
Una loca abre la caja de Pandora y ahí guarda su labial. Una loca ha vivido mucho: el miedo del salón vacío y el calor de la calle a solas. Una loca es toda la que se atreve.

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Yordan Rey 
Cuba
(1982)

La isla caribeña ha sido prisión y hogar de grandes escritores gais: Lezama Lima, Severo Sarduy, Virgilio Piñera y Reinaldo Arenas, por mencionar algunos. Yordan Rey es un escritor cubano que abandonó la isla en 2006. Primero, pasó una breve temporada en México y luego se fue a España junto a su compañero de vida. La isla no era un lugar cómodo para su orientación sexual. Y gran parte de su prolífica obra la ha escrito en Europa.

Depresiones, epilepsia y constantes estados de ansiedad hacen del autor una compleja máquina de narrar historias fantásticas y surreales. Grutesco es su libro más conocido. una novela (escrita para teatro) marcada por la censura y un fáliido intento de suicidio. En ella, Yordan parece mirarse a sí mismo tratando de sobrevivir ante una sociedad comunisra y patriarcal. Su protagonista es una especie de Celestino antes del alba que sueña con el milagro de un cuerpo donde mil metamorfosis le permitan volar, reptar o escapar.

Casi toda su obra ha sido publicada por editoriales pequeñas e independientes. Ya va siendo hora de que sus libros lleguen a más lectores de habla española por su prosa poética y desgarradora.

Fragmento de la novela Grutesco
No sé de dónde me viene el sonido de un agua que cae. Me recuerda a Lucas aquella vez en el río.

Lucas está tomando el sol sobre la roca plana donde la gente lavaba la ropa. Ahora han crecido helechos, y la brisa hace bailar a la sombra del úpito sobre su cuerpo. El calor del sol se la está poniendo dura. Una gota viscosa cae y le resbala por un costado. Semeja el rastro de caracoles sobre una hoja de higo. Le han crecido pelos en el pecho, en las axilas, bajo el ombligo. Quisiera que se quedase así, como muerto.

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Claudia Lama 
Barranquilla, Colombia
(1973)

De Claudia Lama poco se sabía en la escena cultural colombiana. En los últimos años su nombre empieza a emerger de manera tímida en los círculos literarios de ciudades como Cartagena, Bogotá o su natal Barranquilla.

A la andrógina autora podía vérsele como miembro infaltable de diversos talleres que se dictaban en Barranquilla. Ha sido alumna de autores como Antonio Silvera Arenas, Pilar Quintana, José Zuleta, Antonio Ungar, Julio Villanueva Chang, Margarita García Robayo. Todo ese trasegar ha afinado su instrumento, su pluma.

Lama ha urdido su labor en silencio, más bien alejada de la sosa escena literaria local. Ha escrito un par de novelas, pero su fuerte son los relatos. Su libro de cuentos Bailarás sin tacones le valió un incentivo para su publicación en 2020. En este volumen de textos cortos vemos a una autora madura y disciplinada. Cotidiana y explícita, que rompe esa aura de timidez que le recubre habitualmente. Lama sale del closet con literatura. Y lo hace con estilo. Sus cuentos son pulcros, como una losa detrás del escaparate reservada para ocasiones especiales. 

Es de las primeras autoras costeñas que nos habla del tema lésbico sin vergüenza alguna. Las mujeres en su cuentística se desnudan en miradas, en silencios y en el lecho. Se aman a la luz del día o en penumbras. Son mujeres que traspasan y echan abajo los prejuicios. Buscan liberar el cuerpo y la mente con cada acto. Madres, tías, hijas que heredan el coraje y lo usan como la más eficaz de las armas.

Fragmento del relato “Aprender a Rodar” 
–Quisiera quitarme la ropa –dijo Ana, los ojos resbalando en Milena. 
–Te la quito después –le susurró Milena, oculta tras el plato que las abanicaba nervioso. Soltó su mano y suavemente la acarició cerca de la entrepierna. 
–Quítamela ahora... –Ana tomó la mano de Milena y la llevó más adentro.

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