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Una inolvidable noche de punk y poesía protagonizada por Patti Smith y el Soundwalk Collective

Una inolvidable noche de punk y poesía protagonizada por Patti Smith y el Soundwalk Collective

Durante su reciente visita a Bogotá, la madrina del punk se unió con un extraordinario colectivo de experimentación sonora para el estreno mundial de Correspondences. Las asistentes a la sala Fanny Mikey vivieron una experiencia difícil de olvidar. Así fue esa noche inolvidable.

Un extenso cubo negro vibra iluminado por ocho pantallas. En la proyección, Willem Dafoe aparece con unos espejuelos oscuros en medio de una noche de verano. Mientras el actor avanza a toda velocidad, una voz telúrica reflexiona sobre el legado del director italiano a quien Dafoe dio vida en el filme de 2014 titulado Pasolini. La voz que comenta la obra de Pier Paolo Pasolini no es otra que la de Patti Smith, figura icónica de la música, la poesía y el arte, quien ha dejado una huella imborrable en la cultura contemporánea y que recientemente unió esfuerzos con el colectivo Soundwalk para este montaje artístico que debutó en Bogotá y que irá de gira por el mundo. 

Nacida el 30 de diciembre de 1946 en Chicago, Patti Smith se convirtió en una de las voces más influyentes de la música punk y el rock alternativo, pero su impacto va mucho más allá de su trabajo como cantante y compositora, campo al que ha accedido intermitentemente durante años al verse obnubilada por la fama y la mirada de los medios de comunicación. Con un verbo certero e incendiario, la artista ha dado forma a versos desgarradores, como los de “seventh heaven”, poema en el que dispone una serie de símbolos religiosos para encarnar la visión del pecado en el placer.

Su habilidad para expresar emociones crudas la convirtió en una poeta destacada desde sus veintes, cuando llegó a la efervescente Nueva York de la década del setenta: la del Hotel Chelsea Hotel de Janis Joplin, Leonard Cohen y Allan Ginsberg; la ciudad en la que residía Lou Reed y todas las súper estrellas de La Fábrica de Andy Warhol; la metrópoli anterior al arribo de CBGB, la gentrificación del Soho y el estallido del punk y el hip hop como culturas revolucionarias. 

Sus poemas de esos años, mezcla de rebeldía y vulnerabilidad, abordaban temas como la alienación, el amor, la búsqueda del significado y la lucha por la libertad. En su obra más reciente, su mirada se ha volcado sobre el daño irreparable que como humanos hemos hecho a la naturaleza, que en sus poemas aparece transfigurada, como en tantas tradiciones originarias, en la figura de una madre bondadosa y fértil. La música se convirtió en otro medio poderoso a través del cual Smith podía transmitir sus emociones. 

En 1975, lanzó su álbum debut Horses, una obra maestra que la catapultó a la fama y se convirtió en un referente del rock alternativo. Con una mezcla única de poesía visceral, voz distintiva y actuaciones enérgicas, Patti Smith se convirtió en un ícono de la música punk y una inspiración para futuras generaciones de artistas. Además, tras componer junto al muy estadounidense Bruce Springsteen “Because the Night”, Smith alcanzó la fama de manera casi inmediata, habitando ese difícil limbo de ser un ícono alternativo y una artista que punteaba los listados de la popular revista Billboard y los listados mundiales con presencia en Inglaterra, España o Bélgica. 

La versatilidad creativa de Patti Smith trasciende la música y la poesía. A lo largo de su carrera ha explorado otras formas de expresión artística, incluyendo la pintura y la fotografía. Además, ha participado en colaboraciones artísticas, como su trabajo con el Soundwalk Collective, un colectivo de artistas multidisciplinarios fundado por el artista francés Stephan Crasneansck y el artista sonoro italiano Simone Merli. Junto con el Soundwalk Collective, Smith ha creado proyectos innovadores que combinan música, poesía y paisajes sonoros, como el álbum The Peyote Dance (2019), basado en los escritos del poeta francés Antonin Artaud y su experiencia en las cuevas de México, Mummer Love (2019), que celebraba el trabajo de Rimbaud o Peredam (2020), inspirado por el novelista René Daumal. Desde hace más de diez años, Smith ha encontrado en el Soundwalk Collective al cómplice perfecto para sus ambiciones creativas y el pasado mes de julio estuvieron en Bogotá con una muestra titulada Correspondences.

Soundwalk Collective, el sonido como insumo artístico 

Soundwalk Collective surgió en 2008. “Nació de un organismo ligeramente distinto llamado únicamente Soundwalk, una iniciativa que Stephan Crasneansck creó en Nueva York a principios de los 2000 y se trataba de crear composiciones sonoras, a partir de la experiencia de recorrer distintas ciudades del mundo”, explica al otro lado de la línea el italiano Simone Merli en entrevista para Bacánika

Desde sus orígenes, el proyecto estaba influenciado por la ecología acústica, un movimiento creado a finales de los sesenta por el canadiense Raymond Murray Schafer, y por el concepto de psicogeografía de Guy Debord. En 2008, Simone Merli se unió a Crasneansck para dar forma a una fructífera colaboración, que cristalizó proyectos multidisciplinares basados en el trabajo sonoro, pero que derivaban en producciones en otros formatos como películas, montajes escénicos y performances. 

“El primer proyecto que desarrollamos fue comisionado por una fundación para la protección de los océanos, en Roma. Navegamos durante tres meses por el Mar Mediterráneo, siguiendo la ruta de Ulises en La Odisea y grabábamos durante las 24 horas del día”, recuerda Merli. Con unas antenas radiales ubicadas en la embarcación, los artistas navegaban a doce millas de la costa rescatando conversaciones en una plétora de voces que terminaron informando nuevas producciones a lo largo de los años. “Este proyecto habla de la cultura y la migración, también del nacimiento de las civilizaciones europeas y euroasiáticas, y de las civilizaciones contemporáneas”, agrega. Grabar este magma de sonidos invita a una reflexión sobre el mar como un cuerpo de agua que conecta y divide a millones de individuos en una historia que se extiende durante millones de años.

A partir de este primer proyecto el Soundwalk Collective empezó un recorrido que los ha llevado alrededor del globo durante quince años. “Desde entonces tuvimos el impulso de viajar, grabar en campo, ir a distintos lugares, explorar y encontrar historias y sonidos que nos podrían permitir crear una composición o un proyecto alrededor”, reflexiona Merli. “Íbamos a distintos lugares y recolectábamos sonidos, pero también permitía que el contexto nos contara historias”. 

En medio de ese largo viaje, en 2016 el colectivo estuvo en el reino de Mustang, en Nepal, grabando los cantos de los monjes budistas de algunos de los monasterios más elevados del mundo. Este sonido fue enlazado con el de las banderas ondeando bajo el sol y el viento atravesando el valle. Esta experiencia fue bautizada Khandroma, como una suerte de recorrido místico. Otro de sus proyectos nucleares es Evidence, que estudia la necesidad que tenían los poetas franceses Artaud, Antonin y Daumal de emprender viajes con el propósito de descubrir una perspectiva vital renovada. Los registros fueron realizados en lugares como la Sierra Tarahumara en México, las Tierras Altas de Abisinia en Etiopía y las cumbres del Himalaya en India. El resultado se basa en la idea de que cada paisaje alberga recuerdos latentes, testimonios del paso de la humanidad por el mundo. 

A estos periplos que capturan los paisajes más recónditos se suma un largo trabajo en torno a la voz de reconocidas figuras de la música y el cine. “Hemos colaborado con muchos artistas y su voz a lo largo de los años y la voz siempre ha sido central en nuestro trabajo”, complementa, recordando a Tina Frank, Gael García Bernal, Mulatu Astatke o la propia hija de Patti Smith, Jesse Paris Smith. Reflexionando sobre las historias que determinan a los hombres y sus relaciones con otros individuos de su contexto y de otras realidades, el Soundwalk Collective ha expandido sus campos de acción a varios otros lenguajes artísticos, partiendo siempre del sonido, como es el caso de What We Leave Behind proyecto en el que invitados a explorar el archivo del influyente director francés Jean-Luc Godard, utiliza la colección personal del director que contiene el sonido filmaciones, bobinas y efemérides históricas en forma de grabaciones que revelan los momentos antes y después de que la cámara ruede: direcciones de escena y apartes en el set, ensayos, estrellas olvidadas y tomas descartadas. El EP resultante fue reversionado por nombres claves de la electrónica como Ricardo Villalobos, Jan Jelinek y Petre Inspirescu.

“Por eso en nuestras exposiciones ahora hay video, sonido, dibujos, películas y artefactos. Durante los viajes colaboramos con artistas, como en este caso con Patti. Y ella está aportando mucho trabajo al proyecto: escribió poesía, dibujó. Discutimos sobre los sonidos que recolectamos, los llevamos a un estudio, los reproducíamos en el fondo como una suerte de cama para que ella pudiera canalizar su poesía y luego compusimos la música alrededor de estos poemas para que la pieza empezara a tomar forma”, explica Merli sobre su colaboración con la artista estadounidense a quien su socio conoció por casualidad en un vuelo. De esta manera, sobre los paisajes sonoros que le presenta el colectivo, Smith improvisa textos larguísimos que versan sobre la experiencia de nuestra especie en el mundo, sus luchas y victorias, sus responsabilidades y sus fracasos, la esperanza de quienes vienen para salvar lo poco que nos queda. 

Correspondences, un diálogo continuo entre personas y su entorno 

Chernobyl, Cry of the Lost, Pasolini, Mass Extinction y Prince of Anarchy. Cortesía Soundwalk Collective.

La sala Fanny Mikey del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella se erige como un cubo negro enorme. En su centro, ocho pantallas monumentales se extienden en cruz proyectando filmes experimentales y material de archivo que dialogan entre sí, a veces de una manera más evidente que otra. Una banda sonora atmosférica genera una sensación hipnótica que recuerda la música incidental del cine, buscando generar una emoción en el espectador sin apelar a los elementos narrativos a los que nos hemos acostumbrado del sonido: la tensión, el contrapunto o el clímax. Ubicua, la voz aún poderosa de Patti Smith declama textos que ha construido desde la intuición y la improvisación con base a la cama sonora que le ha presentado el Soundwalk Collective: sonidos de olas del Mar Negro, murmullos de ambiente recolectados en Chernobyl, aullidos solitarios de lobos de tundra que ya en las primeras noches de los tiempos recorrían las nieves en manada escrutando la oscuridad con ojos luminosos.  

Correspondences es un esfuerzo plural que lleva gestándose durante ocho años y que estrena en Bogotá para luego ir de gira por el mundo. El gestor Santiago Gardeazábal, fundador de la agencia Nova Et Vetera, fue el encargado de hacer el puente con Smith y el colectivo por un encuentro fortuito con ellos en París mientras presentaban en el Centre Pompidou su trabajo Evidences, una reflexión sobre la obra de tres poetas franceses (Artaud, Rimbaud, Daumal), quienes emprendieron viajes que los transformarían. 

“Creo que el proyecto que presentamos en el Centro Nacional de las Artes es una especie de expansión sobre eso, pero esta vez estamos trabajando con textos y poemas que Patti escribió, son sus propias palabras”, reflexiona Merli sobre las ocho piezas. “Los discursos van desde el cambio climático, la evolución, la poesía, el amor por el arte, la resiliencia de la naturaleza. Es una conversación muy diversa y de muchos temas dispares, que están conectados por la idea de que estas son cosas que nos conmueven hoy en día en nuestra sociedad, sin importar en dónde estés o de dónde seas: todos estamos padeciendo las mismas luchas y llegando al mismo entendimiento”, complementa. Así, las imágenes grabadas por el colectivo coexisten en un diálogo con fotogramas inéditos de Tarkovski o Pasolini, a quien Smith le dedica uno de los poemas más dinámicos. 

Cortesía Teatro Colón. Crédito: Mariana Reyes Serrano

“Hemos trabajado en esta exhibición y en sus textos durante ocho años”, explicaba una Smith apenas recuperada de un mal de altura. “Una vez tienes una muestra en un museo muy importante, ya la puedes presentar en los otros. Pero siempre necesitas a un primer visionario, a un museo atrevido, a un curador osado. Eso es lo que hemos encontrado aquí. Por la visión, la valentía, haremos aquí la premiere y luego lo llevaremos por todo el mundo”, continuaba la artista sobre la muestra del Centro Nacional de las Artes. Y es que, a pesar de su frágil y elegante estética, Correspondences es una muestra que pone el dedo en la llaga para luego levantarlo y señalar a los culpables. Sus ocho piezas sonoras, que se corresponden con los filmes que se proyectan, llaman la atención sobre todas las cosas a la emergencia que está produciendo el cambio climático en nuestro planeta: Smith vocifera sobre la transformación de los polos en “Prince of Anarchy”, mientras que recuerda con tristeza esa idea de progreso que terminó contaminando por cientos de años los suelos de Chernobyl, sembrando frutas que nadie podrá comer en mil años, cuando los niños dormidos rompan las membranas de su capullo para volver a caminar por la bondadosa tierra. 

Hay una necesidad de estar presente, conforme la voz de Smith nos va guiando, y de sostener un diálogo con la pieza para transformar nuestra perspectiva. “La exhibición se llama Correspondences porque todo es un diálogo, una correspondencia. Para que puedas desarrollar una visión debes tener una conversación con alguien más. Siempre está la idea de dialogar con tu espacio y la gente que te rodea”, explica Merli sobre la motivación detrás del proyecto. Así, por ejemplo, Smith reflexiona sobre Medea y su penosa trayectoria, preguntándose por el valor del individuo, mientras que en otro poema se preocupa por los derramamientos de petróleo sobre las aguas cristalinas del océano del que era originaria la figura histórica que inmortalizaría luego Eurípides. 

Sobre una mesa con luz, junto a los poemas manuscritos de Smith, se superponen en una suerte de constelación todos los nombres en papel de las especies animales que se extinguieron en los últimos 76 años, el tiempo que lleva la artista y poeta sobre esta tierra, además de los bosques que se han incendiado desde que Smith abrió los ojos para encontrarse por primera vez con un mundo que desde entonces no ha dejado de transformarse. Los nombres se convierten en un palimpsesto ilegible que subraya una poderosa gramática de la tragedia. “Queríamos utilizar la idea de la luz como una fuente para revelar esta documentación, este archivo. Todo está impreso en papeles transparentes que revelan el inverso de las cosas, la idea de la correspondencia, el diálogo”, explica Merli. “Hay algo enfrente que ves en una primera mirada, pero luego hay algo en la parte de atrás. Siempre hay dos lados de las cosas, siempre hay dos personas comunicándose. También la manera en la que las pantallas están dispuestas en el espacio revela una idea de diálogo”, añade.  

Cortesía Teatro Colón. Crédito: Mariana Reyes Serrano

“Usualmente cuando vamos a grabar es un acto de presencia. Generalmente, tenemos una idea, pero es solo una idea. Luego vamos a un lugar y un sonido nos muestra lo que estamos buscando”, añade sobre esta idea Crasneansck. “Cuando vas a estos lugares lo único que tienes que cerciorarte es de estar presente, para poder recibir cualquier cosa que te vaya a ser entregada. Creo que Patti tiene un sentido de empatía enorme para poder permitirse desdoblarse en el sonido. Su proceso de escritura es un acto presente”, añade. Y es que, en una cultura en la que se le ha dado prelación histórica al sentido de la vista, el sonido queda en un rango supeditado a la jerarquía de los sentidos. Sin embargo, escuchar el mundo es un acto de presencia y de habitar el presente: intuir los crujidos de los árboles que se desprenden del follaje seco en la ventisca o temblar de miedo y respeto con el estallido de los bloques de hielo desprendiéndose en el océano nos obliga a prestar atención.  

Al respecto, añade Merli:  “Lo primero que hacemos al nacer es escuchar sonidos. También en el útero el sonido es que nos guía y nos hace sentir seguros. Es una de las primeras cosas que desarrollamos de manera inconsciente. El sonido tiene una manera muy fuerte de comunicarse con nosotros, probablemente más que cualquier otro sentido. Cuando cierras los ojos, estás completamente presente. Cuando los abres, potencialmente, te puedes distraer”.

En Correspondences, como en todos los trabajos mancomunados entre el Soundwalk Collective y Patti Smith, el proceso funciona a la inversa, idea sobre la que insisten los artistas, que utilizan el proceso de composición de una banda sonora para el cine como ejemplo del proceso exactamente contrario a la creación de sus proyectos, “Stephan me trae todos los sonidos de un lugar, ya sea Chernobyl o el Mar Negro, de donde venía Medea y donde fue asesinado Pasolini, y escucho sus paisajes sonoros”, explic Smith. “Puedo canalizar las cosas de una manera muy ligeramente chamánica. Así es que escucho y siento cosas. Cuando hicimos el poema sobre Medea, la estudié a ella y luego escuché los sonidos que Stephan me trajo y vi toda su vida y pude hablar como si fuera ella. Esa es la parte que presenta un mayor reto físico y emocional, pero es muy recompensante, porque no puedo viajar como ellos, pero puedo sentir todos estos mundos a través del sonido y de estos paisajes sónicos que me trae”, explica conforme hace la salvedad de que no se refiere a una experiencia mística en la que se desdobla de sí, sino más bien una posibilidad performática que se da al informarse con los sonidos que recibe. 

Las piezas de Correspondences, a diferencia de los álbumes que conforman la trilogía de Perfect Vision con los tres poetas franceses, escapan de la narrativa musical y se sobreponen como densos oleajes llenos de información invisible. “Tratamos de trabajar con sonidos que son muy físicos, que tienen mucho significado. Quizás no sean los sonidos más hermosos de todos, pero contienen una historia, contienen algo con lo que puedes conectar de manera profunda”, explica Merli. Es una idea que Crasneansck ha llamado “el paisaje de la memoria” y que está influenciada por la ecología acústica y las psicogeografías, en el sentido de que estas geografías revelan sus propios recuerdos a través de los sonidos que el colectivo recolecta. La exploración del lugar a través de su sonido es una manera de conectar con la historia del espacio, las energías que circulan a través de sus recorridos, la calidad matérica visible y las fuerzas invisibles que se mueven en el éter, bajo tierra y en el campo magnético de sus bosques o edificios. “No creo que estemos tratando de documentar o de presentar lo que entendemos o nuestros descubrimientos. Se trata más de plantear preguntas. El contacto con otras culturas te lleva a nuevas formas de entendimiento y a pensar sobre lo que crees que sabes”, complementa Merli.  

La muestra no teme a la literalidad ni complica la metáfora. Los poemas son bellas narraciones que no se pierden en figuras alambicadas que toca descifrar con códices. Para los artistas es importante que este mensaje se comunique, que podamos parar nuestro mundanal ruido para entrar en un estado de presencia en el que escuchemos lo que el planeta tiene que decirnos. No siempre será fácil, pero es necesario. Correspondences es una muestra del ingenio poético de Patti Smith y de sus múltiples virtudes como artista polifacética: dibujante, fotógrafa, escritora. En este esfuerzo coral, que Smith inauguró con dos performances junto al Soundwalk Collective en el Teatro Colón, se hace evidente la necesidad de escuchar lo que el planeta tiene que decirnos, lo que podemos aprender del diálogo con otras culturas y miradas. 

“Primero viene el sonido, luego el poema y la narrativa y, por último, lo visual. Somos la banda sonora viva para una película que no existe”, explica Smith, quien además diagramó sus poemas de una manera particular para la muestra luego de tener la transcripción de sus improvisaciones. “Siempre viene primero el sonido y, luego, hago mi improvisación. No hay nada escrito. Después de que me graban improvisando, tomo la transcripción y la copio a mano. Estas son todas copias de lo que dije y se trata de volver al tema de la palabra escrita. Es simplemente una ecuación visual de toda la información”, añade. “Pero, aún si no tuviéramos estos insumos, seríamos capaces de presentar nuestro trabajo”, concluye.

Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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