10 Artistxs Latinxs contemporáneos LGBTIQ+ para reimaginar el mundo

Nacido en Barranquilla y radicado en Suiza, este cineasta retrata su origen caribeño con un eco global. En Flores del otro patio, cortometraje dirigido por el artista en 2022, la estética propone escenas vibrantes en un mundo donde convergen lo queer, lo afro y lo indígena. El filme narra la historia de un colectivo activista queer que, a través del performance y la extravagancia, denuncia la explotación de una de las minas más grandes en Colombia. El color y la escarcha en esta obra son formas de resaltar lo que históricamente ha sido marginado haciendo un acercamiento a lo íntimo.

Su mirada en el lenguaje audiovisual se traduce en lo militante. En la última década, tras sus estudios en la Escuela de Arte y Diseño de Ginebra (HEAD), Cadena se ha permitido experimentar con lo personal, lo colectivo y lo político desde la frontera entre lo documental y la ficción. Combinando estos formatos audiovisuales ha subrayado el vínculo entre memoria e historia; así nacen sus filmes con una reflexión sobre la violencia en la sociedad contemporánea. Mapalé, Les trois hirondelles, El cuento de Antonia y Sonali,son piezas claves para entender su universo creativo mediante la dirección, tejiendo una visión desde las disidencias y las diversidades.

¿Cómo se ha configurado el pueblo indígena mapuche dentro de la identidad chilena? Esa es la pregunta que atraviesa la obra de Seba Calfuqueo. A través de la instalación, la cerámica, el performance, la fotografía y el video, esta artista ha tomado como punto de enunciación la memoria indígena y las disidencias sexuales. Sus obras son críticas contundentes al colonialismo, partiendo desde nuevas formas de habitar el mundo. En sus creaciones también destaca problemáticas sociales, fusionando lo humano y lo natural, haciéndolo parte de un todo. Es allí donde aparece el color azul en sus obras: desde la cosmovisión mapuche, existe una relación entre el agua y el cielo. Además, en mapudungun (nombre de la lengua del pueblo mapuche), su apellido, Calfuqueo, significa “piedra azul”.

Uno de sus primeros trabajos, You will never be a Weye alude al conjunto de conocimientos que la conquista europea ha negado al pueblo mapuche sobre su propia cultura. Es la búsqueda de una reapropiación de la identidad, representada a través de las figuras de los Machis Weyes, sujetos que transitan entre lo masculino y lo femenino, y que, tras la llegada de los españoles a sus tierras, fueron exterminados, negando su existencia dentro de la comunidad. En esta misma relación entre cuerpo, género e identidad aparece el video-performance Las Quilas, una metáfora de la experiencia de vida trans. Estas plantas, que crecen en los territorios mapuche y actúan como barreras protectoras del bosque, son también conocidas por ser andróginas; es decir, poseen tanto órganos reproductores masculinos como femeninos. Según Seba, esta planta representa una transición: en ese proceso de transformación, una parte debe morir para que la otra pueda florecer.

Desde el corazón de la Amazonía brasileña, Emerson Munduruku se transforma en una criatura mística que supone la complejidad de la selva: Uýra Sodoma es su alter ego drag queen interespecie. Uýra usa su cuerpo como una extensión de la tierra para contar historias, mezclando los saberes científicos y ancestrales, para que a través del performance se despierten diálogos sobre el medio ambiente que necesitan ser visibilizados. “Me gusta ver a Uýra como un árbol que camina dentro de las cosmovisiones de los pueblos indígenas de diversos lugares; de ahí surgen las transformaciones. Transformamos muchas cosas dentro de estas visiones en animales, y los animales se convierten en personas”, comentó Uýra en una entrevista con la ONG Cultura Survival.

Con la lata de aerosol en la mano, Evalynn De Ycaza también conocida como EvaDe, ha sido una de las graffiteras detrás de los llamativos murales que se encuentran alrededor de la Ciudad de Panamá. Su universo visual explora un estilo surrealista, retratando la flora panameña y a la mujer como figura central de sus narrativas. Aunque es de personalidad tímida, el graffiti le ha permitido compartir sus obras desde el anonimato, explorando su creatividad sin reservas.

Martine Gutiérrez es una artista multidisciplinaria de origen guatemalteco-estadounidense que desafía las concepciones convencionales de la belleza, el género y la celebridad. Por medio del performance, la fotografía y el video, formula una crítica al consumismo y a las representaciones de la cultura pop que vemos en la estética a diario.

Su primer disco de larga duración, Tierra del Fuego, crea una mixtura de sonidos, texturas y velocidades con ritmos latinoamericanos. Su debut combina cumbia tropical andina y música electrónica occidental, una fusión que afirma su lugar como voz femenina, queer y latina en la industria musical. Su propósito es hacer de la pista de baile un lugar inclusivo y liberador donde cualquiera pueda expresarse sin importar su orientación sexual o identidad de género.

Sus estudios en cine en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica en Buenos Aires, le han abierto espacios para la exploración a partir de diferentes medios, como en CORTEX, un performance de danza audiovisual en el que compuso la banda sonora original. Este proyecto explora la conciencia, la memoria y la mortalidad por medio del lente de la neurociencia.

Su proyecto Familia Muerta es una muestra de fotografías que trabaja el archivo familiar como un documento que reproduce narrativas heteronormativas impuestas por la estructura patriarcal. La obra está compuesta por imágenes modificadas de álbumes familiares junto a su “familia elegida” de la comunidad LGBT. Con la intervención plástica, se propone una reapropiación de la historia familiar donde quepan las identidades fuera del binarismo heteropatriarcal. “Es decir, los álbumes familiares casi siempre cuentan una sola historia… Por eso, este trabajo rescata esas fotografías y las interviene como gesto político. Es una contranarrativa que intenta reconstruir una memoria más diversa”, contó Andrés en una entrevista con la revista JOIA.

Una de sus obras más recientes, Piel Adentro, es una experiencia fotográfica interactiva que permite recorrer 15 relatos de vivencias disidentes sexogenéricas en Ecuador. Esta propuesta rompe con los esquemas tradicionales de las artes visuales y propone que el público se convierta en protagonista y desgarre imágenes, develando las diversas caras de las historias. El componente interactivo cuestiona cómo nos relacionamos con el arte, proponiendo nuevas formas de contar. Este mismo componente está pensado para despertar la curiosidad y hacer cercana la experiencia de los testimonios.

Su obra cuestiona los ideales convencionales y el concepto de lo marginado. En su tesis de la carrera de Bellas Artes en Altos de Chavón expuso una serie de pinturas fotorrealistas sobre la homosexualidad y la monogamia; la muestra revelaba fotografías de ellx y de su novia. Esta muestra fue censurada durante la ceremonia de graduación. Desde allí, ha continuado retratando cuestiones relacionadas con la represión y la sexualidad.