Esa zona gris
Los años queman es la primera novela del escritor español Jaime Arracó. Por medio de una buena dosis de música noventera, recorre los pasos de un adolescente que se interna en las fiestas infinitas de Florencia, Italia.
a música, las mujeres y las drogas conforman la trinidad sagrada a la que el joven Alberto consagra su adolescencia. De la mano de sus amigos, un grupo de privilegiados chicos florentinos, él explorará los excesos propios de la noche, cargado con las angustias de su edad. Los años queman está narrada desde el punto de vista de su protagonista quien, con un tono honesto y envolvente, constantemente está haciendo un contrapunto entre los hechos y las preguntas internas que estos le suscitan. En momentos, las descripciones de Florencia y su atmósfera renacentista y decadente recuerdan escenas de clásicos del cine italiano como La Dolce Vita o la reciente La Gran Belleza, por el hedonismo en el que se ven sumergidos sus personajes. En otros apartados, la narración pareciera echar mano de las estructuras clásicas de la novela picaresca para contar las aventuras de Alberto y sus amigos y, también, de las novelas de formación (o en este caso de de-formación), pues a medida que el personaje se interna en la noche florentina su moral se va resquebrajando.
El despertar sexual, la lealtad innegable a los amigos, la locura y el extraño mundo de responsabilidades de los adultos son solo algunos de los temas que el narrador vivencia y cuestiona. Alberto duda de la autoridad de su padre, de la importancia del colegio y de lo que significa volverse hombre. Experimenta con drogas, encuentra consuelo en la música de Stone Roses y de Oasis e intenta entender la mente de las mujeres. A medida que el lector se deja atrapar por la obra, se convierte en cómplice de Alberto. El tono con el que cuenta sus vivencias es tan íntimo y honesto que a veces pareciera estar frente a un confesionario: “He estado con chicas, me masturbo, robo, me drogo, miento, miento sin parar, tanto que no sé qué he vivido y qué no”, y es tal vez por esto que cualquiera con alguna pizca de rebeldía en la adolescencia puede verse reflejado.
El gran acierto de esta novela es que toma escenarios cotidianos como las fiestas, el colegio y el fútbol y los transforma en oportunidades para reflexionar sobre sentimientos universales como el miedo a la muerte, la inseguridad frente al propio cuerpo o la disfuncionalidad de las estructuras familiares. En momentos, la voz del narrador recuerda el cinismo y la apatía de personajes como Mersault, en El extranjero, de Camus, o Alex, en La naranja mecánica. Sin embargo, no se queda solamente en esa acidez y, a menudo, logra conmover por medio de los vínculos que establece (y que pierde) con su familia y sus amigos.
Los años queman es una novela compuesta a partir de matices. Tal vez porque esta sea la única manera de hablar sobre la adolescencia: esa etapa gris en la que convergen los miedos infantiles con las percepciones agudas de quien comienza a entender que el mundo es un lugar difícil. Una lectura recomendada para aquellos nostálgicos de los noventa, melómanos rebeldes y jóvenes que entienden la libertad de recorrer una ciudad que parece infinita de la mano de un buen grupo de amigos.
Para que se animen a leerlo, el mismo autor nos dio el siguiente playlist con algunas de las canciones que lo inspiraron a escribir su novela.
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