
Dolor: La voz de tu cuerpo que no deberías ignorar
Nos acostumbramos a vivir con dolor: nos duele la cabeza, la espalda, el estómago… y seguimos como si nada. Lo callamos con una pastilla o lo ignoramos. Pero el dolor es la voz que tiene el cuerpo para pedir ayuda. Escucharlo puede marcar la diferencia entre un malestar pasajero y una enfermedad silenciosa que avanza sin ser vista.
El dolor es una sensación física y emocional desagradable, que puede estar asociada a un daño evidente en los tejidos del cuerpo, o no, explica Federico Rondón Herrera, médico reumatólogo adscrito a Colsanitas y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Y es que no siempre hay una herida visible para que algo duela. Por eso para Rondón es necesario mirar al dolor más allá de lo físico y empezar a pensarlo desde el contexto emocional, social y psicológico del paciente.
“Aunque no existe una herramienta como el termómetro para medir el dolor, generalmente se usa una herramienta llamada la escala visual análoga”, explica Rondón. Consiste en una reglilla en la cual se tienen dibujos de caritas asignadas a los números del 0 al 10. Una carita normal, una sonriente, una triste, una en la que el paciente está a punto de llorar y otra donde está llorando, entre otras. Luego se le pide al paciente que indique cuál carita refleja su nivel de dolor, siendo 0 no tener dolor y 10, uno muy intenso. “Es un método muy sencillo para evaluar al paciente, saber si tiene un dolor importante o si ha mejorado con algún tratamiento, pero es enteramente subjetivo”. Este método influye en el tratamiento, pues dependiendo de la intensidad del dolor, se debe responder con una intensidad equivalente de medicamentos o anestesia.

Como afirma José Nelson Rivera, especialista en cuidados intensivos y PhD de la Universidad de Salamanca en dolor, “el dolor es una experiencia subjetiva, individual y que está influenciada por el entorno, por las experiencias y por lo que ha vivido cada uno”. Es por eso que esta sensación no es igual para todas las personas, y es importante creer en el paciente, “creerle que tiene dolor. Si tú no crees en tu paciente, entonces tú no eres el médico para ese paciente [...] los especialistas en dolor damos una pepa o aplicamos algo para aliviarlo, pero nuestra esencia es buscar la causa del dolor para tratarla”, concluye.
El dolor tiene diferentes formas de expresión dependiendo del sexo de una persona. “Tanto hombres como mujeres expresan dolor influenciado por factores biológicos, hormonales, psicológicos y socioculturales, pero desde el punto de vista biológico, las mujeres tienen mayor sensibilidad, expresando un umbral menor de dolor. Entonces su respuesta es mucho más intensa, y por ello se expresan más frecuentemente patologías como la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica o las migrañas en mujeres”, explica Rondón, “por el contrario, en el caso de los hombres, es evidente que tratan de ocultar el dolor y no querer expresarlo por razones socioculturales, y esto puede llevar a retrasar el diagnóstico. El umbral del dolor de los hombres también está determinado por su condición física, pero generalmente es más alto que en las mujeres” agrega.


Existen algunas señales de alarma que no se deben pasar por alto según el doctor Federico: un dolor que persiste por más de tres o cuatro semanas en el mismo lugar, que no mejora con analgésicos comunes, que interfiere con el sueño o limita la actividad física cotidiana, requiere atención médica. Otro signo es la rigidez matutina, esa sensación de entumecimiento que dificulta las tareas cotidianas al comenzar el día. También debe alertar si el dolor viene acompañado de fiebre, fatiga, pérdida de peso, o inflamación en las articulaciones, ya que estos pueden ser síntomas tempranos de enfermedades reumáticas o inflamatorias, que también pueden aparecer en personas jóvenes.
Prestar atención a estas señales puede marcar la diferencia entre un tratamiento a tiempo o un diagnóstico tardío, pues muchos de los padecimientos que afectan en etapas tardías de la vida, comienzan con señales tempranas que suelen ser ignoradas. “Un ejemplo es la osteoartritis o artrosis como generalmente se le conoce, una enfermedad que en su fase avanzada genera dolor intenso en las articulaciones, especialmente en rodillas y caderas, además de una limitación importante en la movilidad”, describe Rondón.
“Sin embargo, estos síntomas muchas veces se originan en lesiones o traumas sufridos en la juventud a los que no se les dio la atención médica adecuada. Consultar a tiempo ante molestias articulares, por leves que parezcan, puede evitar un deterioro progresivo en la articulación y prevenir complicaciones a futuro”, explica.
Rondón aconseja usar algunas estrategias para identificar si un dolor físico puede indicar el inicio de una enfermedad, una de estas es “llevar un registro del dolor para entender su evolución y dar con un diagnóstico certero. Muchas veces le pregunto al paciente desde cuándo siente molestias y no saben contestar. Sin embargo, anotar diariamente si el dolor ha aumentado, disminuido o si se ha presentado con otros síntomas puede orientarnos como especialistas”. También es necesario tener en cuenta los antecedentes familiares, sobre todo si hay enfermedades articulares o autoinmunes para actuar a tiempo y con mayor precisión.

Normalizar el dolor o recurrir al autodiagnóstico puede ser peligroso. “En ocasiones las personas consultan tarde porque creen saber qué tienen o porque alguien más les dijo que no era grave”, advierte el doctor Federico Rondón. “Es común que se minimicen síntomas como los dolores de cabeza frecuentes, asumiéndolos como simples migrañas. Pero algunas de esas expresiones pueden estar asociadas a patologías severas, como aneurismas cerebrales, que en jóvenes se ven con más frecuencia de lo que se cree”, explica.
Lo mismo ocurre con los dolores menstruales intensos, si persisten después del sangrado, podrían estar vinculados a enfermedades ginecológicas importantes como la endometriosis o incluso neoplasias. “El paciente no debe automedicarse, no debe autodiagnosticarse, y mucho menos basarse en lo que le diga alguien no calificado. Consultar al médico, por sencillo que parezca el dolor, es vital”, insiste.
El dolor no siempre se origina en el cuerpo: a veces nace en las emociones. “Si el paciente se siente mal anímicamente, eso puede desencadenar también dolores físicos, especialmente musculoesqueléticos”, señala el doctor Rondón. Por eso, escuchar al cuerpo también implica atender la salud mental: acudir a un médico, un psicólogo o un terapeuta para identificar la raíz del malestar.
Ignorar el dolor, ya sea físico o emocional, no lo desaparece; solo lo aplaza. Y el cuerpo, tarde o temprano, siempre busca hacerse escuchar.


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