Expediciones sonoras para contemplar la naturaleza
Ricardo Delgado, artista plástico y guía de montaña, empezó a grabar diferentes ecosistemas. El proyecto se transformó en una serie de expediciones colectivas para pensar la naturaleza desde la escucha y lo comunal.
A Ricardo le gusta grabar al amanecer y al atardecer. Dice que son como “las horas pico” en la naturaleza y los mejores momentos para escuchar las interacciones entre seres vivos y el paisaje sonoro que resulta. Dice que el sonido le permite transportarse y evocar paisajes conocidos: un páramo cubierto de frailejones, pero también el frío que hacía y la lluvia que caía cuando lo visitó.
El artista se acercó a la fonografía (la técnica de grabar y reproducir sonidos) mientras se formaba como guía de montaña y después de graduarse de la carrera de Artes. Como muchos colegas suyos, no encontró oportunidades para ejercer su carrera y optó por hacer otra cosa. Así se encontró recorriendo los cerros que rodean a Bogotá, investigando las mejores rutas y repasando caminos por los que ahora guía a grupos de personas.
La grabadora lo ha acompañado siempre: sus primeras pistas son de hace una década, y su archivo fue el primer paso para el proyecto Paisaje sonoro en vía de extinción, una iniciativa en la que Ricardo canaliza sus conocimientos de “documentalista del sonido”, una práctica que reúne su experiencia de guía con sus conocimientos de fonografía. Este año su proyecto ganó una beca de circulación de paisajes sonoros entregada por Idartes. Parte del estímulo consistió en tener sesiones de escucha de sus paisajes sonoros en la Cinemateca de Bogotá.
Cuando Ricardo graba tiene dos estrategias en mente: una de cacería y otra de recolección. A veces intenta cazar un sonido (habla del canto del paujil copete de piedra como ejemplo): “uno intenta establecer un plan de acción: averiguar sus hábitos, si es un ave nocturna, si es mejor al amanecer, acampar para poder salir temprano”. La recolección es el plan B: no encuentras el sonido que fuiste a cazar, pero encuentras otra cosa y eso también se vale. “Lo más importante del trabajo es realmente estar a la escucha y tener la flexibilidad para aceptar que hay factores que no controlas, como el clima, y que pueden cambiar tu plan”.
Ricardo dice que para él “el aspecto más importante es el ecosistema, porque el paisaje sonoro es una red de interacciones sonoras. Los ornitólogos, por ejemplo, suelen aislar el canto de un ave para que sirva de referencia y permita identificar a una especie. A mí me interesa más un enfoque relacional, grabar a una comunidad de especies”. Quizá de ahí surgió la idea de las expediciones sonoras, salidas encabezadas por Ricardo a las que asisten diferentes personas que graban lo que escuchan. Hasta ahora ha habido salidas a los páramos de Cruz Verde y de Guerrero, y está organizando otras al cerro Purgatorio, los cerros orientales y el Alto de las ninfas.
Las expediciones y las grabaciones no están encaminadas a crear algo nuevo con los sonidos, sino a documentar la naturaleza para, de alguna manera, ser testigos de su complejidad y de su presencia. La idea es invitar a otras personas a entrar en un estado de contemplación sonora que les permita acercarse a las dinámicas de la naturaleza y producir una pista sonora que reúna las grabaciones de todos los asistentes y que actúe como un documental de la experiencia.
Ricardo comparte información y convoca para sus expediciones sonoras a través de Instagram.
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