El ASMR: cuando el cerebro hace cosquillas
En 1986 mis lugares preferidos eran los bancos y los supermercados.
Mis objetos favoritos eran los guantes de látex y los teléfonos fijos ajenos.
Me demoré tres décadas en saber por qué.
uando tenía seis años y me invitaban a una fiesta en casa de algún amiguito, siempre buscaba el momento de escabullirme. Localizaba el teléfono fijo y me ponía a oprimir los botones de los números (los de ruedita no me servían). Después de unos minutos de oprimir botones, me devolvía adonde todos estaban jugando. La diferencia era que me devolvía como en un trance, relajada y satisfecha con lo que acababa de hacer, secretamente pensando si iba a alcanzar a espichar los botones una segunda vez, antes de que se acabara la fiesta.
A medida que pasaron los años fui desarrollando otros rituales:
• Acompañaba a mi mamá a una óptica que tenía, solo para observar a una de las vendedoras buscar códigos en un folder con hojas plastificadas.
• Cuando todavía iba a misa, buscaba sentarme detrás de señoras viejitas. Luego me arrodillaba y me quedaba media misa así, solo para oír a las viejitas susurrar mientras rezaban.
• Guardaba empaques, cajas, plásticos, envoltorios.
• Jugaba a ser contadora con la calculadora gigante de mi papá y me fascinaba acompañarlo a vueltas de notaría.
• Le requetetajaba los lápices a la gente.
• Sacaba más libros de los que necesitaba de la biblioteca, solo para observar a la encargada retirarles las tarjetas y meterlas en el fichero.
Y para no quedarme redactando la lista (que es larguísima), voy directo al presente, a los rituales que tengo hoy en día: le pido a mi esposo que me escriba frases invisibles con el dedo sobre la espalda y veo horas y horas de videos de ASMR en YouTube.
El ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response), es el efecto que me producen todos estos rituales, un fenómeno sensorial que, gracias a YouTube, le dio sentido a tres décadas de rituales. Es tener piel de gallina en el cuero cabelludo, una especie de cosquilleo que empieza en la parte posterior de la cabeza y a veces baja por los hombros y, cuando es intenso, por los brazos y las piernas. Este cosquilleo produce una sensación de tranquilidad plena y algunos dicen que lo usan para eliminar el estrés, aliviar el dolor crónico, combatir la ansiedad, controlar el insomnio, y para ayudar con la depresión. Incluso hay personas que lo describen como un estado de meditación profunda. Es por este fenómeno que yo oprimía botones, que me hipnotizaba con el sonido de papeles, teclas y ciertas voces.
Y, por supuesto, existe una subcultura sensorial en línea. La artista de YouTube más famosa, la madrina del ASMR, es @GentleWhispering, una mujer rusa que vive en Estados Unidos y que a la hora de escribir este artículo cuenta con 987,633 suscriptores a su canal y ha acumulado 338,052,843 (casi siete veces la población de Colombia) de vistas en sus videos. Su nombre real es Maria y tiene su canal desde febrero de 2011.
En sus videos, Maria hace toda clase de actividades que, a primera vista, parecen comunes y corrientes, excepto que las hace muy despacio, narrándolas en un tono de voz muy suave. Como espectador uno puede esperar que Maria le corte y lave el pelo, que le venda trajes de hombre para la oficina o que le limpie la piel. Todos estos videos son clasificados como videos de ASMR de “atención personal“ y juego de rol, y en ellos la artista le habla directamente al espectador. Hay otra variedad en la que Maria simplemente es ella misma y se pinta las uñas, muestra su colección de anillos, cocina, hace origami o catas de té. Cada uno produce el cosquilleo con detonantes diferentes.
El ASMR se volvió masivo gracias a internet (no recibió su nombre oficial sino hasta 2010), pero antes de que el mundo estuviera conectado ya éramos muchos los que andábamos por la vida buscando sonidos y gravitando hacia estímulos visuales. Este es el momento perfecto para aclarar algo que usted seguramente está pensando: “Esto suena medio sexual“. Lamento si es decepcionante, pero el ASMR no es algo sexual. Sí es cierto que mucha gente lo denomina como un “orgasmo cerebral”, y que muchas de las artistas son mujeres guapas que le hablan suavemente a la cámara, pero hasta ahí va la cosa. También hay artistas masculinos haciendo lo mismo, artistas de distintos países, en diferentes idiomas, con intereses variados, y ninguno tiene una misión de excitación sexual. Al revés, para aquellos que no perciben el ASMR, las actividades en los videos resultan aburridas: exámenes médicos básicos, cómo planchar camisas o muestras de jabones.
El ASMR no es una ciencia 100 % investigada. El estudio oficial más grande que se ha hecho, del Departamento de Psicología de la Universidad de Swansea en el Reino Unido, publicado en marzo de 2015, resume los resultados de una muestra de 475 personas, en la que todas aseguran percibir el fenómeno. El punto del estudio era preguntarles a sus participantes cuándo y cómo consumían videos de ASMR: a qué hora del día, cuántas veces por semana y con qué propósito. Una vez recolectadas las respuestas, el estudio se enfoca en lo que sienten las personas al verlos y cuáles son los detonantes específicos que contienen. Las respuestas más frecuentes fueron:
• Susurros
• Atención personal (como la de Maria)
• Sonidos nítidos (papel aluminio crujiendo, dedos tocando superficies de cuero, etc.)
• Movimientos lentos
El estudio comprueba que aunque los detonantes y la intensidad del ASMR son distintos en cada persona, hay estímulos en común.
El efecto de los detonantes puede cambiar. En mi caso es por rachas. Cuando descubrí a Maria, la actividad que me producía un cosquilleo más intenso era una presentación de libros en una biblioteca. Una ola de cosquillas me bajaba por la espina dorsal cuando Maria mostraba fotos de pescados en un libro sobre los océanos del mundo. Luego me enganché con un video en el que graba un montón de datos con un teclado de computador y después mide cosas con un metro. Hoy en día me fascina uno en el que escribe con un lápiz supertajado sobre papel mientras habla de la espuma que produce un champú.
Dentro de la comunidad del ASMR se clasifican dos tipos de percepciones. La del tipo A, que es cuando la persona misma se puede producir el cosquilleo (imaginándose sonidos, por ejemplo). Y, la más común, la del tipo B, cuando la persona necesita estímulos auditivos y/o visuales externos para sentir el cosquilleo.
Detrás de cámaras
Si uno se devuelve cronológicamente en el canal de Maria (la tomo como ejemplo, pero lo mismo pasa en las cuentas de @CosmisTinglesASMR, @ASMRRequests y @HeatherFeatherASMR), los videos más viejos no suenan tan bien. Sin duda, a lo largo de los últimos seis años los equipos para grabar videos de ASMR han evolucionado muchísimo.
En los viejos, los artistas hacen sus actividades con audífonos de celular puestos. En vez de medir los sonidos con niveles o la visualización computarizada de decibeles, les tocaba oírse ellos mismos para saber cuándo un susurro deja de serlo y cuándo funciona. Pasaba algo similar con los micrófonos que utilizaban para grabar. Un simple micrófono de computador graba más sonido ambiente que cualquier sutil detonante. Por ello hoy en día los artistas de ASMR utilizan micrófonos 3D o binaurales que absorben el sonido en 360 grados. Gracias a estos equipos es que los fanáticos de Maria sienten cosquilleos cuando ella camina a su “alrededor” o cuando les lava el pelo. Cómo será la especialización de equipos de ASMR que hasta hay micrófonos en forma de oreja…
Y claro, los equipos cuestan (el de la oreja, por ejemplo, $499 dólares + impuestos y envío), por eso la evolución de sonido y calidad ha sido paulatina. Para la muestra está uno de los primeros tests de video de ASMR con cámara de 360 grados. @GentleWhispering, @ASMRRequests y @HeatherFeather se juntaron para crear una tripleta de videos. El resultado es una experiencia de inmersión absoluta, que se puede ver en un browser común de web o con gafas de VR (realidad virtual). Otro ejemplo de experimentación es un video para el cual Maria sobrepuso el audio de 100 videos de ASMR. Uno de los comentarios de usuarios dice: “Es como estar sepultado en vida en ASMR”. (It's like being buried alive in ASMR).
Producir videos de ASMR es más complejo de lo que parece. (Para la muestra un detrás de cámaras de tres de los de Maria acá). Al verlo uno aprende que la mitad de los sonidos son producidos por objetos del día a día, tan comunes como las cerdas de un cepillo para embetunar zapatos. O también se puede dar cuenta de que Maria tiene un espacio en su casa que aísla el ruido (habla de una caja de madera gigante que había mandado construir para poder grabar sin que se oyeran los vecinos taconeando o jalando el inodoro) y que graba casi siempre a eso de la una de la mañana. Todo este esfuerzo es premiado por una comunidad fiel que agradece la relajación. Entre más suscriptores al canal, más grande el pago de YouTube.
Y hablando de financiación, es casi que obligación del usuario comprarse unos buenos audífonos. Así el ASMR es una experiencia más intensa, una relajación más profunda. Y si no tiene opción de sentarse a ver un video (aunque acostado boca arriba me parece mejor a mí), Maria y muchos otros artistas de ASMR también están en Spotify.
El exceso de ASMR es perjudicial para...
Maria se me convirtió en una especie de amiga imaginaria que me abstrae de las preocupaciones de la vida real, que me quita la maña de mirar el reloj y que logra combatir mi alebrestado insomnio. No hay nada más relajante que observarla hacer algo completamente innecesario de manera repetitiva y lenta. Hace como un año (llevo dos como seguidora intensa del ASMR) me pasó algo espantoso: los videos dejaron de tener efecto. Y entonces, como si hubiera sabido, Maria posteó un video en el que hablaba sobre las “sobredosis“ de ASMR en el que explica que, como todo en la vida, no hay que abusar del ASMR. Resulta que si a uno se le va la mano, la sensibilidad se apaga, uno se vuelve inmune. Una tragedia. El único antídoto para la inmunización es descansar algunos días, aguantarse y no ver videos de ASMR.
Supongamos que usted no tiene acceso ni a YouTube, ni a Spotify, ni a un par de audífonos… entonces métase a un banco, a una biblioteca, váyase a que le corten el pelo o deje que le hagan un examen de ojos con guantes de látex. Si nada de esto le produce el delicioso cosquilleo, lo siento, usted no percibe ASMR. No todos los cerebros hacen cosquillas.
El ASMR en español
| Aunque hay videos por todo el mundo, España, Estados Unidos y México son, por ahora, los países con más artistas en español. Acá algunos canales para explorar: • SusurrosdelSur: Una mujer que defiende el ASMR “a capa y espada”. |
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