La delgada línea roja
El hábito de consumir fármacos o productos naturistas sin la debida supervisión médica puede causar problemas en su organismo. Revisamos el delicado asunto con algunos especialistas.
l abuso de medicamentos inicialmente recetados con fines terapéuticos puede producir una cantidad de efectos adversos para la salud. El problema es bastante complejo y de difícil tratamiento por varias razones. Primero, porque no es fácil reconocer que se incurre en un uso inadecuado de los fármacos; segundo, los controles en la comercialización de drogas son insuficientes, y tercero, los paquetes asistenciales casi nunca incluyen la revisión de antecedentes que alerten sobre la probable tendencia de los pacientes a desarrollar dependencia.
Para no confundir los términos, es útil precisar que la Organización Mundial de la Salud define la farmacodependencia como “el estado psíquico, y a veces físico, causado por la interacción entre un organismo vivo y un fármaco, la cual se caracteriza por modificaciones en el comportamiento y comprende siempre un impulso irreprimible por tomar el medicamento en forma continua o periódica, a fin de experimentar sus efectos físicos, psíquicos y para evitar el malestar producido por la abstención”.
Por su parte, la adicción “implica un estado de intoxicación crónica y periódica originado por el consumo de una droga, natural o sintética, que genera una compulsión a continuar consumiendo la sustancia por cualquier medio, con una tendencia al aumento de la dosis, una dependencia psíquica y física, y generalmente una conducta social inadecuada”.
Un documento oficial del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés), autoridad mundial reconocida en el tema, indica que las medicinas propensas a crear dependencia en los pacientes que las consumen son, en primer lugar, los analgésicos opioides (derivados de la morfina, la vicodina o la oxicodona), luego están los estimulantes para tratar el déficit de atención, los depresores del sistema nervioso que alivian la ansiedad, los jarabes para la tos o resfriado común que contienen codeína o dextrometorfano y, finalmente, las pastillas para dormir.
Johan Sepúlveda es el director ejecutivo del Colegio Nacional de Químicos Farmacéuticos de Colombia. Para él, todos los medicamentos son susceptibles de generar dependencia, sea esta física o psicológica, sencillamente porque contienen principios activos químicos que producen efectos en los organismos vivos, y estos pueden crear sensaciones por las que el individuo siente alivio, o piensa que lo siente.
“Los principios activos pueden estar en las plantas (los que se venden en tiendas naturistas) o haber sido creados en el laboratorio de forma sintética (los que venden en las farmacias), sea como sea tienen actividad biológica y su consumo, en todos los casos, debería hacerse bajo supervisión médica. El consumo prolongado de esas drogas, sin la vigilancia adecuada, puede causar problemas de salud. Cuando la gente entienda eso, probablemente habrá menos casos de gastritis, afecciones del hígado, patologías cardíacas, obesidad e, inclusive, tendencias suicidas”, advierte Sepúlveda.
Otro de los problemas asociados a este uso inadecuado de medicamentos tiene que ver con la creencia de que “lo que sirve para uno debe ser bueno para el otro”, dice el farmacéutico. Por eso, la automedicación de drogas de libre venta, bien por iniciativa propia o por recomendación de algún conocido, es muy común. Se ignora que esta administración irresponsable de fármacos puede desencadenar reacciones adversas como intoxicación, dependencia, enrojecimiento cutáneo, resistencia bacteriana y enmascaramiento de procesos clínicos graves, con el consecuente retraso en el diagnóstico.
El psiquiatra Juan Francisco Gálvez dice que, en el mundo, entre 12 y 13% de las personas que tienen problemas con sustancias los sufren con medicamentos legales mas no prescritos, bien sea que en principio fueron recetados o que se administraron por automedicación. Gálvez alerta sobre la necesidad de que al paciente se le haga una entrevista exhaustiva antes de recetarle medicinas, con el fin de conocer la predisposición que pueda tener a desarrollar dependencia.
“La razón que lo puede estar llevando a abusar de medicamentos puede tener base en trastornos siquiátricos como ansiedad, depresión, personalidad bipolar, déficit de atención e hiperactividad. Pero quien formula los medicamentos no pregunta el perfil del paciente para saber qué ha tomado antes o qué está tomando, si es impulsivo, si es juicioso, si tiene antecedentes familiares de adicción. En el sistema de salud colombiano no hay tiempo para eso. A los pacientes se les evalúa como una masa y no de forma individualizada, aunque el riesgo a la dependencia está determinado por rasgos del individuo que son detectables”, dice Gálvez, especialista en psiquiatría de enlace.
En el caso de pacientes con patologías asociadas al dolor constante, como las neuropáticas, o enfermedades calamitosas como el cáncer, Gálvez recomienda remitir al paciente a clínicas del dolor, especializadas en ofrecer un manejo integral de estas patologías.
“En estos tiempos hay mayor conciencia de las relaciones entre enfermedades médicas y psiquiátricas, y para eso es que se utiliza la psiquiatría de enlace. Es un error pretender satanizar el uso de drogas asociadas al tratamiento de patologías mentales como medicamentos adictivos, cuando la mayoría de los fármacos de uso siquiátrico son efectivos, confiables, seguros y no generan dependencia alguna. Lo otro es un mito”, aclara Gálvez. E insiste en que son más peligrosos los fármacos de venta libre que se administran sin ningún tipo de evaluación profesional previa, que los antidepresivos y antipsicóticos, que generalmente no tienen potencial adictivo. Reconoce que lo que hace falta es mayor entrenamiento del personal asistencial para detectar pacientes con riesgos de desarrollar dependencia por ciertos medicamentos, así como la implementación de instrumentos clínicos para prevenir las adicciones.
Quien lo paga se lo lleva
Las razones de la alta prevalencia de abuso de medicamentos sin prescripción también se asocian a la facilidad para acceder a ellos. Específicamente, en Colombia no hay profesionales farmacéuticos en todas las droguerías, razón por la cual son mínimas las restricciones para adquirir fármacos, inclusive en el caso de aquellos que pertenecen a regímenes especiales de venta.
Según el registro del Colegio Nacional de Químicos Farmacéuticos de Colombia, más de 85% de los establecimientos que venden medicinas son droguerías, que pueden ser manejadas por empíricos, y apenas otro 15% son farmacias que disponen de un profesional obligado éticamente a cumplir con la reglamentación vigente.
“Con esta flexibilidad del recurso humano se transgrede con mucha facilidad la norma de la prescripción, cuando debería ser mucho más estricta. Es gente que no se ve a sí misma como proveedores de salud. Y aunque la estructura normativa es robusta para la administración y comercialización de medicamentos, la práctica es disfuncional porque la inspección, la vigilancia y el control por parte del Estado es muy deficiente”, advierte Johan Sepúlveda.
Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, dice a través de la página web de la institución que el problema de la farmacodependencia es urgente. Considera que la manera de mejorar las alarmantes cifras vinculadas al abuso de drogas formuladas es a través del conocimiento del público sobre el problema y a través de la promoción de investigaciones científicas que den sustento a los riesgos que esta práctica conlleva.
Según dicen los especialistas, una persona puede reconocer su dependencia cuando presenta síntomas de abstinencia en cuanto reduce o detiene bruscamente el consumo del producto. Estos síntomas varían de acuerdo con el tipo de fármaco, pero pueden incluir dolores de cabeza, náuseas, irritabilidad o depresión. La buena noticia es que estos efectos nocivos se pueden controlar con nueva medicación o reduciendo el consumo de la droga progresivamente, siempre bajo supervisión médica.
Así las cosas, es prudente y pertinente que tanto el consumo de fármacos como el de productos de origen natural se haga bajo la supervisión de los profesionales que conocen de su composición química y de los efectos que generan en el organismo. No basta la recomendación del vecino: hace falta la evaluación previa, al menos durante una breve entrevista, a través de la cual se establezca el régimen de dosificación conveniente para cada persona.
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