Los monstruos de Frix
Llevar las ideas de artistas y no artistas a lo físico sin esperar la aprobación de los cinturones de seguridad del arte institucional, es el latido de este artista bogotano. Un mundo donde todos tenemos sangre fluorescente.
Mesas alargadas y altas se revelan bajo una gran ventana dividida por un marco a cuadros, por el que el sol se cuela hasta la alfombra, tapiz de juego de Ramona y Nueve, dos gatos que acompañan las tardes de dibujo de Frix, no una mala pronunciación del felino de Robert Crumb, sino el humano, uno de los creadores de La Ramona Proyectos. Una oda a su mascota y a la búsqueda artística.
En este recóndito espacio, que más parece un taller que un apartamento, vive Andrés
“Frix” Bustamante, un artista y gestor cultural que retrata las conversaciones, interrupciones, gritos y pausas de la sociedad contemporánea en distintos formatos en los que los monstruos son los protagonistas. Desde una instalación, un cuadro, una animación o un fanzine (revista realizada por y para fanáticos), el bogotano lleva su discurso de la palabra al papel o a la tela, y viceversa.
“La Ramona busca ser un medio de reflexión sobre la producción gráfica de los artistas bogotanos por medio de iniciativas curatoriales, editoriales, de creación e investigación”, dice Andrés mientras acaricia a su melosa gata, que fue recogida con un hueco en su barriga en una de las zonas más pobres de Bogotá. Este espacio lleva ocho años en la escena artística y ha consolidado proyectos de divulgación con otros autogestionados en Perú, Argentina, Dublín (Irlanda), Lafayette (Estados Unidos), y México.
La iniciativa es el resultado de varios espacios anteriores –Espacio Galería Mar, Bisturix y Espacio 101–. La Ramona se trata de un proyecto de investigación de lo que sucedió en esos años. La idea es encontrar un ambiente en el que cualquier propuesta sea escuchada sin escalas de medición o notas, “sin este tipo de trabas que pueden separar el propósito de generar imagen. Es más como entender qué sucede con lo que cada uno propone”, cuenta Frix.
Para esto, tienen unos talleres que rompen con esa metodología de lo académico o institucional en los que cualquiera que quiera venga a dibujar, y muchas veces, artistas o ilustradores reconocidos van a trabajar con aquellos que simplemente están interesados en dejar que la mano y el lápiz colonicen el papel. “Queremos llegar a lo real, hablar de cosas que están afectando los imaginarios de cada persona”, afirma Frix.
Una vez llegaron unas señoras curiosas y, al cabo de un rato, le preguntaron a Andrés que a qué horas empezaba el taller, y él les respondió: “hace rato estamos en él”. Ya que hay días en que es normal cocinar o tomar cerveza como si fuera una reunión de amigos, ellas se pararon y se fueron ofuscadas mientras decían “estamos perdiendo el tiempo”. “Es chévere porque es proponer otro tipo de encuentro”, confiesa Bustamante.
Además de artista, Frix también es músico y, desde 2008, tiene una banda llamada Los Atroces junto a varios artistas que hacen parte de La Ramona. De hecho, Inu Waters, uno de los miembros de la agrupación, hizo un cómic sobre la banda que fue editado por la editorial Silueta y se puede encontrar aquí.
Andrés Bustamante estudió artes en la ASAB. Entre sus exposiciones individuales se destacan Suicidio anunciado de una pintura caótica (Museo de Arte Moderno de Bogotá, 2014), Teoría excepcional en el caso del Dr. Xismu (Residencias por intercambio [R.A.T.] Puerto Turín, México, 2014) y Proyecto para la inserción del más injurioso y el más cruel de todos los consejeros (sala alterna Galería Santa Fe, 2011).
¿Por qué muchos espacios independientes tienden a fracasar?
Porque no vendes la suficiente cerveza para pagar la casa, o terminas con tu novia o te agarras con tus amigos y se acabó el proyecto. Aquí hay es como una necesidad de seguir trabajando, independiente de quién esté, de quién se vaya o de quién siga, eso es lo chévere de La Ramona.
¿Cómo hacer sostenible un espacio independiente?
Lo que pasa es que hay que generar coartadas para que eso suceda: nosotros duramos mucho tiempo con ese romanticismo de un espacio independiente, de un taller abierto donde vas en contra de ciertas formas institucionales, pero después nos dimos cuenta de que teníamos que repensar ese concepto y empezar a hacer alianzas basadas en la red. Entonces es como trabajar desde lo autogestionado y vincularse con diferentes procesos que están en la misma coartada.
Artistas colombianos favoritos…
Wilson Díaz, Juan Mejía, Antonio Caro y La Mugro, un artista que está trabajando conmigo en La Ramona actualmente.
La Ramona parece más un modo de hacer que un espacio o proyecto específico…
La Ramona somos dos de base, pero hay mucha gente trabajando con nosotros y haciendo que el proyecto sea más interesante. Nos aburrimos bastante y nos da la oportunidad de desaburrirnos bastante. Además hay un riesgo con respecto a lo que estamos haciendo, hay terquedad y se pasa el tiempo cuando lo conviertes en tu proceso como persona, en el proceso de todos quienes vienen a nuestras exposiciones o talleres. No hay fracaso.
Comida favorita…
Yo creo que tengo un pasado cundiboyacense; de hecho, sí lo tengo porque soy papero a morir, me gusta todo lo que tenga papa. Y de tomar… no puedo con los jugos ni las gaseosas, creo que la cerveza es lo que más tomo.
Lo que más le gusta y lo que menos…
Lo que más me gusta es bañarme varias veces en el día, como que se lleva muchas cosas. Y lo que menos… odio montar en bus.
Si no existiera La Ramona en este mundo, ¿qué estaría haciendo?
Simplemente estaría en Pedro Proyectos.
Y sus monstruos, ¿qué harían si fueran reales?
Seguirían en su soliloquio eterno, son personajes chungos conversando como dos moscas en leche.
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