Seis entradas a la ciencia ficción
La ciencia ficción ya no es una asunto de ñoños retraídos. Por eso, les presentamos seis opciones para adentrarse en un género infinito y apasionante.
enos mal que ya no hay que justificar por qué hay que leer ciencia ficción. Antes de todos esos nerds engrandecidos en noticias, negocios y comedias, antes de toda esta onda tan extraña de convertir lo nerd en una estética deseable, antes de que tantos se autodefinen geeks o hackers de alguna línea, cada artículo sobre ciencia ficción debía iniciarse con una advertencia absurda pero necesaria aclarando que, en contra de lo comúnmente aceptado, la ciencia ficción es un género respetable e incluso valioso, con autores serios y talentosos y no un nicho de literatura de séptima sólo apta para muchachos con graves problemas de adaptación social.
Hoy basta decir que la ciencia ficción es tan nerd como se puede ser y listo. Fácil. Ni siquiera hay que explicar qué es la ciencia ficción, lo que es un alivio, porque en la práctica “ciencia ficción” es sólo una etiqueta para clasificar la literatura que no se deja clasificar: no es fantástica, no es realista, no es histórica; es lo otro, todo eso “otro”. ¿Y de qué habla? También resulta jodido definirlo. Tal vez habla de los límites de lo humano y lo real. Se adentra en universos con reglas físicas o morales trastocadas y mediante el desconcierto renueva preguntas viejas sobre qué nos hace lo que somos y cuál es la naturaleza de lo que nos rodea. La buena ciencia ficción demuele certezas y abre posibilidades. De resto, no tiene restricciones.
En lo que sigue, propongo seis entradas a los rincones de la ciencia ficción que frecuento. Son portales laterales, menos transitados e inclinados, perfectos para quien se aventura por primera vez o para aquellos con algo de experiencia que buscan nuevos rumbos. Por si se amañan, cada entrada viene acompañada de sugerencias para continuar el viaje y ojalá perderse y nunca regresar.
Más encierros: Aura, de Carlos Fuentes, Donde yo no estaba, de Marcelo Cohen, The Children’s Hospital, de Chris Adrian, y Atmospheric Disturbances, de Rivka Galchen.
2. Una conspiración se cierne sobre una liga de superhéroes en decadencia. Este podría ser el resumen del argumento de Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, un cómic melancólico que mezcla historia alternativa, paradojas éticas y juegos metafísicos con el espacio y el tiempo.
Más mundos: The Underwater Welder, de Jeff Lemire, Soon I will be invincible, de Austin Grossman, Revolver, de Matt Kindt, y Ubik, de Philip K. Dick, airsoft.
3. Los protagonistas de las fábulas cortas de Ciberiada, de Stanisław Lem, son dos robots todopoderosos que recorren el universo resolviendo problemas filosóficos y hasta románticos. El resultado es comedia absurda y pura.
Más Lem: El universo de Lem es suficientemente extenso como para dar vueltas un rato sin abandonar sus límites. Prosiga con Congreso de futurología, Retorno de las estrellas o los Relatos del Piloto Pirx.
4. Una presencia oscura perturba el sueño de los habitantes de la caótica megalópolis de Nueva Crobuzón. Perdido Street Station, de China Miéville, es una trama de acción detectivesca intensa que incluye monstruos, balaceras y computadores de vapor.
Más aventuras: Iménez, de Luis Noriega, Neuromancer, de William Gybson, Alba Cromm, de Vicente Luis Mora, y God’s War, de Kameron Hurley.
5. Años antes de Battle Royale y Los juegos del hambre, existía La larga marcha, de Richard Bachman (el pseudónimo de Stephen King, joven y desmadrado), una caminata para muchachos pobres en la que bajar el paso se paga con la muerte.
Más juegos macabros: El cuento de la criada, de Margaret Atwood, Crash, de J. G. Ballard, Menos joven, de Rubén Martín, y Realidad, de Sergio Bizzio.
6. Diez escenarios. Diez historias. Ghostwritten, de David Mitchell, es una novela de coincidencias que entrelazan terroristas místicos, esquemas criminales, espíritus milenarios y ojos electrónicos que nos miran desde el cielo.
Más experimentos: Arcoíris de la gravedad, de Thomas Pynchon, Standards, de Germán Sierra, Remainder, de Tom McCarthy, y El fondo del cielo, de Rodrigo Fresán.
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