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Así gané el premio (y el amor) del público

Así gané el premio (y el amor) del público

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El Premio Arte Joven otorgó por segunda vez un reconocimiento escogido por los visitantes de la exposición virtual. El ganador hizo una poderosa campaña para convocar seguidores en torno a su extraordinaria obra. ¿Cómo lo hizo?

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ArteJoven2022 Sep Web ImagenArticulo

Hubo arte, vino, aplausos y premios con buena plata. Diez artistas colombianos fueron finalistas de esta edición del Premio Arte Joven, pero once de ellos recibieron premios. A la muestra de las diez finalistas se sumó el video The Behind of / El detrás de… del artista Hetera Friné. Tras 16 días de votación, el público escogió como su favorita a esta obra que confronta las carencias de la vida del artista en Soacha con una versión burlona de sus aspiraciones de glamour, Gucci y Prada.

Un total de 2126 visitantes de la exposición virtual dejaron su voto. Hetera Friné ganó con 418, le siguieron Felipe Villamil con 294 y Juan Manuel Parra con 287. La riqueza visual, el humor inteligente, la crítica social con sátira y sin revictimización y el logro plástico de esta pieza de performance registrada en video no fueron los únicos recursos con los que contó la obra para seducir al público. En palabras de la curadora, María Isabel Rueda, quien siguió de cerca esta cacería de votos: “La manera en que Friné manejó esta campaña de redes sociales prácticamente fue también una obra: de una forma irónica evidenció cómo la búsqueda de un premio ubica a los artistas en cierta posición. En su caso, la necesidad de obtener un apoyo económico dialoga directamente con su obra premiada: mostrar la necesidad para seducir, desnudar las carencias para atraer abundancia y, al final, vestirse de reina para recibir el premio, como forma de ironizar sobre ese sistema que le entrega un premio de consolación”.

De esa forma lo vio María Isabel y así lo vivió Friné:

***

Había una gran confianza en mí respecto a esta obra. Sentía que podía haber algo muy valioso a nivel conceptual, a nivel de lo que quería decir. Al ir a la galería y ver las otras obras seleccionadas me sentí un poco más incrédula. Y, bueno, cuando supe que no pasé, pues claro, sentí una gran decepción, más que todo económica, más allá del reconocimiento. 

Yo creo que en estos premios, los artistas le apostamos directamente a algo económico. Muchas veces no recibimos retribución por el arte. En un momento de crisis, como en el que estoy, no hay forma de invertir en producción y montajes, entonces tengo que trabajar en un call center 48 horas a la semana y ahorrar de esa plata para poder pagar una obra que no me genera nada. Es una gran pérdida constante. Eso me estaba evaluando al momento de postularme, por eso este era una especie de último esfuerzo. Cuando el trabajo no pasó a las finalistas, pues nada, simplemente me dije: “Ni modo, un guarito y salió. Un guarito, una cantina y ya no podemos hacer nada más que seguir adelante, buscar otra vez trabajo, volver al call center y ya. Esto fue”.

Yo decidí no hacer una campaña de manera directa por el voto del público. Se me hacía un poco frustrante y humillante decir como “Oigan no pasé a las diez finalistas, la obra no está pero apuéstenle a esta obra”. 

Sin embargo, había recibido muy buenos comentarios sobre el video y tengo un gran círculo de amigos y personas del mundo del arte que me quieren y que respetan mucho mi trabajo y ellos me hicieron sentir que había algo especial en esta pieza. Nadia Granados, una artista que respeto muchísimo, empezó a hacer campaña por redes y a ella se unieron un montón de artistas, de amigos, de colectivos, de gente influyente en las redes y empezaron a generar casi que una campaña automática. 

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Al principio, yo simplemente repliqué lo que se estaba moviendo de forma orgánica. Pero, al notar que la visibilidad seguía creciendo en Instagram y que empezaron a mandar por WhatsApp fotos y mensajes como “Oye, te apoyo”, “Oye, quiero que ganes”, me sentí motivado y decidí empezar a moverme en eso grupos de WhatsApp, que son como cadenas de tías. Pensé: “lancémonos a ver qué pasa”. El crecimiento fue constante, casi una bola masiva. Yo lo moví entre mis personas más cercanas, mi familia y mis amigos. Pero seguía recibiendo palabras que me hacían sentir respaldo, la red crecía con frases como “Merecías quedar entre los diez, yo te apoyo”. A los amigos cercanos les siguieron otros artistas y después incluso galeristas y curadores empezaron a compartir, a repostear y apostarle a mi obra.

La relación de los y las artistas con las redes sociales es una relación de consumo masivo y prostitución. Sé que esta palabra es un poco fuerte, pero esta dinámica a veces nos convierte en unas prostitutas en una esquina. Entonces, ¿cuál es la prostituta que más vende? Las redes sociales han permitido que esas ideas sean mucho más radicales. En una galería virtual interminable estamos permanentemente consumiendo gente: ¿qué nos ofreces? Nos ofreces cuerpos, nos ofreces estatus social, nos ofreces dinero, nos ofreces viajes, nos ofreces ser guapo, nos ofreces un cambio radical o nos ofreces una revolución o un objeto de entretenimiento. 

Para mí el problema más grande es el consumismo y la forma en que eso nos vuelve objetos de consumo. En mi caso, por ejemplo, el hecho de que yo tenga este carácter y este lenguaje no quiere decir que yo quiera ser todo el día y todos los días el objeto de entretenimiento de todo el mundo. Hay otros intereses en mí y otras formas de aproximarse a mí que no tienen que estar atravesadas por la exotización y eso es algo que estoy enfrentando como artista. 

Y eso es una gran paradoja, una contradicción. Yo no puedo decir: “No, no, no quiero nada de ahí”, porque finalmente ese carácter y ese brillo es lo que me ha abierto un montón de puertas. Ese carácter me ha abierto un montón de puertas de exposiciones, de visibilidad y también me ha generado algunos ingresos. Eso es lo que me genera flexibilidad y lo que me ayudó a ganar este premio. 

Finalmente, todos queremos ser objetos de consumo y parte de lo que queremos que pase con nuestra obra es que sea consumida. Creo que el sistema funciona en ese punto de encuentro. Yo no soy para nada “anarquía pura”, no. Yo hago parte del sistema, yo me jacto del sistema. 

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