El paso de una tusa (una más)
¿Quién dijo que no se puede superar el despecho a punta de música?
Esta selección de Señal Radio Colombia está garantizada.
La sensación es difícil de describir: el sueño simplemente parece haber sido robado, la vigilia se convierte en un estado de alteración de esa realidad presente en otros instantes y que entregó toneladas de dopamina y endorfinas, uno de los cocteles mas peligrosos para los seres humanos. Es el efecto del amor, de aquel que logra fundir a dos personas; que une, separa, se burla, nos hace sentir ligeros, perfectos y sublimes y que, de repente, un día puede largarse el muy altivo, cae en tentación, se convierte en una energía perversa o sencilla y escuetamente deja de existir.
No importa si su amor duró lo mismo que el de Romeo y Julieta, fue tan farandulero como el de los Beckham o por el contrario permaneció en la clandestinidad, para esa tusa que lo aprisiona, no lo libera y le da palo porque sí o porque no. Le tenemos una gran noticia: la melodía, el sonido y las letras de otros que quizá han pasado por las mismas que usted, le ayudarán a llevar más cómodamente esa angustiosa carga. Por eso, mucha atención porque acá le recomendamos auténticas piezas del despecho. Pero no piense sólo en petacos y cantinas, la siguiente selección musical lo puede llevar por los sonidos colombianos independientes que van desde la cumbia, pasando por los bambucos y llegando hasta la música llanera, cuyo trasfondo guarda en común la misma herida abierta.
¡Así que guarde esa moneda porque esta rockola es pública, abierta y para nada egoísta!
Comencemos por una melodía para los más modernos. Le corresponde a la banda caleña Superlitio, de su DVD en vivo en el año 2011 se desprende una canción desgarradora, que va desde el reggae hasta el lamento y que además incluye al vino como testigo de una pregunta insensata para aquellos a los que desenamorarse les cuesta bastante… “No sé si volverá”. ¡Una clara muestra del despecho moderno!
Sigamos con artistas a los que la independencia les da imaginación para expresar sus sentimientos. Ahora el turno es para una mujer. La canción se titula “Te dejo”, de Victoria Sur: talentosa, inteligente y sensible, hasta el punto de lograr semejante creación. “Te dejo las aguas cristalinas de mi cuerpo…” ¡ah! Es que a pesar de todo dejamos cosas siempre en el otro. Así nos toque irnos, algo se queda. Hermosa y triste melodía en la que se demuestra lo que una buena y comprensiva voz puede lograr maravillas sólo con la compañía de una sencilla guitarra.
Pongámosle color al asunto con un buen son. Desde Holanda, a Maité Hontelé y a su trompeta la cautivaron muchos de los encantos colombianos: conoció a Juancho Valencia, cerebro detrás de Puerto Candelaria, y él compuso una sentencia para cantar a todo pulmón: “Dejame así, solo me causas más dolor… el tiempo hará seguro conmigo su labor”, una de las esperanzas para los que están en pleno ojo del huracán. Buena versión junto a Son de la Nubia, en vivo… ¡y tranquilos, es verdad lo del tiempo!
Volvamos a las raíces colombianas. Quizá encuentre poco probable que en medio de las montañas y ríos de nuestro territorio andino, el sonido del bambuco pueda dejar de contar las historias de los campesinos y los paisajes. Pero fíjese que hay muy buenas melodías por ahí flotando y acompañando a los copitas. El año pasado, el maestro Oscar Acevedo, virtuoso pianista y pionero del jazz colombiano, emprendió la aventura de hacer adaptaciones que tuvieron la participación de Gina Savino y Raul Platz. Precisamente fue ella quien le dio aquel toque melancólico, pero a la vez tan sincero, a un bambuco bellísimo titulado “No voy a quedarme”, de la autoría de Doris Zapata. Llevará al oyente a que se seque las lágrimas y agradezca que otros entonen lo que le encantaría decir.
Embriaguémonos de folclor y vámonos con el sonido del grupo Socavón. Una canción que a punta de marimba –y aunque no esté teñida toda de despecho– con sus primeras frases bastará para decir lo necesario. “Quítate de mi escalera”, es el título de la canción con la que se ruega: “no me hagas oscuridad, déjame buscar a otro que me tenga voluntad…”. Se trata de un currulao que puede funcionar incluso para subir un poco el ánimo y llegar hasta otro estado de la tusa.
Entremos en gastos y vámonos con una de las pencas del despecho. Casi todos sabemos quién fue Helenita Vargas: con su pelo engominado y su desparpajo seguirá siendo la diosa del sinsabor. Canciones como “Ándate con la otra”, “Que nadie sepa mi sufrir” y el clásico “Mal hombre” podrán ser un doloroso puñal, sobre todo si usted es mujer. Pero hablando de independientes, una mujer que no pretende ser su sucesora ha compuesto piezas desgarradoras para grandes artistas y, ahora, decidió hacerlo por su cuenta. Les presentamos a Saavedra –o María Isabel Saavedra– con su canción “Cambiar de piel”, que ayuda pasar el momento y a sobreponerse con dignidad.
Perdámonos con el sonido llanero. Si usted es de los que prefieren meditar con líquidos invasivos, el autor que necesita para comprender que lo suyo les pasa a muchos es Walter Silva. Cantante llanero humilde, campesino y con todo el talento para el joropo, hizo la canción “No me recoja el envase”, en la que se incluye a un laborioso cantinero al que le toca seguir haciendo su trabajo a causa del abandono de una mujer.
Vámonos con los sonidos de la costa atlántica en las nuevas voces colombianas. María Mulata, reconocida por su representación de Colombia en Viña del Mar y prodigiosa cantadora, el año pasado publicó De cantos y vuelos, un disco con su sello personal y en el que incluyó “Todo tú me duele”: “cortas son las pasiones, duran como esta canción…”, muy buena para darle frase a aquella hostil sensación.
Exploremos aquel género musical llamado “canción de autor”. Allí está ubicado uno de los hombres que sí que tienen el don de ponernos a llorar. Andrés Correa, más rolo que una chicharrona, tiene una canción titulada “Llamarlo amor” que simplemente lo puede llevar a reflexionar sobre las verdades del sentimiento en sí mismo.
Cerremos con el rey, el que supo que con la música se sacaban las penas. Es Darío Gómez, quien bajo su propio sello disquero logró crear un templo sonoro para la tusa e hizo inmortal al despecho. Entre tantos títulos con los que puede darse un banquete, un recomendado es “Entre comillas”: cruel, protestante y pegajosa.
Comience con esta etapa de la musicoterapia. Después, poco a poco y sin darse cuenta, irán cambiando sus preferencias hasta volver al mismo punto que lo llevó a ese estado del que ahora está buscando salir. ¡El amor es así! Lo bueno es que, al final, la música siempre lo podrá acompañar.
Suscríbase a nuestro boletín
Sin spam, notificaciones solo sobre nuevos productos, actualizaciones.
Dejar un comentario