Elogio a los ocho bits
Los videojuegos consisten en algo más que apretar botones.
Hace treinta años, una industria en ascenso producía en serie cartuchos y consolas que iban a parar en la sala de millones de familias alrededor del mundo; una industria a la que no se le exigía mucho más que entretener por un par de horas. Eran los años ochentas. La competencia de consolas parecía variada y, aunque todas funcionaban bajo una misma base (un aparato programado para reproducir archivos mínimos en unos paquetes bastante grandes), hay un rasgo común en el recuerdo de esa época: la música. Los sonidos creados para estos juegos en ocho bits (la arquitectura en que estaban diseñados y programados) en ese tiempo resulta, para muchos, la banda sonora de su infancia. Escogí estas cinco canciones por su fuerza, para hacernos recordar el tiempo pasado frente al televisor saltando huecos y pisando monstruos.
Fue lanzado por primera vez en Japón en 1983. La novedad de entonces tiene una música inconfundible. Por encima de juegos como Space Invaders, Pacman e inclusoAdventure Island, Bomberman consiste en un loop muy sencillo que acompaña al personaje en todos los niveles. Siempre es la misma canción y siempre ha sido igual de pegajosa. El muñequito blanco brilló en los años ochenta y parte de los noventa con su paso por el Nintendo, el Super Nintendo y el Nintendo 64, pero es recordado por caminar laberintos poniendo bombas con esta canción de fondo.
Vio la luz en los arcades y en consolas como el Nintendo Entertainment System y el Commodore 64. Con un gran total de seis niveles de una dificultad frustrante (musicalizados nada más que por tres pistas), Circus Charlie tiene una de las canciones más recordadas por todos los que crecimos jugando; casi cualquier persona que haya manejado un control de Nintendo alguna vez recuerda la tonada que acompaña al payaso que cabalga sobre un león. La única trama de este juego es la de un payaso que debe superar pruebas para entretener al público: una tarea mínima que nos mantiene ocupados horas enteras.
Este juego, inicialmente lanzado para arcade, muestra dos personajes que van a ser determinantes en el futuro de la industria del entretenimiento. Aparecen como enemigos Mario (llamado Jumpman) y Donkey Kong. El gorila, secuestrador de Pauline, novia del fontanero, fue pensado como una parodia de King Kong. Con el tiempo, el personaje ganó popularidad y se hizo un nombre por su cuenta. La enternecedora pista inicial, que suena en el inicio y dura apenas quince segundos, es la base de bandas sonoras mucho más elaboradas y exitosas, como las de los Donkey Kong Country en SNES.
¿Quién creería que una de las tonadas más recordadas en Occidente desde mediados de los años ochenta sería una canción popular rusa? Pues bien, Korobeiniki, como se le conoce por su título original, fue el sonido de fondo de las primeras versiones de Tetris, ese adictivo rompecabezas que todos aplicamos inconscientemente para acomodar cualquier cosa en cualquier lugar. Si alguna vez se obsesionó con él –como seguramente le pasó–, le será inevitable acomodar las maletas con precisión milimétrica o empezar a flexionar las piernas al ritmo de la música como si la gravedad lo atrajera más al suelo.
Tal vez esta sea una de las pistas de videojuego que más remezclas, covers y homenajes ha inspirado desde su lanzamiento, por allá en 1985. No hay nada sobre esta encantadora pieza de Koji Kondo que no se haya escrito. Ambientado por la paradigmática canción, Mario se ganó el corazón de millones de personas de diferentes generaciones a punta de sangre y sudor (o flores y estrellas). Timbres de teléfono, arreglos a capela, tributos de heavy metal, versiones en violín. No hay un lugar al que no haya llegado la canción del plomero favorito del mundo. Casi todos los que escuchen la tonada reconocerán al personaje o a su juego.
Un robot humanoide –programado para proteger a la humanidad– es el responsable de mares de fanáticos desde hace un cuarto de siglo. En parte, el gran éxito de la franquicia Mega Man se debe a su música, cuyas pegajosas canciones ambientan perfectamente el universo futurista de la historia y logran tatuar la experiencia en la memoria. Con más de 25 juegos en sus diferentes presentaciones, Mega Man actualmente pasa de agache. Los fanáticos piden a gritos un regreso digno del «Bombardero azul», a lo cual Nintendo no ha hecho oídos sordos: será la inclusión estrella de la próxima entrega de Super Smash Bros., para Wii U.
Más de tres décadas después de su nacimiento, los videojuegos han ido mutando hasta convertirse en una industria muy similar a Hollywood: historias sencillas y efectivas y gráficos fielmente realistas. Esos son algunos de los rasgos con los que ahora se le da reconocimiento a un juego. La simulación de la realidad ha llegado a puntos tan increíbles como el que logra Grand Theft Auto 5, en el que se le da vida a una ciudad y a unos personajes que podrían encarnar un drama policíaco en Los Ángeles. La banda sonora tiene una obligación narrativa dentro del complejísimo paquete. Esta, sin más, es la canción del tráiler, que lo ambienta como si se tratara de una película. Y una de mis favoritas.
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