Manual (no garantizado) del orgasmo femenino
Que levante la mano cada una y que no tema decir qué siente.
En pocas palabras el orgasmo es la cima del placer sexual. Y claro, muchas quieren escalar esa cumbre una y mil veces. ¿Existe una fórmula para lograrlo? Tal vez sí, pero no es una sola para todo el mundo, sino que hay que hacerla a la medida. Por eso la recomendación principal de los expertos es: conoce tu cuerpo y lo que a ti te gusta.
La masturbación es una forma de hacerlo, no siempre fácil. A Lina* se le dificultaba bastante: “Me acariciaba el clítoris o hacía las cosas que veía en las películas pornográficas. Al final me sentía ridícula. Eso no me excitaba. Disfrutaba estar con un hombre, pero no estar conmigo misma. Hasta hace poco descubrí lo que estaba haciendo mal. Con las mujeres la estimulación no es algo automático, un ‘oprima aquí’, sino algo mental. Un día simplemente estaba pensando más de la cuenta en sexo, así que no me detuve, seguí fantaseando más mientras mis manos repasaban todo mi cuerpo y en especial mis genitales. Tuve mi primer orgasmo conmigo misma. Esa sensación de poder fue grandiosa”.
Entre todo el material que se puede encontrar al respecto de la masturbación, uno que ha tenido gran éxito en las redes sociales es el de tres estudiantes de enfermería de la Universidad Rey Juan Carlos, quienes subieron a Youtube un video sobre técnicas de masturbación femenina como parte de un trabajo en clase.
Las técnicas son variadas: estimulación directa del clítoris, penetración vaginal, tensión de muslos y abdomen, presión de la vulva y el clítoris. Las fantasías son imprescindibles. En este punto se puede buscar algo de inspiración en lecturas, una autora recomendada es Anaïs Nin, o películas de alto contenido erótico como Lucía y el sexo, Habitación en Roma y Las edades de Lulú.
De hecho, hay directoras de cine XXX especializados en pornografía para mujeres. Una de las más conocidas es Erika Lust, quien se basa en las diferencias generales entre las fantasías de los hombres y de las mujeres, pues ellos prefieren algo más impersonal y en general ligado a experiencias genitales concretas, mientras que ellas son más románticas y buscan situaciones de encuentro.
Los ejercicios de Kegel son una buena alternativa para que las mujeres recuperen o adquieran firmeza de los músculos que rodean la vagina, lo cual incrementa la sensibilidad en esta zona. Esta práctica consiste en tensionar lentamente estos músculos. Es más fácil si la persona sentada en el inodoro trata de detener el flujo de la orina varias veces. Estas contracciones se parecen a lo que sucede durante el orgasmo. Al final, no solo ellas disfrutan.
Por supuesto, llegar al clímax va más allá de lo físico. Viviana* nos contó su experiencia:“Duré cerca de dos años con mi primer novio y jamás tuve un orgasmo. Durante el sexo yo solo estaba preocupada de que él sintiera placer. Yo accedía a hacer posiciones incómodas que no me gustaban o ir a una velocidad rápida para que él se viniera pronto. Para que no se sintiera mal yo fingía orgasmos todo el tiempo. Tenía miedo de ser abandonada o remplazada. Luego, en otra relación, descubrí que lo que más les gustaba a un hombre era que yo lo estuviera disfrutando”.
Para Elisa*es vital que la historia que acompañe el encuentro sexual sea emocionante: “Ese momento en el que por fin estás con la persona que te gusta es delicioso. Ese temblor de empezarse a desnudar, ser vista por primera vez y también tener la oportunidad de pasar tu mirada y tus malos pensamientos por ese otro cuerpo. El roce, las ganas y lo prohibido… son tantos estímulos juntos que a veces sin siquiera quitarme la ropa llego a un orgasmo”.
También están los casos de las mujeres que pueden alcanzar más de un orgasmo en cada encuentro sexual, como Sofía*: “Soy una gocetas. Me gusta hablar de sexo abiertamente, decir qué disfruto y qué no, y también preguntarle al otro sobre qué le da placer. Me siento segura de mi cuerpo. Cuando supe en qué posiciones llegaba con más frecuencia a un orgasmo, a qué velocidad y con qué fuerza, intenté repetir la hazaña en el mismo encuentro… y ¡funcionó! Las mujeres no necesitamos un largo descanso entre un orgasmo y otro. A mí me basta con un minuto. Puedo venirme hasta cinco veces en una noche, pero no es necesario. Los dos primeros orgasmos son los más fuertes y con eso basta”.
Como siempre, todo extremo es malo. Se han documentado casos de Síndrome de Excitación Persistente en el que una mujer puede llegar a tener cientos de orgasmos al día. “Algunas mujeres se preguntan cómo tener un orgasmo. Yo me pregunto cómo detenerlos”,le dijo Kim Ramsey a la prensa, uno de los casos más recientes. Se trata de una excitación genital que aparece de repente y que no está relacionada con ningún tipo de sensación de deseo sexual. Ramsey aseguró que vive angustiada, cada día termina agotada y no puede llevar una vida sexual normal.
Llegar al orgasmo es un derecho y no un deber. Así que no es un problema que a veces se escape. Además, también es importante disfrutar de los besos, el preámbulo y otros estímulos sin ‘tener que’ llegar al clímax. Sin embargo, hay mujeres que por un problema médico o psicológico no pueden tener un orgasmo.
Muchas de ellas tienen en común un hogar en el que no se les habló de sexo, fue represivo o en el que las órdenes eran: no te mires, no te toques, eso es pecado. “No se les dice, en cambio, que esas cosquillitas son ricas y que las va a disfrutar cuando sea grande”, explica Mereyda Lacera, sexóloga de Profamilia.
Ana*, por ejemplo, tuvo su primer orgasmo sin buscarlo: “Cuando era pequeña sentía algo extraño y estimulante cuando cruzaba el pasamanos del parque. Era una especie de tensión agradable en mi zona íntima. Jamás me atreví a tocarme, porque pensaba que era algo sucio y no quería preguntarle nada a mi madre porque ella jamás me hablaba de los temas de “ahí abajo”. Cuando crecí me seguía preguntando si aquello había sido un orgasmo o no. Tardé mucho tiempo, incluso después de iniciar mi vida sexual, en saber la respuesta”.
“A los niños, en cambio, desde pequeños se les hace sentir orgullosos de su pene”, asegura Lacera. De hecho, muchas mujeres no saben expresar lo que les gusta por miedo a que las juzguen. Esto viene, según la sexóloga, de un rol machista en el que ellas deben ser buenas esposas y madres y guardar sus partes íntimas solo para darle placer a un hombre. También hay conceptos religiosos en los que el placer sexual es casi un pecado.
“Hay mujeres que no conocen ni siquiera su clítoris. Si les da miedo sentir placer cuando se tocan, menos lo van a sentir estando con su pareja”, afirma esta experta. Además, hay ciertas condiciones médicas que pueden explicar, en parte, una anorgasmia: diabetes, tratamiento para cáncer, hipotiroidismo, problemas neurológicos y pastillas contra la depresión.
Los hombres, por su parte, deben aprender a interesarse más por los gustos de la mujer, propiciar un ambiente adecuado, esforzarse en el estímulo antes del coito y controlar la eyaculación por un tiempo justo. Por otra parte, “si ella está resentida con él, si se siente agredida o las cosas van mal, entonces de forma inconsciente se va a empezar a bloquear sexualmente con su pareja”, explicó Lacera.
Y en cuanto a los problemas culturales y sicológicos ¿hay alguna solución? La hay. De acuerdo con la especialista, en los consultorios se trabajan con terapias que buscan principalmente erotizar a la mujer, es decir, que sienta que tiene una ‘chispa’ sexual, que empiece a fantasear y sin culpas. Aparecen entonces vibradores, lecturas y videos. “Cuando ella se ha encontrado con su cuerpo y se ha dado permiso de sentir placer, entonces se puede incluir a la pareja”.
*Nombres cambiados para respetar la intimidad de las fuentes.
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