Los monumentos más raros de Bogotá
Por su historia, por su estética o por su ubicación, este es un recorrido por el extraño arte de la capital colombiana.
Bogotá tiene 564 monumentos, según el listado oficial. ¿Sabe cuáles son y por qué se construyeron? Decidimos emprender la tarea de usar nuestro bacanikómetro para encontrar las piezas más raras de Bogotá. Este es nuestro top 10 (con ñapa):
Las edades de Bogotá
Carrera 3 con Calle 22, esquina noroccidental.
Si va caminando por la carrera tercera con calle 22 y ve unas piedras sobre pedestales mirando al horizonte, tenga en cuenta que no son las momias de Sodoma y Gomorra o una epifanía sobre la ciudad, sino una escultura del cubano Galaor Carbonell dedicada a Bogotá. Según el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), “cada una de las nueve piezas representa cincuenta años de la historia de la ciudad, hay un pedestal vacío junto a la mujer embarazada que cierra el ciclo y en el momento de ser instaladas (1988) en este lugar, representaba los cincuenta años que le hacían falta a Bogotá para cumplir 500 de fundada”. Podríamos inducir que, según el cubano, Bogotá lleva siglos siendo un mojón de piedra.
La Virgen de la Inmaculada Concepción
Para llegar al cerro de Guadalupe, debe tomar la avenida Circunvalar y luego la vía hacia el municipio de Choachí a la altura del kilómetro 6,7. Allí encontrará un desvío a mano derecha que lo llevará hasta el santuario.
Esta estatua es un símbolo de la ciudad, que se ve desde muchos puntos como una figura blanca pequeñita empotrada junto a su vecino más famoso, Monserrate. La sagrada escultura fue construida por partes a lo largo del siglo XX. En 1920, el artista español Antonio Rodríguez Vilar hizo la cabeza pero no continuó con la tarea, y solo hasta 1946 fue terminada por el escultor Gustavo Arcila Uribe. Mide quince metros de altura y está ubicada sobre la iglesia del cerro de Guadalupe en el Oriente de la ciudad. Treinta años después de su inauguración, un rayo partió los brazos de la Virgen y tuvieron que ser reconstruidos. Es probable que quede usted se sorprenda si ve las manos de la Inmaculada pues –en proporción a su cuerpo– parecen manos de basquetbolista. Lo más curioso es que, aunque el cerro se llame Guadalupe, la virgen empotrada no es una guadalupana.
Fuente de la juventud
Carrera 30 con Calle 57.
En sus inicios se proyectó dentro de la celebración de los 450 años de la fundación de Bogotá, como una obra monumental puesta sobre un espejo de agua, que al final quitaron o no terminaron de hacer. Según el IDPC, “el título de la obra alude a la historia del expedicionario y colonizador Juan Ponce de León, quien en 1512 descubrió La Florida en medio de la infructuosa búsqueda de la fuente de la juventud, una historia mítica de los indígenas de la región (González Boixo, s.f.)”. Esta escultura en honor al fútbol ubicada en los alrededores del Estadio Nemesio Camacho El Campín parece la de un partido de rugby o el de una lleva: una montonera de seres humanos corriendo pegaditos de un lado para el otro.
Pierna
Carrera 74 # 82A-81.
Jorge Hanna hizo esta pieza en homenaje a su compañera Fanny Mikey. Aunque es conocido el histrionismo y el desparpajo de la madre del Festival Iberoamericano de Teatro, la escultura ubicada en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, MAC, da la impresión de esperar a que le pongan una pantimedia o un liguero.
Monumento a Gandhi
Glorieta de la avenida calle 100 con carrera séptima.
Una obra en chatarra de hierro de más de trece metros de altura y cerca de cuatro toneladas de peso es el homenaje a Mahatma Gandhi realizado por la escultora Feliza Bursztyn. Aunque fue la primera obra de arte abstracto concebida para espacios públicos en la ciudad, recibió numerosas críticas, una de ellas afirmó “… es una escultura fallida en tanto que el monumento podría funcionar bien como miniescultura, pero aguanta mal la ampliación de la escala porque el formato no es lo suficientemente sólido para enfrentarse a un paisaje excluyente […] el despotismo de la cordillera lo liquida y la chatarra resulta tan escuálida como lo es Gandhi en el recuerdo, sin que sea factible, desde luego, pensar que se trata de un intento figurativo”. De lejos parece una de las obras de arte de Homero Simpson o un accidente de una construcción; de hecho, la autora lo construyó con tres partes de chasis de buldócer que encontró por casualidad en un depósito de chatarra.
Nave espacial
Carrera 13 B # 26-10.
Esta escultura de Eduardo Ramírez Villamizar pesa 25 toneladas y fue construida con láminas de hierro. Lo disparatado no es la obra en sí, sino que otras como Dinamismo, La gran cascada de Edgar Negret o el Ala solar de Alejandro Otero, que tienen nombres un poco más genéricos, se parecen más a una nave espacial que esta pieza. Aunque todo es cuestión de perspectiva.
Viajero
Avenida calle 26 con carrera 107.
A quienes crecieron en las inmediaciones del aeropuerto, esta escultura les produce angustia porque parece un señor que siempre va con prisa y su corbata parece una soga que lo hala hacia el lado contrario. Es una escultura plana de Antonio Seguí que tiene una réplica en la entrada del barrio Cuba en Pereira. No sabemos si es un mensaje subliminal para que vivamos corriendo o una moraleja: “del afán no queda sino la oxidación”.
Mujer con rueda y alas
Carrera 7 # 71-21.
Esta escultura de Jim Amaral fue realizada en el espejo de agua del edificio Davivienda en la carrera Séptima en 1996 como homenaje a la feminidad. Vale preguntarse por qué habla en singular cuando se trata de tres figuras y por qué sus “alas” se parecen más a unas orejas de elefante, como una referencia inevitable a Dumbo. Entre gustos no hay disgustos, pero a veces el creer que la gente sabe sobre qué va un monumento sin un letrero o referencia informativa, es lo que impide que entendamos qué es patrimonio y qué no lo es.
Grifos del Capitolio
Calle 10 # 7-51.
Desde 1926, animales mitológicos vigilan el techo del Capitolio Nacional. Según la leyenda, los grifos tienen su origen en la unión del león y el águila y son considerados guardianes que advierten contra la codicia humana. Y al parecer no son muy disuasivos, dado el elevado salario de los congresistas. Además, no sabemos por qué –siendo una república independiente de la colonia– seguimos rindiendo tributo a otras culturas como la egipcia, medieval o griega y somos tan poco orgullosos de la muisca o de lo que nuestro entorno nos brinda. ¿Para cuándo el monumento al oso de anteojos o al perro de la calle?
Mujer danzante
Calle 18 # 1-30 Este.
Esta estatua ubicada en la Media Torta del centro de Bogotá, fue realizada por el escultor Miguel Sopó Duque en la década de los sesenta como un homenaje, aparentemente, a la danza. Con su valor histórico y todo, se parece más a un árbol blanco asustado de alguna escenografía de Tim Burton o un homenaje a “El grito” de Edvard Munch, como si la bailarina se hubiera espantado con la panorámica de Bogotá.
Bonus
Réplicas de San Agustín
Carrera. 13 #22 - 55
A finales de los años noventa el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) recuperó cuatro estatuas de San Agustín en unos túneles del Cartucho cuando este sector fue desmantelado. Se dice que fueron rescatadas y alojadas temporalmente en el CAI del barrio Santafé hasta que fueron repatriadas a Pitalito, en el departamento del Huila. Hace unos años, los policías decidieron pedirle a los marmorelos del Cementerio Central que hicieran otras réplicas de las esculturas y el predio que rodea la casa policial es ahora un San Agustín de miniatura en Bogotá.
// Texto y fotografía: Andrea Melo Tobón //
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