Una artista en blanco y negro
“El presente tiene un fin y es capturar la belleza del momento”.
Melissa Cartagena es paisa, tiene veintiún años y ha publicado sus fotos en la edición italiana de Vogue. Es estudiante de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales pero desde hace cuatro años se dedica de lleno a la dirección de arte y a la fotografía como forma de expresión. Nosotros, curiosos –y algo entrometidos–, quisimos saber sobre el proyecto Dócil (su trabajo más reciente) en el que retrató a más de cincuenta mujeres que, con la ausencia de color, logran seducirnos sin tanto adorno. La última serie de Melissa (Serie Lou) la presentamos en exclusiva en estas páginas (virtuales). Además, al final del artículo les dejamos una descarga de cinco retratos de esta artista, de sus mujeres y de sus vidas a blanco y negro.
¿Cómo fue su comienzo en la fotografía?
A lo largo de mi carrera estuve enfocada en la dirección de arte para cortometrajes y videoclips. Desde hace cuatro años inicié con la fotografía porque surgieron ideas y quería explorarlas; tomé la cámara y decidí que iba dedicarme a esto.
¿Por qué fotografías en blanco y negro?
Mis principales referentes son las películas serie B. A los 15 años vi Gigantes planetarios, de Alfredo Crevenna, y me enamoré, en general, del blanco y negro, del ruido que contenían las imágenes y de su aspecto de baja calidad; Crevenna se alejaba de los convencionalismos estéticos o narrativos que predominaban (y predominan) en una producción audiovisual comercial. Entendí que mi objetivo era realizar capturas auténticas y menos producidas, sin tantos artificios ni adorno. El blanco y el negro me transmite más sensaciones.
Usted retrata solo mujeres, ¿qué busca expresar con los cuerpos femeninos?
Realmente dirigir chicos me intimida (risas). No sé, me conecto más con las chicas: en el momento de la fotografía somos una sola, nos complementamos perfectamente. Es por eso que el proyecto es de solo mujeres.
¿Qué tipo de personas busca para sus imágenes?
No tengo un prototipo de mujer; todo depende de la conexión con ellas: unas son más sensuales, otras más melancólicas… Trabajo mucho con los rostros y con las expresiones. Cada mujer aporta algo nuevo.
¿Para realizar sus fotografías busca locaciones específicas o es un encuentro espontáneo?
No busco locaciones porque nunca planeo una sesión fotográfica. Es como si cada una de las mujeres que aparecen en mis fotografías tuviera su propio lugar. Eso me gusta mucho.
¿Para usted, con su experiencia y trabajo, qué significa la belleza?
Es un asunto efímero y obsesivo. La belleza es todo: no solo se refiere a lo físico sino a lo que nos rodea.
Sabemos que Slowdive es una de sus bandas favoritas, ¿cómo ha influido este grupo en su trabajo?, ¿qué otras inspiraciones musicales acompañan sus periodos de creación?
Con Slowdive siento que cada canción es una foto, cada melodía es una captura; son sonidos suaves y melodías de ensueño. Todo eso resume mi proyecto Dócil.
Dócil es la forma en la que usted retrata a las mujeres, de manera espontanea, ¿cómo nació esta idea?
Hace cuatro años (un martes), hice la primera captura a una desconocida; fue cuando decidí darle continuidad a este proyecto.
¿Por qué Dócil?
Todo es dócil. Lo sensible, lo suave, lo tierno, lo agresivo, ustedes y yo.
¿Cuál ha sido su mejor experiencia en este oficio?
Poder ver la fotografía materializada. Muchas veces tengo tantas imágenes que quiero captar en el instante perfecto que es difícil, para mí, conectarme por la presión de querer sacar la toma perfecta. Por esa razón, cuando la fotografía llega –tan esperada, tan anhelada– todo se vuelve maravilloso. Esas sensaciones me hacen dar cuenta de que hago un buen trabajo.
¿Si pudiera elegir un personaje de ficción en cuál se convertiría?
(Risas). No lo sé, tal vez en algún personaje de X-Men.
¿Qué cosa no puede faltar en su bolso?
¡Mi celular!
¿Qué la inspira en la vida?
Diré que todo. El sol, la luz, la sonrisa de mamá, un beso de mi mejor amigo, el frío en los pies, el amor, la vida…
¿Día o noche?
Noche.
¿A qué le tiene miedo?
A la soledad.
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser mujer?
Qué difícil… solo puedo decir que me encanta ser mujer y nunca cambiaría eso.
¿Qué es lo más bonito de Medellín?
El centro.
¿En dónde le gustaría hacer una de sus sesiones fotográficas?
Cualquier parte está bien para mí. La inmediatez también puede ser una forma de concebir el arte, que se prolonga ante la mirada de aquel que tiene la capacidad de detenerse y suspenderse para dejar que sus sentidos lo controlen y lograr catarsis. Para mí eso tiene que ver con el instante decisivo. El presente tiene un fin y es capturar la belleza del momento.
¿En algún momento hará un trabajo parecido a Dócil, pero con hombres?
Puede ser. Me gustaría. Sería una bonita idea pero con un concepto totalmente diferente al de Dócil.
Hace casi un año algunas de sus fotos fueron publicadas en Vogue, ¿qué significó para usted ese reconocimiento?
Eso hizo que me diera cuenta de dos cosas: el valor que he adquirido como artista y que existen herramientas para sacar mi proyecto adelante.
La serie Lou fue tomada un domingo en la casa de Antonia; el cielo estaba gris, hacía frío y en el medio estaban la fragilidad y la sensualidad. No existían tapujos, solo ellas transmitiendo lo que son –sin pretensiones ni obligaciones–.
Modelos: María Antonia Prieto y Daniela Bedoya.
Para conocer más sobre este artista visite:
WWW.BEHANCE.NET/MELISSACARTAGENA
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