Cómics y novelas gráficas al alcance de todos
La sección de cómic y novela gráfica cada vez es más nutrida en las librerías nacionales. Algunas de estas joyas están lejos del presupuesto de muchos. Algunas reflexiones acerca de cómo las viñetas pueden llegar a más personas.
¿Qué tan barato es comprar un libro de cómic o una novela gráfica en Colombia? En general, no mucho. Claro que esto es algo que se puede decir de todos los libros en este país, pero especialmente de este segmento editorial. Las razones de su alto costo saltan a la vista: debido a las cualidades de tintas y materiales, su impresión suele ser mucho más costosa que la de libros de solo texto; pero también la forma en la que se edita es diferente, al igual que la manera en que las editoriales promocionan estos libros.
Entre los muchos eventos de la edición más reciente de la Fiesta del Libro en Medellín hubo una conversación titulada Que las novelas gráficas no sean un lujo. Se trataba de una conversación entre Mario Cárdenas y Paco Ignacio Taibo II, en la cual discutieron algunas ideas interesantes sobre el acceso a estos formatos en Colombia. Este artículo parte de las preguntas centrales y las fuentes de esa conversación.
El tema es extenso y da para que se hagan muchos más trabajos al respecto, por eso mismo es difícil llegar a conclusiones definitivas. De igual manera, es un tema que importa no solo a los dibujantes de historietas. Ese puede ser un buen punto para iniciar, decir que la facilidad de acceso a los bienes culturales y las condiciones de trabajo de quienes los crean es un asunto de interés para todos quienes estamos inmersos en el mundo de la cultura.
Los retos materiales y sociales
Para que más personas puedan acceder a una novela gráfica es necesario superar muchas barreras. Una de ellas, quizás la más evidente, es el precio. Aquí es importante hacer matices, porque un libro de cómics puede costar entre 30 y 180 mil pesos. Incluso más si estamos hablando de ediciones de lujo. Es un rango de precios muy variable, no obstante, los libros que más cuestan suelen ser los importados.
Es evidente que el costo de importación hace que los bienes suban de precio, especialmente en los últimos años en los que la inflación, el alza de precios en las materias primas y el transporte han golpeado la industria editorial. Estos factores han hecho que los libros hayan subido un 20% en solo un año y, nuevamente, es algo que afecta a todos los libros, no solo a las novelas gráficas.
La mayoría de cómics que se venden en el país son importados. Sin embargo, en el caso de los que son producidos en Colombia también hay dificultades relacionadas con lo económico. Una de ellas tiene que ver con el hecho de que producir un libro de este estilo representa un riesgo para las editoriales, explica John Naranjo, quien es co-creador de Rey Naranjo Editores. Según él, involucrarse en la producción de una novela gráfica no es barato y se necesita un buen conocimiento del mercado para que esta pueda ser rentable.
Otro reto para los editores está en la edición misma de la novela gráfica. La forma en la que se trabaja sobre esta se parece más a la escritura audiovisual que a la literaria. “Uno trabaja con un guión y para esto se necesitan unas buenas bases”, comenta John, es decir, que el autor y el equipo de trabajo entiendan bien la arquitectura de la historieta y puedan aprovechar al máximo su lenguaje para narrar la historia.
Una vez creada, la novela gráfica entra a competir en un mercado difícil, en el que no solo están las grandes casas estadounidenses como Marvel o DC Cómics, sino también la industria española, la franco-belga, la canadiense y la japonesa. Por este motivo es que John es enfático en señalar la importancia de contar con una buena logística de distribución y mercadeo para que los libros de cómic sean redituables.
Están los retos económicos para que más personas puedan acceder a las novelas gráficas, pero también existen otras variables distintas al dinero y tienen que ver con la manera en la que estamos educados para leer –o más bien, dejar de leer– imágenes.
Es un fenómeno curioso que cuando somos niños no tenemos problemas con leer textos acompañados de ilustración, pero a medida que crecemos, nuestra lectura se va decantando casi completamente hacia el texto en solitario. En los casos que aparecen las imágenes junto a la palabra escrita, estas son poco más que un complemento y no una parte esencial del contenido.
Las novelas gráficas tienen una lógica de lectura muy diferente a las novelas convencionales. Esto es algo que me explica Mario Cárdenas, director de la revista Blast, medio colombiano especializado en cómic. “Uno está leyendo pero a veces uno está contemplando. Son procesos muy distintos”, explica.
De igual manera, en la creación de las novelas gráficas también se usan lógicas distintas. Como ya lo explicamos, allí interviene un lenguaje similar al audiovisual, pero también está la arquitectura, la fotografía, el diseño e incluso el teatro. “Lo que pasa en una página también tiene una función teatral”, comenta Mario, “la historieta no es solamente leer, sino que ahí conviven muchas formas de arte”.
Las personas se suelen alejar de las narrativas gráficas motivadas por concepciones sociales negativas acerca de los cómics. Ideas como que las historietas son únicamente para niños o que no es una forma de arte tan refinada. Durante su conversación en la Fiesta del libro, Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, se lamentaba de que la gente se prive de esta forma de arte por dichos estigmas.
Él también recordaba que el cómic nunca ha hecho parte de la llamada “alta cultura”, ya que su origen siempre fue popular. Esto, más que restarle, es una cualidad para destacar de las historietas, ya que en ellas se han podido expresar las historias de la gente del común para que sean leídas y compartidas por ellas mismas.
Un bello ejemplo de esto es Historia gráfica de la lucha por la tierra en la Costa Atlántica. Editado por Babel Libros, es una serie de folletos ilustrados que recogen la memoria y la historia de diversas luchas campesinas e indígenas que se han dado en el Atlántico para que las comunidades puedan reconocer y reclamar sus territorios.
No existe una fórmula única para que las personas superen las concepciones negativas que tienen acerca de las historietas y tampoco es una tarea que deba dejarse enteramente a los dibujantes. Eso es lo que opina Pablo Pérez Altais, historietista y uno de los creadores de Altais Cómics. De acuerdo con su explicación, las formas en las que hemos aprendido a leer (textos en general, no solo historietas) suelen estar ligadas al castigo más que al disfrute.
Pablo comenta que en nuestros procesos de formación, la idea de la comprensión lectora está asociada exclusivamente al texto escrito, dejando de lado el entendimiento del lenguaje visual, que es complejo y a la vez muy rico para comunicar ideas. “Nos han educado para leer texto y a veces de manera muy violenta. De igual manera se nos ha quitado la posibilidad de disfrutar la imagen”, dice él.
Un ejemplo que en el que Pablo ilustra el estigma que hay, no solamente sobre el cómic, sino en muchas formas visuales del arte (la animación, por ejemplo), es el típico regaño que le dan a muchos niños: “deje de perder el tiempo viendo muñequitos y más bien póngase a leer”.
Lo que se puede hacer
Estas lógicas diferentes de producción y consumo de la historieta funcionan como una barrera de entrada para las personas que quieren entrar en el mundo del cómic, pero no saben bien cómo hacerlo. Ante estos retos aparece el trabajo de los divulgadores, personas que se encargan de hacer más visible la labor de los historietistas.
Una de estas divulgadoras del cómic en Colombia es Diana Gil. Para ella, el rol de la divulgación es esencial para facilitar el acceso de las personas a las novelas gráficas. Ella entiende la divulgación como una labor amplia que no se limita únicamente a escribir reseñas en medios especializados. Por supuesto, escribir en medios hace parte de sus funciones.Es necesario que existan reportajes, crónicas y entrevistas, tanto en medios generales como especializados, pero no es lo único.
Según Diana, también se puede divulgar a través de exposiciones y talleres de cómics. Las ferias o los festivales, de igual manera, son espacios en los que se puede dar la divulgación. Por medio de cátedras en los colegios y las universidades. Son solo algunos ejemplos que ella me da de las formas en las que ella entiende comprende el rol de los divulgadores.
Para que haya más facilidad de acceso a las novelas gráficas es necesario que todos los eslabones de la cadena de producción y distribución se fortalezcan, eso también incluye a las editoriales, ya que sin ellas, los autores dependen enteramente de la autofinanciación y autopublicación. Muchos recurren a estos métodos para dar a conocer sus obras. Dentro del mundo gráfico persiste la cultura del fanzine, obras pequeñas y generalmente de bajo tiraje.
La cultura fanzinera es fascinante por sí misma, pero no representa una posibilidad de ingreso para los artistas. Es por eso que Diana apunta que es importante que se creen más editoriales en Colombia. Nuevas editoriales representan nuevas oportunidades para que artistas y escritores encuentren espacios seguros de publicación.
De igual modo, habría que buscar que el trabajo de los autores sea debidamente reconocido y remunerado. Este es, quizás, el tema más complejo y para el que no hay una única solución. De nuevo cabe resaltar que, si bien las condiciones de trabajo de muchos historietistas es precaria, no son solo ellos quienes se encuentran en estas condiciones. Pablo Pérez lo resume de una manera contundente cuando dice “no hay que olvidar que estamos en un medio que precariza la cultura”.
La lucha del historietista por tener condiciones dignas para crear es la misma que viven los cineastas, los teatreros, los novelistas, los músicos, los periodistas, los ilustradores, todos aquellos que tratan de subsistir en este campo. Para que haya facilidad de acceso a los bienes culturales primero debe existir un ecosistema que permita que los creadores de esos bienes puedan tener un trabajo digno.
Los medios de comunicación también tienen un papel que cumplir para facilitar el acceso de las personas a las novelas gráficas. Mario explica que a veces falta curiosidad por parte de los medios para explorar estos temas. Él observa el despliegue que recibe una película colombiana cuando es nominada a un premio importante y se pregunta por qué no sucede lo mismo con las novelas gráficas. Lorena Álvarez, una dibujante colombiana, fue nominada en el 2020 en los premios Eisner, uno de los galardones más importantes en la industria del cómic, ¿por qué no se habla tanto de estos logros?
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