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Como el corazón humano

Como el corazón humano

Esta es una entrevista con Rubén Albarrán.

El tipo bajito, el de la voz aguda y potente. El de los pulmones gigantes para cantar de principio a fin “Ingrata” sin tomar un segundo aliento. El del pelo corto y rojo con cuernos, el de la melena negra como la de Leonel Álvarez, el del velo oscuro como una viuda latina. El de los tantos nombres: Cosme, Anónimo Intransingente e Intolerante, Zopilote, Juan, Nrü, Amparo Tonto Medardo, Gallo Gasss, Élfego Buendía, Rita Cantalagua… Todos son el mismo: Rubén Albarrán.

Ruben-Albarran-Hoppo

Tras veinticinco años como voz líder de Café Tacvba, Albarrán se ha convertido en un ícono contemporáneo de la música latinoamericana; su carisma lo ha identificado como representante de causas ecológicas y de preservación de culturas nativas del continente. Tras múltiples presentaciones en Rock al Parque junto a Café Tacvba, ahora regresa a Colombia para presentarse en la edición 20 del festival con su proyecto paralelo Hoppo!, una propuesta intimista en la que convergen la experimentación instrumental con las clásicas composiciones de la música latinoamericana.

En esta conversación, Albarrán revela la esencia de este nuevo proyecto musical y se detiene a mirar hacia atrás, hasta encontrar en sus recuerdos de infancia las raíces de su profunda relación con la música.

AU: Has estado en varias ocasiones en Rock al Parque como vocalista de Café Tacvba, pero este año vienes al festival con tu banda Hoppo! ¿Cómo surgió este proyecto?

RA: Hoppo! inició de una forma muy espontánea. En 2010, después de la muerte de mi madre, yo tuve la necesidad de hacerle un homenaje y quería hacerlo a partir de las canciones que ella me inculcó desde pequeño, clásicas del cancionero latinoamericano.

Para este proyecto pensé en Rodrigo Aros, “El Chino”, y Juan Pablo Villanueva, “El Muñeco”, dos amigos chilenos que conocí a principios de la década pasada y con los que me encontraba cada vez que visitaba Chile con Café Tacvba. Nos reuníamos y disfrutábamos el placer de la música por la música misma, simplemente nos juntábamos a tocar sin mayor expectativa. Entonces les dije que me acompañaran a realizar este tributo y, una vez empezamos, vimos que salían cosas que nos satisfacían mucho creativamente.

El problema es que teníamos que viajar entre Chile y México. Entonces dijimos: “Bueno, salgamos a tocar, hagamos unas presentaciones con esto que estamos preparando y de ahí sale para el pasaje”. Comenzamos a presentarnos en vivo, el proyecto fue tomando forma y llegó el momento de buscar un nombre. Entonces encontramos “hoppo”, esta palabra de origen dakota, de los indios del Norte, que significa “vamos”, una invitación al movimiento.

AU: ¿Qué puede esperar de Hoppo! el público que no lo ha escuchado pero que conoce bien a Café Tacvba?

RA: Creo que definitivamente puede tener puntos de contacto, pero también marcadas diferencias. Hoppo! es un grupo en el que aceptamos todos los errores, nos movemos en el tiempo como el corazón humano lo hace, no estamos amarrados a una máquina. Es música que no está pasteurizada, y ese, pensamos, es su valor.

Primero grabamos este homenaje a mi madre con canciones de Ariel Ramírez, de Violeta Parra y de Víctor Jara. Después hicimos un segundo proyecto con canciones propias, y nuevamente quedamos muy contentos con el resultado así que hemos seguido. No tenemos futuro, no pensamos en un futuro como grupo, pensamos en el momento y listo. No estamos buscando una compañía disquera, no tenemos mánager, lo hacemos todo nosotros. Es un proyecto muy libre, muy espontáneo, muy “hippie”, si se le quiere llamar de esa forma.

hoppoall

AU: Hippie y Hoppo! a la vez...

RA: Exacto, simplemente nos movemos en el momento. Aunque tampoco es que tengamos mucho tiempo para eso, cada uno tiene sus proyectos personales: el Muñeco forma parte de La Gallera, uno de los grupos más reconocidos de cueca urbana, la música tradicional chilena. Juan Pablo Villanueva tiene su proyecto de música del mundo y hace mezclas, cosas muy interesantes. Ahora se integró Carlos Carbón, nuestro baterista, que también es DJ e investigador musical, o sea que anda por toda Latinoamérica en sus búsquedas.

Así estamos todos, cada uno en sus cosas y cuando nos juntamos aprovechamos para tocar, para hacer música nueva y grabarla aunque sea de una forma muy casera. Por ejemplo, los últimos dos proyectos, que aún no hemos editado, surgieron el año pasado cuando nos reunimos y nos fuimos junto a un río, allá armamos un pequeño estudio y grabamos.

AU: Café Tacvba ha hecho varios homenajes y el primer álbum de Hoppo! está completamente conformado por versiones de canciones clásicas latinoamericanas. ¿Cómo es ese proceso de recrear música que admiras tanto?, ¿hay algún clásico intocable?

RA: Tal vez muchas de estas canciones de las cuales hicimos versiones son intocables para la mayoría de la gente. Pero yo no pude resistir la tentación y el gusto de hacerlo. Es música que quiero tanto, que es tan entrañable para mí por las razones que te comenté. Incluso, cuando les hablé a Chino y a Muñeco sobre este proyecto, ellos tenían sus reservas, decían: “Híjole, es que son canciones que han sido tan manoseadas, que hacer una versión más es muy complicado”.

Sin embargo, pienso que logramos hacer unas versiones muy interesantes, con su vueltita de tuerca. Hicimos una versión de “Alfonsina y el mar”, otra de “Gracias a la vida”, canciones que han sido versionadas cientos de veces, pero a partir de la instrumentación con la que contamos les dimos un sonido especial. Uno de los instrumentos que le dan un toque distinto a la banda es el sitar, ejecutado por Chino, que también toca flautas de diferentes partes del mundo.

De todos modos, ese álbum no fue hecho para agradar, sino para agradarnos a nosotros; para buscar un sonido y para satisfacernos creativamente. De hecho, nunca se vendió ni se va a vender, pues es una ofrenda póstuma. Hicimos una sola edición y regalamos todas las copias en los conciertos.

AU: ¿Y después de ese álbum homónimo de la banda…?

RA: El segundo proyecto se llama All in Rolling. Tiene ocho canciones originales, completamente nuevas. De este disco ya hicimos una segunda edición y tenemos dos que no han sido editados. Dos grupos de canciones, por no llamarles “discos”, porque no sabemos qué forma van a tomar.

AU: Al igual que las grabaciones y las ventas de los álbumes, las presentaciones en vivo también cuentan con ingredientes particulares. ¿Puedes contarnos un poco sobre eso?

RA. Este año hicimos una gira absurda, totalmente acústica, ni un solo micrófono ni un solo cable. Presentaciones para auditorios pequeños, lugares de cien o de ciento cincuenta personas máximo, con la intención de que la gente reciba el sonido directamente de su fuente, sin ser amplificado. Pensamos que ya todo está muy amplificado, digitalizado, y que eso ha transformado las sensaciones que recibimos. Por eso decidimos proyectarnos con un sonido totalmente acústico.

Fue una gira que nos trajo nuevas experiencias maravillosas, y en el transcurso íbamos componiendo, arreglando y grabando en video, con la intención de que en algún momento tengamos ese documento de un proceso de creación en el que dejamos asentadas nuestras nuevas composiciones. No sabemos si vamos a tener tiempo algún día para meternos a un estudio y grabarlas formalmente, pero ya tenemos ese registro.

AU. Vas a estar en Rock al Parque frente a una audiencia mucho más grande, ¿qué puede esperar el público colombiano de Hoppo! en vivo?¿Cómo es la banda lejos de la intimidad de un público pequeño, en un festival de rock y ante una gran audiencia?

RA: Yo creo que la sorpresa va a ser más que nada para nosotros (risas). Precisamente, cuando terminamos esta gira acústica, fue un pensamiento recurrente: “¡Guau!, ¿qué va a pasar ahora que nos volvamos a conectar?, ¿qué vamos a sentir?”. Ya lo hicimos en el Lollapalooza de Chile ante un público grande, y bueno, pues fue un show eléctrico, y sí es una diferencia muy grande.

Para nosotros, en todo caso, el fin es disfrutar de estar haciendo música y de poder comunicarnos con un público apasionado por esa música, ya sea de forma eléctrica masiva o totalmente acústica e intimista. No hay más que la energía que podamos generar en vivo ejecutando nuestros instrumentos.

AU: Hace un rato me decías que para Hoppo! no hay intenciones de tener un futuro, de avanzar en el tiempo. Café Tacvba, en cambio, ya va a cumplir veinticinco años. ¿Qué viene ahora para la banda?

RA: Este año vamos a celebrar nuestros veinticinco años de carrera con una gira, que esperamos también nos traiga a Colombia. Por ahorita son los únicos planes que tenemos: hacer esa gira, que nos tomará de octubre a diciembre, y el próximo año, muy probablemente, nos reuniremos para hacer un disco nuevo.

AU: ¿En estos veinticinco años, hay algún momento junto a Café Tacvba que sea especialmente significativo para ti?

RA: Pues mira, en 1999, cuando hicimos Revés, nuestro disco instrumental, fue un momento muy difícil. Justo antes andábamos mal, con diferencias y distanciados. Estábamos algo agotados por ciertas situaciones que habíamos vivido frente a la compañía disquera, sobre la forma en que nos expusimos a los medios. Hacer ese disco nos trajo de vuelta, nos devolvió la fe en la música y en lo que podíamos hacer juntos como banda. Eso nos dio mucha energía y el valor para salir a defender ese proceso creativo frente a la disquera, pues, obviamente, cuando les mostramos el disco se asustaron. Ellos podrían haber esperado todo menos un disco instrumental. Fue un momento muy bonito, nos sanó mucho, sanó nuestra relación con la música y entre nosotros. Es una época que recuerdo con mucho cariño.

AU: Yendo mucho más atrás, ¿tienes presente algún recuerdo de cómo comenzaste esa relación con la música?

RA: Sí, recuerdo muy bien la primera vez que tomé conciencia de que quería ser cantante, de que quería unir mi vida a la música. Fue una ocasión en que iba en el coche con mi papá, él iba conduciendo con la ventana abierta y puesta la radio, entonces sonó una canción viejísima, de la época hippie, que se llama “Let the sunshine in”. En ese auto, escuchando música con mi papá, supe que quería unir mi vida a la música. Creo que ese es mi recuerdo más antiguo, ¡qué bárbaro! Probablemente tendría unos cuatro años. 

AU: Y en los años entre ese primer recuerdo y Café Tacvba, ¿recuerdas, por ejemplo, tu primera canción?

RA: Sí, fue antes, mucho antes de Café. La hice para mi primer grupo, una banda que tuve a los quince años. La primera canción que escribí se llamaba “She makes me nervous” (risas), cantábamos en inglés.

AU: ¿Y cómo sonaba eso?

RA: Era rockcito, era como new wave.

Y bueno, años después tuve un proyecto con Joselo Rangel. Nos habíamos conocido en la universidad e hicimos un grupo que se llamó Alicia No Vive Aquí, esa banda no prosperó, solo hicimos un par de ensayos. Pero un año después de eso, en 1989, decidimos comenzar algo que llamamos Café Tacvba.

AU: Rubén, para terminar, algunas respuestas rápidas. Lo primero que venga a tu mente: ¿Una película?

RA: Dead man, de Jim Jarmusch.

AU: ¿Un libro?

RA: La jaula de la melancolía, de Roger Bartra, y otro que se llama México profundo, de Guillermo Bonfil Batalla. Esos libros sentaron las bases para un desarrollo conceptual que me ha servido no solamente para Café Tacvba sino para todos mis proyectos.

AU: ¿Un músico?

RA. ¿Un músico…? Claude Debussy.

AU: ¿Una voz que te dé envidia, que quisieras haber tenido?

RA. Mmm. Una voz… Pues admiro mucho las voces femeninas. Si tengo que escoger una sola, la voz de Joanna Newsom.

AU: ¿Hoppo!?

RA: (Risas). Libertad. Movimiento.

Ángel Unfried

Periodista, editor y gestor cultural, fundador de Artimaña Editorial, y hoy director del Salón Visual, el Premio de Arte Joven y el Premio de Periodismo Joven. Fue director de El Malpensante y luego editor general del estudio de Revistas Semana. Ha colaborado con medios como El Heraldo, Arcadia, Diners, SoHo, Shock, El Espectador, entre otros. El arte, los tenis y los discos lo cautivan.

Periodista, editor y gestor cultural, fundador de Artimaña Editorial, y hoy director del Salón Visual, el Premio de Arte Joven y el Premio de Periodismo Joven. Fue director de El Malpensante y luego editor general del estudio de Revistas Semana. Ha colaborado con medios como El Heraldo, Arcadia, Diners, SoHo, Shock, El Espectador, entre otros. El arte, los tenis y los discos lo cautivan.

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