Mi cultivo de marihuana 2
En un apartamento de Chapinero, Andrés Oviedo dedica horas de estudio y cuidado a sus once plantas. La segunda entrega de la serie “Mi cultivo de marihuana” es la historia de este joven emprendedor, propietario de un grow shop en Bogotá.
Cómo así que no fuma? Severa tienda de cannabis que tiene y ¿no fuma?. Era lo que le repetían los amigos de Andrés Oviedo siempre que iban a su grow shop. “Yo no fumaba porque la primera vez que lo hice para mi mamá fue muy sorprendente. A ella no le agradó mucho entonces yo le prometí no volver a fumar”, recuerda Andrés.
Con los años, empezó a trabajar con su familia, ayudando en las importaciones de insumos para tiendas de tattoo, como máquinas, tintas, piercings, agujas y expansiones. El negocio familiar no iba nada mal, pero las ventas al por mayor se dispararon cuando ampliaron el stock y comenzaron a traer pipas, grinders, cueros, bongs y demás productos para el consumo de cannabis. El tío de Andrés se dio cuenta de la oportunidad que tenía entre manos y en 2012 abrió el primer grow shop del barrio el Lago, en Bogotá, llamado Smoking Grow Shop.
Andrés comenzó a trabajar para su tío como vendedor y administrador del grow, atendía a la clientela creciente y también recibía visitas frecuentes de sus amigos a quienes les gustaba mucho ir a la tienda: buen parche, bien ubicado y con la atmósfera soñada para comenzar la fiesta al final de la jornada.
Después de un año trabajando junto a su tío, Andrés decidió comprar la tienda y mudarla a Chapinero (Carrera 9 # 53-58). “El negocio evolucionó y a mí me empezó a llegar más información de todo lo relacionado con el cultivo de cannabis. Gracias a eso, mi concepto sobre la marihuana cambió totalmente”, afirma. Desde ese momento comenzó a probar sus primeros pasos como cultivador: germinó sus primeras semillas, pero no le dieron buen moño. “Las semillas me las dio un proveedor que tenía mucha experiencia cultivando en casa. Se llama Chefrito, él ha ganado dos copas cannábicas aquí en Bogotá”. Desde aquel primer encuentro, Chefrito empezó a compartir su conocimiento con Andrés, no solamente de cannabis, sino también de otro tipo de cultivos que requieren especial cuidado, como hongos y cactus.
“Lo que hice fue ponerme a estudiar, leer las revistas que llegan a la tienda como Weeds que es de los mismos editores de la actual revista Cáñamo. Aproveché lo que me enseñaba Chefrito y esas lecturas informativas de Weeds, fui preparando todo lo que necesitaba, hasta que logré tener mi propio espacio de cultivo”.
Para que una planta se desarrolle y alcance su máximo potencial en un cultivo interior, indoor, debe de contar con mínimo un metro cuadrado de espacio. Andrés preparó su espacio en casa y empezó a aplicar lo aprendido. Los conceptos básicos del autocultivo corresponden a las mismas necesidades básicas de la naturaleza: luz, agua, aire y buena tierra. “Una planta madre en su etapa vegetativa necesita 18 horas de luz y 6 horas de oscuridad y en floración se cambia el fotoperiodo, a 12 horas de luz y 12 de oscuridad”, explica Andrés. La fuente de calor para un cultivo indoor no puede ser el sol, ya que por estar al interior de la casa, la exposición a la luz solar será mínima, con ayuda de un bombillo de alta presión de mínimo 400 watts se puede lograr el rango ideal de temperaturas: entre 21° y 25° C durante el periodo de luz y entre 11° y 15° C en el periodo de oscuridad. Es importante tener cuidado porque el calor atrae bichos como la araña roja, la mosca blanca y las orugas.
“Un día llegué al cultivo y miré la hoja, estaba llena de agujeros. Miré bajo las hojas, pues los bichos suelen ubicarse ahí para esconderse de la luz mientras se alimentan de la planta. Pero no solo eso, pueden dejar huevos y generar hongos como fusarium y oídio, ambos súper letales. Lo ideal es mantener las plantas alejadas de los hongos, sobre todo en la floración que es la etapa final; si en esa fase dejas que los bichos lleguen va a ser peor, porque van a ir directamente al fruto”. Andrés cuenta que, además de los insecticidas convencionales como el jabón potásico para los hongos y sustratos como micorrizas y trichodermas, también existen insecticidas orgánicos. “Existen insectos como las mariquitas que se alimentan de otros. Esa alternativa orgánica es la mejor: no usar insecticidas, sino enfrentar esta situación natural con recursos también naturales”, explica Andrés.
Según Andrés, otra de las claves para cuidar su autocultivo es el manejo del agua. “Es importante tener presente que si se utiliza agua de la llave, es necesario dejarla reposar por lo menos 48 horas, pues en el fondo se concentran sustancias y cloro. También hay que controlar frecuencias y cantidades, un manejo inadecuado del riego puede causar clorosis, una enfermedad de las plantas que se identifica cuando las hojas empiezan a ponerse muy amarillas, pálidas”, afirma Andrés. La humedad se puede regular con un extractor o un ventilador que hagan circular el aire. En cuanto a la acidez, Andrés explica que es necesario medir el pH del agua con el peachímetro, el cual debe estar entre 5,5 y 6,5. Existen sales, como pH Down, que sirven para nivelar la acidez.
La forma en que Andrés habla sobre sus plantas transmite afecto y conocimiento, un reflejo de las muchas horas de cuidado e investigación. Su voz es serena y su ritmo pausado, su actitud decidida revela a una persona cuyo trabajo y vida personal están alineados con un proceso permanente de aprendizaje en torno a una planta sobre la que estudia y cuyos saberes comparte. “Para aportar a la planta nutrientes que necesita como nitrógeno, potasio, fósforo, calcio, zinc y magnesio, existen sustratos como la perlita, vermiculita, fibra de coco y turba rubia. A medida que pasa el tiempo y la planta crece, se debe cambiar la maceta para ampliar la capacidad en litros y darle espacio al desarrollo de sus raíces”.
Andrés Oviedo cuenta con más de ocho años de experiencia en el mundo del cannabis. Tiene once plantas en su apartamento: ocho son suyas y otras tres están a su cuidado. Un cuarto completamente dedicado a ellas cuenta con todo lo necesario para cuidarlas. Comenzar un cultivo propio, con todo lo que este necesita requiere una inversión. “Un cultivador amateur puede necesitar entre dos y cuatro millones de pesos para comprar todos los insumos necesarios: la carpa de cultivo, el bombillo de alta presión, termómetro, intractor, extractor, peachímetro y sustrato. Lo que yo siempre recomiendo a los nuevos cultivadores es que compren lo que más puedan de tecnología para el cultivo y que cuando tengan todo entonces sí compren el germen”.
El calendario lunar es una guía que Andrés tiene muy presente para acompañar el ritmo de su cultivo. Si la luna está ascendiendo, la savia de las plantas también asciende, así que es un momento óptimo para plantar la semilla; pero si la luna está descendiendo, es ideal para cortar y hacer esquejes de marihuana (es muy importante que durante esta etapa no se realice ninguna cosecha). “Los días del 5 al 15 de cada mes son buenísimos para germinar, ya que la presión que ejerce la luna sobre la tierra es buena para las plantas y, no solo las plantas de cannabis sino para todas las plantas, ya que puede hacer que sean más rápidas para dar los frutos. Es ideal recoger la cosecha los días 10 de cada mes porque es cuando está saliendo de la luna llena y está terminando la luna nueva, ese día es de los mejores porque es cuando le puedes poner música a las plantas, incluso puedes meditar en el jardín”.
El cuidado de un cultivo no es para Andrés un proceso puramente técnico. Las marcas en el calendario no solo indican tiempos de siembra, esquejes y sustratos, también suponen momentos para establecer vínculos significativos con las plantas. “A las plantas toca consentirlas, hablarles, decirles cosas lindas, ya que son organismos vivos que también captan energía y, pues sí tú las estás cuidando y les das amor, ella es te lo van a agradecer. A mi me gusta ponerles reggae music como la canción de Divina ciencia de Morodo y, otras veces les pongo punk para que se despierten”, cuenta Andrés con una sonrisa.
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