Ela Minus: introspección, brillo y movimiento
¿Cómo hace esta mujer increíble para producir música tan intimista y al mismo tiempo tan vibrante? Gabriela Jimeno Caldas, a.k.a. Ela Minus, pondrá a sentir y a bailar a todos los que vamos al Festival Estéreo Picnic este fin de semana.
“Siempre has sido tú”
Aún con todo lo bello de la música electrónica, siempre he sentido una inconformidad por la gran cantidad de nombres masculinos que destacan en la escena colombiana, mientras solo unas pocas mujeres, como la productora Adriana López, llegan realmente a sobresalir en este campo. Bajo esa premisa, hace unos cuantos años decidí incursionar en la búsqueda de esas mujeres con las que deseaba llenar mis playlists. Así, navegando en Soundcloud y Bandcamp, me encontré con el nombre de Ela Minus.
La primera vez que escuché a Ela Minus fue a través de uno de los sencillos que sacó en 2018, “OK”. Recuerdo muy bien que me dejó absolutamente sobrecogida el hecho de que era una canción de amor, con sonidos brillantes y nostálgicos, pero que a la vez me hacía sentir una imperiosa necesidad de bailar. Eso es Ela para mi: introspección, brillo y movimiento.
Gabriela Jimeno es una productora, baterista y vocalista colombiana radicada en Nueva York que ha llevado el nombre de Ela Minus alrededor del mundo, como una de las exponentes de música electrónica más importantes del momento. Desde pequeña creció rodeada de rock, punk y la idea de vivir de la música. Empezó a tocar piano desde los 6 años, pero su instrumento predilecto siempre fue la batería, la cual tocó en una banda con sus amigos del colegio desde los 11 a los 18 años. Al terminar su etapa escolar, se mudó a Boston para estudiar batería de jazz y síntesis de audio en la Berklee College of Music.
Fue en Berklee donde sucumbió al mundo de los sintetizadores y tuvo un acercamiento directo a la amplia gama de posibilidades que existían al tratarse de música electrónica. Tras terminar su carrera y sentirse poco conectada con la competitividad y presión que existía por ser la mejor baterista de jazz, se mudo a Nueva York tras conseguir una pasantía en una tienda que se dedicaba a construir y vender sintetizadores. Allí fue donde se terminó de enamorar completamente de este instrumento, mientras conocía la escena neoyorquina en clubes y bares.
Además de dedicarse a la fabricación de sintetizadores, Gabriela fue baterista de la banda Balancer y acompañó en giras a bandas como Austra y Dams of the West. Aun con esos proyectos en marcha, ella quería más. Fue así como surgió la idea de emprender un trabajo solista. Ela Minus surgió como un experimento, pero poco a poco fue tomando un lugar protagónico en la vida de Gabriela. Sin embargo, hubo una regla clara desde el principio para que todo esto ocurriera. La regla era simple: no se usa un computador, todo debe ser análogo. Esta regla no surge del purismo o la satanización de quienes usan el computador, simplemente se trata de buscar la conexión máxima con cada sonido al momento de producir o tocar en vivo, haciendo el proceso lo más humano posible.
Siguiendo esta regla, Ela empezó el proceso de componer, producir y tocar en vivo la música que le salía de adentro. Los sintetizadores le dieron la libertad de poder dejarse llevar para hacer lo que quisiese sin depender de nadie más. Así fue como surgieron en sus primeros sencillos ritmos que provenían de distintos subgéneros de la electrónica, pero también otros que viajaban desde el pop al indie y al punk. Aún cuando esta producción individual era importante para ella, nada tenía sentido si no había un público que la bailara. Es por esto que muchas veces denomino como “Tinydance” a esas producciones minimalistas que tienen la magia de meterse en el pecho, pero también en los pies.
Poco a poco fue ganando terreno en clubes y su nombre empezó a escucharse en todo lado. De las cosas que más disfrutaba eran aquellas presentaciones en vivo donde improvisaba con todas sus máquinas y sentía esa conexión exclusiva del artista que pone a bailar a todo un club. Sin embargo, de nuevo llegó al punto de necesitar algo más: Ela Minus precisaba un disco.
Acts of Rebellion
Era otoño de 2018 cuando Gabriela decidió aislarse del mundo para producir el primer disco de Ela Minus. Su celular se dañó y esa fue la excusa perfecta para ausentarse de la vida social por casi seis meses. En este tiempo se dedicó a componer y grabar sin ninguna interrupción. Aunque fue una experiencia totalmente introspectiva en la que estaba imprimiendo todo de su personalidad, creencias y experiencias en la música, nunca dejó de lado la idea de que tarde o temprano un club entero iba a bailar ese disco.
En principio, Ela Minus nunca estuvo interesada en firmar con una disquera para el lanzamiento de su disco, pero en el camino se encontró con Domino Records, una de las compañías más importantes del mundo, con artistas de la talla de The Kills, Arctic Monkeys, Blood Orange, Cat Power, Franz Ferdinand y Hot Chip entre otros. Ela Minus conectó de inmediato con ellos, convirtiéndose en la primera artista latinoamericana en firmar y sacar un disco en el sello.
Así nació Acts of Rebellion, una producción que invita a bailar, pero también a tener una conversación que cuestiona todo aquello que damos por sentado. Es, literalmente, un llamado a pensar como los seres políticos que somos en todo sentido. Además de esto, es una producción que invita a celebrar y promover la belleza que hay en los actos de revolución que hay en nuestro día a día, de ahí su título. Cada una de las 10 canciones en el álbum refleja todo lo que es Ela, conectándonos desde temas comunes como el amor, el descontento, al deseo innato de rebelión, la belleza y la vida en toda su complejidad.
La conexión con Acts of Rebellion por parte de quienes lo oímos fue inmediata, tal vez por un factor que en un principio Ela pensó que jugaría en contra pero que fue clave para afianzar cada uno de los ritmos y vocales presentes en este disco: la pandemia. Acts of Rebellion salió al público en octubre de 2020, en uno de los momentos más álgidos de la contingencia por el Covid-19. Así fue como un disco nacido desde el aislamiento y la introspección llegó a la vida de millones de personas en un momento en el que todos estábamos en la misma posición: aislados y sumidos en la necesidad de cuestionar todos los temas que surgían en torno al tratamiento político de la emergencia sanitaria. Acts of Rebellion cobró todo el sentido y fue más que nunca un punto de encuentro entre todos los que nos sentíamos igual a como Gabriela se sintió en esos cinco meses de producción introspectiva y solitaria.
Cada melodía, cada frase y cada intención puesta en “El cielo no es de nadie”, “Mega punk”, “Dominique” o “Close”, llegaron a cada uno de los oyentes de la manera en que Ela soñó que llegarían mientras estaba encerrada en aquel apartamento de Brooklyn produciendo. Luego salieron aquellos videos que con su estética disruptiva y poética dieron sentido a cada pieza. Recuerdo especialmente el de “N19 5NF”, un video que retrata la experiencia de Gabriela tras sufrir un colapso físico que la dejó inconsciente casi dos días en una clínica de Londres. El nombre de la canción hace referencia a las coordenadas del lugar donde recobró la conciencia y el video es un retrato de las fugaces imágenes que tiene de aquella experiencia angustiosa y reveladora.
“They told us it was hard, but they were wrong”
Desde la primera vez que escuché Acts of Rebellion hubo una canción que tocó cada fibra dentro de mí, y lo sigue haciendo hasta hoy: “They told us is hard, but they were wrong”. Quienes me conocen tal vez me hayan oído en algún momento de la vida sacar mi frase insignia, “el amor no es difícil, nosotros lo hacemos difícil”. Como una romántica incansable, me aburre infinitamente escuchar que el amor es difícil, enredado o complejo. Para mí, el amor es lo más puro, sencillo y primitivo que tenemos. Es totalmente nuestra culpa, no del amor, si lo convertimos en un dolor de cabeza. Es por esto que cuando escuché esta canción, supe que no era la única persona que creía en esta premisa, porque: “everyone told us it was hard, but they were wrong. When we love, we love it all and nothing is impossible”.
Ela Minus no solo retribuye sentido a la belleza de lo análogo, rinde culto al amor, a la vida y las experiencias que nos hacen quienes somos. Ha logrado destacar en una escena en la que los nombres masculinos llenan todos los line-ups, y las mujeres se abren paso para mostrar todo el talento que abunda. En una entrevista para el podcast Atajo, Ela afirma que “la música electrónica es para las mujeres una oportunidad increíble de liberación femenina. En todos los ámbitos, como mujeres nos toca probarnos más y convencer a más personas de lo que somos capaces. Pero con la electrónica tienes toda la independencia y libertad de hacer lo que se te dé la gana sola, tal cual yo empecé”.
Así como a mí, son miles las personas que sienten su alma bailar y vibrar con los ritmos introspectivos de Ela Minus. Su éxito arrollador con Acts of Rebellion la ha llevado a ganarse el lugar como una de las mejores productoras de música electrónica que tiene Colombia. Su música ha llegado a lugares inimaginables, desde fiestas en bodegas hasta desfiles de moda de las casas de diseño más importantes del mundo como Chanel. Este año, la música de Ela Minus llegará a festivales como Coachella y al Festival Estéreo Picnic en Bogotá, donde se presentará el próximo sábado 26 de marzo en el escenario patrocinado por el Banco de Bogotá.
Estoy segura de que cada una de sus melodías seguirá trascendiendo sentidos y lugares, y que su trabajo le abrirá las puertas a una nueva generación de productoras que como ella, quieren cuestionar, transmitir y hacer bailar a quienes rocen sus composiciones. Por mi parte, le agradezco por las incontables fiestas de casa que he amenizado con sus canciones, los momentos reflexivos que ha acompañado con sus letras y porque seguramente tras verla el sábado, “no querré dormir hasta que salga el sol”.
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