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Julieta Fierro y la fascinación por la astronomía

Julieta Fierro y la fascinación por la astronomía

Ilustración

En esta entrevista la astrónoma de la UNAM cuenta cómo fue para ella estudiar ciencia en una época donde casi no había mujeres dedicadas a estos temas. Además, la invitada a Imagen Palabra habla sobre el universo y cómo este podría llegar a su fin.

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ulieta Fierro habla con pasión de la ciencia. Su rostro se ilumina cuando explica de qué forma funciona un agujero negro, o cómo sabemos que el universo comenzó a expandirse hace 13.800 millones de años, o de qué forma nuestra galaxia, la Vía Láctea, eventualmente se fundirá con la galaxia de Andrómeda. Habla de estos temas con emoción y busca ejemplos prácticos para que su interlocutor entienda la ciencia detrás de estos fenómenos, ya sea que hable con un niño, un adulto o un periodista inexperto, como sucede en esta entrevista.

Julieta es una reconocida astrónoma y divulgadora científica que nació en Ciudad de México en 1948. Su carrera está llena de honores y reconocimientos: más de cuarenta libros publicados, muchos de ellos enfocados en la comunicación de la ciencia, programas de radio y televisión, decenas de premios, doctorados Honoris Causa y varias escuelas, observatorios, bibliotecas y laboratorios que llevan su nombre. 

Su trayectoria la ha llevado a convertirse en una especie de rockstar de la comunicación de la ciencia, no solo por el largo tiempo que ha dedicado a esta labor, sino por su creatividad e ingenio, los cuales usa para llamar la atención incluso de los más desinteresados y buscar que crezca en ellos la fascinación por el conocimiento científico.

¿Cómo llegó a la astronomía y cómo fue estudiar esta carrera siendo mujer en México durante los años sesenta?

Yo estudié la carrera de física y tomé las materias optativas de astronomía, que me fascinaron. Me enamoré de la ciencia. Tuve dos maestros extraordinarios: uno fue Manuel Peimbert, que es un destacado astrofísico, y Eduardo Smiter, que ahora se dedica a ayudar a la gente pobre en África. Después empecé a estudiar posgrado y a ir a congresos de la Unión Astronómica Internacional, que es el conjunto de todos los astrónomos del mundo.

En esa época, las  poquitas mujeres que estábamos de astrónomas nos reuníamos para discutir nuestros problemas. Recuerdo que nos prohibían reunirnos, pero nosotras nos envalentonamos y de todas maneras hicimos una reunión de mujeres.  Incluso fue un astrónomo negro a la primera reunión que también se sentía excluido. Eran muy interesantes los problemas que planteaban las mujeres. A algunas de las más destacadas no les permitían ir a los observatorios porque no había baños para mujeres, lo cual era terrorífico porque había un solo baño y lo compartíamos y verdaderamente no era ninguna tragedia del otro mundo.

Ahora las cosas han cambiado. Cada vez se favorece más que las mujeres estudien posgrados y hay muchísima evidencia de que las mujeres pueden tener carreras destacadas en la ciencia. Dos chicas acaban de recibir el premio Nobel de Química por estar estudiando esta nueva herramienta de editar y pegar las células, y lo mismo sucede en todas las áreas del conocimiento. Silvia Torres, una mujer mexicana, fue presidenta de la Unión Astronómica Internacional. Pero sigue habiendo dificultades para las mujeres.

Muchas chicas quieren tener sus hijos cuando son jóvenes, y para ser astrónomo hay que hacer una licenciatura, un posgrado y después una estancia posdoctoral para dedicarse a la investigación. Esto desalienta a muchas chicas. Yo creo que lo que tenemos que hacer, a largo plazo, es que las mujeres se puedan ausentar una temporada, tanto de la fuerza laboral como de las actividades académicas, para tener a los hijos cuando son jóvenes, que es cuando tienen la fortaleza de enfrentar la maternidad. Yo creo que la humanidad tiene que tener esta visión de género para mejorar las posibilidades de que más mujeres se incorporen a la ciencia.

Durante los años sesenta hubo un furor por la ciencia impulsado por la carrera espacial entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. ¿Cómo fue ese ambiente para su generación y en qué cree que se diferencia del momento actual de la ciencia?

Éramos muy poquitas alumnas. En mi generación, de setenta, éramos tres mujeres. En muchas materias yo fui la única alumna, o éramos tres alumnos, cinco, porque había pocos estudiantes de física.

Mi generación tuvo muchas ventajas. En primer lugar, había anticonceptivos, así que por primera vez las mujeres pudimos decidir cuántos hijos vamos a tener y cuándo. En segundo lugar, era la época del comunismo. Se pensaba, real y honestamente, que todos los seres humanos iban a tener todas las oportunidades de tener acceso a educación de calidad, a seguridad social, vivienda, servicios básicos. Eran épocas de gran idealismo. Además era la época de los hippies, del amor y la paz, de la revolución estudiantil del 68. Eso hizo que muchas mujeres optáramos por hacer lo que quisiéramos en la vida, pero tuvimos que probar que íbamos a ser muy destacadas.

Mi generación tuvo esta lucha de mujeres por sacarnos los grandes premios internacionales, para probar ser las mejores. A mí me tocó hacer divulgación en la época en que se despreciaba la divulgación. Eso era algo que la gente hacía en su tiempo libre y no se premiaba. Yo traté de ser la mejor, pero seguían despreciando la divulgación. Ahorita han cambiado un poco las cosas porque hay más divulgadores de la ciencia.

En otra entrevista usted señaló que le gusta que en los colegios se enseñe muy poco de astronomía, o no se enseñe para nada, ya que de ese modo los niños crecen sin odiarla. ¿Cuáles son los problemas que usted ve en la forma en la que enseñan ciencia en los colegios?

Desafortunadamente, la ciencia que se enseña, en particular la matemática, se enseña de manera memorística. Por ejemplo, hay que aprenderse de memoria las tablas de multiplicar. Eso no tiene ningún sentido habiendo calculadoras. Lo importante es que los niños aprendan la fascinación por las matemáticas, que son una herramienta extraordinaria si las enseñamos de manera lógica, con ejemplos que tengan que ver con la vida cotidiana y no de manera memorística.

Ni se diga de la física y la química en la secundaria. En México tienen que aprenderse de memoria la tabla periódica de los elementos. No tiene ningún sentido aprendérsela de memoria, lo interesante es aprender que hay elementos químicos con características muy distintas, que cuando se combinan producen sustancias extraordinarias, incluida la vida.

La física igual. La física es elegante. Es mostrar de manera transparente la naturaleza. El chiste es utilizar las herramientas matemáticas para mostrar la elegancia de la física. Ecuaciones como energía igual la materia, o que la energía es proporcional a la frecuencia, que si crece una crece la otra y si disminuye una disminuye la otra. Como no se muestra así, los niños aborrecen tener que aprenderse de memoria ecuaciones que no les hacen ningún sentido.

La astronomía no se enseña, así que los adultos se pueden acercar a la astronomía por su historia, que muestra cómo el hombre ha ido cultivando las ideas, o simplemente a través de ver los objetos. La astronomía es como la música, tú puedes escuchar una canción en finlandés y no entender la letra, pero te puede fascinar. Son tan espectaculares los astros y la noción misma de que vivamos en un universo en evolución, qué es suficiente para apreciarla.

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¿De qué forma comenzó su fascinación por divulgar la ciencia?

Cuando ingresé al instituto de astronomía y veía esos libros, me parecía injusto que los mexicanos no supieran sobre estas maravillas del universo. No lo podía creer. ¿Cómo está encerrado aquí el conocimiento y no es del dominio público? Eso fue lo que me movió: el horror de que estuvieran los libros cerrados y que estuvieran ahí escondidas tantas maravillas. Este es un momento maravilloso para hacer astronomía porque todavía podemos ver al universo. Dentro de 100 mil millones de años, si hubiera una civilización, ya no verían galaxias. Tal vez estrellas, pero las galaxias ya no.

¿Por qué no veríamos galaxias dentro de 100 mil millones de años?

La luz del sol tarda ocho minutos en llegar a la Tierra, es decir, tú ves el sol como era hace ocho minutos. Pero si ves la galaxia de Andrómeda, la ves como era hace dos millones de años. Las estrellas no están donde las estás viendo. Unas ya murieron y otras nacieron. El único presente es este que tenemos cerca. Como el universo se está dilatando, hay astros cuya luz no nos ha llegado y tampoco nos llegará, así que no los podremos ver.

En varias de sus entrevistas y programas ha hablado de cómo comenzó el universo, pero a mí me gustaría saber de qué forma va a terminar. ¿Me podría explicar cuál es la teoría más aceptada en la física moderna sobre el fin del universo?

Con todo gusto. Vivimos en un universo en expansión. Hasta hace algunas décadas se pensaba que el universo podía llegar hasta un máximo y se podía volver a comprimir. Que podía ser un universo oscilante. Después se midió mejor la velocidad del universo y se pensó que iba a llegar hasta un límite y después iba a tener una velocidad cero, pero en una distancia infinita. Esto se conoce como la muerte térmica del universo: las estrellas iban a acabar su combustible, los hoyos negros se iban a evaporar y el universo iba a terminar muy extendido y muy frío. Otras teorías decían que se iba a seguir expandiendo cada vez más despacio, pero igual señalaban este final térmico, es decir, un universo muy frío y vacío. Ahora se descubrió que el universo está en expansión y cada vez se acelera más y más. Si esto sigue sucediendo vamos a llegar más allá de la muerte térmica. Va a llegar un momento en que los protones mismos van a estar sujetos a esta aceleración del universo y se van a desintegrar. Esto se llama la gran ruptura del universo, es decir, el mismo espacio tiempo se va a destruir.

Hay otras posibilidades modernas. Como sabes, si a una caja le sacas todos los átomos, eso es imposible pero vamos a suponer que se puede, de todas maneras en la caja  queda energía. Esto lo descubrió Casimir el siglo pasado. Él metía espejos en un vacío y los espejos se desplazaban. Se sabía que allí había energía. De ahí vienen las partículas de Higgs y por eso las llaman las partículas de dios, porque vienen de este falso vacío. Una posibilidad es que se forme una de estas burbujas de vacío y se expanda hasta terminar con el universo.

¿Cómo se siente al estudiar estos temas en los que constantemente tiene que contemplar periodos de tiempo inconmensurables o escalas de distancias cósmicas? Especialmente en este periodo de pandemia donde muchos hemos recurrido a mirar hacia nuestro interior. ¿Cree que quizás podemos encontrar algún consuelo para esta época mirando hacia las estrellas?

Pues no soy psicóloga. A mí lo que me fascina de conocer estas cuestiones es la capacidad de la mente humana de poder saber tanto aquí anclados en la Tierra. Tenemos algunos satélites y telescopios, pero lo que sabemos es analizando la luz, que es solo el 0.05% de lo que hay en el universo. El 4% es la materia común, los átomos. El 26% lo que mantiene unidas a las galaxias y el 70% del universo es la energía para que se expanda. Lo que me maravilla es que con esa poquita información y nuestros cerebros podamos saber tanto.

¿Qué consuelo encuentro yo cuando me deprimo igual que todas las personas?, fíjate que leo un libro de matemáticas. Con ver el cerebro humano que produce esas maravillas ya se me quita la depresión, pero cada persona tiene su manera de auto consolarse. A algunas personas les interesa el arte, a otras las literatura, otras los amigos. Ahorita hay más fricciones con la familia porque estamos todos encerrados, pero ya que acabe la pandemia vamos a recuperar este placer inmenso de estar con la familia.

Aunque uno esté bien y tenga lo que necesita, simplemente ver las noticias hace que uno se sienta muy impotente y muy mal, pero yo creo que debemos tener esperanza en la ciencia. Aunque la ciencia se equivoque y no tenga certezas, aunque nos digan que tal vacuna tiene 70% de probabilidad de funcionar. No es que los científicos quieran eso, es que es hasta donde han llegado, pero qué bueno que va a haber al menos esas vacunas. Así es el conocimiento humano, se va dando de tropezones, retrocesos y avances.

Finalmente, hay muchos sitios que llevan su nombre: escuelas, bibliotecas, laboratorios, entre otros. ¿Qué se siente que haya un espacio físico nombrado en su honor?

Eso es de lo más bonito que te puedes imaginar. México, cómo sabes, es un país donde hay gran pobreza. He ido a sitios donde se acaba la carretera y empieza un camino, y donde se acaba el camino, ahí hay una escuela con mi nombre. Son escuelas muy sencillas, hechas de maderitas, pero si vieras el cariño que hay allí. Los padres de familia hacen libreros con madera alambre para sostener los libros y que los niños los puedan ver. Me reciben con fuegos artificiales, con danzas regionales, me dan la comida que ellos hacen. Muchos papás se despiertan en la madrugada a hacer un cocido, que es meter un animal debajo de la tierra para que se cocine. Hacen globos de cantoya y caen papelitos con mi nombres, o me regalan bandejas de pan. Y tú dices: “pero a mí ni me conocen, ¿cómo me hacen estas fiestas?”. Es de lo más conmovedor que puedas imaginar.

Además, siento que en ocasiones ayudo a la comunidad. Por ejemplo, hay escuelas que no tienen baños, no tienen agua, y cuando se enteran las autoridades que voy a ir, les ponen baños y agua potable. O arreglan los patios, construyen un aula extra o ponen bebederos, nada más porque yo voy a ir, entonces es muy bonito.

Recuerdo que una vez fui a una escuela con mi nombre que era de niños muy pequeñines, desde 3 meses hasta el último grado de preescolar. Ahí unos niñitos que eran de la banda marcharon muy orgullosos, muy preparados. Cada grupo escolar estaba disfrazado de diferentes astros, unos niños eran estrellas, otros eran planetas. Entonces estaba yo dando los agradecimientos a la directora de la escuela, a las autoridades, y un niñito de la banda de guerra se desesperó y empezó a gritar “¿y cuando le dan las gracias a la banda de guerra?” Es súper emocionante. Los bebés que me ven como tortuguitas recién nacidas pensando “¿esta señora que será?” Cuando me toca cargar y cambiar a un bebé que se hizo en el pañal y acariciarlo, ir a cada aula y que cada niño me platique los trabajos que hace, es de lo más conmovedor. Son cosas que jamás se olvidan, fíjate estoy llorando ahorita de acordarme.

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