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La comida en el anime. Banquete para los ojos

La comida en el anime. Banquete para los ojos

Desde sus orígenes, la animación japonesa se ha esforzado en detallar su comida, la forma como se alimentan sus personajes. Es parte de las señas de identidad del anime.

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La representación de la comida en el anime es uno de los aspectos más destacados de esta particular forma de animación. Los artistas detrás de estas historias se prueban una y otra vez con la minuciosa actividad de presentar cada uno de los detalles de los platillos dispuestos en la pantalla, pasando por el retrato detallista de cada uno de sus ingredientes, hasta los procesos necesarios para que cada una de estas recetas se realice a la perfección. El resultado es sorprendente, pues alcanza un nivel de detalle al que ni siquiera se acerca  la animación occidental.

La comida en el anime está intrínsecamente ligada a las emociones de sus protagonistas, convirtiéndose en un elemento conmovedor transversal a las historias. Teuchi, quien regenta el local de ramen de Ishiraku, es la primera persona en la saga de Naruto en darle la mano al protagonista huérfano con un plato caliente de su especialidad, por lo que el joven ninja convertirá a este restaurante en uno de los puntos centrales de sus alegrías. 

Mientras tanto, en Evangelion los momentos en los que Shinji y Misato comparten la mesa son los que les permiten conectarse y conocerse. De igual manera, son los momentos cuando Touya o su padre cocinan los que enfatizan la enternecedora dinámica familiar del clan de los Kinomoto en Cardcaptor Sakura.

Lo cierto es que, si usted recuerda cualquier anime de su juventud o que le guste en la actualidad, hay en esa historia una anécdota central conectada a la comida: habla del temperamento de un personaje, explica las ambiciones de nuestros héroes o alivia la tensión de una historia cargada de violencia y muerte. La comida es un elemento central en el anime porque es un elemento fundamental de la cultura japonesa, extendiéndose su veneración desde hace siglos. Aquí revisamos con detalle la causa de tan detallada representación de los alimentos en algunos de nuestros animes favoritos.

La historia del anime de cocina

Para la década de los setenta, Japón era ya un estado próspero tras su paulatina recuperación de la Segunda Guerra Mundial, que alcanzaría un punto alto en su economía la década posterior. Para entonces las familias podían permitirse salir a comer a restaurantes, por lo que apareció un tipo de manga que rescataba y celebraba este nuevo estilo de vida.

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En los setenta Japón conoció el ryōri manga o gurume manga, esto es, manga de cocina o manga gourmet. Tres títulos principales guiaron esta avanzada: Totsugeki Ramen, Cake Cake Cake y Kitchen Kenpo a principios de los setenta; pero no sería sino hasta la posterior aparición de Hōchōnin Ajihei cuando  se sentarían las bases para este tipo de historias enfocadas en la cocina: la exagerada reacción de quienes prueban la comida como forma de expresar su calidad o la batalla de cocina en la que un chef experto describe al lector las características propias de cada platillo.

Durante la burbuja económica japonesa, de 1980 a 1991, los mangas de cocina tuvieron un auge particular. Oishinbo, una historia que encuentra a un crítico de comida buscando el mejor platillo japonés entre restaurantes de primera línea, puestos de comida callejeras o posadas, se convirtió en uno de los mayores éxitos, con más de 110 historias publicadas. Además, esta historia hacía énfasis en la importancia cultural e histórica de la tradicional comida japonesa, que motivó a las nuevas generaciones a interesarse por sus tradiciones. Mister Ajjiko popularizó el concepto de las competiciones culinarias inspirando, según se dice, a la creación de Iron Chef. Cooking Papa, por otro lado, empezó a incluir algunas de las recetas al final de las historias.

Estudio Ghibli

En Occidente, Estudio Ghibli es una de las casas más importantes de animación japonesa. Sus películas se han convertido en una parte fundamental de nuestra apreciación por el anime, debido a sus enternecedoras historias, sus personajes entrañables derivados de la religión sintoísta y la delicada factura de cada una de sus secuencias a color. 

Podría escribirse una carta de amor interminable a cada una de las virtudes de sus cintas: la cálida visión de alegría en medio de la tragedia de La tumba de las luciérnagas, el amor familiar en Mi vecino Totoro, la exquisita belleza visual de El cuento de la princesa Kaguya o el hito histórico de los mapaches de Pompoko. Esta última fue la primera cinta de anime en concursar por Japón en la categoría de Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar de 1994.

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Sin embargo, es quizás su retrato de la comida uno de los atributos fundamentales que tiene este estudio de cine. Laputa: Un castillo en el cielo, primera película que salió de la casa de Ghibli, ya inauguraba la importancia que tendría la comida a lo largo del catálogo de esta productora. En esta cinta sobre un legendario castillo volador, dos jóvenes comparten una cena austera que incluye una tostada con un huevo encima. Lo que podría resultar anodino para nosotros en Occidente se convierte en una figura central del filme, enmarcando el amor que sienten los jóvenes aventureros el uno por el otro. 

Esta escena icónica, equiparable con la de la pasta en La dama y el vagabundo en trascendencia cultural, es parte ya de la cultura japonesa desde 1984, por lo que, cada vez que la película es emitida en televisión pública, el #ラピュタパン (Laputa toast) se convierte en tendencia en Twitter, con miles de japoneses compartiendo imágenes de su propia preparación de la sencilla receta. Ahora bien, si revisamos El viaje de Chihiro, tendríamos que dedicar todo este artículo a la comida en esa historia.

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“Sakuga” o la habilidad para el dibujo

Japón es un país en el que los expertos  se toman en serio su profesión. Y el gremio de los animadores y dibujantes no es la excepción. “Sakuga” (さくが) traduce literalmente dibujo o animación, pero, a partir de la cultura de los foros y la creación de comunidades digitales en Internet, este término ha empezado a referirse no solo al dibujo en sí, sino a la habilidad con la que es realizado. 

A la luz de la popularidad del género de la cocina en el anime, que suma más de mil títulos en toda la historia de la animación japonesa, estas historias se han convertido en la excusa perfecta para mostrar las habilidades artísticas de quienes están detrás de nuestros personajes favoritos. Los procesos de cocina y el retrato apetitoso de las preparaciones se ha convertido en una de las maneras en los que un anime prueba la calidad de su factura y es un elemento considerable para los fanáticos de la animación, que pueden lapidar y condenar al olvido historias emocionantes solo por el hecho de no tomarse en serio la cocina. En cambio, aquellos animadores que entienden cada uno de los procesos detrás de una preparación y se exigen el mayor nivel de detalle en sus piezas se convierten en verdaderas estrellas.

“Washoku”, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad

La comida es importante en el anime porque es importante en Japón. En 2013 la UNESCO incluyó en su lista de Patrimonio Cultural al “Washoku”, esto es, las prácticas culturales y sociales aplicadas a la preparación y consumo de alimentos en Japón. Tiene sentido: en una sociedad que lucha constantemente contra la occidentalización de su cultura, la comida es parte fundamental de la resistencia. Pero va mucho más allá, la cultura japonesa está ligada probablemente más que cualquier otra a sus recetas y alimentos tradicionales. Los festivales que se celebran en la isla giran en torno a su cocina, dedicándole festividades específicas a una única receta o alimento.

La comida es también parte fundamental de las prácticas religiosas del sintoísmo, principal doctrina japonesa, que tiene como base un animismo evolucionado en el que abundan espíritus, o kamis, en cada rincón de la naturaleza. Podría aseverarse, incluso, que toda la obra de Hayao Miyazaki en los Estudios Ghibli es una forma de rescatar estas tradiciones centenarias a la luz del poco interés contemporáneo por la naturaleza y sus bondades. En este sentido, la tradición para honrar a los kami es la de los shinsen, altares de comida que se les ofrecen  durante las festividades a estos seres.

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Esto va mucho más allá del anime, hace parte de la identidad de cada uno de los habitantes de Japón y representa su arraigo a unas tradiciones que sobreviven a pesar de la aculturación del mundo moderno. Por eso, el legendario chef Masaharu Morimoto se sintió profundamente ofendido durante una competición televisiva cuando su oponente, el controversial Bobby Flay, saltó encima de su tabla de cortar a modo de celebración. 

La comida, sus preparaciones y los utensilios que sirven a este propósito son sagrados. Y el anime no puede sino reflejar y honrar estas prácticas. En Japón la comida, sus procesos de preparación y el poder compartirla con las personas que amamos es sagrado. Quizás podríamos aprender algo de ellos: apagar las pantallas, servir la mesa y preguntarle a nuestra familia qué tal estuvo su día, o invitar a cenar a esa persona a la que no vemos hace tiempo. Y abrazarla.

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Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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