Dietas no tan milagrosas
Cada vez que veo, leo o escucho acerca de las “dietas milagrosas” que prometen, como su nombre lo indica, “milagros”, siento una combinación de indignación, impotencia, y debo admitirlo, un poco de rabia.
Cada día las personas demuestran un gran interés en torno a la alimentación y esto es por la obvia relación que existe entre nutrición y salud. Desafortunadamente, este interés se ha visto acompañado, y a la vez empañado, por la proliferación de toda clase de “recomendaciones” dietéticas que están basadas en mitos y creencias irracionales, dejando a un lado todo principio ético y científico de la nutrición. Porque eso es la nutrición, una ciencia. Ciencia que no todos saben aplicar, ya que ésta debe estar basada en la evidencia y no en el “yo creo”, “A mí me sirvió” o “lo leí en internet”.
El tema de las “dietas milagrosas” no es nuevo, desde tiempos remotos se ha atribuido a ciertos alimentos las virtudes más extraordinarias –no todas falsas– y poderes curativos a dietas extravagantes que han circulado en medios masivos como revistas, internet y televisión. De hecho, si usted está leyendo este artículo probablemente está recordando (o lo está viviendo), cómo en su colegio, universidad, trabajo o circulo social, las personas siguen estas "saludables" prácticas alimenticias, sometidos a un continuo sufrimiento y a la vez inexplicable arraigo por las mismas, como si no pudieran vivir sin ellas y sintieran de alguna manera cierto confort con lo que ellos mismos llaman: “aguantar hambre”. Y es que es en lo único que estos seguidores empedernidos de las “dietas milagrosas” no se equivocan, ellos definitivamente se someten a aguantar hambre.
¿Pero qué sentido tiene vivir entre la dicotomía de “aguantar hambre” o “comer bien”? El acto de comer, tiene toda una connotación social, antropológica y biológica. Nos hemos olvidado del verdadero concepto y objetivo del buen comer: nutrirnos como capacidad de supervivencia. Y con este concepto primario de supervivencia olvidado, llegan los productos industrializados acompañados de una propaganda masiva con mensajes errados que incitan al consumo desmedido de alimentos ricos en calorías, grasas no saludables y dulces que exceden toda necesidad básica del ser humano. Todo esto nos ha llevado a una transición en la cual las enfermedades que más se presentan son la obesidad, diabetes y enfermedades coronarias, entre otras. Pero este es un tema que merece otro capítulo aparte; lo traigo a colación porque a partir de estas enfermedades, de la publicidad masiva y del bombardeo de una imagen corporal –tanto para hombres como para mujeres– que aparece en todo tipo de aviso publicitario, se ha despertado en las personas un interés por tener cuerpos “saludables” y parecerse cada vez más a esos modelos que ven día a día y que llevan el concepto de “belleza” a un nivel ilusorio.
No puedo culpar entonces a todas estas víctimas de las míticas dietas milagrosas, al fin y al cabo no todo es culpa de ellos, es culpa de la mala información que, además, no solo es mala sino que abunda: hoy en día todos creen saber de nutrición y todos se atreven a recomendar sus propios “bebedizos” que todo lo curan y “lipodietas” que todo lo arreglan.
Son muchas las famosas dietas que prometen “quitar la celulitis”, “quitar los gorditos”, “moldear tu figura” y hasta “conseguir novio en menos de un mes”. Tengo muchos argumentos para desmentir todas las promesas anteriores y recuerden que todo lo que aquí escribo esta basado en la evidencia científica; por si no lo he mencionado antes, no soy aficionada en el tema, soy nutricionista profesional.
Primero, ¿cómo es posible que una niña que sólo come atún y piña durante una o dos semanas seguidas tenga el buen genio que se requiere para conseguir novio en menos de 30 días? Y eso no es lo único que se requiere, aclaro. Sea como sea: no lo tiene, fracasó la dieta del atún y la piña. Las dietas que no contienen todos los nutrientes como proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales –el atún y la piña se quedan bastante cortos– no proveen los nutrientes necesarios para sobrevivir, además de otras sustancias químicas como la serotonina, por ejemplo, un neurotransmisor que ejerce un efecto positivo sobre el estado de ánimo de las personas y promueve un sentimiento de bienestar y tranquilidad, sin nombrar muchas otras funciones.
La dieta de la papaya, la cual aunque muchos no lo crean consiste en comer papaya y nada más que papaya, lo único que promoverá en las personas es una hipervitaminosis A, que para que ustedes entiendan se traduce en una coloración amarillenta-anaranjada en la piel, nada estético para lo que estaban buscando. Lo anterior en realidad es lo de menos, los efectos adversos de seguir este tipo de dietas es la privación absoluta de todos los nutrientes llevando a la persona a padecer una serie de complicaciones metabólicas en el futuro, incluso sus hijos pueden llegar a tener diabetes tipo 1 porque su mamá no fue muy cuidadosa con su alimentación antes del embarazo.
Las dietas cetogénicas o ricas en proteína animal como la dieta “Atkins”, por ejemplo, muy popular hace unos años e incluso seguida por personajes “famosos”, promueven el consumo de proteínas y grasas saturadas y prohíben el consumo de carbohidratos. He podido observar que muchos “profesionales de la salud” acompañan esta dieta con balines que ponen alrededor de las orejas cubiertos por un antiestético micropore. No puedo describir lo que me causa ver una persona en esta situación. Dado que este régimen alimentario consiste en consumir prácticamente carne, pollo, huevo, queso, salchicha, etc; la cantidad de proteína excede lo que el riñón es capaz de filtrar en un solo día. Además no obtienen las vitaminas, minerales y fibra de las frutas, verduras y cereales que les prohíben por un buen periodo de tiempo. De modo que es una dieta carente de vitaminas antioxidantes y del complejo B necesarias para tener la “piel tersa, suave y libre de celulitis” que les prometen los modelos a los que se quieren parecer.
Lo más importante es que a partir de este artículo usted se vaya con varias ideas claras y fáciles de comprender. Toda “dieta milagrosa” que no incluye todos los nutrientes necesarios y que promete una pérdida de peso rápida no es saludable. No exponga a su cuerpo a este sufrimiento, la cosa es más fácil de lo que usted cree.
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