Matar, matar y matar
Medio millón de (presuntos) opositores a la dictadura en Indonesia fueron asesinados por los protagonistas de este documental. Impunidad, horror, arrepentimiento, surrealismo y –hay que decirlo– algo de humor negro componen una película excepcional.
Amarillista es la primera palabra que se le viene a la mente a muchos de los que conocen el trasfondo de este documental. Pero se equivocan. Tampoco es una obra parcializada aunque sí resulta inclinada a favor de las víctimas y en contra de la impunidad. En realidad la obra reúne elementos narrativos de uno de los grandes horrores del último medio siglo para mostrar la guerra desde el punto de vista y los sueños de los vencedores. Igual que las películas gringas sobre la segunda guerra mundial pero con el problema de que el vencedor no es políticamente correcto. Y con muchísimo menos presupuesto para alucinar al estilo de Hollywood.
Los líderes de un escuadrón de la muerte paramilitar y de ultraderecha, se encargan de justificar sus actos y de exponer una definición bastante conveniente de “crímenes de guerra”. Su discurso y sus actos pueden sonar y verse igual en cualquier conflicto armado, en cualquier lugar del mundo, con el uso de cualquier método para exterminar al enemigo. Pero también representan los anhelos de cualquier ser humano.
Lo que hace increíble a El acto de matar es el hecho de que los protagonistas no están contando lo que hicieron sino que lo están poniendo en escena, como si este documental fuera en realidad una cinta de acción en la que ellos representan a los héroes. Del western o el musical pasan al arrepentimiento interior del asesino y la obra, más que una denuncia, se convierte en un testimonio de la imaginación.
La película la dirigió el estadounidense Joshua Oppenheimer (radicado en Dinamarca), quien ha pedido varias veces que los gobiernos del Reino Unido y Estados Unidos admitan su responsabilidad sobre estos crímenes, “por participar e ignorar” lo que sucedía en Indonesia. La obra se realizó con la ayuda de varias personas que prefieren mantener el anonimato para proteger sus vidas y ha merecido una larga lista de premios y nominaciones (incluyendo el Oscar a mejor documental).
Bacánika la estará estrenando en cuatro ciudades de Colombia como parte de la gira Ambulante y, la verdad, no recomendamos la ingesta de palomitas ni gaseosa durante las proyecciones. Eso sí: lleven pañuelo.
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