Puños contra el racismo en esta épica novela gráfica
Un estremecedor combate en un ring de boxeo puede marcar la historia de todo un país y sacudir las fibras del racismo. La épica pelea entre Jack Johnson y James J. Jeffries es recreada en las páginas de La pelea del siglo.
“La pelea del siglo”: muchos eventos han adoptado este mismo nombre desde entonces, pero pocos pueden compararse con aquel 4 de Julio de 1910 en que Jack Johnson, el Gigante de Galveston, defendiera su título de campeón mundial del peso pesado en un estadio a rebosar, construido especialmente para los casi 20.000 espectadores que llegaron al combate para insultarlo por su color de piel. Era el primer negro en ganar el título mundial de peso pesado en boxeo y, para “ponerlo en su sitio”, habían llamado a James J. Jeffries, excampeón mundial de peso pesado recientemente retirado. En torno al ring, bullía una violenta descarga de racismo. Poco antes, ese mismo odio racial había alimentado la sangrienta Guerra Civil que dividió al norte y al sur por la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. Eso es lo que hay que tener presente para entender que en sus crónicas Jack London bautizara a Jeffries The Great White Hope –la gran esperanza blanca–.
Algo visceral se jugaba en ese ring.
Con cada traque Jack Johnson hacía historia y esa historia volvió a ser narrada con un desarrollo gráfico contundente como un knock-out. Hace un par de meses fue lanzada la novela gráfica La Pelea del Siglo (Last on His Feet) escrita por el poeta norteamericano Adrian Matejka y dibujada por el artista marroquí Youssef Daoudi. “Es una locura, un libro de una ambición descomunal; imagínese, la sola investigación que hay detrás le tomó dieciséis años a Matejka”, señala Luis Alejandro Díaz, el editor colombiano detrás de Caballito de Acero, la editorial independiente y deportiva que apostó en caliente por los derechos de este libro publicado apenas en febrero de 2023 en Nueva York por W.W. Norton y que vio la luz en Colombia durante la pasada FILBO.
A lo largo de las 315 páginas impresas a dos tintas vemos la voz de Johnson desplegarse a lo largo del relato de aquel día de la independencia de Estados Unidos que terminó en caos en muchos rincones del país. Pero lo que también se narra en aquellas viñetas es la lucha de su vida, la de un negro contra esa sociedad entera, experiencia armada con lujo de detalles documentales y pericia ficcional para aprovechar los vacíos de forma verosímil. De hecho, Matejka ya había escrito sobre Johnson antes de aventurarse con La Pelea del Siglo. Su poemario The Big Smoke recoge una serie completa de versos que se inspiran en la biografía del boxeador, y que fueron finalistas del Pulitzer y del National Book Award en la categoría de poesía, y ganaron el Anisfield-Wolf Book Award en 2014.
Matejka sabía que aún podía explorar mucho más en la vida de Johnson. Había comenzado a investigarla en 2005, haciendo acopio de un archivo de periódicos, libros y fotografías, de los cuales apenas había usado una parte. Gracias al puente que hizo entre ellos la poeta y agente Holly McGhee, se puso en contacto con Youssef Daoudi, artista a quien ya conocía por su trabajo Monk, una novela gráfica que el marroquí había dedicado a la mítica figura del jazz Thelonious Monk. Fue así como se sentaron frente a un rollo de papel a desarrollar los primeros borradores de una escaleta conjunta en la que mutuamente se sugerían imágenes, fragmentos narrativos y otros más poéticos.
Según sostuvieron en una entrevista, su propósito fue estructurar el trabajo en dos frentes: primero, crear a través de las ilustraciones y los textos una voz reconocible e icónica para Jack Johnson que, además, fuera representativa de la época. Y segundo, dotar de ritmo a la novela gráfica. Esto es especialmente evidente en las múltiples estrategias que tomaron para quebrar la linealidad del relato, mientras el lenguaje visual desborda con creces la estructura convencional de viñetas de la narrativa gráfica.
La historia con hache mayúscula, las revoluciones de aquel tiempo, también son parte del libro. Los padres de Johnson habían sido esclavos, y él hacía parte de esa primera generación de negros libres en un momento en el cual se agolparían uno sobre otro cambios como el teléfono, el cine, el automóvil, el avión, la generalización de la luz eléctrica, sin hablar de dos guerras mundiales, el ascenso de los Estados Unidos a su rol de potencia, y todo esto sin mencionar las transformaciones culturales que incluirían el jazz, la bohemia y libertinaje en los bares durante la prohibición del alcohol… Universo que aparece preciosamente recreado en La pelea del siglo.
Además de traducir la novela y traerla con tan solo meses de haber visto la luz, Caballito de Acero le sumó una capa local al libro. Como en cada publicación, el prólogo es hecho por un ícono nacional del deporte correspondiente. Y en este caso el turno fue de Luis Enrique el “Chicanero” Mendoza, colombiano campeón mundial de peso supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo en 1990. Conocido por su gracia, extravagancia y elegancia al subir al ring, Chicanero subraya en su prólogo una de las facetas más prominentes de Jack Johnson: su propia gracia, extravagancia y elegancia. Ser el primer chicanero de la historia del boxeo, según sus propias palabras. Y efectivamente Johnson conducía a toda velocidad, tuvo un bar de jazz que decoró con todo el barroquismo que pudo, compartió su vida con varias parejas blancas, era provocador con cada una de sus palabras y vestía con tanta clase como los mayores dandies de su tiempo, conjunto de rasgos que el establishment blanco detestaba.
Sin embargo, esta nota quedaría incompleta si no mencionara un detalle más. No solo la historia y la línea de tiempo se abren caóticamente sobre todos estos elementos alrededor de los quince rounds de uno de los días más oscuros que haya tenido el supremacismo blanco. En cada viñeta es posible percibir el envenenamiento, un asunto personal de Johnson contra ese odio que le vertían encima (también disfraz de una cobardía y un miedo a su habilidad inmanejable) que se expresaba en los insultos del público y que estaba también presente en las caricaturas racistas de la época. Y en una decisión genial, Daoudi copia ese lenguaje para narrar un pedazo de la historia. Las líneas delgadas y afiladas como espinas, cubiertas con amplios fragmentos de sombra que caracterizan el estilo gráfico de la novela, se transforman en un momento –con el personaje mismo de Johnson– en caricaturas pobres y desfiguradas. A través de esa realidad trastocada por el dibujo, tenemos la oportunidad para palpar mejor el odio de un país y la rabia de un hombre, la dignidad de unos puños y la gracia de sus movimientos, experimentamos el mismo deseo por ver el dolor, el derribo de un contrincante, de un orden entero tras él.
En ese gesto se resume esta novela gráfica en la que el lenguaje visual es capaz de poner en evidencia la violencia del mundo mientras las palabras nos ofrecen la mirada del hombre que derribó por primera vez las esperanzas de la mitad de un país en el ring.
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