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Sin tiempo

Sin tiempo

Ilustración


Sin-tiempo 3

 

L

os ojos se entreabren sabiendo que llegó la mañana. Algunos sonidos me alertan, pero hago caso omiso, intento dormir algo más, pero sin pensarlo, ese rato de más, se convierte en nada, en una mentira de mi mente.

 

De nuevo suena el despertador. La canción de alarma en el celular no termina de amenizar el entorno, sino de volverse el sonido más odioso del mundo. Desde estos minutos de reflexión hasta pararme y comenzar la odisea que significa un día, es imposible explicar cómo de nuevo estoy en esta cama preparándome para otro día.El día se fue en preguntas…¿Es cierto que mientras más adultos somos más rápido pasa el tiempo? ¿Será esta ciudad grande, agitada y loca? ¿Es decir que si estuviera en una playa desértica el tiempo se pasaría como una seda volando por una suave brisa? No lo creo. Incluso pienso en las miles de variables: ¿Una serie de catástrofes naturales redujo la duración de los días? ¿El universo se está expandiendo y a medida que esto ocurre se rompe el tiempo? ¿Es entropía? Pero ¿qué es entropía?Ahora me encuentro en una sala oscura, que huele a eucalipto, esperando al profesor Wiseman, un inmigrante inglés que llegó al país en los años 50. Pienso en su nombre e imagino que es alto, de pelo blanco y robusto. Mientras miro mi reloj de mano, el de la pared, el del celular -podría mirar todos los relojes posibles- me pregunto: ¿por qué de un momento a otro el tiempo se convirtió en mi obsesión?El profesor abre la puerta. No es tan alto, pero sí es robusto y sus cachetes son de un rojo intenso exagerado que parece combinar con su corbata. Comenzamos un diálogo sin sentido, pero lleno de amabilidad. Sin embargo, me apresuro y le cuento la cuestión de esta reunión. Saca sus gafas de un viejo cajón desgastado. No entiendo para qué si finalmente no va a leer nada. Sin embargo, pienso en la importancia de los hábitos, lo útiles que son para aferrarnos a algo. De repente lo freno en medio de sus divagaciones, para volver a insistirle ¿Qué es entropía?Entre molesto y risueño este maestro de la física responde. Vacila y suelta sin parar:- Conceptualmente, la entropía se utiliza para medir el grado de orden o desorden de un sistema físico y su evolución en el tiempo. También se habla, en especial los cosmólogos, de la entropía del universo que está aumentando porque todos los procesos de expansión, formación y muerte de estrellas se desarrollan dentro de la aleatoriedad y del caos.-¿Qué sucederá entonces con el tiempo?-Según la teoría, el tiempo se invierte, entre más avanza más se diluye. “El tiempo negativo” que dice que entre el tiempo transcurra más, hay un retraso mayor. Es una destrucción inevitable. Dejar de ser para disolverse. El espacio en función del tiempo. El tiempo entrópico que se desgasta a medida que el mismo avanza y tiende  a su fin.Continúa sin darme tregua para digerir sus palabras.-“La objetividad científica no tiene sentido si acaba por hacer ilusorias las relaciones que mantenemos con el mundo o por condenarnos como meramente subjetivos”, lee el profesor de un fragmento sacado del libro que acababa de tomar de su biblioteca. Es Entre el tiempo y la eternidad de lya Prigogine e Isabelle Stengers. ¡Filosofía de la ciencia! Me dice exaltado.¡La entropía! afirmo. La expansión del universo que lo divide en más microestados que hacen que sienta que mi propia mente se diluya y se fragmente en mil pedazos. Que las ideas la recorran a una velocidad que realmente en tiempo no es alcanzable.La entropía que aumenta y pronostica la muerte térmica del universo. El desorden que parte del orden, los agujeros negros y la energía. Toda esta información se empezaba a revolcar en mi cerebro.Muchas de estas palabras tenían un sonido tan fuerte que sólo llegué a comprender finalmente que en mi vida el tiempo corría inútilmente y que la opinión de este ser minúsculo en el infinito universo hacía que el fin de este cobrara sentido. Ya no era miedo. Definitivamente no.Espero el bus y me miro en el sucio reflejo como un fantasma divagando por las calles. Pero ¿qué era esto? y es que además de que no entendía, no había respuestas. ¿Acaso alguien nos puede decir cuándo nació el tiempo.

Han pasado veinte, cinco, diez o más años, él no lo sabe. Mientras tanto recuerda ese momento en el que decidió pensar en el tiempo. Ese momento pasado -si es que el pasado existe- en el que se sintió ridículo al preguntarle a aquel científico por las leyes de la naturaleza para comprender todo lo subjetivo que su mente iba presintiendo.Ya no sabía qué había pasado, pero estaba seguro de que su mente lo había alertado. Que el tiempo se le fue literalmente de las manos y que ahora divagaba perdido por entre memorias desordenadas.La música era lo único que lo hacía regresar a la normalidad para sentirse tranquilo… lo llevaba a un letargo y a un trance con el que se escapaba de este sin tiempo, en donde ni el afán ni la tranquilidad existían. “El tiempo es oro” pero sin el ¿ya no hay nada?Al desconocer la velocidad del tiempo todo pasaba lento, rápido. El tiempo se sentía vacío y como absoluta quietud, igual a un momento sin respiración; desesperante.Pensó en la entropía, en la relatividad, en tantas teorías que empezó a calcular desde antes de este destiempo. Miró sus ropas y vio el desgaste de sus jeans. “Es una prueba del tiempo” pensó. Aún existe. “No es mi imaginación”.Al rato, despertó de un sueño pesado  y se dio cuenta de que esa luz entre oscura y prendida del día noche -a la que no se acostumbraba- ya no le molestaba. Sin embargo, hoy era distinto comprendió que debía sobrevivir inventándose su propio tiempo. Ese tiempo que para los hombres de antes era compartido. Que a partir de acuerdos habían decidido instaurar como único. Donde a medida que las leyes de la física avanzaban se asumían o derrumbaban teorías con las que se iba demostrando que el tiempo era una experiencia subjetiva afirmada por algunos procesos naturales.Su vida iba tan rápido que temió perderse a sí mismo en cada segundo. Y efectivamente estaba perdido. Pero ya ¿qué mas daba? Es la vida un sincronismo de momentos que ahora estaban en desorden y que podía organizar como un collage. Porque él odiaba en realidad el tiempo, porque entendió que no lo necesitaba más.Ahora todo se volvía más oscuro. La estrella inmensa se seguía apagando con el ciclo que terminaba.Un último y fugaz pensamiento le vino a  la mente. En realidad nunca hubo tiempo. Solo el placer de un inicio y un final que nos llevaba como polvo a un retorno. Era la “la ausencia de Dios” que Hegel había anunciado. Era la verdad que por fin llegaba.

Juana Restrepo
Periodista, coleccionista de escritos banales y algunos más interesantes.
Periodista, coleccionista de escritos banales y algunos más interesantes.

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