Transformar un texto literario en cómic
El cómic pasa por un momento muy movido. Las adaptaciones de obras literarias constituyen una línea muy fuerte de este segmento editorial. Algunas son fieles, otras más arriesgadas, todas suponen una resignificación del lenguaje. Aquí, una muestra de esos libros y opiniones de expertos sobre el tema.
daptar un libro en el cuerpo de otro libro –en este caso, tomar un libro de literatura y convertirlo en narrativa gráfica– puede ser una tarea resbaladiza, en especial por el cambio de la disposición narrativa del lenguaje escrito al dibujado. No se trata de representar fragmentos dispersos de la historia en escenas aisladas, sino de apropiarse del todo usando los mecanismos de una narración gráfica; que van desde el dibujo, los colores, hasta la arquitectura, personajes y composición, entre otros.
Durante los últimos años, el mercado editorial se ha abierto de manera cada vez más amplia a estas adaptaciones. Muchas veces con la premisa fácil de que el cómic es un lenguaje más cercano a los jóvenes, y por ello la adaptación de una obra literaria a este formato podría parecer una salida fácil a los fantasmales problemas de escasa lectura. De tal manera que editar versiones gráficas se ha vuelto una apuesta habitual que va desde el uso transmedial hasta el aprovechamiento de la obra original en sus distintas versiones. Sin embargo, esta práctica editorial no es nueva: existe una larga tradición de clásicos literarios adaptados en cómic, muchas veces dirigidos a un público escolar. Tal es el caso de los “Classics Illustrated”, editados por Albert Kanter en Estados Unidos entre 1941 y 1970. Con tiradas masivas y amplia circulación, las obras de la colección llamada inicialmente “Classic Comics Presents” contaron con considerable éxito. El proyecto seguía la misma línea de las Biblia pauperum (Biblia de los pobres) de finales de la Edad Media en las que se adaptaban de forma ilustrada los relatos bíblicos, y estaban destinadas a la instrucción religiosa de los analfabetos.
Aunque si hablamos de una variante, con intenciones menos didácticas, debemos mencionar las denominadas “traducciones visuales”, un término sugerido por Art Spiegelman para referirse a aquellas adaptaciones que ajustan el relato original a los mecanismos narrativos de un cómic. Este trabajo supone sortear las limitaciones que implica una narración con imágenes, como lo señaló el investigador español Santiago García: “las relaciones que se establecen entre el imaginario escrito y el dibujado en el cómic adulto contemporáneo son más complejas”.
Uno de los casos más citados cuando se habla de ese tipo de adaptaciones, es la versión que hicieron, en 1994, Paul Karasik y David Mazucchelli de Ciudad de cristal de Paul Auster. Esta versión resalta por la economía y la comprensión de la forma de un dibujante como Mazzuchelli, y por la resolución que hizo en el aspecto narrativo Karasiv planteando una estricta y regular cuadrícula de viñetas que absorbe y representa la opresión de la ciudad, “la cuadrícula como ventana, la cuadrícula como puerta de prisión, como bloque urbano”. Art Spiegelman señala en el prólogo de esta adaptación que “al tocar el corazón desde la estructura del cómic, Karasik y Mazzucchelli crearon un extraño Doppelgänger del libro original”. Es decir, un doble de Ciudad de cristal pero escrito con dibujos.
En esa misma dirección podemos incluir algunas adaptaciones que trabajan aspectos como lo emocional y lo subjetivo, en esta línea está lo hecho por el dibujante uruguayo Alberto Breccia con Los mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft, publicada por primera vez en 1974. En esta adaptación mezcló “realismo” con variantes y collages, y sus características experimentaciones con las líneas de dibujo, haciéndolas ilegibles para lograr un resultado tan aterrador como llamativo; imágenes que traducían lo inexpresable de los relatos del escritor norteamericano.
Otro caso es el Doctor Jekyll y Mister Hyde, de Lorenzo Mattotti y Jerry Kramsky, quienes siguen de cerca la trama original del libro de R. L. Stevenson, pero dándole nueva vida con una fuerte apuesta cromática: el uso emocional de los colores de Mattotti trasciende las palabras para dar como resultado una metáfora visual aterradora. También está la adaptación de El informe de Brodeck hecha por Manu Larcenet; en ella, el dibujante francés amplía muchas de sus preocupaciones previas, sobre todo aquellas que dibujó en Blast, para continuarlas en su adaptación del relato de Philippe Claudel: la violencia en el otro, sugestivas imágenes de la naturaleza y la recreación de un estado mental sugerido por su trazo, la inserción de tachados y la aplicación de tinta negra sobre página blanca.
Hay otros casos de adaptaciones que se toman libertades más amplias respecto al original. La obra literaria es reinventada en algunos aspectos argumentales, reelaboración de los personajes e incluso modificaciones de escenarios y tiempos.
En este tipo de relecturas encontramos casos brillantes a nivel gráfico y narrativo como Pinocchio en la versión del dibujante francés Vincent Paronnaud (Winshluss). El clásico de Collodi se transforma en una narración oscura, desprovista de sus colores iniciales, para encerrar la fábula en un ambiente militar, contaminado y de explotación infantil. Aquí Pinocho no es un muñeco de madera sino un robot de acero y el carpintero Geppetto se ha convertido en un tecnócrata a sueldo que trabaja para las potencias militares.
Otro ejemplo es la reelaboración que hizo Posy Simmonds de Madame Bovary en su Gemma Bovery, actualizando la idea original de Gustave Flaubert, subvirtiendo no solo la época y personajes (con un matrimonio inglés), sino el registro narrativo –en su caso es una comedia ajustada al estilo británico, irónica y cruel–, logrando una parodia exquisita, al estilo de algunas comedias románticas, con un significado satírico completamente contemporáneo.
Y, por supuesto, no podía faltar El Peter Pank que el dibujante español Max (Francesc Capdevila) publicó en los años ochenta en la revista El Víbora, toda una recreación satírica del Peter Pan de J. M. Barri, con una sustitución del País del Nunca Jamás por una Punkilandia, con punks, rockeros y hippies que nunca envejecen.
Adaptaciones colombianas
Una de las primeras adaptaciones de libros de literatura colombiana fue Soldados, Zona bananera 1928, una versión del dibujante caleño Ricardo Potes, que adaptó la obra de teatro que hicieron Carlos José Reyes y Enrique Buenaventura de la novela La casa grande de Álvaro Cepeda Samudio.
En los últimos años, y con un edición de historietas y cómics en crecimiento aparecieron ediciones como Tanta sangre vista (Rey Naranjo, 2016) una versión ilustrada del libro del escritor Rafael Baena que contó con guion del experimentado Óscar Pantoja y los dibujos de Juan Gaviria; La Vorágine (Resplandor, 2017), con guion de Óscar Pantoja y dibujo de José Luis Jiménez; la versión en cómic de Satanás (Planeta Cómic, 2018) de Mario Mendonza con dibujos de Keco Olano; El olvido que seremos (Salamandra Graphic, 2020), que dibujó el español Tyto Alba, y la versión de Rosario Tijeras que presentará en algunas semanas el dibujante colombiano Henry Díaz, con guion de Pablo Guerra con el sello Random comics, entre otras.
Las adaptaciones colombianas destacan en varios aspectos: por un lado está la exploración de recursos narrativos gráficos, la traslación a imágenes de elementos literarios y la intención de llevar los relatos originales a nuevos públicos, muchos de ellos lectores jóvenes. En el caso de Tanta sangre vista, Satanás y La Vorágine se crearon versiones ágiles y llamativas, ocupando las páginas con más ilustraciones que texto, o ampliando el universo narrativo conocido como es el caso de Satanás, que inserta imágenes y formas distintas a las que se hicieron en la versión cinematográfica como lo es la arquitectura de la ciudad de Bogotá. Si bien en estos casos no se tomaron muchos riesgos, cada una de las adaptaciones, a su manera, es un puente entre las obras originales y el lenguaje del cómic.
Esta tradición que no es nueva, aún tiene muchas zonas a explorar, las múltiples transformaciones que ha tenido el cómic a lo largo del siglo XX son un constelación de recursos y formas que se pueden sustraer al momento de iniciar proyectos en esta dirección. En una forma de arte como esta, inclasificable además, el diálogo con los textos literarios puede realizarse como resumen gráfico, renovando el lenguaje original e incluso llevando a cabo versiones dibujadas y alteradas que den nueva vida a las obras literarias de las cuales parten.
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Algunas opiniones de expertos
Laura Valentina Álvarez Peña
Investigadora
“Antes de un ejercicio menor, hacer una adaptación es una investigación sobre las capacidades representativas del lenguaje mismo, los intercambios semánticos entre los elementos presionan al dibujante a entablar conexiones diferentes y novedosas, multiplicando –valga la contradicción– las posibles interpretaciones gráficas que se le pueden extraer a un texto. El trabajo del historietista no es solo proveer de elementos gráficos a la lectura de una obra literaria. Su lectura es el paso interpretativo y dibujarlo es una renovación completa de la obra base, aunque mantenga el argumento. La traducción a un sistema semiótico diferente renueva también la obra”, tomado de la investigación Adaptación de textos literarios a literatura dibujada. El historietista como traductor.
Albert Monteys
Historietista español
Junto al escritor Ryan North realizó la adaptación de Matadero cinco de Kurt Vonnegut
El principal reto de la adaptación de Matadero Cinco al cómic era convertir un relato que lo basaba todo en el juego temporal en un discurso gráfico que lo hiciera comprensible. Por suerte el cómic es precisamente el medio que convierte el tiempo en un concepto gráfico, como si fuera una partitura, de manera que tiré de los recursos expresivos del medio. Muy importante fue el uso del color para distinguir los diferentes flujos temporales. Esencialmente se trata de una traducción que no solo no traicione al texto original sino que arroje nueva luz sobre la obra. Las adaptaciones que se limitan a ser fieles al texto son, a mi criterio, bastante poco interesantes.
El concepto de los tralfamadorianos de narración, muchos momentos congelados en el tiempo en los que el lector es el que va a darles sentido, es exactamente la definición de un cómic. Una vez nos dimos cuenta de eso ejecutar el libro se convirtió en algo muy natural. Tenemos una doble página en la que se visualiza una novela tralfamadoriana, tarea que ya sabíamos que era, en el fondo, imposible, así que ahí tiramos de subconsciente y creo que el resultado fue muy satisfactorio.
Con Matadero cinco hicimos el cómic como si la historia se contara por primera vez y creo que eso nos liberó en cierto modo para hacerla nuestra, y eso que ambos tenemos auténtica devoción por Vonnegut y la obra original. Una vez uno se plantea adaptar una historia de un medio a otro asume que va a haber cambios, que la historia va a ir en una dirección distinta, quizás paralela, quizás incluso antitética, como ha pasado a veces. Una adaptación es una nueva obra y debe funcionar como una entidad independiente, como la obra de unos nuevos autores que usan como punto de partida una obra ya existente. Intentar traducir literalmente no es solo poco estimulante, está muy probablemente condenado al fracaso.
John Naranjo
Editor
En su editorial Rey Naranjo publicó una de las primeras adaptaciones colombianas de literatura a cómic, la novela de Rafael Baena Tanta sangre vista, por Óscar Pantoja y Juan Gaviria
El lenguaje de la novela literaria es muy diferente al de la novela gráfica. Lo que hizo Óscar Pantoja, de la mano de Rafael Baena y de Juan Gaviria, fue crear un puente narrativo que conciliara el estilo literario logrado en la novela y que influye en la estructura del cómic.
Un aporte importante de este trabajo fue el de separar las dos historias, que en la novela se entrecruzan todo el tiempo, creando un “cara y cruz” con la historia de la Guerra de los Mil Días, por un lado, y el periodo de La Violencia, por el otro. Juan mezcló viñetas y rompió la estructura del cómic tradicional, creando una textura gráfica narrativa épica, que más que mostrar los episodios de la novela, acerca al lector a la historia con elementos estéticos. Una recomendación que haría a dibujantes y editores es que respeten las diferencias de los lenguajes y que traten de hacer una traducción lo más fiel posible de la lectura literaria.
Joni B
Dibujante e investigador
Realiza actualmente un estudio sobre adaptaciones de literatura a cómic
La mayoría de las adaptaciones buscan explotar comercialmente el prestigio de una obra o un autor y, en buena medida debido a esto, supongo, se suele priorizar el texto escrito por encima del lenguaje visual, lo que lleva a productos más cercanos al texto ilustrado que al cómic en sí. Las adaptaciones comerciales, en cuanto a recursos narrativos, suelen ser muy parecidas entre ellas. Las adaptaciones de autor, por ponerles un nombre, tienden a ser interpretaciones muy personales del texto adaptado.
Para mi investigación han sido de gran ayuda las ideas de Linda Hutcheon, una señora que se puso de linda a construir una Teoría de la adaptación. Como referencias de trabajos de adaptación han sido importantes las películas que se han realizado sobre las novelas de Cormac McCarthy, en especial la de No Country for Old Men, y finalmente muchos cómics, por mencionar algunos: El informe de Brodeck, La ciudad de cristal, La señorita Else de Manuele Fiore, Gemma Bovery de Posy Simmonds, y Los mitos de Cthulhu de Alberto Breccia.
Tyto Alba
Dibujante español
Realizó la adaptación de El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince
En la adaptación de El olvido que seremos opté por ser muy literal con la historia y acabé utilizando muchos párrafos del texto. A pesar de que hay escenas en donde manda la imagen, no quería que el lector se perdiese muchos párrafos que me habían gustado para que pudiesen disfrutar de la prosa de Abad Faciolince si no habían leído la novela. En una adaptación lo ideal es que el texto sea un cuento o un relato breve que puedas alargar a tu antojo y no al revés, mejor que no tengas que verte obligado a resumir ya que ahí hay un trabajo complicado. Además en una adaptación es importante la atmósfera, las imágenes que evoca. Una obra literaria por ejemplo que narré la conversación de dos personajes en una habitación pierde bastante atractivo a no ser que se te ocurra una idea muy original para llevarlo a cabo.
Óscar Pantoja
Guionista de cómic
Escribió los guiones de los cómics Tanta sangre vista y La vorágine
Cuando uno adapta un lenguaje a otro lenguaje siempre ocurre, por algún prejuicio, que el lenguaje inicial es superior al lenguaje que se va a adaptar. En ese sentido hay que desmitificar esa idea superioridad de un lenguaje sobre otro. Si bien el lenguaje literario es un lenguaje de siglos de acumulación de información y de sofisticación no es un lenguaje superior. Recomiendo a escritores, editores y dibujantes que crean en la riqueza estética del lenguaje en el que están trabajando. Una adaptación debe proponer una huella, una firma única, y una forma muy personal de esa adaptación para que no caiga en lo estándar en la repetición y se busque un estilo propio. Cuando se adapta una obra literaria no se trata de copiar un texto e ilustrarlo, en el caso de Tanta sangre vista de Rafael Baena desbaraté la obra al punto que desarmé la original y en La vorágine fui más conservador, aunque en el final lo cambié.
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