Juan Pablo Cáceres: símbolos y magia ilustrada
Con una obra intrigante, este ilustrador nos abre la mente a un universo cargado de poderosos símbolos. Participante del año pasado y mención de honor de nuestro Salón Visual Bacánika 2022, este ilustrador caleño nos comparte su historia y encanto por los arcanos de numerosas culturas.
En un extremo el sol, luz primaveral, flores, abejas, miel y pájaros alquímicos; al otro extremo la luna, el otoño, hojas secas, hongos, murciélagos y polillas, presagios oscuros y seres de la noche: estos son algunos de los símbolos que Juan Pablo Cáceres usa para construir su historia sobre la dualidad y la reconciliación del ser en su obra En mí la luz y las tinieblas con la que fue seleccionado en el Salón Visual Bacánika 2023. Este ilustrador caleño explora la simbología, el ocultismo, la alquimia y la mística, guiado por su fascinación hacia conceptos de la Edad Media, el Gótico y el Renacimiento, retratando sus propias vivencias y reflexiones en torno a su vida personal y su búsqueda espiritual.
Juan Pablo usó primero las crayolas que los zapatos. Apenas siendo un niño, su madre le enseñó a colorear sobre el suelo para evitar los típicos rayones en las paredes. Mientras que otros niños al crecer se interesaban por jugar fútbol o básquetbol, a Juan le interesaban más los libros y los materiales de arte. Su madre apoyó e incentivó su pasión desde entonces. Sakura Card Captor y Hey Arnold fueron algunas de las caricaturas que el artista empezaría a replicar en sus dibujos con una gran atención a los detalles en el uso de la línea y el vestuario.
Su cercanía al arte lo llevó a estudiar diseño industrial, carrera que ejerció por varios años, durante los que fue descubriendo sus habilidades.
“Siempre tuve facilidad por las cosas gráficas, o sea, aún trabajando en diseño industrial, siempre terminaba haciendo la línea gráfica de la marca. Entonces dije: ‘yo quiero comenzar a dibujar, quiero que la gente sienta que puede mandar a hacer dibujos y que puede confiar en mí para proyectar sus ideas en imágenes’”, explica Cáceres.
Así fue como Juan Pablo vendió sus primeros dibujos utilizando técnicas análogas con tinta china. Sin embargo, trabajar en simultáneo en ilustraciones para clientes mientras continuaba con su trabajo como diseñador no le permitía tener el tiempo suficiente para dibujar y las condiciones de luz no siempre eran óptimas. Eso fue lo que lo llevó a desarrollar su estilo en técnica digital. Dedicó meses en perfeccionar sus trazos sobre la tableta digital, replicando sus propios dibujos análogos y tomando confianza con esta nueva herramienta.
Pero Juan Pablo también sentía que le faltaba una conexión espiritual en su exploración como artista. Se preguntaba por el significado de los elementos en su entorno, como encontrar una imagen de una oveja desangrándose en la iglesia y representaciones de animales en los evangelios. Por ese camino, comenzó a indagar sobre épocas pasadas, encontrando relaciones y similitudes entre los símbolos utilizados por distintas culturas.
“Las personas antes no tenían una idea tan marcada de las religiones y lo demoníaco, es una muy delgada línea en la que se traslapan una con la otra. La iglesia hace exorcismos, la iglesia también toca a los demonios, un tema también mágico, entonces no está completamente desvinculado a esto. Por eso empecé a interesarme mucho por los símbolos y a leer muchos textos de magia, ocultismo y religión. [...] Empecé a entender que no había cosas literales, que todo era una metáfora, e incluso desde la mitología griega, siempre fueron sistemas muy jerárquicos donde las personas que tenían el conocimiento se encargaban de ocultar mucha información”, explica el ilustrador.
Juan Pablo comenzó a utilizar los símbolos en obras como en El impostor, trabajo suyo que le valió una mención de honor en Salón Visual Bacánika 2022, en el que una rata –símbolo del subconsciente del ser– se disfraza de pez y sostiene un espejo que le ata las patas mientras flota sobre otros peces que se dan cuenta de que los trata de engañar, metáfora de cómo nos engañamos a nosotros mismos cuando los demás pueden darse cuenta de que no estamos siendo reales.
En este sentido, Juan implementa en cada uno de sus dibujos arquetipos que han sido usados por distintas culturas desde tiempos inmemoriales. “Por ejemplo, en la cultura egipcia podemos ver representaciones del sol, la luna, las estrellas, la serpiente, constantemente animales y objetos celestiales, pero luego ves a la cultura azteca y encuentras las mismas representaciones. Como que estamos todos conectados por un sistema como especie, aunque somos de distintas épocas o culturas, siempre le hemos puesto atención a ciertos símbolos y es como un código genético”, agrega al respecto.
Juan subraya que estas ideas ancestrales están relacionadas con la magia, que describe como una necesidad del ser humano de querer alterar dimensiones de la realidad como el futuro, la enfermedad, el amor o el dinero. “El ser humano ha querido conectarse a algo mágico, al final de cuentas es esa necesidad de querer cambiar las cosas, de querer que algo ocurra”.
Actualmente, Juan Pablo es director creativo en una agencia de publicidad, además de su trabajo como ilustrador independiente, cree fielmente en hacer todo desde el corazón para conectar emocionalmente en sus proyectos.
“A veces me dicen, como diseñador o como ilustrador, que no me vincule emocionalmente, pues tiene que ser un trabajo muy práctico. Pero siento que si lo haces desde el punto de que te guste el proyecto, te lo gozas. Si me siento conectado, le meto un simbolito por acá, un simbolito por allá y lo disfruto”, explica Cáceres.
El artista recalca que para combatir el síndrome del impostor, que a veces lo ataca, es importante no dejar que las temporadas malas de trabajo opaquen la totalidad de los esfuerzos que hace en su trayectoria: “No siempre te puede ir bien, eso es real, pero uno automáticamente se echa la culpa”. Menciona que el autosabotaje es como una semilla que se siembra cuando algo malo pasa, y que puede ir creciendo incluso si logras algo bueno.
“Cuando ya te va bien no te la crees porque estás pensando en lo malo del pasado, empiezas a creer que lo has ganado por suerte y que no lo mereces”, explica. Sin embargo, la pasión de Juan Pablo por sus ilustraciones lo hacen recordar y reconocer el valor de su trabajo, lo que lo ayuda a encontrar su propio estilo y a sí mismo. “Siento que uno se pierde mucho cuando dice que sí a todo por miedo, pero es bueno poder rechazar ciertos proyectos para encontrar los clientes que valoren tu trabajo tal cual es”.
Reconoce que cada artista, al igual que él, ha tenido su proceso pasando por distintos obstáculos para consolidarse. Cuenta que este proceso no es algo que muestren las redes sociales y que no se habla de las etapas en las que un artista se sacrifica para cumplir sus objetivos: “He pasado derecho hasta las 5 de la mañana trabajando, para luego ir a la oficina, he tenido jornadas duras que impiden que pueda ir al gimnasio o tener vida social… Entiendes que pierdes unas por otras, por eso es importante no atormentarme por lo que no he podido hacer y fijarme en lo que logré”, agrega.
Entre los artistas que inspiran a Juan Pablo están Nicolás Sanabria, quien fue ganador del Salón Visual Bacánika edición 2021, y Jessica Roux, ilustradora botánica y autora de libros que Juan Pablo colecciona. El artista sueña en un futuro poder enseñar lo que ha aprendido sobre los temas que más le apasionan. Confía que la magia, la simbología y la filosofía conecten a las personas, sobre todo a los artistas. “Siento que nos falta conectarnos con el lenguaje no verbal, y aunque sea difícil ser artista, tenemos que conectarnos mucho más con nuestra energía creadora, con los símbolos. Los símbolos van a salvar el planeta.”
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