Pensarte, arte al servicio de la salud mental
Escapando de los métodos coercitivos de la psiquiatría,la clínica psiquiátrica Campo Abierto de Clínicas Colsanitas junto al Centro de Gestión Cultural de la Universidad Javeriana decidieron crear una propuesta de terapia no convencional a través de disciplinas artísticas. Aquí una mirada a este proyecto que ya cumple seis años ayudando a cientos a comunicar, entender y procesar mejor todo lo que sucede dentro de sí mismos.
Desde las pinturas rupestres, el arte ha sido un vehículo del sentir. A través del lenguaje corporal, poético, escultórico o pictórico, los seres humanos han comunicado aquello que queda corto en palabras. Estos códigos expresivos no son ajenos a la ciencia, mucho menos a su implementación en los procesos terapéuticos.
Pensarte, arte y salud mental es el proyecto diseñado por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá junto a la clínica psiquiátrica Campo Abierto de Clínicas Colsanitas. Desde 2018, han presentado una colaboración interdisciplinar entre profesionales de la salud mental, docentes y artistas para facilitar los procesos terapéuticos de los pacientes a través de la escritura, la danza, la ilustración o el teatro.
Contrario al imaginario de las clínicas psiquiátricas como espacios tétricos y lúgubres, cubiertos por rejas y con pacientes atados de pies y manos, la Clínica Campo Abierto es un lugar que ha buscado activamente salir de los métodos coercitivos o el dopaje como tratamiento de primera línea para las crisis de salud mental; el lugar, de hecho, tiene un aspecto amplio y ajardinado que refleja en buena medida estas intenciones. La clínica promueve el desarrollo de herramientas para sostener el bienestar emocional con sesiones de terapia al aire libre, mindfulness, actividades de jardinería y clases de arte de la mano del acompañamiento psiquiátrico y psicológico.
Estas actividades, lejos de ser meros complementos, se convierten en herramientas fundamentales para fomentar la expresión emocional, la introspección y el reencuentro de cada paciente consigo mismo, con especial énfasis en el impacto transformador del arte como eje central del acompañamiento terapéutico colectivo e individual. “Para nosotros, las artes se han convertido en un lenguaje que antes desconocíamos, pero ahora sabemos que no podemos prescindir de él”, explica Andrea Caballero, psiquiatra y directora científica de la Clínica Campo Abierto.
¿Cómo implementar las artes en los procesos de salud mental?
Hace siete años, Andrea Caballero asistió a una muestra de Recital en el Hospital, un programa de acompañamiento musical para pacientes y familiares que enfrentan situaciones complejas en el hospital San Ignacio.
Caballero resonó de tal manera con el evento que contactó a Carolina Gómez, directora del Centro de Gestión Cultural de la Universidad Javeriana y fundadora de Recital en el Hospital, para plantear la co-creación de un proyecto similar, pero enfocado en la salud mental. “Ella —refiriéndose a Andrea Caballero— quería un espacio donde las artes conectaran con lo emocional, con esas vivencias profundas que todos enfrentamos en algún momento”, recuerda Carolina Gómez.
Por ese mismo tiempo, la Pontificia Universidad Javeriana identificó una creciente crisis de salud mental entre adolescentes y jóvenes universitarios. En busca de estrategias para abordar esta problemática, el Centro de Gestión Cultural se sumó a la solicitud de Caballero y creó el proyecto Pensarte, arte y salud mental. El “poder transformador de las artes”, como lo llama Carolina Gómez, ha sido el pilar de Pensarte para prevenir y acompañar situaciones de crisis, duelo, frustración o incertidumbre. Ofrecen una “caja de herramientas” desde las artes para acompañar procesos emocionales de sus participantes.
En el ejercicio diario de los profesionales de la salud mental, el personal de la clínica ha identificado retos en el lenguaje para establecer tratamientos apropiados según el diagnóstico. Si bien los tratamientos cuentan con un contenido científico sólido, este tiende a ser técnico y limitante. Más allá del diagnóstico, se está interactuando con una persona, por lo que es clave conectar y buscar manifestaciones no verbales para compartir pensamientos y emociones. Es aquí donde las artes se convierten en un recurso fundamental.
“Elegimos disciplinas como la música, la danza y el movimiento, la ilustración y la escritura creativa porque cada una ofrece una forma única de expresión. No todos los pacientes se conectan con la música, pero pueden hacerlo con la ilustración, y viceversa. Cada área abre un camino distinto para que las personas encuentren su propia voz”, explica Andrea Caballero.
El diseño del proyecto se centró en el poder de las artes como un lenguaje emocional del alma, el cuerpo y la mente. La danza permite liberar emociones atrapadas en el cuerpo; la escritura creativa brinda una voz a través de alter egos y personajes ficticios; la ilustración conecta con el inconsciente mediante formas, texturas y colores; y la música actúa como un lenguaje primario que toca lo más profundo a través de conexiones sonoras.
Permitir nuevos lenguajes
“El papel aguanta todo. El peso del mundo puede soportarlo esta hoja de 0.008 milímetros”, menciona Alejandro Páez, docente de escritura creativa, mientras sostiene una hoja en blanco frente a los participantes de la sesión. Acto seguido, enciende un parlante y comienza a sonar “María la curandera", canción de la artista mexicana Natalia Lafourcade.
Al terminar la canción, algunos opinan sobre la letra, otros sobre la historia detrás de ella. Páez invita a escribir su propia canción de sanación como un ejercicio de reconocimiento, soltando y despojándose en las palabras de aquel dolor, sufrimiento o nostalgia que los invade. Páez, literato y docente facilitador de Pensarte desde 2021, enfatiza la importancia de crear espacios seguros y horizontales donde los pacientes se sientan libres para compartir, recordar y reflexionar sobre sus procesos.
sesiones de escritura creativa, danza, ilustración y música son meditadas cada semana por el equipo del Centro de Gestión Cultural de la Universidad Javeriana, con la idea de abarcar todas las posibilidades de expresión desde la bondad que el arte puede ofrecer.
Diseñar un alivio
Andrés**, uno de los participantes de Pensarte comparte que “todas las clases me han dejado una huella. Una en particular, impartida por el profesor Abdu, me marcó mucho. En ella, plasmamos lo que sentíamos y le dimos una historia a nuestras emociones. Fue impactante porque en mi caso, siempre he vivido aislado, evitando que las personas sepan realmente cómo soy. Pero aquí cada persona tiene algo que aportar, al final todos tenemos problemas diferentes”.
“Para mí, la escritura es un refugio. Me ha salvado la vida en múltiples ocasiones. Muchas personas piensan que no tienen derecho al arte porque no es ‘su profesión’. Pero no necesitas más que un papel, un bolígrafo y un pequeño empujón para comenzar. Yo quiero ser ese alguien que dé el empujón inicial”, expresa.
En esencia, las artes ofrecen un espacio para la catarsis y el encuentro de un motivo o impulso vital que guíe procesos de transformación personal. Pensarte, arte y salud mental ha sido, durante seis años, un lugar para hacerlo posible. Apoyado por el pasto verde, las flores cubiertas por la lluvia y el sol del amanecer, el proyecto ha brindado a cientos de pacientes una pausa para contemplar su importancia en el mundo.
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