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Monopolio: capitalismo sobre la mesa

Monopolio: capitalismo sobre la mesa

Ilustración

Fue inventado como herramienta didáctica para advertir los peligros de la concentración de la riqueza, pero quizá acabó teniendo el efecto contrario sobre generaciones enteras de acumuladores. Con más de cien años de historia, este juego sigue estando presente en nuestra cultura popular. ¿Qué lo ha hecho perdurar durante tanto tiempo?

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Un juego sobre los peligros del capitalismo

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a historia del Monopolio comienza con una mujer que nació en Macomb, ciudad del estado de Illinois, en 1866. Su nombre era Elizabeth Magie y sus ocupaciones fueron muchas a lo largo de su vida: se desempeñó como taquígrafa, reportera, actriz, escritora de relatos cortos, poetisa e inventora. A sus 26 años, Magie obtuvo una patente por un aparato que diseñó para hacer más fácil acomodar el papel en las máquinas de escribir, un logro importante en una época donde menos del uno por ciento de las patentes entregadas en Estados Unidos pertenecían a mujeres.

Magie era una persona de carácter firme e ideas progresistas. Varios de sus poemas hablaban de la desigualdad que ella percibía en la sociedad estadounidense del siglo XIX. Parte de esta conciencia social le llegó de cuenta de su padre, James Magie, quien un día le dio a leer a su hija un libro titulado Progreso y pobreza, del economista Henry George. Cuando Magie leyó las propuestas de George quedó fascinada y prontamente se hizo seguidora de sus ideales. Este último era ferviente defensor de una idea que se conocía entonces como la doctrina del impuesto único.

De una forma muy resumida, lo que proponía George era que la desigualdad económica tenía que ver con los terratenientes que amasaban grandes cantidades de tierras, las cuales, en muchos casos, no eran explotadas. Esto le quitaba la posibilidad a las personas del común de trabajar esas tierras lo cual, a su vez, ampliaba la brecha económica entre las clases trabajadoras y los terratenientes. Para George la solución consistía en crear un impuesto que sirviera para redistribuir la riqueza de las clases más pudientes a las menos favorecidas. Este se cobraría a los terratenientes cuyas tierras no fuesen utilizadas para producir, de esta manera los poseedores se verían motivados a contratar trabajadores para sus tierras o, de lo contrario, tendrían que pagar una alta suma de dinero.

Para George era tal la concentración de tierras en unos pocos dueños que solo este cobro sería suficiente para cubrir las necesidades fiscales del Estado. Por eso se conocía como la doctrina del impuesto único, ya que el economista proponía abolir todos los demás impuestos y solo implementar este.

Con estas ideas en mente es que Magie creó en el año 1902 un juego que sirviera para probar los peligros de los monopolios sobre la tierra, lo llamó The Landlord’s game, que traducido al español sería El juego del propietario. En palabras de ella misma, el juego ayudaría a los niños “a ver claramente la injusticia de nuestro actual sistema de tierras”. Esta cita es tomada del libro It's All a Game: The History of Board Games from Monopoly to Settlers of Catan, del periodista británico Tristan Donovan, donde también está la historia de este juego con más detalles.

Es decir que Magie creó el juego para advertirle a las personas sobre los peligros de los monopolios. El resultado fue radicalmente distinto: generaciones de personas jugando Monopoly, buscando hacerse con la mayor cantidad de propiedades y dejar en bancarrota a los demás competidores, cuando lo que realmente quería la creadora del juego era que las personas vieran lo injusto que era tratar de adueñarse por completo de todas las tierras. Magie diseñó dos formas de jugar El juego del propietario, una en la que el objetivo era conseguir la mayor cantidad de recursos y una forma alternativa en la que se aplicaba la metodología del impuesto único. En esta, la renta por las propiedades iba al banco y no a los jugadores. La única forma en la que los propietarios podían ganar dinero era si construían casas sobre los lotes.

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Tableros hechos a mano

El juego del propietario fue un éxito entre los seguidores de las ideas de Henry George. Magie personalmente dibujó varios tableros hechos a mano y los repartió entre algunos de sus amigos, quienes a su vez hicieron lo mismo con los suyos. El juego tuvo especial acogida en los círculos académicos. Varios de estos tableros se movían entre los estudiantes de distintas universidades del centro y el noroeste de los Estados Unidos. El juego adquirió vida propia lejos de Magie, poco a poco se perdió su mensaje antimonopolista junto con las reglas alternativas para jugar con el impuesto único. También se olvidó su nombre. Los estudiantes ya no lo llamaban The Landlord’s Game, sino que le ponían distintos nombres como Business o Monopoly.

De acuerdo con Tristan Donovan, autor del ya mencionado libro sobre la historia de los juegos de mesa, Monopoly es uno de los últimos juegos que se popularizó de la manera tradicional: con el voz a voz. “Así es como los juegos de mesa se popularizaban hasta finales del siglo XIX. Antes, si querías un juego, lo copiabas. La gente hacía copias de juegos como el ajedrez y las damas, a veces cambiaban alguna cosa que no les gustaba, otra persona lo veía y también lo copiaba. Nadie era el dueño del juego, no había autores. Solo a finales del siglo XIX aparecen compañías como Parker Brothers que empiezan a tratarlos como productos comerciales”.

A partir de la creación de Magie se hicieron montones de copias del juego, el cual fue conocido con distintos nombres a lo largo de los años. Una de estas versiones, ambientada en Atlantic City y bautizada Monopoly, llegó a manos de un hombre llamado Charles Todd, en Philadelphia. Todd hizo su propia copia del juego e invitó a una vieja amiga de su infancia, Esther Jones a una noche de cena y juegos de mesa. Esther llegó con su esposo, Charles Darrow, quien después de jugarlo, le pidió a Todd que le hiciera una copia.

Eran los años treinta y los estadounidenses se enfrentaban como podían a la gran depresión. Tan solo en Philadelphia había más de 300.000 desempleados, entre los que estaba Darrow, que hace poco había perdido su trabajo reparando radiadores y se sostenía con trabajos temporales que no le dejaban muchas ganancias. El juego de Monopoly que le había mostrado Todd le dio una idea y, después que le dibujó su propio tablero, le pidió a Todd que le hiciera una copia de las reglas del juego. Este accedió y luego de que se las diera, Darrow jamás volvió a hablarle.

Darrow pasaría a ser conocido posteriormente en la historia como el inventor del Monopoly. Tomó el juego que le había presentado Todd y comenzó a venderlo como si él lo hubiese creado. El juego se empezó a comercializar con éxito, tanto así que en 1935 Darrow logró venderlo a la compañía Parker Brothers donde se presentó como el único inventor del Monopoly. Con esta venta, la compañía hizo algunos cambios al diseño del juego: mejoraron el papel moneda, incluyeron las icónicas fichas de metal (el sombrero, el auto, el zapato, etc.) y crearon la mascota: un estereotipo de hombre adinerado del siglo XIX con traje, bigote blanco y una chistera, que hoy es conocido como el Señor Monopoly.

Con la adquisición de la licencia por parte de Parker Brothers, Monopoly se volvió más y más popular. Allí se inició su producción en masa y su auge en el mercado de los juegos de mesa. Gracias a él, Darrow se convirtió en una persona bastante adinerada. Parte de las ganancias de Monopoly también llegaron a Magie, ya que la compañía Parker Brothers investigó si se habían hecho juegos similares anteriormente como parte del trámite de la licencia, y allí encontró el registro de The Landlord´s Game, hecho por Magie años atrás.

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Un juego en el imaginario de todos

Pocos juegos han logrado arraigarse tan profundamente en la cultura popular como Monopoly. “Ahora es tan grande que pensamos en él naturalmente. Dices ‘juego de mesa’ y la gente probablemente piensa en Monopoly en primera instancia”, señala Tristan Donovan. Algo similar opinan los miembros del podcast Estúpido Nerd: “cuando decimos a otras personas que nos gustan los juegos de mesa, de inmediato mencionan el Monopoly. A veces Risk o Cranium, pero todo el mundo habla de él”.

Hoy hay más de trescientas versiones del Monopoly y cada año se producen más. Algunas están inspiradas en series como Los Simpson, Juego de tronos, Breaking Bad o BoJack Horseman; versiones basadas en videojuegos como Fortnite y League of Legends; hay Monopoly para distintos países, incluido Colombia; hay versiones asociadas a deportes, música, cine, artes, geografía y muchas otras referencias de la cultura popular.

No solo sus montones de presentaciones lo mantienen vigente, también hay nichos de personas que activamente juegan Monopoly más allá de un entretenimiento casual. Entre los amantes de los juegos de mesa hay opiniones divididas respecto a este juego: “Monopoly depende de la suerte, la estrategia no es muy alta y la gente tiende a no seguir adecuadamente las instrucciones, por lo que las partidas se vuelven eternas. Además hay eliminación de jugadores donde la persona que pierde tiene que quedarse a ver cómo los demás siguen jugando”, opinan los miembros de Estúpido Nerd. A pesar de sus críticas, esto no ha impedido que se desarrolle una escena competitiva alrededor del juego, donde incluso se llevan a cabo torneos entre jugadores expertos.

Para Tristan, parte del atractivo del juego radica en “la posibilidad de tener grandes sumas de dinero. Además, es fácil identificarse con las situaciones. Algunos juegos de mesa podrán ser sobre fantasía, como Calabozos y dragones, o viajes en el espacio, cosas con las que no es fácil identificarse. Todo el mundo puede identificarse con rentar o tener una propiedad y tratar de ganar dinero. Es fácil relacionarse con él, porque es sobre cosas del día a día”.

Nuestro Monopoly

A lo mejor este no sea el párrafo más adecuado para confesar que nunca en mi vida he jugado al Monopoly. No obstante, es cierto, nunca lo he jugado. Por lo menos no el juego original ni ninguna de sus más de 300 versiones diseñadas por Hasbro. Sin embargo, sí he jugado Tío Rico y la Bolsa Millonaria, ambos juegos prácticamente idénticos al Monopoly.

Para muchos colombianos puede que sea más fácil asociar sus recuerdos en familia o con amigos alrededor de un Tío Rico que de un Monopoly. El Tío Rico, un producto perteneciente a Juegos Ronda, ha estado en el país aproximadamente desde 1976 “adquirimos la licencia entre el 76 y el 78”, señala Gabriel Martínez, gerente general de Juegos Ronda. Desde entonces se ha convertido en uno de los productos más vendidos por la compañía. En promedio, desde el año 2009 han vendido aproximadamente 37.000 unidades anuales de Tío Rico.

Gabriel atribuye el éxito de este juego también al hecho de poder vivir la fantasía de manejar grandes cantidades de dinero. “La emotividad que le genera a un niño poder comportarse, de alguna manera, como un adulto, dentro de un juego donde puede tener su dinero, comprar propiedades, pedir dinero prestado al banco. Esa mecánica en la que colocamos a un niño y a la familia dentro de un contexto más o menos de la vida real”. Esto sumado a la figura de Tío Rico McPato, un personaje de Disney casi tan famoso como el Señor Monopoly, contribuye a que este sea un producto recordado por muchos colombianos.

Sea Tío Rico, el Señor Monopoly, o cualquier otro personaje el que esté impreso en la caja, la ilusión de vender y poseer seguirá siendo un juego que estará con nosotros durante muchos años más.

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