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amor a distancia

25 días juntos luego de 270 separados: imágenes de un amor a distancia

Jacqui y Emilio se reencontraron en Indonesia para pasar 25 días juntos después de 270 separados. Quererse a 18’000km de distancia no ha sido fácil, pero así lo han escogido día tras día. Nosotros quisimos escuchar su historia mientras recorrían un país de volcanes e islas regado por el Océano Índico. ¿Cómo llevan eso que a tantos les cuesta? ¿Qué dudas y respuestas, rutinas y ausencias, seguridades y rituales sostienen lo que los une? Aquí nos cuentan lo que a ellos les ha funcionado.

Vamos viajando a 50 kph en una moto alquilada de 125cc entre arrozales, colinas empinadas y aldeas de la isla de Bali en Indonesia a  34ºC, después de haber estado separados 270 días. Es decir, 9 meses. Voy concentrado en seguir la ruta que me indica Google Maps, mientras Jacqui me abraza con fuerza, cuando le pregunto cómo empezaría ella a escribir este artículo.

Conversaciones Valientes

Todo se remonta a una mañana de agosto de 2023, cuando Emilio me propuso tener una “conversación valiente” por primera vez, cuando siempre he sido yo quien suele poner los temas relevantes sobre la mesa. Nos miramos a los ojos y empecé a escuchar con atención, entendiendo entre líneas que era algo que tarde o temprano volvería a pasar. 

Emilio estaba cagado del susto, porque iba a confesarme su deseo de retomar un tercer viaje por el mundo sin fecha de regreso a casa, sueño frustrado suyo que se vio interrumpido a causa de la pandemia cuando se vio obligado a regresar desde India a Colombia en un vuelo humanitario. Para mí, una “conversación valiente” es un diálogo profundo, serio, lleno de respeto y confianza que se debe tener en diferentes momentos y etapas de cualquier relación. 
Esto era algo que yo veía venir tarde o temprano y mi reacción no pudo ser diferente. Con todo el amor que siento por él, no iba a ser yo quien cortara sus alas para volar nuevamente. Yo estaba preparada desde hace mucho tiempo para ese momento.

En este viaje de 25 días hemos encontrado los lugares menos usuales para conversar profundamente sobre los límites en nuestra relación, el valor de la lealtad, los proyectos a futuro, entre muchas otras cosas. Creemos que lo importante no es el contexto sino la intención y esencia de la charla.

El sitio más inusual donde hablamos, fue dentro de un bus nocturno en el que viajamos hacia la ciudad de Yogyakarta por 12 horas, mientras el conductor fumaba como una chimenea y yo usaba tapabocas. Lo peor de todo es que Emilio casi me pierde en una terminal enorme de buses mientras se bajó a comprar algo y yo estaba concentrada matando cucarachas frente a mi silla en el bus. Como él mismo me lo dijo después, nadie se alcanza a imaginar el dolor que sintió en el pecho, pensando que podía perderme en menos de 5 minutos. (Error: no saberse mi número telefónico, cuando nos conocemos hace más de 10 años).

Superar los Miedos y Confiar

Aunque el Parque Nacional de Komodo es considerado uno de los mejores lugares para bucear en el mundo, no estuvo dentro de nuestros planes iniciales y aquí se encargó de darnos nuevas lecciones.
Pensaba que estar cerca de Emilio en este viaje me daría el oxígeno que necesitaba desde hace meses, pero respirar bajo el agua con un tanque a la espalda en la inmensidad del océano Índico junto a él fue aún mejor. Estaba ansiosa y mi corazón iba a millón; así que no se me pasó por la cabeza que ver a un tiburón a dos o tres metros de distancia podría darme tanta tranquilidad y recordarme esos miedos imaginarios que tantas personas externas a nuestra relación llegan a creer que sentimos.

En el buceo, lo más importante es nunca dejar de respirar y al igual que en una relación, para hacerlo, la fortaleza emocional, la transparencia, la lealtad y la confianza en uno mismo y en el otro, son claves para estar tranquilos y en paz a pesar de la distancia.

Símbolos

Indonesia es un país enorme con cerca de 17.000 islas y 143 volcanes activos separados por amplias franjas de mar. Nosotros teníamos poco menos de un mes para recuperar todo el tiempo que habíamos estado separados físicamente. Hemos hecho “todo lo obvio” para mantener una relación a distancia a través de mensajes, videollamadas, domicilios sorpresa, entre otras cosas. Sin embargo, también hemos encontrado nuevas maneras de compartir amor y fortalecer el compromiso a través de símbolos que avivan la relación permanentemente.

Antes de que dejara Colombia para volver a Asia, en nuestro viaje de despedida al Chocó, Emilio me entregó un brazalete de mostacillas rojas, que fue bendecido por una indígena de las selvas del Ecuador para mantenernos unidos cada vez que lo viéramos, lo lleváramos al corazón o alguien nos preguntara por él.

Frente a la salida de vuelos del Aeropuerto Internacional El Dorado, Emilio me dijo que a partir de ese instante y durante todos los días que estuviéramos separados, me preguntaría si quería seguir siendo su novia. Encontramos en esa sencilla pero potente frase la decisión de reafirmar el compromiso de seguir estando juntos todos los días. Ese primer día le dije que sí, así como lo he hecho todos y cada uno de esos 270 días que estuvimos separados.

Desde el comienzo de nuestro viaje por Indonesia tuvimos en el radar visitar el volcán Ijen, uno de los lugares más emblemáticos del país. El día que fuimos a verlo, despertamos a la 01:30 am, caminamos 4 kilómetros con linternas en la cabeza acompañados por un guía. Desde arriba vimos un amanecer surreal. Tuvimos la fortuna de llegar juntos hasta el cráter para ver el lago caliente de color azul turquesa más grande del mundo. Allí extendimos nuestras manos en un gesto de gratitud para recargar nuestros brazaletes con la energía y el rumor que subía desde la caldera.

Contacto Físico

Uno de los retos más desafiantes de superar en nuestra relación, no ha sido viajar miles de kilómetros para cruzar medio mundo, sostener rutinas para mantener el contacto, caminar durante horas para subir montañas o salir de una zona de confort como pareja.

El verdadero desafío es manejar lo que no podemos hacer físicamente: sentir al otro cerca, recordar su aroma, tocarle la piel, abrazar interminablemente, besar con sentimiento, mirar a los ojos con tranquilidad, sentir el corazón latiendo, tener intimidad…

Sin embargo, gracias a la tecnología nos hemos sentido cerca en muchos momentos y podemos vernos al menos en tiempo real. Una sonrisa, una voz quebrada o un gesto con las manos hace toda la diferencia en estos tiempos; la pantalla se convierte en una ventana al alma del otro y nos ayuda a acortar la distancia. Asimismo, cualquier audio de WhatsApp lo podemos escuchar y repetir cientos de veces para volver a recordar la voz de la persona que amamos. Enviar fotos, videos o selfies, es una forma de compartir pequeñas fracciones de nuestras vidas y sin duda alguna nuestro puente de conexión entre Colombia y cualquier rincón del mundo.

Siento que el vacío, la ausencia física que tuve al estar separada de Emilio durante tantos meses, se rompió en la milésima de segundo en que salí del Aeropuerto Internacional Soekarno-Hatta en Yakarta. Tiré una maleta al piso y lo abracé. Parecía como si el tiempo no hubiera pasado.
[Nota de Emilio: si de contacto físico se trata, este viaje nos ha permitido llegar a un nivel de confianza tan alto y recursivo, que el día en que Jacqui fue picada por una abeja cerca de su ojo en este viaje, tuve que quitarle el aguijón yo mismo e incluso ponerle un poco de mi orina sobre la picadura en la ceja para calmarle el ardor que estaba sintiendo. Y de todos modos, a las 05:00 am del día siguiente, la estaba llevando a un centro médico porque tenía el ojo como una bola de ping pong.]

Construir

Una de las sensaciones que compartimos en este viaje, fue la de admirar la grandeza y longevidad de los templos. Emilio me dice que en estos días él, un arquitecto frustrado y no graduado, se ha enamorado una vez más de su novia, pero también de cada santuario, arco, estatua o puerta de la arquitectura balinesa. Cuando caminábamos a través de ellos, reflexionábamos sobre el esfuerzo tan impresionante que tomó construir y mantener cada detalle para hacerlos únicos en el mundo.

En esos templos que tanto han perdurado, pensamos mucho en todo lo que nosotros hemos tenido que aportar en esta relación para, peldaño a peldaño, seguir construyendo desde la distancia nuestro propio templo sobre bases cada vez más sólidas.

Emilio me hizo madrugar casi todos los días, porque así podríamos aprovechar más el tiempo y evitar las aglomeraciones de turistas. Un día, sobre las 7:30 am, estuvimos solos como dos hongos recorriendo el templo budista más grande del planeta, Borobudur. La tradición indica que debes darle 3 vueltas en el sentido de las manecillas del reloj, porque hacia adelante construimos el futuro y hacia atrás, volvemos al pasado. Mientras andábamos, Emilio comenzó a darle forma a un proyecto muy especial para nosotros, cuando tuvimos una revelación.

Vio uno de los grillos más grandes que cualquiera de los dos haya visto en su vida. Se arrodilló para fotografiarlo durante un par de minutos y al buscar lo que simboliza este animal, encontramos que en Asia representa una conexión espiritual, buenos presagios, prosperidad y abundancia. Justo lo que buscamos y esperamos para nuestro proyecto de vida.

Compromiso

Mientras escucho a Jacqui relatar todas estas cosas, recuerdo cuando, luego de dos días de barco, llegamos a Pulau Padar. Habíamos planeado conocer este sitio hace meses. Sobre las 4:30 am debíamos acelerar el paso para llegar a lo más alto de la isla y ver desde allí no solo el amanecer, sino también una de las vistas más alucinantes de todo Indonesia. Esa mañana volví a recordar lo especial que se siente tenerla frente a mí, observarla a través del visor de mi cámara, contemplar su belleza y agradecer por estar tan cerca de ella. En esta vida, cuando nos sacrificamos y luchamos por algo que deseamos con el corazón, al final recibimos una recompensa.

Nos conocimos hace 10 años a través de un proyecto social con habitantes de calle que cree en las segundas oportunidades. Desde entonces, hemos crecido juntos, nos hemos complementado, aprendido mucho el uno del otro y llegamos a enamorarnos después de algunos momentos difíciles. Estamos convencidos de que nos merecemos.

Cuando miro hacia atrás, lo que veo es todo el esfuerzo que hemos hecho entre los dos para ser felices y poder compartir una vida juntos, incluso meses en los que nos separa un océano y varios continentes. En la cima de aquella montaña, entre la grandeza e inmensidad de este lugar lleno de vida, entendí que la silueta de la mujer que estaba ante mis ojos, es la de la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.

Sabía que ese día en Pink Beach tendría la oportunidad de entregarle a Jacqui un par de corazones de jaspe rojo. Es la piedra del amor, la pasión y las grandes emociones, de un color muy acorde a la arena rosa y los corales rojos de ese lugar. Un nuevo símbolo para reafirmar el compromiso de tener y cuidar el corazón del otro; una verdadera declaración de principios. Una promesa que se renueva todos los días.

Jacqui no sabía que yo planeaba darle un regalo ese día, mientras careteábamos en las aguas color turquesa llena de pequeñas medusas. Yo revoloteé por todo el arrecife tomando fotografías y no conté con que los corazones guardados en mi bolsillo se iban a salir. El susto que sentí, ni les cuento, pero me comprometí a encontrarlos en medio de los corales. Me sumergí decenas de veces hasta que los recuperé. En todo caso, Jacqui no esperaba que mientras veía peces de colores bajo el agua, yo de la nada, le extendería mi mano con la sorpresa.

Despedidas

Luego de muchas horas de vuelo para encontrarnos, visitar ciudades, explorar templos, ascender volcanes, andar en moto en medio de aguaceros, probar comida típica, sumergirnos en las profundidades del mar, viajar en buses pasados de cigarrillo, conocer la cultura indonesa, perder vuelos, ir a un centro médico, conectar entre islas a través de ferrys, perdernos entre callejones, regatear con locales, reír, bailar, llorar, agradecer y mucho más… Llegó el momento de distanciarnos físicamente de nuevo.

Una de las cosas más importantes que le entregué a Jacqui antes de despedirnos, fue la bitácora que construimos a lo largo de este viaje, como las que me han acompañado a lo largo de mis viajes; un diario que relata, guarda y deja testimonio de este reencuentro.

Esta despedida fue mucho más difícil que la de hace 10 meses; porque después de estar tanto tiempo juntos, este viaje hizo que la despedida fuera más emotiva y nostálgica que nos dejó con el corazón revuelto, pero que al final nos deja con la tranquilidad y la convicción de que pronto estaremos juntos otra vez.

Cada minuto que pasó lo vivimos intensamente, disfrutando el hoy y el ahora, valorando absolutamente todo; desde una mirada, una caricia o un beso, hasta sentarnos en un andén a desayunar sandwich de huevo con jugo de naranja. Cerramos este artículo a 18.300 kilómetros de distancia con una videollamada que conecta dos corazones una vez más, desde Koh Phangan en Tailandia hasta Bogotá en Colombia.

Emilio Aparicio Rodríguez

Fotógrafo profesional con formación en Taller 5 y estudios en Fotografía Documental, Fotoperiodismo y Street Photography. Ha sido docente en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la Escuela de Misiones Internacionales y Acción Integral del Ejército. Speaker en TEDx Las Aguas y el Primer Encuentro de Fotografía Urbana de FUJIFILM. Reconocido en Fotomaratón, National Geographic Colombia y Premio Arte Joven Colombia. Ha participado en exposiciones en Colombia, Francia y Cuba. Conoce 37 países y ha sido voluntario en Islandia, Kenia, Tanzania, India y Nepal.

 

Fotógrafo profesional con formación en Taller 5 y estudios en Fotografía Documental, Fotoperiodismo y Street Photography. Ha sido docente en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la Escuela de Misiones Internacionales y Acción Integral del Ejército. Speaker en TEDx Las Aguas y el Primer Encuentro de Fotografía Urbana de FUJIFILM. Reconocido en Fotomaratón, National Geographic Colombia y Premio Arte Joven Colombia. Ha participado en exposiciones en Colombia, Francia y Cuba. Conoce 37 países y ha sido voluntario en Islandia, Kenia, Tanzania, India y Nepal.

 

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