A mano con Paula Bossio
Paula Bossio está loca. Se ríe y hace muecas todo el tiempo. Y por esa habilidad de llevar el gesto a su máxima expresión, ella aún piensa en ser actriz.
s conocida en el medio por sus libros El lápiz, Los direfentes y Había una vez tal vez, piezas que la han llevado a la creación de mundos donde la inspiración en su propia experiencia parece casi surreal. Se trata de historias que se hilan por un deseo de búsqueda que tropieza con elementos o personajes que la llevan a otro lado, nada más.
Es diseñadora gráfica de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, trabajó en publicidad –el gremio por el que casi todos los artistas pasan alguna vez–, y ese destiempo y presión que se vive dentro de la creación de una campaña le dejó algo más que un look cool. Paula supo cómo partir de una idea y plasmarla de la manera más pura y clara posible. “Algo chévere que aprendí fueron los procesos de pensamiento: las ideas no se agotan”, dice la ilustradora.
Ha ilustrado libros de diferentes editoriales nacionales como SM y Alfaguara e internacionales como Pigeonhole Books y SKT, de Australia. Además ha sido reconocida en concursos internacionales de ilustración como Noma (Japón 2002 y 2004) y Katha (India 2010), Los direfentes y Había una vez, tal vez son libros altamente recomendados en Fundalectura y recibió mención de honor en el concurso de libro álbum “A la orilla del viento” del Fondo de Cultura Económica, por Carrusel, el trabajo que luego se convirtió en El lápiz.
Este último es bien especial para ella pues comenzó siendo la historia de una niña que encontraba un hilo que jugaba con ella y viceversa y, al final, hallaba a su oso descosido. Paula no estaba convencida de la narración y simplemente la dejó quieta; tiempo después, cuando estaba haciendo un posgrado en ilustración en Barcelona, retomó el proyecto y creó a un niño que formaba parte de la historia de Carrusel, como se llamaba en ese entonces. Lo envío al concurso mexicano sin mayores esperanzas y un par de meses después recibió una llamada que le anunciaba que había obtenido una mención honorífica; entonces se puso a llorar: “nunca pensé que el libro llegara a esta dimensión”.
Después de obtener el reconocimiento, tuvo que negociar con la editorial por la estructura y la historia del libro, un proceso de edición que hizo que Carrusel, de 42 páginas se convirtiera en El lápiz, de 24. “Me parece muy bien editado. Realmente ha volado solo y me ha hecho famosa, aunque suene chistoso”, afirma la ilustradora.
A diferencia del boom digital en la creación de ilustraciones, Paula combina las dos técnicas: el lápiz y el computador. “Yo lo que hago es trazar todo en lápiz a blanco y negro y luego lo escaneo. Tampoco pretendo que se vea tan perfecta la línea ya que eso es lo rico de la textura que me da el lápiz. Así se vea muy digital, yo siempre trato de empezar muy a mano”, confiesa.
Por eso, aquí le dejamos unos consejos sobre lo que un ilustrador debe y no debe hacer (vienen con el humor y la locura de Paula, así que escuche y diviértase).
Podrá conocerla en el Congreso internacional de Ilustración que se llevará a cabo del 23 al 25 de abril en Corferias, como invitada nacional. Paula dictará el taller “Revoltorio” el domingo 26 en el Pabellón Juvenil Colsubsidio - La Tienda de Melquiades.
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