La ilustración fantástica de Caroca
Sus tonos pastel, sus cuerpos dinámicos y su enérgica línea dinámica hacen inconfundibles su trabajo. Colaboradora de Bacánika y participante del Salón Visual en varias ocasiones, Carolina Cardona es una poderosa representante de su generación.
Carolina Cardona nació y estudió en Itagüí, Antioquia. Como una de las ilustradoras antioqueñas más prolíficas de años recientes, se ha destacado por construir mundos cargados de color y vida, con influencias claras de la estética nipona del arte masivo, pero con un giro propio que hace de su estilo uno de los más reconocibles en el contexto nacional. Sus invenciones la han llevado a recorrer diversos caminos profesionales que le han servido para cultivar diversos aprendizajes, lográndose desempeñar en campos tan diversos que van desde la ilustración editorial al diseño de interfaz para videojuegos, pasando por la animación para videoclips musicales o el diseño publicitario. Como colaboradora frecuente de Bacánika se ha hecho un espacio en nuestro afecto. Ya es hora de contar su historia y de perfilar su arte.
“Desde siempre me ha gustado dibujar, desde chiquita. Pero empecé a hacerlo más seguido cuando estaba en décimo de bachillerato, porque mi abuelito me regaló mi primer computador y mi primera tableta gráfica”, explica Cardona desde su estudio personal. “Ahí empecé a dibujar, porque quería hacer cómics. Estaba súper influenciada por el manga y por el anime. La tableta no era muy buena, por lo que no pude explorar muchas opciones. Seguí dibujando en tradicional hasta que pude comprarme una Wacom”, añade. Con esta herramienta en su poder, Cardona empezó a recorrer las varias esferas sociales del Internet, dialogando con internautas de intereses afines e ingresando al universo de los juegos de rol, para el que diseñaba personajes y se inventaba historias. La decisión de ser ilustradora estaba tomada, pero el contexto no era, y aún no lo es, el idóneo para desarrollar sus ambiciones.
“En Itagüí no hay nada de eso. De hecho, en Colombia todavía no hay una carrera tradicional de ilustración, solo cursos o técnicas”, explica la antioqueña. Cardona estudió un técnico en Diseño Gráfico Digital en el CESDE que complementó con una beca que recibió del municipio de Itagüí para adelantar estudios en Pintura y Dibujo en la Escuela de Artes Eladio Vélez. Esta doble posibilidad de aprendizaje le permitió entender las modalidades del dibujo digital, complementando su experticia con la comprensión de conceptos claves de composición y el estudio de varios medios, del óleo al acrílico, que enriquecería más adelante su habilidad técnica en la ilustración. “Cada uno de los proyectos que tenía que hacer eran ilustrados, llenos de dibujos. Eso permitió que mi portafolio tuviera ese énfasis”, añade la artista, quien pronto empezó a trabajar en agencias publicitaria como gráfica, aunque aportando también desde su habilidad como ilustradora.
“Aparte de mis deberes como gráfica, tenía que ilustrar. Fue demasiado”, comenta Cardona sobre sus primeras experiencias laborales. El ritmo de agencia aportó a su habilidad para trabajar con un marco de tiempo reducido, además de entender las especificidades de la visión particular de un cliente. Hasta entonces la ilustradora había construido un diferencial que nació de interés adolescente por el anime y el manga, primero por la historia del séptimo Hokage, Naruto, y luego pasando por el universo del shojo y el yaoi, géneros más asociados al interés de consumo de la demográfica femenina. Me di cuenta de que, por lo menos en esa época, acá en Colombia, no era muy apreciado ese estilo. Si yo seguía dibujando así, no me iban a contratar”, ilustra sobre la definición de su diferencial de marca. “. Llegué a un estilo propio que me gustaba mucho, pero me quitaba demasiado tiempo. Por eso tuve que buscar un equilibrio que resultó en lo que ahora hago: una línea limpia, un color limpio, pero con texturas. Siento que en los ojos y en la forma de la cara se conserva esa influencia del anime”, agrega.
Cardona pasó de la vida de agencia, acelerada y caótica, a la del estudio de videojuegos, también acelerada y caótica, pero con más personajes. En Timba Games Caroca entró a bocetar, pero pronto empezó a trabajar como diseñadora de interfaces, trabajo que aún practica para Dreams Uncorporated, creadores del aclamado CrisTales de 2021 y en donde ahora se desempeña como líder de ilustración. Todos estos aprendizajes han sido formativos para Caroca, quien pronto empezó a colaborar con ilustraciones para artículos en nuestro portal. El ritmo de agencia le ha permitido aprender a manejar con inteligencia su tiempo para aprender a determinar qué proyectos de ilustración puede o no aceptar, pues además anima videos educativos o musicales junto a su novio, con el que cariñosamente dice “tener una microempresa”, entre sus respectivas cargas laborales.
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Este ritmo, sin embargo, la ha obligado a simplificar una serie de procesos. “Antes hacía los bocetos en una bitácora con un lapicero, porque me sentía más creativa así”, recuerda. Ahora lo hago todo en digital. Antes lo hacía en papel, le tomaba la foto y empezaba a trabajar. Ahora boceto en digital. Me gusta hacerlo con colores, con varias capas para poder moverlas. Cuando ya me gusta, empiezo a hacer el proceso de la línea. Me gusta mucho usar el ruido, pixelar las cosas”, explica sobre sus procesos creativos en la actualidad. Esta elaboración metódica a la hora de abordar proyectos tiene también sus beneficios, pues le permitió desarrollar en tiempo récord un curso para una de las plataformas de e-learning líderes a nivel mundial sobre el color digital para ilustraciones tipo Manga.
“Me contactaron por Instagram desde una cuenta que no era la de la empresa. Era una especie de cazatalentos”, recuerda sobre cómo empezó a trabajar en el curso que estrenó en agosto de 2021. “Creí que era una broma o una estafa, pero igual me reuní con ellos al día siguiente”. Al corroborar que hablaba realmente con el equipo de la plataforma, accedió a desarrollar en un periodo de tiempo prudente toda una serie de módulos y lecciones. “Pero alguien les canceló la grabación y ellos no podían perder ese tiempo, el alquiler de los espacios y del equipo. Entonces terminó siendo un plazo de menos de un mes el que tuve para diseñar todo. Fue muy caótico. No pude ni escoger bien la ropa con la que iba a salir”, explica sobre la experiencia. “Fueron dos días de grabación. Después las lecciones en las pantallas las grabé en mi casa”.
A pesar de todo, Caroca es una artista que ha aprendido a reinventarse con cada nueva experiencia y salir bien librada de cada una de estas pruebas que se le presentan: “Viendo los proyectos finales de mis estudiantes se nota que sí aprendieron algo. Han aplicado los aprendizajes de la teoría de color, las luces, la composición”, añade satisfecha, recordando que la mayoría de los comentarios sobre su labor como docente han sido positivas. Caroca vive en un mundo fantástico de continuo aprendizaje, un lugar en el que, para que sus sueños coloridos se materialicen, debe entregarse con dedicación y responsabilidad a su arte, evolucionando con cada nuevo dibujo, reinventándose con cada nueva tecnología que aparece.
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