La nueva joyería colombiana

La investigación de un grupo de joyeros colombianos ha resultado en piezas que mezclan arte y diseño para adornar el cuerpo. Su trabajo representa un movimiento que merece revisarse y que todos los años se reúne en Expoartesanías.

sabel II tiene muchos broches y fama de usarlos para expresar su sentir. Durante la primera visita de Estado de Trump al Reino Unido, entre otros broches, se puso el que le regalaron los Obama en 2011. Los ganadores de cada Super Bowl reciben anillos enormes como parte de su premio. La congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez, progresista, hija de padres puertorriqueños y nacida en el Bronx, ignoró la etiqueta y llevó aros grandes y labial rojo durante su posesión. La idea de ser reina (del universo, de Colombia, o de la papa) no está completa sin una corona.

Quienes no somos monarcas, políticos o deportistas tenemos, guardadas las proporciones, la misma relación con las joyas. Usamos joyas para comunicar que hoy cumplimos años, que nuestras raíces están en cierto lugar o que recordamos a la persona que nos regaló una pieza específica. Como con las prendas de vestir, es una relación sobre la cual tomamos decisiones todo el tiempo: usamos lo que usamos dependiendo de nuestras prioridades, nuestras capacidades, nuestras sensibilidades y nuestras opciones. La sorpresa llega cuando las posibilidades se amplían, y además del oro y las esmeraldas, aparecen la joyería contemporánea y su constante exploración de materiales, técnicas y aplicaciones. El resultado no solo son joyas, sino un movimiento que merece ser revisado.

- Joyas de Tatiana Apraez, Afrolinda y Lastra -

Los joyeros contemporáneos de Colombia se reúnen cada año en Expoartesanías, una feria que tendrá lugar hasta el 17 de diciembre en Corferias, Bogotá. Hay muchos (en la feria y fuera de ella), pero el trabajo y la investigación de Nuria Carulla, Tatiana Apraez, Linda Sánchez, Leila Riaza y los chicos de Lastra, Jesús Suárez y Juan David Vargas, plantea un buen panorama de la joyería contemporánea colombiana.

Nuria Carulla tiene más de 40 años en el oficio y una reputación. Otros joyeros se refieren a ella como “la mamá” de la joyería contemporánea colombiana, y muchos —sino todos—, han sido sus alumnos. Su rol como educadora ha contribuido a que haya una suerte de gremio de joyeros contemporáneos en Colombia y a que nosotros, el público, busquemos sus productos. “Si usted le pregunta a cualquier joyero acá”, dice Nuria, “todos tienen un cuento, su propia historia y un lenguaje”. Nuria ha impulsado la investigación y la exploración como una parte clave del proceso de los joyeros e insiste en que “cualquier material es digno de ser joya”, pero también en que hay que aprender a “pasar por el tubo” y pensar en que al final de toda esa libertad creativa hay un usuario.

Su trabajo más reciente está compuesto de láminas de plata con curvas y perforaciones geométricas que al superponerse crean una sensación de orden dentro del caos. A lo lejos, una de sus series, hace una alegoría a la libertad de creación mientras traduce la mirada de un pájaro que vuela alto y observa desde la distancia. Chocó, en cambio, se vale del color y de su ausencia para cuestionar lo que ocurre cuando elementos extraños rompen el ritmo y la armonía que existe entre el ser humano y su entorno.

- Joyas de Nuria Carulla -

Tatiana Apraez tomó sus primeras clases de joyería con Nuria y está entregada a incorporar técnicas artesanales de Nariño, el departamento donde nació, en sus piezas. Sus joyas lucen enchapado en tamo y barniz de Pasto en bases de madera y aluminio, y resultan en una potente mezcla de símbolos culturales que atraviesa el cuerpo. Su discurso es especialmente atractivo porque se siente propio, algo que se logra “en la medida en que uno se ve a sí mismo. Yo no me puedo ver a mí misma sin imaginarme dónde crecí, qué comí, qué he visto”.

- Joyas de Tatiana Apraez -

Tatiana también trabaja como maestra en Materia Prima, una escuela que cofundó con Linda Sánchez, la joyera detrás de Afrolinda. El trabajo de Linda está atravesado por investigaciones relacionadas a los hongos, los nenúfares y los líquenes, ideas que la van llevando por técnicas o materiales específicos como las rocas, los corales muertos y la resina para llegar a un objeto final. Sus series son limitadas y en algunos casos, de piezas únicas. En esa medida, para Linda, el usuario y la relación que pueda entablar con sus joyas es clave: “hace unos años una niña se acercó a contarme que su abuela murió y que le dejó unos aretes que yo hice. Me pareció muy bonito tener esa conexión con ella y saber que la conexión solo ocurre con este tipo de joyería, no con lo que compras porque está de moda y regalas cuando deja de estar de moda”.

- Joyas de Afrolinda -

Leila Riaza, una joyera española que ha estado radicada en Colombia de manera intermitente desde 2008, trabaja con porcelana hace seis años. La idea de usarla surgió porque no quería trabajar únicamente con metal y porque las piedras requieren una inversión alta. Bajo el agua, su serie más reciente, explora los colores y las formas que la porcelana puede adquirir, y las mezclas y sistemas que se pueden lograr con la plata. Su trabajo es el resultado de un cuestionamiento constante: “No sé si quiero hacer porcelana todo el tiempo” versus “tengo que tomar un camino que me diferencie de otros joyeros”.

- Joyas de Leila Riaza -

Entre el trabajo de estas cuatro joyeras, que redunda en el color y las formas grandes, destaca Lastra, una marca de Medellín liderada por los joyeros Jesús Suárez y Juan David Vargas. Lastra trabaja con formas minimalistas y tres materiales: oro, plata y cobre. También hacen joyería “sin género”, un concepto que dicen que tienen que explorar más, pero que por ahora radica en que sus piezas pueden usarlas mujeres, hombres, y todas las identidades que existen en medio. Jesús y Juan David son arquitectos y sus piezas están influenciadas por elementos de esa disciplina como la línea y el plano, pero también por los gustos de sus primeros clientes (sus compañeros de universidad) que les pedían ear cuffs y piercings. De todos los joyeros que consultamos para este artículo ellos son los únicos que venden a través de redes sociales, y también parecen ser los únicos que tienen perfilados a sus clientes: personas con intereses como el diseño y las artes, integrantes de la comunidad LGBT y hombres (aunque dicen que en Expoartesanías les han comprado sobre todo señoras mayores).

- Joyas de Lastra -

Los creadores de Lastra aseguran que la joyería contemporánea ha facilitado una transición entre pagar por materiales y pagar por ideas. Ahora, como ellos dicen, el intercambio de ideas y de mensajes entre joyero y usuario —entre quien dice algo y quien está dispuesto a escuchar—, hace parte de la experiencia emocional que es usar joyería.

Nuestra relación con las joyas está atravesada por la estética, el recuerdo y la emoción, pero pasa por nuestro cuerpo y en esa medida es una relación que siempre podrá ser íntima y potente. La joyería contemporánea existe como un medio de expresión para los joyeros, pero también como una herramienta que en estos cinco casos está perfectamente pensada y ejecutada para que los usuarios podamos decirnos a nosotros mismos y al mundo quiénes somos.