Diez discos colombianos imperdibles que salieron en 2018
-Diciembre 19, 2018
Este año se publicaron varios discos en Colombia que valen la pena ser escuchados y, sobre todo, ser comprados. Escogimos diez álbumes que brotaron de esta fértil tierra musical que, año tras año, evoluciona y nos ha dado razones de sobra para ponerle atención a lo que está pasando acá, en nuestras narices. Entre con confianza que hay para todos los gustos. Spoiler: no está Vibras de J Balvin.
Lo siento, pero la persona que siga diciendo que en Colombia no se hace buena música no está escuchando con suficiente atención o se quedó dormida en los laureles del tropipop. La escena independiente del país, en especial la de Bogotá y Medellín, ha tenido una efervescencia revitalizadora en los últimos años. Estamos en una época en la que, mes a mes, nacen nuevas bandas con propuestas serias que navegan por géneros como el rock, el hip-hop, la chicha, el jazz, la carranga, el metal y el trap. Es decir, hay música para todos los gustos.
Aprovechando este gran momento musical hicimos un listado de diez álbumes colombianos publicados este año que cualquier persona curiosa debería escuchar. Hay varios géneros y siete LP debut, todos salidos de las entrañas de la autogestión: un universo cada día más vasto donde perderse resulta fácil, pero donde uno puede tener la suerte de toparse con bandas colombianas como estas.
He aquí la lista.
Los Rolling Ruanas y su Sangre caliente
Los Rolling Ruanas son unos rockstars. Desde que se hicieron conocidos con sus covers cundiboyacenses de clásicos como “Toxicity”, “Paint It Black” y “I Was Made for Loving You”, su carrera hacia la cima de los Andes no ha parado. Este año publicaron Sangre caliente, su segundo álbum de estudio, y es bastante admirable ver cómo estos cuatro rolos han podido hacer rock a través de la carranga. Sin necesidad de una batería, este álbum es perfecto para poguear, brindar con vasos desbordados de cerveza y, sobre todo, para honrar la música campesina.
Como lo dijeron en su presentación de Rock al Parque de 2017, “(...) el rock no está en crisis, muchachos, los que están en crisis son las personas que piensan qué es rock y qué no es rock. Así que esta es nuestra manera de hacer rock”. Y sí, un tiple afilado, una guitarra fiera, un requinto vertiginoso y una guacharaca gutural, hacen de Los Rolling Ruanas una de las propuestas más contundentes —y ahora necesarias— de Colombia.
Si quieren saber más sobre la historia de esta agrupación, éntrenle al documental que lanzó recientemente Canal Trece sobre el corto pero contundente paseo de olla que han tenido estas Ruanas en la industria musical.
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Mabiland y su 1995
Mabely Largacha, más conocida como Mabiland, es una de las artistas más interesantes que ha parido la escena independiente colombiana. Si bien ya había publicado en 2016 su EP Ciclos, no fue sino hasta este año que entró a ser un referente a nivel nacional gracias a su primer LP llamado 1995. Mabiland nació en Quibdó, Chocó, y a sus 18 años se mudó a Medellín para estudiar comunicación audiovisual. Fue ahí donde comenzó a explorar el proyecto que hoy es su motor de vida.
1995, además de ser su año de nacimiento, es una carta de presentación ante el mundo, donde su potente voz narra, de manera honesta, su propio ser. Entre géneros como el soul, el jazz, el hip-hop y el R&B, Mabiland reúne todo lo que está bien: talento, disciplina, estilo y, lo más importante: poder y liberación femenina.
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Montaña y su Coordenadas
¡Ahhh, este es increíble! Rock instrumental para el alma.
Montaña se formó en 2014, dos años después publicaron su primer EP homónimo y en junio de este año dieron a conocer su primer larga duración, Coordenadas: un álbum que le hace honor a su propio nombre y al de la banda. Con temas como “Himalaya”, “Fuji”, “Kilimanjaro” y “Andes”, Montaña nos lleva de la mano en un viaje intercontinental donde la música es un lienzo en el cual cada quien puede pintar lo que quiera, lo que la imaginación delinee a su paso.
Montaña tiene uno de los sonidos más pulidos del momento. Sus presentaciones en vivo son supremamente envolventes e hipnóticas: resulta difícil no cerrar los ojos y perderse en medio de la nebulosa creada por estos cuatro músicos. Es un álbum perfecto para salir a montar bicicleta y andar hasta que las piernas no den más.
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Lucrecia Dalt y su Anticlines
Lucrecia Dalt hace música experimental para gente cuerda que quiere ser demente por media hora. Así se siente su nuevo álbum Anticlines: una exploración hacia lo más profundo de una intimidad sonora que puede significar todo para algunos y nada para otros. No es música fácil de digerir, pero si se escucha con audífonos en un lugar tranquilo, puede ser un viaje lleno de paisajes hermosos que lo llevarán por rincones de su mente que no conocía.
Desde que esta arquitecta del sonido se radicó en Europa —primero estuvo en Barcelona y ahora en Berlín— su carrera se ha desenvuelto con mayor facilidad. Desde ahí ha podido trabajar con la alemana Gudrun Gut, fundadora del sello discrográfico Monika Enterprise, y pudo publicar un EP bajo el sello Other People, del reconocido productor Nicolas Jaar. El pop electrónico altamente experimental de Lucrecia Dalt puede ser raro, sí, pero más que eso es introspectivo, reflexivo y futurista. Así que no se asuste y sumérjase en el universo distópico de Dalt aquí abajo.
Sello: RVNG Intl.
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El Supersón Frailejónico y su De los montes vienen bajando
Fue una grata sorpresa toparse con De los montes vienen bajando en este artículo, y no tuve otra opción más que pegarle una oída. Desde el primer corte es evidente que este álbum debut está hecho con sumo cuidado y respeto por los sonidos que han brotado del interior del país, donde los paisajes son música. Y eso adquiere más relevancia cuando la agrupación está conformada por ocho jóvenes capitalinos que, probablemente, se criaron rodeados por otros géneros, pero que han sabido rendirse a los pies de una majestuosidad que a veces ignoramos. Como ellos mismos lo dicen “(este álbum) está dedicado a los páramos, bosques, humedales, montañas y a todos los seres que los habitan”.
Recomendación: Si se va de paseo al campo con el fin de dejarse abrazar por la naturaleza colombiana, no olvide llevarse la música de El Supersón Frailejónico con usted.
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Nicolás y Los Fumadores y su Como pez en el hielo
Con solo un álbum de estudio, Nicolás y Los Fumadores se han convertido en los líderes de una escena joven y citadina amante del rock y el pop lo-fi. Santiago, Nicolás, Juan Carlos y Felipe le cantan, sin pretensión alguna, a la vida de un universitario que todavía no la tiene clara, que se gasta su poca plata en fiestas en las que termina bailando solo, y que intenta creerse el cuento de que “todo está al pelo”.
Si usted no es milenial probablemente no se sienta identificado con las letras de esta banda, pero si le gusta el rockcito tranquilo, cadencioso, con dejos de Mac DeMarco y Luis Alberto Spinetta, déle una bocanada a Los Fumadores: es de las bandas jóvenes alternativas que más seguidores ha reclutado en sus filas en el último par de años. Por algo será.
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Sombrío, cauteloso, frenético e hipnótico: así se desenvuelve el primer álbum de Cachicamo. Esta banda, que apareció en el radar hace relativamente poco, le rinde tributo al llano por medio de un jazz de alto nivel, donde se nota que hay músicos estudiados tras cada una de las piezas. Por momentos, Esbozos del Llano se vuelve estrambótico, agresivo, para luego equilibrarse con pinceladas de tranquilidad que permiten disfrutar cada una de sus canciones.
No es un disco para todo el mundo, pero sí es un disco que todo el mundo debería escuchar para conocer las propuestas tan refrescantes que hay en la escena independiente del país. Como bien lo dice su nombre, el disco esboza un llano colombiano amplio e impredecible que quizá no se hace sentir en cada nota, pero sí en la atmósfera que lo rodea a medida que el disco avanza. Es música perfecta para escuchar en soledad, junto a una chimenea y con la disposición de dejarse abducir.
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Pocas bandas en Colombia hacen la música que estos manes hacen. Sí, acá se hace mucho metal, pero no de este estilo. A este álbum llegué gracias a una reseña que hizo el youtuber musical El Enemigo, y apenas le di play se apoderó de toda mi atención. Como bien lo dice la reseña, su sonido está enmarcado dentro del post-metal y el blackgaze, géneros donde la reverberación, las voces guturales y las baterías vertiginosas le dan forma a una atmósfera cautivadora y distorsionada.
Si usted no es amigo de los sonidos pesados, probablemente no le va a gustar Vorágine, pero quienes sí los disfrutan, encontrarán en Aquelarre un álbum debut que entremezcla sombras coloridas con aires melancólicos que dan como resultado una descarga catártica y empoderadora. Es importante mencionar que Aquelarre fue grabado y producido por Black Manthra, un parche caleño comprometido con los sonidos pesados.
Sígales la pista por acá.
La chicha peruana es perfecta para tomarse unos rones y bailar desprevenidamente con la tía o el tío. Dentro de esa playlist —que de seguro cobra aún más importancia en diciembre— deberían meter por lo menos una de las canciones del primer álbum de Los Yoryis: una banda bogotana comprometida con el sudor inherente a la fiesta y el goce.
Una vida es un álbum instrumental donde la guacharaca es la voz principal. A medida que el álbum avanza, la psicodelia andina se va apoderando de sus interlocutores hasta tal punto que el baile se vuelve necesario, obligatorio. Eso sí: la mejor parte de Los Yoryis son sus presentaciones en vivo. Si se topa con alguna fiesta en Facebook con estos manes, vayan a verlos. Sin mente.
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Este es uno de los álbumes más esperados del hip-hop bogotano. El rapero N. Hardem y el productor Diego Cuéllar, de Las Hermanas, estuvieron trabajando de la mano durante dos años para sacar uno de los trabajos más experimentales que ha visto este género en Colombia durante su historia. Y como todo buen álbum experimental —grabado bajo el Sello Indio—, no es fácil de procesar: se necesitan de varias escuchas conscientes para (intentar) entender lo que quiere transmitir esta arriesgada dupla.
El álbum se llama Rhodesia por la colonia británica que, tras su independencia, pasó a ser los países de Zambia y Zimbabue, en África. Es de ahí que, como mencionan sus creadores en esta entrevista para Noisey, se crea una atmósfera hostil y oscura, digna de lo que fue esa colonia en aquel momento. Déle una probada deshinibida a este disco. Si se no le gusta de primerazo, déle una segunda oportunidad: la buena música, al igual que el whisky, puede ser un gusto adquirido.
Sígale la pista a N. Hardem por acá y a Las Hermanas por aquí.
Lupus y su Ribil
Aguas Ardientes y su Guarever
Thomas Parr y su Pity
Arrabalero y su Sudoku A y B
Si usted no es milenial probablemente no se sienta identificado con las letras de esta banda, pero si le gusta el rockcito tranquilo, cadencioso, con dejos de Mac DeMarco y Luis Alberto Spinetta, déle una bocanada a Los Fumadores: es de las bandas jóvenes alternativas que más seguidores ha reclutado en sus filas en el último par de años. Por algo será.
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Cachicamo y su Esbozos del Llano
Sombrío, cauteloso, frenético e hipnótico: así se desenvuelve el primer álbum de Cachicamo. Esta banda, que apareció en el radar hace relativamente poco, le rinde tributo al llano por medio de un jazz de alto nivel, donde se nota que hay músicos estudiados tras cada una de las piezas. Por momentos, Esbozos del Llano se vuelve estrambótico, agresivo, para luego equilibrarse con pinceladas de tranquilidad que permiten disfrutar cada una de sus canciones.
No es un disco para todo el mundo, pero sí es un disco que todo el mundo debería escuchar para conocer las propuestas tan refrescantes que hay en la escena independiente del país. Como bien lo dice su nombre, el disco esboza un llano colombiano amplio e impredecible que quizá no se hace sentir en cada nota, pero sí en la atmósfera que lo rodea a medida que el disco avanza. Es música perfecta para escuchar en soledad, junto a una chimenea y con la disposición de dejarse abducir.
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Vorágine y su Aquelarre
Pocas bandas en Colombia hacen la música que estos manes hacen. Sí, acá se hace mucho metal, pero no de este estilo. A este álbum llegué gracias a una reseña que hizo el youtuber musical El Enemigo, y apenas le di play se apoderó de toda mi atención. Como bien lo dice la reseña, su sonido está enmarcado dentro del post-metal y el blackgaze, géneros donde la reverberación, las voces guturales y las baterías vertiginosas le dan forma a una atmósfera cautivadora y distorsionada.
Si usted no es amigo de los sonidos pesados, probablemente no le va a gustar Vorágine, pero quienes sí los disfrutan, encontrarán en Aquelarre un álbum debut que entremezcla sombras coloridas con aires melancólicos que dan como resultado una descarga catártica y empoderadora. Es importante mencionar que Aquelarre fue grabado y producido por Black Manthra, un parche caleño comprometido con los sonidos pesados.
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Los Yoryis y su Una vida
La chicha peruana es perfecta para tomarse unos rones y bailar desprevenidamente con la tía o el tío. Dentro de esa playlist —que de seguro cobra aún más importancia en diciembre— deberían meter por lo menos una de las canciones del primer álbum de Los Yoryis: una banda bogotana comprometida con el sudor inherente a la fiesta y el goce.
Una vida es un álbum instrumental donde la guacharaca es la voz principal. A medida que el álbum avanza, la psicodelia andina se va apoderando de sus interlocutores hasta tal punto que el baile se vuelve necesario, obligatorio. Eso sí: la mejor parte de Los Yoryis son sus presentaciones en vivo. Si se topa con alguna fiesta en Facebook con estos manes, vayan a verlos. Sin mente.
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N. Hardem y Las Hermanas con su Rhodesia
Este es uno de los álbumes más esperados del hip-hop bogotano. El rapero N. Hardem y el productor Diego Cuéllar, de Las Hermanas, estuvieron trabajando de la mano durante dos años para sacar uno de los trabajos más experimentales que ha visto este género en Colombia durante su historia. Y como todo buen álbum experimental —grabado bajo el Sello Indio—, no es fácil de procesar: se necesitan de varias escuchas conscientes para (intentar) entender lo que quiere transmitir esta arriesgada dupla.
El álbum se llama Rhodesia por la colonia británica que, tras su independencia, pasó a ser los países de Zambia y Zimbabue, en África. Es de ahí que, como mencionan sus creadores en esta entrevista para Noisey, se crea una atmósfera hostil y oscura, digna de lo que fue esa colonia en aquel momento. Déle una probada deshinibida a este disco. Si se no le gusta de primerazo, déle una segunda oportunidad: la buena música, al igual que el whisky, puede ser un gusto adquirido.
Sígale la pista a N. Hardem por acá y a Las Hermanas por aquí.
Otros álbumes del 2018 para tener en el radar:
Lupus y su Ribil
Aguas Ardientes y su Guarever
Thomas Parr y su Pity
Arrabalero y su Sudoku A y B
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