
Otro fútbol posible: mujeres barristas por la feminización del deporte
En Colombia hay parches de mujeres coreando duro desde las barras de los equipos de la liga profesional colombiana. Además de crear espacios seguros y dar mayor visibilidad para mujeres referentes dentro y fuera de la cancha, las mujeres futboleras a nivel nacional se han organizado buscando presionar y exigir mejores condiciones para la liga profesional femenina. La autora habló con varias de ellas: aquí lo que le contaron.
El 15 de septiembre de 2024 en el estadio Pascual Guerrero de Cali, las selecciones femeninas de Colombia y Países Bajos disputaban su lugar para la semifinal del Mundial Femenino Sub 20. Dos goles de Karla Torres igualaron el marcador con las neerlandesas y le dieron una esperanza al país en la ronda de penales. La emoción y la tensión se sentían en el aire durante el receso para el cobro. El público alentaba y gritaba los nombres de las jugadoras. Nunca antes visto.
Los penales terminarían en un 3–0. Así culminó la participación del conjunto colombiano en el torneo y con un récord de asistencia en la historia del fútbol femenino en Colombia: 37,382 personas en el público del que hacían parte hombres, personas mayores, niños, pero sobre todo, mujeres y niñas. Unas tribunas que, por primera vez, reflejaban un escenario justo para el fútbol femenino colombiano.
La masculinización del fútbol
La masculinización de los deportes es una de las expresiones más rampantes del patriarcado. En el fútbol, hay una exacerbación de discriminación contra las mujeres y niñas desde la primera rodada de balón. Esto ha quedado claro en varias oportunidades como cuando en 1970, la asociación inglesa prohibió a las demás asociaciones del mundo el préstamo de espacios como canchas o estadios a las futbolistas –o serían expulsadas de la Asociación de Fútbol–, lo que desencadenó que el fútbol femenino se haya prohibido en países como Inglaterra y Brasil. De ahí que tampoco sea de extrañar que la FIFA siga sin reconocer la Copa Femenina del 71. O que actualmente Colombia no tenga una liga femenina digna y que, lo poco de esta, se haya puesto en marcha apenas desde 2017.
En Colombia se ha dado una verdadera batalla sistemática para lograr condiciones integrales, así como desempolvar la historia del fútbol femenino y visibilizar su presencia en estos espacios. Equipos profesionales como el Deportivo Pereira, el Deportivo Independiente Medellín, el Club Deportes Tolima, Millonarios FC, Independiente Santa Fe y el Once Caldas, todos de la A masculina, tienen entre sus barras parches exclusivamente de mujeres.

En total hay 10 colectivas feministas y futboleras en el país, según el documental Sin Nosotras Nunca Más (2023). Aunque las mujeres siempre han estado en los estadios, el parche Morganas de Deportes Tolima, perteneciente a la barra Revolución Vinotinto Sur, es reconocido como el primero en Colombia. Nació sin saber que le abriría camino a los demás parches femeninos del país en un espacio tan difícil, masculinizado y hostil como el barrismo.

Mujeres barristas
Mónica Peña lleva 24 años apoyando a Deportes Tolima y es la única de las fundadoras de Morganas que sigue activa. Sus hermanos la llevaron por primera vez al estadio. Después de un tiempo de convertir la ida al estadio en un ritual y hacer parte de la barra popular, decidió crear el parche junto con su hermana y dos amigas. Querían un espacio exclusivamente de mujeres para sentirse seguras.
En abril de 2004, colgaron su tela por primera vez. “Si no hay tela, no eres barra”, recuerda. La aceptación de la barra tuvo que ver con que las conocieran desde pequeñas y con que no las tomaran con seriedad. Pero con el tiempo empezaron a incomodar a los hombres, presentando inconvenientes con otros parches. Gracias a los cambios paulatinos en las barras, hoy conviven en un ambiente más tranquilo. Según Mónica, aunque fue difícil, esa hostilidad no ha sido tan extrema como en otros lugares.
En la capital paisa, Sororidad Roja es un parche aparte de las barras populares del Deportivo Independiente Medellín. Nació un 6 de noviembre de 2019, cuando el DIM quedó campeón contra Cali. Su intención era conformar una colectividad de mujeres que compartieran su afinidad por el feminismo y el fútbol. Manuela Arango es politóloga y una de las fundadoras de Sororidad Roja. Se volvió hincha a los 5 años, cuando Medellín ganó su tercera estrella. Recuerda que estaba en casa de su abuela, en un barrio tradicionalmente hincha llamado Alta Vista. “Yo pensé: ‘Ser del Medellín es lo máximo’. Todo empezó por una alegría que pensé que iba a ser constante, pero no”, cuenta riendo. A Manuela le gusta el fútbol porque se disfruta y se compite, también porque es de lo que habla con su papá. De la hinchada que es resistente y que no está a la orden de solo ganar.

Desafortunadamente, no ha sido fácil. Hacer trabajo con enfoque feminista les ha traído acogida de ciertas personas y espacios, pero también les ha generado hostigamientos, rechazo y hasta amenazas.
Myriam Andrea Ordóñez tiene 42 años y desde los 14 asiste a la barra popular de Millonarios FC. Hace 10 años tomó la decisión de no seguir en la barra por temas ideológicos. Ahora parcha con mujeres y lidera la organización Colectivo Fútbola – Fútbol, Mujeres, Conciencia y Sociedad. Es futbolera por su familia, “Para mí el fútbol es un derecho de los pueblos, es un sentir popular. Es un escenario que une y que puede lograr muchas cosas en la sociedad”, resalta Myriam. Afirma que no todo ha sido color de rosa, pero que los avances le dan esperanza.
Juliana Ruiz es hincha del Independiente Santa Fe por su abuelo, pero se identifica más con el fútbol desde su primera ida al estadio. “Comencé a adueñarme de todos esos escenarios futboleros, y todo lo que eso conlleva”. Llegó a ser integrante de la barra popular hasta que el machismo, la misoginia y las malas experiencias la llevaron a salirse. Conformó con otras mujeres el parche La Popular Feminista del cual hizo parte hasta hace poco. Sigue siendo hincha, pero está en proceso de reconciliación con el estadio y lo que vivió allí. Ahora lo habita desde otro escenario, como periodista deportiva con enfoque de género.
Si bien cada región muestra un contexto rodeado de prejuicios y luchas para estas mujeres barristas, todas concuerdan en que Manizales le lleva años luz al resto del barrismo en Colombia.
En el Eje están los parches femeninos Rojiamarillas del Deportivo Pereira (de la barra Lobo Sur), y Futboleras y Fortineras de Once Caldas, pertenecientes a la barra Holocausto Norte. Estos últimos, siendo los más avanzados en equidad, todavía enfrentan sesgos y limitantes. El primero en conformarse fue Fortineras, catalogado como el segundo parche femenino en el país. María José García es trabajadora social y forma parte desde 2016. Dos años antes, cuando comenzó a ir permanentemente estuvo en uno mixto. Para María José no fue inculcado desde pequeña, sus padres “cuidaban” su lado femenino. Aunque su hermano era hincha, con ella eran restrictivos. Por eso comenzó a ir sola. “Era algo que se le permitía sólo a él”, cuenta ella.

Las dinámicas son distintas cuando hay hombres. Incluso sin estar con ellos, es lo que su presencia supone. Puede pasar lo que en otros espacios: acoso, abuso, violencia, hostigamiento, exclusión, discriminación, hipersexualización, objetualización. Es sistemático.
“Toda la sociedad hace que los hombres sean así, pero este es un lugar de esa masculinidad violenta, [que] la exacerba y la afirma”, explica Manuela. Sin embargo, las mujeres en estos espacios van caminando y los cambios se han visto. “Hay todavía muchas personas que siguen disgustadas por eso o que están en proceso de transformación de pensamiento. No es inmediato”, establece Myriam. Es difícil, pero van caminando.
Sin referentes para verse
El contexto para las mujeres y niñas varía para que haya más o menos dificultades en el mundo del fútbol. En el caso de las barristas e hinchas, su gusto hubiese podido escalar a quererlo jugar. Entre las innumerables razones por las cuales las mujeres y niñas se cohíben de hacerlo, más allá de los estereotipos, tiene que ver con la falta de referentes. Y no porque no existan. “La falta de referentes nos ha quitado espacios”, afirma Juliana. Considera que hay mucha responsabilidad de los medios en esto. La falta de construcción de la documentación, de la información, de la memoria. “Nosotras porque nos autoeducamos, pero no es una información que nos llegue”, cuenta Maria José. Si bien comienza por las oportunidades en el fútbol, también pasa por la visibilización. Para ellas no fue posible tener referentes, no unas visibles.

La existencia de referentes es una necesidad para incentivar. “Creo que si las hubiéramos tenido antes, seríamos infinitamente más felices que hoy. No sé si con menos dificultades, pero sí más felices”, afirma Manuela. Para Juliana eso hubiera cambiado el rumbo de su vida: “Una se ve haciendo lo que otras mujeres hacen”. Para Mónica hubiera sido bonito tener un ideal para seguir, como una superheroína. “Para decir que sí se puede, sí podemos llegar ahí, sí podemos ir más adelante”.
La participación va más allá de querer jugar y alentar. Como mujeres barristas tienen el objetivo de visibilizar y fomentar la presencia femenina en todos los lugares de participación en el fútbol. Todos los parches, a excepción de Morganas (por inactividad en el momento), hacen parte de La Coordinadora Feminista y Futbolera, una organización que integra a más que jugadoras, hinchas o barristas. También incluyen otros roles, quizás más olvidados: entrenadoras, árbitras, técnicas. También es por ellas. Sin duda los referentes que hay ahora están cambiando la vida; Linda Caicedo, Mayra Ramírez, Leicy Santos, Yoreli Rincón.
En el periodismo, para Juliana, esto mismo está pasando con Natalia Prieto y Alejandra Velázquez. “Ellas me han permitido entender que también es mi lugar. No pude jugar fútbol cuando era pequeña, pero ahora puedo narrarlo”.
Liga Femenina Digna Ya
Para cada una ha sido importante ver debutar al equipo femenino de sus amores, pero ha sido un sentimiento interrumpido y corto. La liga femenina profesional existe desde 2017, los torneos no han sido más de uno por año y estos no han durado más de cuatro meses. De hecho, no todas tienen un equipo femenino vigente. El fútbol femenino ha sido víctima de la desfinanciación, discriminación, brecha salarial, desigualdad de condiciones, vetos, cultura machista y misógina, estigmas sociales, corrupción y lesbofobia. Vivir del fútbol para muchas es casi imposible.
Desde la Coordinadora, los parches y colectivas se pensaron la campaña Liga Femenina Digna Ya, que salió a las tribunas en 2022. El mensaje claro y contundente plasmado en un trapo largo blanco con letras negras también hizo su aparición en el Mundial Femenino de Fútbol Sub 20 de 2024, disputado en Colombia. El evento desmontó uno que otro mito alrededor del fútbol femenino, como que este no convoca. Para los partidos de la selección se llenaron los estadios Pascual Guerrero, Atanasio Girardot y Campín. Histórico. “El mundo está cambiando, entonces las mujeres estamos exigiendo lugares, nuestro lugar allí”, dice Juliana.
Aceptan lo mucho que falta, pero ven la luz. Se empieza por reconocerse a sí mismas y a las que siempre han estado allí. “Hay que insistir, así no nos toque a nosotras, hay que insistir”, dice Manuela. “Acá no estamos construyendo un fútbol violento, sino uno hermoso. Hermosísimo. Ya pasos hacia atrás no damos”, insiste Myriam. “Entonces que vengan, que conozcan, que aguante el fútbol femenino y que acá en Colombia tengamos una liga femenina digna ya”.


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