Una oda a la caligrafía Timoteo
En la alfabetización emocional de dos generaciones de colombianos, Timoteo y sus cartas de letras redondeadas jugaron un papel central. Un recap a la gloria de ese estilo caligráfico que forjó amistades, fraguó noviazgos, grajeó perdones y se quedó con un lugar en nuestro cursi corazón de colegiales que amaron.
“Hubo una época oscura en la que la gente escribía a mano y usaba miles de técnicas para darle vida a sus letras. En Colombia se popularizó una caligrafía especialmente tierna y redondeada, diseñada para enamorar adolescentes y decorar misceláneas. Como ya nadie escribe, se creó la fuente Timotheos para todos los sistemas operativos. Sí, Timotheos. Así se llama y cualquier parecido con la marca de tarjetas que ha servido para derretir más corazones que los boleros clásicos es PURA coincidencia.”
Hace diez años, publicábamos un artículo que contenía un párrafo así. Imagínense cómo estaremos de viejos que ya recordábamos con cariño y alguito de cringe esa tienda a la que muchos fuimos a componer un regalo, comprar un peluche y, los más valientes o ambiciosos, a encargar un pendón como bandera medieval del afecto para colgar en un cuarto ajeno.
El mundo era bien distinto. Internet daba sus primeros pasos, existía una tienda llamada Jeans & Jackets, usábamos MySpace o Hi5 y veíamos También Caerás, las obras maestras de Fernando Gaitán y los realities que se asomaban por primera vez a la televisión colombiana. El afecto –y especialmente entre amigas– se rotulaba entonces en cartas con colores, resaltadores y esferos Bic, reinventando con los útiles del colegio y los restos de la cartuchera infantil con que aprendimos a colorear, el primer set de diseño gráfico que conocimos.
Las tardes se iban con el televisor o la radio encendidos, mientras la generación millennial, y antes de ella la X, atravesaba el colegio imitando en páginas de cuaderno el diseño curvo de esas letras que Timoteo había convertido en tendencia nacional. Tienda sencilla, aunque cara para el presupuesto escolar de aquel entonces, allí acudimos en peregrinación las hordas de colombianos sentimentales en busca de las palabras adecuadas para encender el amor, avivarlo, inmortalizarlo o recuperarlo en momentos desesperados.
En esas letras, que a su manera anticiparon el reinado de la Comic Sans, podíamos entrever ya lo que nuestros corazones deseaban: diversión, ternura, formas cálidas en las cuales recogernos sin los filos de una serifa ni la sobriedad adulta de las paloseco sofisticadas. La caligrafía Timoteo era un refugio y una transición, una oda al cariño cuando teníamos menos problemas.
Sí, díganlo con confianza que este es un espacio seguro para los lugares comunes: éramos felices y no lo sabíamos.
O tal vez sí lo supimos y por eso es bello recordarlo.
Entonces como hoy, San Valentín y esa tipografía de libre descarga que nos encontramos hace diez años en la web nos inundan de nostalgia. Se la dejamos aquí para que diseñe la carta que le va a mandar a esa personita tan especial y a quien tanto quiere en esta fecha.
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