¡Alegría!, un recuerdo ilustrado del artista
El pasado 14 de febrero falleció Marcial Alegría, uno de los pintores más interesantes del presente en Colombia. Aquí un recuerdo suyo con colores y palabras.
Un campesino no encuentra dónde trabajar. El pobre peón, tirador de machete, no tiene con qué sostener a su familia porque los terratenientes usan máquinas y productos químicos que envenenan la tierra para desmontar la finca. En su desespero, vio un árbol a la orilla del río y dijo: si lo corto puedo sacar leña y carbón para vender. Cuando empezó a cortar el árbol se le apareció un tigre, al subir a las ramas altas del árbol una culebra lo esperaba. Pensó en tirarse al río, pero ahí están los cocodrilos y si se tira a la tierra: adiós luz, que te guarde el cielo. La única solución que tiene para salvar su vida es despertar de esta pesadilla.
Como el personaje principal retratado en su pintura “La pesadilla”, Marcial Alegría era un campesino desempleado en los años 60. En esa misma búsqueda por solucionar el sustento de su familia, se topa en un Teatro de Lorica con Quinto patio, una película mexicana que narra la historia de un niño marginal que sale adelante con su talento artístico. Marcial soñó que él era ese niño y que solo necesitaría de un par de pinturas, cartones y pinceles para salir de la pobreza. En este despertar, pinta sus primeros cuadros y realiza sus cerámicas, sin preceptos ni modelos desde los cuales crear y al ignorar los rudimentos básicos de la pintura, el ingenuo artista se vale de su instinto y de su sensibilidad para acercarse a la realidad que lo rodea. Desde entonces no paró de pintar y de vender su arte en su Centro Cultural Primitivista, su casa, taller y museo, ubicado en San Sebastián, Córdoba
En la casa de Marcial encontramos algunas piezas de alfarería y escultura en barro cocido, como jarrones y cocás; las paredes están atiborradas de pinturas de diversos tamaños para la venta, una foto donde aparecen sonriendo él y su esposa Rita y un cartel en el que informa a los visitantes que “Por favor, colabore con la entrevista. Marcial A.G.” Este es un espacio concurrido por entusiastas del arte, aficionados, coleccionistas, turistas y extranjeros que buscan en sus pinturas, una forma de conservar un pedazo de la cultura de este territorio.
A través de una pintura con delicadas líneas y de brillantes colores planos, observamos como las costumbres, mitos y tradiciones de su pueblo se despliegan en el lienzo, algunas veces en escenarios festivos como las ruedas de fandango, porro, festivales del burro, corralejas y peleas de gallos. Otras, en sus paisajes donde los pescadores y campesinos habitan el río, el mar, las casas, la iglesia, la plaza, el bosque y el monte. Por su estilo, algunos académicos, curadores y críticos de arte, lo han etiquetado como un pintor naïf, término francés que significa ‘ingenuo’; otros lo señalan de ser un pintor primitivista, comparándolo muchas veces con el pintor francés Henri Rousseau o con el afamado pintor del grupo de Barranquilla, Noé León. Todos estos términos y comparaciones de tinte académicas y eurocentrista, Marcial las usaba de manera jocosa para potenciar y difundir su arte.
Durante todo este tiempo, Alegría no paró de trabajar, de soñar y de imaginar escenas que retratan su cotidianidad. Siendo un campesino de origen zenú etiquetado por la academia y el mercado del arte como primitivista, no solo logró con mucho trabajo y dedicación que su obra plástica haya sido expuesta y vendida en países como Francia, China, Estados Unidos, Canadá, España y Alemania, sino que también pudo amplificar y potenciar su voz y con ello la de una comunidad que históricamente ha sido olvidada y silenciada.
Un silencio enlutó la noche del miércoles 14 de febrero en el pueblo de San Sebastián: el maestro Marcial Alegría falleció a sus 87 años. El maestro poco a poco se transformó en ese artista de la película mexicana que lo motivó a pintar. Nunca dejó de serlo y así lo recordamos quienes tuvimos la suerte de conocerlo, siempre sonriendo, contando historias de su pueblo y contagiando de alegría a quienes orbitaban a su alrededor. Encontró en el arte el sustento de su familia, el sentido de la vida y una forma de habitar el mundo. Se convirtió en el niño eterno de su propia película.
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