Agüeros infalibles
Sobre rituales para iniciar un año es mucho lo que se ha dicho y hecho.
Aquí están nuestros consejos infalibles.
Los calzones amarillos, los billetes en los bolsillos para que el nuevo año no lo coja vaciado, comer lentejas para la abundancia, las doce uvas (pidiendo un deseo por cada una), salir a la calle y dar la vuelta a la manzana con una maleta para que el nuevo año traiga viajes, pararse en una silla para que la mala suerte pase por debajo… esos son algunos de los agüeros para la media noche del 31 de diciembre. Sin embargo, muchos están demasiado borrachos como para hacer bien estos rituales o no alcanzan sino a lograr uno de tantos. Por eso, le tenemos cinco que se pueden realizar a lo largo de enero y que, como dicen las viejitas, si los hace con fe, seguro le funcionan. Buena suerte y que el año que viene le traiga todo lo bueno (incluyendo un poni y un Presidente de la República competente).
EL BAÑO DE LAS SIETE HIERBAS
Es más clásico que las canciones de Pastor López. Lo ideal es hacerlo dos veces al año: una en enero y otra a mediados de año. En realidad se trata de dos baños: uno con hierbas amargas para sacar todo lo malo y otro con hierbas dulces para atraer lo bueno.
Para sacar el mal, debe hacerse del cuello hacia abajo, cerrar los ojos, concentrarse bien, pensar en todo lo malo que le pasó el año anterior y a medida que se va echando totumaditas de agua, imaginar que todas esas cosas se están yendo al caño. El baño de las hierbas dulces se hace al contrario –no patas arriba–. Se va echando el agua primero en los pies y por último en la cabeza, pensando en todas las cosas buenas que quiere que lleguen a su vida: salud, trabajo, dinero, amor, un remedio para el guayabo, una serie de televisión mejor que Breaking Bad, un desodorante que no manche la ropa…
Los expertos recomiendan bañarse antes con jabón azul (del que usan las señoras para lavar la ropa en el lavadero). Al parecer es muy poderoso para alejar las malas energías. O al menos para quedar oliendo a aquel viejo motel.
Tip: todas las hierbas se consiguen en las galerías del país (no confundir con las galerías de arte). Si le cobran más de $20.000 por todas las ramas (tanto del baño amargo como del dulce), lo están tumbando.
BAÑOS DE RÍO O DE MAR
Continuando con la onda de los baños, otro gran consejo para iniciar un nuevo año con todo el poder de la naturaleza, es bañarse –ojalá sin nadita de ropa– en un río o en el mar. Tenga cuidado con las autoridades, que no lo vayan a arrestar por exhibicionismo. Y si no sabe nadar, no use flotador. Según los Mamos y los Taitas, nada pero nada es tan poderoso como el agua para ahuyentar las penas, dejar atrás las tusas, que le paguen esas cuentas de cobro de hace seis meses, que se le quite la hipocondría y, en general, para limpiar el alma, soltar y dejar ir las vainas malas. Es decir, se supone que el agua se lleva todo lo malo y tiene además poderes de sanación, curación y es recarga energética por excelencia. El mar, además, hace poner la piel, los ojos y el pelo bonitos. En últimas: en el mar la vida es más sabrosa.
EL PODER DE LA RUDA
Para aquellos que han sido víctimas de hechicería –o les toca montar en TransMilenio todos los días–, deben saber que lo más poderoso contra eso es la ruda. Se aconseja poner floreros de ruda en algunos lugares de la casa, acomodar ruda debajo del colchón (en forma de cruz) e incluso sembrar una matica de ruda y tenerla en la entrada de la casa. Es una de las flores distribuidas por la loca Ofelia de Shakespeare, lo que le da un dato que sirve para tramar a sus pretendientes de año nuevo.
AUNQUE SUENE A ESLOGAN URIBISTA: TRAPEAR, TRAPEAR Y TRAPEAR
Empezar el año con la casa limpia es uno de los consejos de las abuelitas y mírelas: tienen noventa años y sufren menos enfermedades que usted, que aún no llega a los treinta. Péguele una buena trapeada a la casa de atrás hacia adelante (es decir, desde el rincón más oscuro hacia la puerta de entrada). Mejor si trapea con agua de hierbas (puede usar las que le sobren del baño de las siete hierbas o agüita de ruda y agregar unas astillas de canela, que atrae el amor y es excelente para aromatizar). Si no funciona el agüero, al menos va a espantar a los ácaros, las pulgas y otros bichos indeseables. Trapee con vinagre para que las brujas se vayan: no soportan este olor. Si usted tampoco lo soporta, ponga a prueba sus poderes de brujería.
TENGA ALGO DE ORO PUESTO SIEMPRE
Unos aretes, una cadena, un dije, un anillo, lo que sea, pero que sea de oro (no vale la fantasía fina, golfi, ni las imitaciones, debe ser oro como el del Museo). Este metal es lo más protector del mundo. También las piedras preciosas, especialmente esmeraldas y diamantes, pero si no tiene con qué comprar algo tan costoso, confórmese con el dije que le regalaron cuando hizo la primera comunión –eso sí: cerciórese de que sea de oro–. Antes de usar oro o piedras preciosas hay que hacerles una limpia: póngalos toda la noche bajo la luz de la luna o lávelos con agua y sal marina y luego déjelos al menos un día envueltos en un algodón para quitarles todas las malas energías. Si puede, lleve estas joyas al mar y métase con ellas –pero recuerde: sin ropa–.
Por último, sea agradecido y dele gracias a Dios, Buda, Jebús o David Bowie por todo lo que tiene. Y por favor, deje ya de quejarse tanto: piense en los hinchas del América de Cali que duraron media década en el infierno de la B. ¡¡¡Eso sí es un verdadero karma!!!
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