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La invasión del Korean Style

La invasión del Korean Style

Ilustración

K-pop, telenovelas y webtoons hacen parte de una poderosa ola de cultura pop coreana que está marcando a varias generaciones en todo el mundo. ¿Cómo se dinamiza esa fuerza desde Corea del Sur? Un poco de historia, idols e hitos del Korean Style.

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“A veces no puedes ver las cosas que están ante tus ojos”,
–Burning, película del director Lee Chang-dong

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ace unos meses, en una conversación por chat con un escritor que vive en Corea del Sur, tocamos el tema de las telenovelas coreanas y él me escribió: “Los K-dramas son el basuco coreano”. Lo que parece una expresión exagerada no lo es tanto, el consumo de los K-dramas, por los idols del K-pop (Korean Pop), por los manhwa (cómics coreanos) en formato (Webtoon) y por todo lo derivado de la cultura pop de este país absorbe fans y cada día se hace más viral. Hallyu es el nombre con el que se conoce a esa “ola coreana” que ocurrió a mediados de los noventa y principios del 2000: las telenovelas de ese país se diseminaron por Japón, China, países del sudeste asiático, Occidente y, sobre todo, Latinoamérica.

El soft power (o poder blando) impulsado por esta ola cultural de masas comenzó a fabricarse desde dos eventos deportivos de incidencia global: los juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, y el Mundial de Fútbol de 2002, organizado junto a Japón. Como lo escribieron Do Kyun Kim y Min-Sun Kim en Hallyu, influence of Korean Popular Culture in Asia and Beyond: “Si el manga, la animación, los videojuegos y otros agentes de contagio japoneses se pudieron interpretar en los ochenta como ‘carentes de raza o de Estado’, el caso de las series y algunas películas coreanas es distinto. Portan algo parecido al orgullo patrio en su interior costumbrista”. Un orgullo que se complementa con el cine coreano de Park Chan-wook, Kim Ki-duk y el puñado gigantesco de películas de todos los géneros que han sido pieza clave en la identidad social de la Corea de años recientes, una forma de identidad que se completó con el éxito de Parasite de Bong Joon-ho como barco insignia, siendo la primera película de habla no inglesa en la historia en ganar el Oscar a mejor película y la Palma de Oro en Cannes.

Muchos años después de ese primer furor, la ola sigue creciendo impulsada por la fuerza de los K- dramas, el atractivo de actores y cantantes de K-pop, y la disposición de gigantes presupuestos públicos y privados que consolidan una industria de entretenimiento que ha colonizado el planeta.

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Un tiempo atrás, en compañía de un grupo de amigos y otros invitados, estábamos a la espera de un pedido en uno de los tantos restaurantes coreanos de la ciudad. Un par de pantallas de televisión marca Samsung reproducían videos de artistas de K-pop. Uno tras otro, con leves cambios y con un nítido trabajo de cámara, fueron apareciendo artistas con prendas espectaculares, grupos de hombres y mujeres moviéndose entre coreografías. Cada grupo lucía como un equipo de superhéroes pero con esa nitidez espeluznante que de tanto verla se va convirtiendo en una representación de la perfección repulsiva que atrae y asusta al tiempo. Las coreografías no paraban: caras de los idols sin vello, con sus formas impecables, blancas, como si las figuras del anime cobrasen forma “real” o tuvieran una nueva carne oculta detrás de esa piel. No escuchábamos la música, los sonidos se iban diluyendo entre los colores pastel, los brillos y las simetrías. Mientras el pedido llegaba, la conversación viró a lo que veíamos en las pantallas, abducidos por el brillo y la radiación de los colores. De repente todos estábamos viendo hacia los televisores, balbuceando comentarios con las miradas fijas en las pantallas.

El Korean Pop

Para muchos consumidores occidentales, uno de los primeros contactos con un estilo musical coreano fue en 2012 a través del vídeo musical “Gangnam Style”, del rapero PSY. A pesar de que la letra de la canción era inentendible, la divertida coreografía y su fresco atractivo hicieron que este video se transformara rápidamente en el más visto en YouTube durante varios años, desde finales de 2012 hasta mediados de 2017, y el primer vídeo en llegar a mil millones de visitas. A la fecha, el vídeo del rapero coreano supera las cuatro mil millones de visitas.

Al contrario de lo que sucedió en Japón con el J-Pop,  el mercado coreano debía expandirse hacia otros países, ya que los desbordados presupuestos no eran rentables solo con el mercado nacional. Para esto, el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo coreano desarrolló un departamento dedicado a la globalización del K-pop, con presupuestos suficientes para captar la atención del público mundial, sobre todo del más joven. Así, se crearon perfiles para los idols con una imagen cool y adulta para sus cantantes, más atractiva para el público occidental que la apariencia aniñada y kawaii, o bastante friki, de sus colegas japoneses, los cantantes de J-Pop.

Parte de lo que llamamos K-pop comenzó hace casi treinta años con la interpretación del sencillo Nan Arayo por parte del grupo Seo Taiji and Boys en un programa de talentos en televisión. A pesar de que ocuparon el último lugar, su interpretación sentó las bases del futuro, surfeando el número uno en las listas musicales del país durante más de diecisiete semanas. Su innovadora fusión de pop estadounidense y coreano marcó el camino que años más tarde seguirían las boybands coreanas que diseminarían el K-pop, las cuales añadirían otros elementos como las coreografías de las Super Sentai Series a su estridente ornamentación.

K-pop (Korean Pop) es el movimiento con el que Corea del Sur logró un deseado quiebre de la barrera hacia el mercado y la cultura occidental generando un fenómeno transnacional, sostenido por millones de seguidores (fans) que impulsan y hacen todo lo posible para su masificación. El auge de este género musical se dio a principios de la década del 90, del siglo XX, transformándose en la música popular moderna de Corea del Sur. El K-pop es un mix entre la música electrónica, el pop occidental, el hip hop, R&B, dance hall, baladas y otros géneros como el folklore musical coreano (Hanguk Eumak), mezclando las letras con el Hangul (idioma coreano). Todo esto es salpicado con palabras en inglés y de otras lenguas, para crear un efecto global. En el K-pop hay numerosos grupos conformados solamente por hombres: “boybands”, y otros solamente por mujeres, “girlbands”, y cantantes solistas. Cada integrante de estos grupos es conocido como “idol” por los fans, los integrantes de los numerosos grupos son vestidos con llamativas prendas que se ajustan a sus delicados perfiles. Los videos musicales poseen un abarrotamiento pulcro y tecno de luces, baile y erotismo soft. Todos estos elementos son esenciales no solo para los vídeos sino que el “visual shock” que, según describen sus seguidores, debe ser “exactamente igual en las presentaciones en vivo”.

Muchos de estos productos son diseñados por agencias de entretenimiento, sobre todo por la Santísima Trinidad que forman las todopoderosas YG, SMTown y JYP. Cada “boyband” es diseñada al detalle por estas máquinas de producción industrial. Las agencias se encargan de escoger a los aspirantes a idol entre una selección poco natural. La selección de cada cuerpo varía entre los 11 y los 20 años, se ajusta su fisionomía, diseño de sonrisa, diseños en la piel y alguna cirugía plástica como la popular blefaroplastia o cirugía de doble párpado. Esta última es clave en una sociedad hipercompetitiva como la coreana, ya que este tipo de transformaciones no solo aplica para los idols, sino que está aceptada como un rito de llegada a la madurez para todos los jóvenes que buscan dejar atrás sus ojos pequeños, con párpados monólidos (sin pliegues). Además, en las más de 12 horas diarias de entrenamiento, los jóvenes aspirantes son sometidos a clases de solfeo, baile, idiomas y actuación donde les enseñan cómo hablar en shows de variedades y les costean cursos de idiomas.

Estos laboratorios para diseñar idols tienen un costo altísimo en la vida de muchos de los jóvenes que aspiran a ocupar un lugar en un grupo y ser los nuevos Gatsby en Corea. Los contratos esclavistas, sumados al ritmo de trabajo inhumano, y las presiones enormes por parte de empresarios y seguidores,  han llevado a muchas de las estrellas al suicidio debido a la presión y el abuso de la industria. En 2019 Sully, una de las integrantes del grupo f(x) que empezó a trabajar desde los once años, fue encontrada muerta en su apartamento luego de que dejara su grupo y suspendiera su carrera debido a las amenazas que recibió de seguidores a través de internet. Otro de los casos sucedió en 2017, cuando Jonghyun, líder de la boy band Shinee, murió a los 27 años en un hospital de Seúl al que fue trasladado tras ser encontrado inconsciente en su casa. Jonghyun dejó escrita una nota de suicidio que decía: «Estoy roto por dentro. La depresión que lentamente me ha ido carcomiendo ya me ha devorado, y no he podido superarla…Volverme famoso probablemente no era mi destino.» Y Ahn So Jin una joven de 22 años aspirante a idol que pasó varios años de su vida entrenándose para formar parte de alguna girl-band. Ahn So Jin fue rechazada en varios castings de grupos, hasta que consiguió una plaza para entrar en la girl-band April, sin embargo fue expulsada solo unos meses después. El rechazo le causó una terrible depresión y  So Jin acabó tirándose desde la ventana de su casa, en un décimo piso. Estos son solo tres casos de los muchos que se han presentado, en los que idols, actores o personajes del entretenimiento terminan muertos o suicidándose.

La incidencia cultural del K-pop sobre sus fans va desde el interés de estos por viajar a Corea del Sur a conciertos, visitar los lugares de rodaje de videos musicales y los establecimientos favoritos de sus idols, hasta una creciente demanda por cursos de coreano. Esto último ha hecho que el gobierno surcoreano establezca 130 institutos en 50 países para el aprendizaje de su lengua.

Las acciones grupales coordinadas de los “stans” (fanáticos obsesionados) del K-pop son legendarias, estos ejércitos de seguidores de bandas como BTS y Blackpink, trabajan en sincronía para que sus idols sean tendencia a como dé lugar, se agoten las entradas para sus conciertos, y ocupen los primeros lugares en las listas de éxitos musicales. En plena campaña para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, uno de los candidatos, Donald Trump, había organizado un Mitin en un estadio de Tulsa, Oklahoma. Sin embargo, la asistencia al espectáculo se vio disminuida. Al estadio, con capacidad para más de 19.000 personas sentadas y muchas más paradas alrededor del escenario, solo entraron 6200. Trump fue víctima de un golpe diseñado por miles de fanáticos del K-pop, quienes viralizaron a través de Tik-Tok, en los días previos al acto reservado, la compra de tickets para inflar las ilusiones presidenciales y luego frustrarlas, creando un vacío en Tulsa sin precedentes.

En 2020,  según el informe “Políticas en Respuesta al covid-19: Construyendo Resiliencia para el Sector Cultura” elaborado por el Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de Corea (MCST por sus siglas en inglés) y publicado por la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (Koica) arrojó que el sector cultura y arte, en el país, desde el inicio de la Pandemia, cayó un 38.8%, lo cual ha afectado a pequeños empresarios, teatros, productores de bandas alternativas y demás. Solo el entretenimiento en línea que incluye el sector de libros, K-dramas, manhwas y juegos en línea ha crecido, y por supuesto el K-pop.

También en 2020 la banda BTS se transformó en la banda pop más trascendente del mundo. La acelerada digitalización de contenidos hizo que el grupo tuviera mucho éxito en el lanzamiento de sus álbumes y la proyección de conciertos vía streaming. Los vínculos de BTS con su base oficial de fans internacional llamada ARMY “Adorable Representative MC for youth” se afianzaron como nunca en medio de la Pandemia. El ascenso de BTS viene marcando altos puntos desde hace un par de años, en 2018 fue el segundo grupo musical más reproducido en Spotify, solo detrás de Imagine Dragons, y los segundos artistas más populares a nivel global, según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica.

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Los K-dramas

Mientras las telenovelas colombianas, mexicanas y venezolanas han dejado de tener el impacto que tuvieron en los años noventa, Corea del Sur pasó de ser un gran fabricante de carros, teléfonos celulares, televisores y procesadores, a un productor de contenidos en línea a través de streaming gracias al éxito que ha tenido el Hallyu, que hoy en día, no solo es el significado para la ola coreana, sino que es sinónimo de una sólida distribución, consumo y de altos índices de recepción favorable de la cultura popular coreana en Asia, y en el resto del mundo.

El desembarco de los dramas modernos coreanos conocidas por sus fans como K-dramas lleva más de una década conquistando audiencias en Latinoamérica por diversos canales; a través de televisión por cable, YouTube y los servicios de streaming de plataformas como dramafever.com y viki.com, que permiten ver los K-dramas que están en emisión en Corea del Sur, subtitulados al español, máximo al día siguiente de su estreno. Las audiencias latinas agotadas de las narraciones audiovisuales con narcos, con galanes estereotipados  y con una duración promedio de 30 minutos, en las que el melodrama, la violencia y el sexo se mezclan en un coctel conocido al derecho y al revés, estos culebrones, que entraron hace rato en desuso, solo tienen efectos en la nostalgia de algunos televidentes. Al contrario, las nuevas audiencias encontraron en los K-dramas un producto  narrativo que les ofrecía algo distinto.

Además de su atractivo visual, los K-dramas tienen un abanico de géneros que van desde la acción, el escolar, el psicológico, la ciencia ficción, la comedia, el misterio, la fantasía, el suspenso, el terror, hasta los rosas o románticos, incluso entre alienígenas, estos últimos de los más populares. Cada uno de los K-dramas es una producción cuidada, aséptica en muchos detalles, sin sexo o violencia explícita,  y con una extensión entre 16 y 20 capítulos de 60 minutos de duración.  Las narraciones audiovisuales son diseñadas en un promedio de 10 meses: seis en preproducción, tres en producción y una en postproducción, esta rapidez, no solo es una ventaja para suplir la demanda, también es un método que les permite a los espectadores influir en la trama. De modo que pueden ir verificando el nivel de aceptación de los personajes, atender a cambios de guión y desarrollo. Algo que asegura grandes niveles de audiencia. Así, los diseñadores de K-dramas le dan a los consumidores lo que quieren ver.

Las producciones  son creadas con exigentes estándares visuales, música para cada K-drama de bandas como  SHINee y de cantantes como Suzy, Lyn, Punch, Chanyeol, una cuidada dirección de arte, un alto trabajo en calidad de cámara, oferta gastronómica, sí, porque la comida no es decorativa,  el uso de locaciones de atractivo visual como palacios, plazas, villas coloridas,  y la inserción de la moda que marca los cortes de cabello, los accesorios usados por los protagonistas, y las prendas usadas por todos los personajes sin distinción. Cada uno de estos detalles completa el producto final, que se mueve entre una elegancia pop y un atractivo para que las audiencias no solo reparen en las tramas, sino que sigan cada uno de los aspectos que tiene igual de importancia, tanto en su conjunto como por separado, así, además de lograr unos de los más altos valores de producción de televisión en el mundo, los K-dramas disparan varias líneas de atención, siendo cada serie un centro narrativo que conduce a las audiencias de cualquier parte a fascinarse por los sitios coreanos como el palacio de Changdeokgung, el parque de atracciones Everland, la torre de comunicaciones N Seoul Tower o la isla de Namiseom, entre muchos otros, o extranjeros como lo que ha sucedido en el barrio Le Petit Champlain de la ciudad de Quebec, Canadá, donde se realizaron grabaciones de The Lonely and Great God (popularmente conocido como Goblin). En la puerta roja en Le Petit Champlain miles de turistas y fanáticos hacen fila para tomarse una fotografía en la locación principal de varios capítulos de la serie.

Los K-dramas en sí son diversos tanto en su formato como su contenido, y logran que su atractivo local sea muy adictivo para el público tanto asiático como no asiático. Así, mientras la popularidad  por estos contenidos aumenta, se va incidiendo en los gustos de los consumidores que pasan sus días escuchando sus bandas sonoras y siguiendo grupos de idols, marcas de ropa, consultando lugares por donde sea posible, o comiendo un plato de ramyeon coreano con algunos tragos de Soju.

El atractivo por estos contenidos ha disparado una competencia por los K-dramas en plataformas de streaming como Netflix y Amazon Prime. Estas plataformas se sirven del alto volumen de producción y sus catálogos han sido copados por el creciente consumo de este tipo de K-content. Netflix desde 2015 ha invertido más de 700 millones de dólares en la adquisición de más de 80 producciones, además la plataforma abrirá dos centros de producción en Corea del Sur. Como informó Amy Reinhard, vicepresidenta de Operaciones de estudio de Netflix: “la plataforma estará en mejores condiciones  para incrementar la producción de historias surcoreanas”. En este año se estrenará una de las producciones más esperadas Sea of silence protagonizada por la superestrella  Gong Yoo y la actriz Bea Donna. 

En Colombia

En Colombia una de las primeras emisiones de un K-drama en televisión abierta fue All about Eve o “Todo sobre Eva” (2000) emitida hace casi veinte años en Canal Capital, el canal público del Distrito. Posteriormente, en 2010, transmitirían “Una joya en el palacio” (2003) aunque la audiencia alcanzada se limitaría a Bogotá y su área metropolitana. El gusto por los K-dramas, por lo menos en Colombia, lo comparten usuarios de todas las edades, contrario a lo que pasaba con el anime japonés que desembarcó en los años noventa, los seguidores de K-dramas pueden ser tanto mujeres jóvenes y adultas como hombres jóvenes. En los últimos años producciones como Goblin, una historia de fantasía que ganó como mejor drama y mejor musicalización en los Asia Awards del 2017, ha ocupado la atención de las consumidoras, así como Stairway to Heaven y Coffee Prince y True Beauty, y muchas muchas más.

De los Webtoon a los K-dramas

Webtoon™ es un de las industrias de entretenimiento cultural y global pionera en la distribución y el consumo de cómics en Internet. Este servicio en línea alcanza un promedio de más de 64 millones de usuarios activos mensuales, de los cuales más de 16.5 millones son lectores diarios. La plataforma Webtoon dispone de un catálogo amplio y diverso de contenidos de todo el mundo, que incluye todo tipo de géneros y necesidades narrativas que van desde el romance, suspenso, fantasía, hasta la comedia y otros géneros. La plataforma creada originalmente en Corea del Sur fue lanzada en los Estados Unidos en 2014, en este país Webtoon tiene miles de series pertenecientes a creadores con episodios que se actualizan todos los días, los cuales han sido nominados a diferentes categorías de los premios Eisner.

En Corea del Sur las historietas son conocidas como Manhwas, muchas de las historietas empezaron  a mudarse a los formatos digitales desde hace más de 20 años, dando origen a los primeros Webtoons, un tipo de narración gráfica, a color, que presenta las escenas sobre de todo de forma vertical, de arriba hacia abajo como lo hacen algunas redes sociales. Un formato cómodo, diseñado para facilitar lecturas en dispositivos electrónicos, sobre todo en pantallas de teléfonos celulares que usan el scroll en vertical.

A finales de la década de los noventa, Daum, uno de los portales de búsqueda más populares en Corea del Sur recopiló varios de los Webtoons que se encontraban dispersos en la red, proporcionado uno de los primeros servicios de Webtoons. A lo hecho por Daum, se sumaron plataformas como Naver, el buscador favorito de los coreanos, que acuñó el sitio Naver Webtoon, y Lezhin Comics. Este mercado alcanza, al año, una cifra que supera los mil millones de dólares gracias a la difusión global y con más de sesenta millones de visitas al mes. Muchos de los Webtoons son además un gran insumo para crear versiones en K-dramas, animaciones y películas. En las que se destaca Junto a los dioses, una de las películas coreanas que superó los 10 millones de espectadores y K-dramas como Amor bajo la luz de luna, Vida incompleta  y Cheese in the trap.

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Mao II. (1991) la novela del escritor estadounidense Don DeLillo inicia con una boda multitudinaria en el Yankee Stadium convocada por el Maestro Moon. La secta Moon o Iglesia de la Unificación, fue creada por el surcoreano Sun Myung Moon, quien empezó predicando en los cincuenta en una humilde choza hasta que logró expandir sus ideas por todo el mundo, aprovechando el auge del milenarismo, sus creencias giran en torno a la segunda llegada de Cristo y el final de la historia de la humanidad, en otras palabras, creencias que funcionan muy bien en el Realismo Capitalista. El pico de la Hallyu aún está lejano, pero la estrategia de expansión que cuenta con aportes públicos y privados ha hecho que estos contenidos adictivos se filtren, de forma legal, en muchas mentes y confirmen, de paso, lo que se menciona en la novela de Don DeLillo “El futuro pertenece a las masas”. Y eso en Corea lo saben muy bien.

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separadorBreve glosario coreano pop

K- drama: proviene de la romanización del idioma coreano hangul, que significa “Hanguk deurama” y se refiere a las series de televisión dramáticas provenientes de Corea del Sur.

Doramas: Son series normalmente de 11 capítulos con una duración de menos de una hora de duración de origen japonés.

Dramas: Son prácticamente lo mismo; series asiáticas con 16 o hasta 30 capítulos con duración de una hora de origen surcoreano, taiwanés, tailandés, etc.

Manga: Palabra japonesa para designar a las historietas en general. Fuera de Japón se utiliza tanto para referirse a las historietas de origen japonés como al estilo de dibujo utilizado en estas.

Manhwa: es el término general coreano utilizado para denominar las tiras cómicas e historietas.

Webtoon: es un formato de historieta digital creado en Corea del Sur. La principal diferencia con el webcómic reside en su presentación: cada episodio de un webtoon se publica en una sola imagen vertical, lo que facilita la lectura en teléfonos móviles y dispositivos electrónicos

Anime: Es una palabra de origen francés que significa animado o vivo, y que los japoneses adoptaron en su lenguaje desde el año 1985 para referirse a los dibujos animados en la televisión.separador cierre
Mario Cárdenas

Estudió literatura, dedica gran parte de su tiempo a escribir sobre historietas. Su trabajo, en parte, es la divulgación y crítica de esta forma de arte. Es editor y redactor de Revista Blast.

Instagram: @mariocardenas3916

Estudió literatura, dedica gran parte de su tiempo a escribir sobre historietas. Su trabajo, en parte, es la divulgación y crítica de esta forma de arte. Es editor y redactor de Revista Blast.

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