Mamá, ¿dónde están las canciones?
Cuenta la historia que los creadores del más célebre de los villancicos del mundo jamás se enteraron de que el resto de sus congéneres esperaban la Navidad al son de su “noche de paz / noche de amor”. El sacerdote Joseph Mohr, párroco de la iglesia de San Nicolás en el lejano poblado de Oberndorf, Austria, y el músico Franz Gruber, asistente consuetudinario de la parroquia, se vieron obligados a crear esa canción para la noche de Natividad de 1818, en vista de que el desvencijado órgano de la iglesita no emitía un resoplido más. También cuenta la historia que, una vez engavetada la partitura, el espíritu sosegado y a la vez ditirámbico del villancico, que se suponía flor de un día, movió al reparador del órgano a pedir permiso a sus autores para darlo a conocer en otros lugares. Y como si del mismísimo burro del pesebre se tratara, en menos de un rebuzno la canción se hizo milagro de navidad.
Claro, el milagro no lo vieron ni Gruber ni Mohr. Si bien el primero alcanzó a tener noticias de que en toda Europa estaban buscando a los autores de una pieza que, 30 años después de su íntimo estreno se hacía más difícil de sacar de la cabeza que la mismísima Navinieve (que no sale con nada), el segundo murió enfermo de los pulmones, casi que con apenas lo que llevaba puesto.
Y aún así, hay quienes creen que las navidades son felices.
Si uno reparase en las letras de buena parte de las canciones de esta época, se preguntaría dos veces cómo es que la tía de uno puede bailar eufórica una canción en la que un niño se pregunta por qué el niño dios no le trajo nada. O tal vez nos sorprenderíamos de ver cómo año tras año repetimos la letanía aquella de “vamos a brindar por el ausente / que el año que viene esté presente”, y nunca, nada que llega ese señor.
En síntesis, la Navidad es una extraña película en la que todas las escenas felices están matizadas con una banda sonora de lo más truculento y atribulado.
¿Ejemplos? Van aquí abajo.
“Triste navidad”, El Combo de las Estrellas
Al autor de esta pieza, la Navidad le recuerda a los que murieron, los que de su lado “se fueron por siempre, para no regresar”. Y a nosotros nos recuerda a su cantante, Jairo “El Indio” Paternina, que también murió, no precisamente por causas naturales.
“La misma vaina”, Rodolfo Aicardi con Los Hispanos
Trate de pasar el mejor final de año. Hágase rodear de su familia, empáchese con una opípara cena y tenga fe en que el Niño Dios esta vez sí le va a regalar un par de medias de aguardiente. Con todo y eso, esta letra es certera para todos: “tanto trabajar / y no tengo na”.
“Viejo juguete”, El Caballero Gaucho
Una prueba más del masoquismo inherente a estas fechas es el estoicismo con el que tenemos que soportar historias como las que contaba el bueno de Luis Ángel Ramírez. Hace unos meses que “El Caballero Gaucho” también está en el cielo jugando con el patito Donald.
“Un año más”, Carlos Gardel
Nadie le dice que no siga creyendo en el poder de las doce uvas, ni tampoco que sea malo hacerse propósitos para el año que viene o pensar que ahora sí vamos a ganar un Mundial. Pero, ya lo dijo Gardel: “un año más… ¡qué importa! / como vino, se irá”.
“Esta Navidad no es mía”, Darío Gómez
¿Le ha pasado que lee un libro o ve una película, y siente que hubieran podido contar lo mismo en menos tiempo? Es lo que sucede con esta pieza del despecho, que se hubiera podido quedar en su primera, magistral, frase: “El que inventó la Navidad no estaba solo”.
“El diciembre campesino”, AKA “No soy güevón”, Octavio Meza
El muy particular recogimiento de la Navidad, su esencia como fiesta familiar y momento de regocijo al lado de los más pequeños del hogar, siempre será disculpa para recibir diciembre con un lenguaje mesurado y pulido, como el del aedo antioqueño Octavio Meza.
“Amarga Navidad”, José Alfredo Jiménez
De la misma manera en que muchos preferimos para Navidad una camisa o un maletín nuevo, el doliente protagonista de esta canción le tiene de regalo a su adorada, una buena despedida con un moñito. No es de extrañar que sea una dedicatoria obligada por estas calendas.
“Esta noche quiero brandy”, Dyango
“Y esta es mi primera nochebuena en soledad”, clama a su buen amigo el atribulado personaje central de esta balada ochentera. Y uno se pregunta a quién pudo ocurrírsele un drama de estas proporciones, justo para estas fechas.
“La Navidad de Luis”, León Gieco
El pobre Luis simplemente no se aguanta una caja de galletas, un panetón y un vino de manzana más. Esa es la verdad de esta pieza que el cantautor argentino ha querido vendernos como un himno de reivindicación social.
“Dónde están los juguetes”, Raquel Castaño
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