Mitos urbanos de Rock al Parque
Como dijo alguna vez Héctor Mora, exprogramador musical de Rock al Parque, “todos son directores técnicos, todos son presidentes y todos son directores del festival”, una frase certera si se tiene en cuenta la polémica que cada año se respira días previos a este encuentro musical.
Y como a veces lo virtual tiene esa sábana de anonimato al momento de criticar, quisimos aclarar los principales mitos que hay alrededor de la fiesta musical más grande de Latinoamérica con Chucky García, curador actual.
¿Cómo y con qué criterios se hace la programación de Rock al Parque?
Yo sentía que, antes, el festival se basaba en ir fichando primero a las bandas y después se decidía hacía dónde iba el evento. Lo que vengo haciendo desde el año pasado fue el ejercicio al revés: primero saber para dónde va y luego buscar a las bandas.
¿Cómo ha vivido, desde el papel de periodista hasta el de curador, la transformación del festival?
Aún siento que Rock al Parque está en transición y mucha gente lo ve como algo definitivo. Pero no para mí: es un festival que pertenecía a la vieja tradición de festivales y el mundo cambió, la música también.
Sobre el presupuesto se habla de muchas cifras, ¿cuál es el presupuesto real del festival?
Rock al Parque sigue teniendo un presupuesto de 1.500 millones de pesos [con el cambio actual, poco más de medio millón de dólares]. El del Estéreo Picnic del año pasado, según dicen algunas personas, fue de aproximadamente 5 millones de dólares, no me consta pero claramente sí es alto. Comparado con otros festivales al parque, Rock al Parque es el que más dinero tiene, pero no recibe ni un millón de dólares, como se ha dicho en muchos lugares.
¿Cómo y con qué criterios ha creado la propuesta de los dos festivales que ha tenido a su cargo?
Yo siempre trato de estar pendiente de otros eventos, de cómo los hacen y qué ofrecen, y esa idea la he tratado de incorporar a Rock al Parque, tratando de no ser redundante con géneros sino ofreciéndole a la gente otro tipo de experiencias, como los Sierra Leone’s Refugees All Stars, cosas que los demás eventos no presentan. Lo que cuesta traer a Kings of Leon es lo que yo tengo de presupuesto para todo el festival, tal cual, y no es nuestro objetivo entrar en la competencia por traer esas bandas.
¿Cómo se cuadran los horarios de presentación?
A veces la gente se pone brava porque hay dos bandas que les gustan y se presentan a la misma hora en distintos escenarios; sin embargo, programar no es fácil cuando uno tiene 74 bandas. A mí me pasa que también cruzo dos bandas que quiero ver pero hay que pensar desde la totalidad, no solo desde la minucia, hay que mirarlo como una curva emocional, un comienzo, un desarrollo y un final que sea emotivo para la gente.
Muchos han criticado la apuesta por bandas como SUM 41 o P.O.D., que tuvieron su cuarto de hora hace más de diez años, y no entienden la decisión de traerlos en el año 2015.
SUM 41 y P.O.D. son bandas que en la década pasada editaron discos en Colombia, sonaban en todas las emisoras, son artistas que construyeron audiencia; se pasó el tiempo y ningún empresario decidió traerlos y nadie capitalizó esa promoción. No es que haya soñado con la banda y haya decidido traerla.
Muchos siguen aferrados a la idea de que el festival ya no tiene nada de rock, ¿qué les diría?
Este año, 73% de las propuestas que la gente va a ver en vivo tienen rock; dentro de esas, 40% pertenece al metal y metal clásico mientras que la cumbia y el pop ocupan 1% de la programación.
Aunque la pelea de la mayoría de los detractores de Rock al Parque son los géneros y los artistas internacionales, a veces se le presta muy poca atención a los distritales y nacionales, ¿qué ha hecho usted para que tengan más visibilidad?
Yo trato de que una banda distrital vaya a la 1:00 p. m. antes de Los Cafres en lugar de salir a las 5:00 p. m. en medio de nada porque yo sé que la banda internacional le va a arrastrar un público: prefiero ponerlas en momentos en los que sé que van a tener audiencia.
Quise no centrar la jornada de cierre en un solo show sino quitarle importancia al artista de cierre y volverlo más un día en el que, desde las 10:00 a. m., la gente pueda ver buenos espectáculos. En conclusión: “el último que cierra que apague la luz”.
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