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De Patios al Vino: gastronomía en bicicleta

De Patios al Vino: gastronomía en bicicleta

Fotografía

Sea por diversión o por deporte, Bogotá es una ciudad privilegiada para montar en bicicleta y comer rico en el proceso.

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stá claro que este no es un momento fácil para quienes montamos bicicleta en Bogotá. Desde enero de este año más de 100 bicicletas han sido robadas y diariamente los mismos ciclistas denuncian y se manifiestan sobre las amenazas que se presentan en las diferentes salidas que tiene la ciudad. Con todo y los riesgos que trae ser ciclista en la capital, lo cierto es que la geografía y la tradición hacen que montar bicicleta en Bogotá sea un plan muy sabroso. Más allá de la historia de los escarabajos que han ganado carreras de ciclismo, la fauna ciclística que diariamente sale a rodar y escapar por las calles y carreteras de la ciudad es fascinante.
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En las montañas que rodean la ciudad, suben personas en monaretas, bicicletas de bmx, panaderas, bicis eléctricas, todoterrenos y hasta en las más caras y finas bicicletas de ruta. Cada domingo y festivo, el escenario de esta dinámica es la ciclovía: las calles de la ciudad cierran un carril o ceden por completo su paso a los ciclistas. Uno puede desviarse frente a una panadería bien temprano dejándose seducir por el olor fresco a pan, por el aroma abrumador del carbón asando una mazorca abundante en mantequilla y por el grito incesante de los vendedores ofreciendo salpicón con ñapa y sándwich de pan Bimbo con cordero por tres mil pesitos. Es el balance entre la gula y el ejercicio.

La experiencia es muy distinta cuando uno decide salir de la ciudad y subir los puertos de montaña apuntalados en los cerros circundantes. Decidimos ir a dos puestos que se encuentran en puntos totalmente opuestos: el Alto de Patios y el Alto del Vino. Uno al oriente y otro al occidente de la ciudad. Dos opciones diferentes para entrenar, desafiar las piernas y probar los manjares que allí se pueden picar.

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Alto de Patios

Es el más corto de los dos pero el más exigente. Partiendo desde el Parque Nacional, la distancia es de unos 12 kilómetros, aunque la subida como tal es solamente de 6.5 kilómetros que podemos tomar desde la Carrera Séptima con calle 84. Ahí,una rampa demandante superior al 8% de inclinación (esta es la unidad utilizada en el ciclismo para medir la dificultad de una subida) se convierte en la primera prueba para las piernas, que al final del recorrido habrán conquistado una altura superior a los 3000 metros sobre el nivel del mar.

Justamente desde la altura de ‘Belisario’, como es conocido este sector del ascenso por la que fuera la casa del expresidente Belisario Betancur, es de donde se comienza a tener referencia del puerto. Desde ese punto, este año, un ciclista bogotano llamado Javier Jamaica se embarcó en la aventura de romper el récord de esta subida, logrando hacerse con el K.O.M. de Patios en los registros de la aplicación Strava, con un tiempo de 14 minutos y 46 segundos, y una velocidad promedio de 24.7 kilómetros por hora. Una salvajada.

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La angosta vía que nos lleva a Patios y por añadidura, a la Calera, tiene la dualidad de ser un gran atractivo tanto para ciclistas como para comensales común y corrientes. Ristorantes, trattorias, parrillas con temáticas argentinas y en general una gran variedad de restaurantes cuyos platos pueden estar sobre los 40.000 pesos ocupan la mayoría de los locales que de mañana, cuando los ciclistas son dueños de la vía, están cerrados.

Sin embargo, en estos horarios donde el día anda al ritmo de pedalazos también es posible encontrar buenas opciones para alimentarse.

Lo más recomendable es comer una vez haya terminado su entrenamiento, pero también puede dejarse seducir por las sombrillas de colores que se hacen por el camino de subida y comprar jugos de naranja o bananos por precios que no superan los tres mil pesos.
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Una vez pasamos un referencial puente peatonal, ya queda menos de un kilómetro para terminar la subida y allí, cuando por fin veamos la bomba de gasolina que está antes del peaje de Patios, habremos terminado. También es en esta zona donde va a encontrar la mayor variedad gastronómica. Por ser un lugar con renombre, en la llegada a Patios hay una gran variedad de sitios para parar a comer. Existen cafeterías o locales decorados con temática ciclística donde un salpicón puede costar seis mil pesos, o casetas metálicas oxidadas, atendidas por personas que llevan décadas atendiendo generaciones enteras de ciclistas; ahí, el mismo salpicón ronda los dos mil pesos (e incluye ñapa).

Estando arriba también se va a encontrar con gente especializada en entrenamientos que le ofrecerá batidos energizantes o suplementos para su recuperación post entreno, así como vendedores ambulantes que ofrecen bocadillos veleños, con la misma finalidad energética, por solo dos mil pesitos. Todo va en su gusto, o en el bolsillo.

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Alto del Vino

Esta es una experiencia completamente diferente. Es un viaje por carretera con todos los juguetes. Partiendo desde el mismo punto del Parque Nacional hasta allí, la distancia es de 47 kilómetros, aunque el puerto como tal sea un ascenso de cuatro kilómetros. La otra opción es que, si usted tiene carro, vaya hasta las bombas de gasolina que se ubican en la salida del occidente de Bogotá y deje allí el carro para partir en bici. Se ahorra unos 20 kilómetros y enfoca sus esfuerzos en el ascenso.

El reto de este puerto es la resistencia que usted pueda tener sobre la bicicleta, el aguante. Esto, porque si lo hace como yo, va a tener que atravesar Bogotá por completo. Buscar la Calle 80 y andar como si no hubiera un mañana. Entre puentes y barrios está la gracia de ver lo inmensa y diversa que es Bogotá.

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Cuando el paisaje deja de ser urbano hay un trecho de bodegas y terminales de carga que indican que la ciudad se está acabando. Allí, al pasar el Puente de Guaduas y después de una glorieta, comienza la carretera. Una larga vía recta donde, para seguir con nuestro propósito gastronómico, se puede aplicar el principio básico de cualquier carretera del país. Donde hay tractomulas estacionadas, siempre es un buen sitio para comer. Por diez mil pesos o menos usted puede encontrar calentados con frijol y arepa o el famoso bistec a caballo. Golpes pensados para camioneros.

Después de varios kilómetros, paradores y restaurantes de carretera, llega la parte interesante: el ascenso al Alto del Vino. La exigencia no es como la de Patios, ni siquiera la distancia: 4,6 kilómetros con una inclinación por encima del 5% a 2.800 metros sobre el nivel del mar. Con todo esto, no deja de ser un plan atractivo para entrenar, y sustancioso para comer.

Llegando al puerto y de regreso existen también los sitios pensados para que los ciclistas paren a vivir una experiencia. En estos sitios un caldo de costilla y una aguapanela con queso puede tener un precio de 3.500 pesos en adelante. Pero la gran variedad se encuentra en el sitio de llegada.

Las sombrillas que se ven en Patios también existen en el corto ascenso al Vino. Puestos improvisados con cierta gracia y humildad sobre mesas plásticas que ofrecen salpicón, jugos de naranja recién exprimidos (también con la opción de echarles Tarrito Rojo), bocadillos veleños, bananos y porciones de otras frutas. Nada de esto cuesta más de tres mil pesos.
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El único local con mesas e infraestructura para recibir grupos grandes de ciclistas es una casa situada ahí, en medio del frío y las vallas patrocinadas por marcas con mensajes como “corone el Vino”. En esta casa existe mayor variedad de productos para consumir al llegar al Alto. No solamente hay caldos de costilla. Hay tamales, caldos de pescado, productos de paquete, productos de panadería como pandebonos y pandeyucas recién horneados de aroma envolvente; grandes lonjas de bocadillo y queso campesino exhibidas detrás de un enorme vidrio; aguapanela y también cerveza. Cada uno de estos productos oscila entre los dos mil y los cinco mil pesos.

De regreso también va a encontrar sitios para picar almojabanas y uno que otro bici café, pero la recomendación es que se arme de paciencia. Si la llegada es larga, el regreso será igual.
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Hugo Santiago Caro
Periodista, productor radial y podcaster. Escalador y sprinter de sofá. Rey del país del sueño y la quimera. Twitter: @faisanizate.
Periodista, productor radial y podcaster. Escalador y sprinter de sofá. Rey del país del sueño y la quimera. Twitter: @faisanizate.

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