Sergio Chaves
Como dijo Andrew Loomis:
“Hay que aprender de todos pero no seguir a nadie”.
Sergio Chaves es un bogotano de 27 años. Estudió Diseño Industrial, una carrera que, según él, le “cae gorda”. Luego de un par de intentos fallidos con lo que hacía, a regañadientes empezó a ilustrar, pintar y dibujar por medio de tutoriales y videos. ¿En qué terminaron las enseñanzas de esos profesores virtuales? Fácil y obvio (¡ajá!): creando a un artista de conejos en las calderas, de gastronomía de colores y al ganador del segundo Salón Visual Bacánika.
¿Cómo fue su comienzo en la ilustración?
Yo empecé, básicamente, por la pintura, es lo que más me gusta y lo que me motivó a continuar por este camino.
¿Cómo fue ese cambio de la pintura a la ilustración? ¿Cuáles fueron los factores que lo llevaron a combinar las técnicas?
El cambio ha sido prácticamente inexistente porque, si bien lo que buscaba comunicar en la pintura y lo que busco con la ilustración ha cambiado con el tiempo y la destreza, el conocimiento fundamental es para mí el mismo. Lo que he inferido de grandes artistas y lo que creo con convicción, es que la observación del color y la luz es lo verdaderamente fundamental. La herramienta con la cual se busque esa finalidad es realmente irrelevante: no importa si se está haciendo un cuadro en técnica mixta o un doblepágina digital para un libro.
Usted fue un autopedagogo y aprendió muchas cosas por sí mismo. Sin embargo, actualmente es profesor. ¿Qué tan necesario, según su experiencia de bando y bando, es que un ilustrador se eduque dentro de la academia para ejercer su oficio?
En “plata blanca”, como dice mi mamá, el título universitario me sirve exclusivamente como documento, un soporte que se le exige al docente para ejercer en el país en una universidad. El título nunca sobra (no he conocido la primera persona que pierda oportunidades por exceso de diplomas), pero un título no es lo que te va a convertir en artista. Lo que permite vivir del arte es la búsqueda del lenguaje y la ética de trabajo. Parafraseando a Andrew Loomis, hay que aprender de todos pero no seguir a nadie. Si quieres sacarle provecho a la academia, utilízala para conocer a las personas correctas.
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser ilustrador?
Lo peor es negociar. La cultura colombiana siempre busca regatear y botarle energía a las tarifas es bastante jarto. Lo mejor de este oficio es la independencia: tener el poder de manejar mi propio tiempo y de trabajar cuando sienta las ganas y la necesidad.
¿Qué anécdota le ha dejado la ilustración?
Me ha traído las cosas más interesantes. Una de ellas fue ganar –sin querer– una beca para tomar un taller en Estados Unidos. Hace un tiempo hice una pintura dentro de un taller de rol; estaba aprendiendo acuarelas y con esta técnica hice un cuadro. Un día vi una convocatoria por Internet y mandé ese trabajo; en ese momento pensé que lo peor que podía pasar era que los jurados se equivocaran y me dieran el primer lugar. A los quince días recibí la noticia de que me había ganado la beca. Fue una experiencia muy bonita porque era la primera vez que presentaba una de mis obras en un concurso internacional.
¿Quiénes lo han inspirado?
Al principio me gustaba Dave McKean, un ilustrador que hace cómics –en pintura totalmente– de Batman. Por él llegué, luego, a Alex Ross. Después, cuando empecé a estudiar la ilustración por fuera del cómic, conocí a Edgar Rodez, él me enseñó muchas cosas que hoy me sirven de inspiración.
¿En qué proyectos de diseño ha participado?
Con el escritor David Ríos trabajé en un proyecto que se llama “Cuentos para niños con barba”. También trabajé (y trabajo) como freelance de ilustración y publicidad.
¿Ya que menciona su gusto por la literatura infantil, ¿por qué decidió encaminar su trabajo hacia ese estilo?
Pictóricamente, siento que en lo infantil puedo estudiar el color y la luz de la forma, puedo buscar lo realmente bonito de la naturaleza y la realidad visual. Este género me deja pintar animales, plantas, casas y cosas fantásticas que combinadas logran verse muy bien, con mucha luz. Por el lado del concepto, lo más importante es que me permite hacer obras mas “inocentes”. No me interesan los soldados ni las guerras del espacio ni darle machete a un zombi.
¿Qué lo apasiona en la vida?
Soy amante de la naturaleza, en especial de las formas que se hacen en las nubes. Me gustan las plantas, los animales (hasta las arañas y los bichitos plateados), los videojuegos y la nueva era de las caricaturas. Las películas de dos pesos, los almuerzos especiales y caminar distancias absurdas.
¿Cuáles son sus gustos culposos?
Una que otra canción de pop que no vale la pena mencionar.
¿Cuál superpoder le gustaría tener?
Uy… Difícil, muchos… me voy a inventar uno: hacer crecer las plantas porque me gustan mucho y me frustra que se mueran.
¿Cuál es la canción que siempre le dio pena reconocer que le gustaba?
Yo diría que “Rivers Of Babylon” de Boney M. Me gusta porque cuando nos íbamos de viaje con mi papá la repetía incontables veces y a la fuerza me terminó gustando..
¿A qué le tiene miedo?
A la mala reputación, creo que es algo de lo cual ninguna persona se recupera.
Para conocer más sobre este artista visite:
www.behance.net/izerial
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