¿Qué hacen los tatuadores en cuarentena?
Luego de varias semanas con las máquinas apagadas, algunos tatuadores colombianos reflexionan sobre las transformaciones que su oficio ha sufrido a causa de la pandemia.
unque trabajar desde casa fuera normal para muchos creativos, otros dependían de la calle y de más personas para materializar sus ideas. La pandemia los obligó a buscar otras maneras de trabajar: la fotógrafa Victoria Holguín nos mostró qué están haciendo algunos de sus colegas en Bogotá, y hace un par de días charlamos con varios artistas urbanos, luego de pasar meses lejos de sus lienzos, los muros. Ahora queremos hablar del tatuaje, cuya esencia está en la piel y la presencia física del otro.
Después de unas vacaciones inesperadas –que en algunos casos fueron bien recibidas– todos los tatuadores que consultamos terminaron por extrañar la conexión física inherente a su oficio. Hace falta abrazar a sus clientes, verles la cara y quedarse charlando después de finalizar la sesión, pero ahora es más importante desinfectar cada rincón del estudio antes de la próxima cita. Sin embargo, ahora que están de vuelta en el ruedo, los tatuadores se están encontrando con clientes que quieren su primer tatuaje, que quieren tatuarse antes de que el mundo se vuelva a poner patas arriba o que buscan procesar esta situación con un poco de tinta.
Para este listado retomamos contacto con algunos amigos de la casa: Monkey The Human, Laura Giraldo y Dissors Delta eran caras nuevas del tatuaje hace un par de años, y Dissors también protagonizó, junto a la tatuadora Ximena Bohórquez, uno de nuestros Versus más ambiciosos del mundo pre pandemia. También conocimos caras y estilos nuevos: creativos que están siguiendo las pulsiones de su oficio a pesar del COVID-19.
Mientras no podía trabajar me puse a dibujar, organicé una rutina de ejercicio (que no cumplia todo el tiempo), veía pelis y cuidaba mis plantas, que ahora son muchas más. Fueron ciclos de creatividad y luego inactividad, pero después de un tiempo ya extrañaba el contacto y la interacción con otros. Haber parado y reiniciado fue bueno para ponerse nuevos retos en lo artístico, explorar técnicas y procesos. Afortunada o desafortunadamente las personas necesitamos puntos de quiebre, espacios de crisis para poder repensar las cosas o tomar decisiones.
Yo tatúo con la técnica handpoke, que es a mano, sin uso de máquina y es un proceso más ritual, más lento y más suave. Desde que volvimos a trabajar, he tatuado muchas cosas interesantes. De hecho estamos full de trabajo: el tiempo de “reflexión” creo que hizo que las personas dejaran de posponer decisiones como la de hacerse un tatuaje. Quieren materializar las ideas que estaban por ahí volando.
Los días en los que no pude trabajar, dibujaba un montón y jugué Play mucho. Los primeros dos meses viví de mis ahorros y eso, y el último mes me metí a un call center, pero no me aguanté. Como que mi plan sí era estar un tiempo, pero no me llevaba tan bien con los jefes. Y obviamente estar superparanóico y pegado a las noticias como todo el mundo.
Mi trabajo cambió resto, porque fue un tiempo en el que pude reflexionar muchísimas cosas respecto a la perspectiva que tengo de mi oficio y a la expectativa que tengo de esto. De tatuar, de mi vida, cómo me veo a futuro, entonces cambió muchísimo. La idea que ahora tengo del tatuaje es muy distinta a la que tengo algunos meses. Antes tenía esta idea como de que tenías que pensar bien qué te tatuabas, pero ahora pienso que eso es indiferente, porque cada persona tiene sus experiencias de vida y como individuo tiene una relación consigo misma full distinta a la que uno percibe desde el exterior. Ahora me permito probar otras cosas. Antes era más purista, y ahora solo quiero tatuar. Me parece chimba que se quieran tatuar la cara, la cabeza, las manos, entonces sí siento que todo esto de reinventarse no se trata solo de hacer, sino de ser un ser individual dentro de un grupo de seres individuales.
Creo que esto de la individualidad nos ha permitido quitarnos eso de “¿Qué pensará tal persona? ¿Qué pensará mi familia? ¿Qué pensará mi pareja?”. Si al final tú quieres expresar algo o sacar una parte tuya para ti, depende de ti, y creo que por eso la gente se ha tatuado full cosas. He tatuado de todo: serpientes, estrellas, una nena cayéndose dentro de un hueco, un perro de tres cabezas, letras, manos, hice uno de Moebius, Evangelion, gatitos de una peli de Estudio Ghibli… he estado ocupado.
Cuando dejé de tatuar estuve desarrollando otros proyectos de pintura, ilustración y cerámica. Se estaba convirtiendo en una costumbre posponerlos, así que la cuarentena fue la mejor excusa. También estuve bastante activa en las labores de casa. Soy mamá, entonces fue muy bonito reconectar con la mujer cuidadora que habita en mí y estar pendiente de mi hija en todo lo que necesitase.
No es fácil dejar de hacer lo que amas de un momento a otro. Sentía que me faltaba algo, me invadía un sentimiento de miedo por no estar practicando eso que tanto me gusta y perder el nivel que ya había alcanzado. El tatuaje se fundamenta en la práctica, así que dejar de hacerlo fue un poco angustiante. Ahora que volví, creo que mi trabajo no ha cambiado mucho. En temas de bioseguridad, el tatuaje siempre debe ejercerse desde un espacio seguro y extremadamente limpio. Lo único nuevo son las caretas que en ocasiones me ahogan y es un poco incómodo.
Personalmente siento que debo aprovechar cada experiencia que tengo con cada cliente para mejorar y dar lo mejor. Mi especialidad son las mascotas y en esta cuarentena parece que nos hemos apegado mucho más a ellas, entonces tengo muchas solicitudes para tatuar estos pequeños animales que tanto nos alegran el alma.
Al comienzo no pensé que fuera a prolongarse mucho la situación entonces me lo tomé con calma y estuve descansando algunos días. Cuando me di cuenta que iba para largo, traté de pensar en diferentes alternativas para trabajar desde casa y tener algo de ingresos, entonces comencé a dibujar. Se me ocurrió hacer retratos para mascotas, también ilustraciones bajo pedido, para artículos o emprendimientos.
Fue muy difícil no poder tatuar, porque para mí no solo es una fuente de ingresos sino una práctica que me permite conectar con los demás. Cada tatuaje es un aprendizaje y cada persona que llega a mí es un mundo. Creo que el tatuaje es también un ritual de sanación y poder. Entonces sí tengo que decir que me sentí muy triste y frustrada. Ahora estoy muy agradecida de poder ir retomando poco a poco, pero también es importante ser conscientes de la responsabilidad que esto conlleva. Yo personalmente he extremado medidas de seguridad, lo que ha hecho que todo el proceso sea un poco más dispendioso y que no tome tantas citas a la semana como lo hacía antes. Todo es más lento.
Respecto a los tatuajes, mi trabajo está enfocado en ilustraciones naturalistas de animales y plantas, entonces más que todo tatúo ese tipo de diseños. Sí creo que este confinamiento ha animado a muchas más personas a dar el paso para hacerse un tatuaje. Así que sí, he tatuado animales o plantitas.
Yo paré de tatuar por cuatro meses. En ese tiempo retomé proyectos que había dejado iniciados, dedique tiempo a mí misma y a mi familia, y regresé al inicio de mi hacer, cuando me centraba en el gusto por el dibujo y la pintura sin pretensiones ni citas.
Nada llena el espacio del tatuaje en mi vida. Me encanta la sesión, la conversación con el cliente y el proceso del diseño, así que no poder tatuar era todo un reto para mi. Aun así, fui siempre consciente de que era un momento difícil para todos y era cuestión de esperar. Ahora todo el proceso del tatuaje ha cambiado mucho: no puedo dar abrazos (que para mí es muy importante), debo mantener distancia y llevar a cabo un protocolo de seguridad que me cambió por completo mi sesión.
Tatúo animales, flores y en general imágenes con mucho color. Siempre pongo mi estilo personal de trazos libres y acuarela. Sigo trabajando en diseños que van con mi línea porque es lo que más disfruto. He estado tatuando a personas que tenían su cita desde antes de la cuarentena, ellos esperaron pacientemente y estoy llevando a cabo sus proyectos que ahora cobran más significado por la situación de la pandemia. En cuestión de ideas y diseño, siento que todo está igual: no me han pedido tatuajes diferentes a los que me pedían antes de la pandemia, pero sí he notado que ahora más gente quiere tatuarse. Todos estamos viviendo cambios fuertes y un tatuaje siempre es una buena manera de transmutar emociones, inmortalizar experiencias o sanar.
La mayoría del tiempo que estuve sin tatuar lo dediqué a mi familia. Ya que no podía tatuar, volví a casa de mis padres para así poder encontrar tranquilidad frente a toda esta situación, lo que me ayudó bastante a concentrarme en mis dibujos y nuevas ideas. Participé en un proyecto de Incendio donde, junto a otros artistas, sacamos productos al tatuaje como ropa, pinturas, prints.
Siempre comparto muy buenas conversaciones con muchos de los clientes que tatúo y he conocido personas muy interesantes, pero ahora tatuar no es lo mismo. Es un procedimiento más estricto y cauteloso. La cuarentena me ayudó a encontrar nuevos campos y me mostró que a la personas les gusta que haga más cosas además del tatuaje. Me motiva mucho a desarrollar mis ideas artísticas en esos nuevos proyectos que han sido muy bien acogidos.
La cuarentena ha motivado a que mis clientes se tatúen más y a que muchas personas se tatúen por primera vez. La mayoría me ha comentado que vieron que en cualquier momento la vida puede cambiar de manera radical y no quieren perder la oportunidad de tatuarse o terminar sus proyectos planeados en su cuerpo.
Los días en los que no pude tatuar fueron difíciles, sobre todo porque uno de los factores que amo de mi trabajo es conocer a nuevas personas, conocer las historias detrás de la piel e interactuar. Creo que es algo que nos ha marcado a todos en esta cuarentena. La “nueva normalidad” es completamente anormal para mí. Si bien antes manejábamos muchos protocolos de bioseguridad porque la misma práctica de tatuar lo exige, siento que por la misma protección de todos estamos contaminando más el planeta. A cada cliente que llega al estudio le damos un tapabocas desechable y polainas, sin contar que todos los días llego a mi casa a lavar un traje antifluido.
Últimamente he tenido trabajos muy emotivos, historias que literalmente me han hecho llorar junto con mis clientes. Esas historias no eran tan frecuentes como ahora. Incluso sucesos que han ocurrido por la cuarentena. Uno de ellos fue un tatuaje que hicimos en homenaje a Lu, un canario costeño que una pareja adoptó porque se cayó del nido: ellos criaron a Lu, le enseñaron con su boca a comer semillas, los acompañaba todo el tiempo (incluso en la oficina). Cuando comenzó la cuarentena ellos del afán de ir a conseguir sus víveres salieron rápido y no se dieron cuenta que Lu salió detrás y nunca más regresó. Creo que últimamente las personas atesoran mucho más algunos momentos de su vida y creo que no hay mejor forma que llevarlos para siempre que en la piel.
Aunque por el lado económico fue fuerte, fue más sorprendente el golpe anímico de no tatuar y no tener un propósito diario. Fue muy duro. Sobre todo en esto que es de tanta artesanía y vocación. La mano extraña, uno ya está acostumbrado a hacer el oficio todos los días y a disfrutar mucho el proceso.
Al principio, como todos, creo que no vi la proporción que iba a tomar. Pensé que iba a ser un descanso de dos semanitas y lo tomé como unas vacaciones a la fuerza. Creo que la reflexión, el significado que uno puede encontrar a esto (que no sé si lo tenga), es que la velocidad es desenfrenada y que está bien parar un ratito.
Empecé a hacer tatuajes temporales porque hay gente para la que siento que el compromiso del tatuaje es duro. Yo mismo tengo tatuajes feos y creo que era una alternativa bacana poder decidir. También como que mis tatuajes tienen una onda medio infantil, como los que venían en los chicles antes, y la estética de mis diseños pegaba para eso. Las ventanitas, uno de los diseños que más hago, parecen haber agarrado un nuevo significado por la pandemia: la gente está más introspectiva, buscando tatuajes para sentirse representados en la superficie, y las ventanas sirven para ver dentro de la persona. También empecé a diseñar tatuajes a través de videollamadas, y eso fue como el descubrimiento más chévere. La persona está relajada en su casa mientras yo escucho una voz diciéndome qué hacer. Es muy lindo. Y es paradójico, pero la lejanía lo ha vuelto más íntimo.
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