La carrera contra el tiempo de Tillie Walden
Es de New Jersey, tiene cuatro libros de cómic publicados y dice que no le teme a dibujar la intimidad entre chicas lesbianas. Toca el cello, dibuja libros en dos semanas y a los 21 años no sabe nadar. Esta es Tillie Walden.
Tillie Walden le teme al agua -no sabe nadar, odia los barcos-, a la oscuridad -por eso se acuesta temprano y no le gusta salir de noche, pero sus dibujos están llenos de cielos negrísimos, profundos, eternos-, a morir joven, que algo le pase a sus manos y a que se le acabe el tiempo, tal vez por eso dibuja catorce páginas diarias con la misma disciplina con la que durante toda su infancia se despertó a las cuatro de la mañana a patinar en hielo. Su libro Esta parte me encanta lo dibujó en dos semanas.
Cuando viaja se pone ansiosa y la mantiene calmada dibujar de manera obsesiva. Dice que es una compulsión. La inspira lo que ve, lo que está alrededor. Si dibuja lo que está en su cabeza no se relaja, pero fijarse en lo que la rodea hace que se pueda desconectar. Sin embargo, cuando empieza a hablar, esta historiestista norteamericana pareciera que no le teme a nada, habla sin titubear y escucha mirando fijamente.
Tiene un hermano gemelo, su papá es un programador geek y le gusta ir a cine con su madre. Sabe que es lesbiana desde muy pequeña y le hubiera gustado que el título de esta entrevista fuera: “Ser lesbiana es como ser gemela” o “Todos los gemelos son gay”.
Su segundo libro, Esta parte me encanta (Cohete Cómics, 2017) es una cómic corte sobre la historia de su primer amor, una chica que la dejó por presión de sus padres. Cada imagen es un momento íntimo, así no haya cercanía de los cuerpos, rodeado de espacios abiertos, ciudades, campos y canciones.
Su cuarto libro Spinning (Piruetas en España, y que la ha llevado a varios países en una gira que parece no acabar) cuenta sus años en el patinaje artístico, algo que quiso ocultar hasta que entró a estudiar al Center for Cartoon Studies, en Vermont. Es una novela de formación, de búsqueda de la identidad, su historia, pero también es una crítica a un deporte que se preocupa mucho por crear e inculcar una imagen de feminidad poco incluyente. (Y sí: vio I, Tonya y opina que es maravillosa la manera en que se preocuparon por retratar de manera tan real las injusticias de este deporte).
Su más reciente proyecto es un cómic digital, On a Sunbeam, con una historia de ciencia ficción muy femenina y que coloreó en Photoshop usando la herramienta del “baldecito” (!!!!). Lo hizo entre proyectos, simplemente porque estaba de humor para dibujar el espacio, peces koi gigantes y una historia sobre el colegio.
Mientras dibuja pone de fondo series de Netflix, es fan de Buffy, la cazavampiros. Es reflexiva, competitiva y dice que dibujar es la mejor manera de entender qué está pasando por su cabeza, que su trabajo es terapéutico, pero que no es terapia. Toca el cello, está aprendiendo a toca el violín y es muy competitiva. “Siempre quiero ser la mejor en todo”. A sus 21 años ha ganado dos premios Ignatz y ha estado nominada al Eisner (el Óscar de los cómics) dos veces.
Hace poco se mudó de Texas a Los Ángeles porque ya no quiere estar allá, porque California es un lugar más divertido, gay friendly y lleno de historietistas. Mucho más cool.
Lee muchos libros de manga, mucho Dragon Ball, y su “más favorito por siempre y siempre jamás” es Hunter × Hunter de Yoshihiro Togashi. Dice que está obsesionada con las historias de misterio -como las de Yana French- y que secretamente quiere ser detective. Su papá la introdujo al mundo de Murakami y no ha dejado de leerlo, aunque le parece excesivamente masculino: “Lo leo por las imágenes”.
También leyó de niña todas las grandes autobiografías en cómic: Fun Home de Alison Bechdel, Blankets de Craig Thompson, Stitches de David Small, Persépolis de Marja Satrapi y, por supuesto, Maus de Art Spiegelman. Ahí fue que supo que ella podía contar su historia personal: “Si ellos ya lo hicieron, ¿por qué yo no? Si estas diez personas contaron su historia, seré la número once. Puede que todavía no sea tan grandiosa como ellos, pero estoy en camino”.
Empecemos por los orígenes: luego de dedicar la vida al patinaje artístico y otras artes, empezó a dibujar en forma luego de asistir a una clase con Scott McCloud. ¿Cómo terminó ahí?
Yo dibujaba, pero no lo hacía con pasión. Incluso alguna vez, cuando estaba pequeña, una profesora vio los dibujos de mi hermano gemelo y los míos y le dijo a él: “Eres un prodigio, el futuro del arte”. Y a mí, nada. No fue sino hasta que fui adolescente y empecé a dibujar cómics que le tomé gusto. Mi papá, que fan de los cómics de McCloud, me puso en un avión de Texas a Los Ángeles para ir a un taller de McCloud y ahí empezó todo.
No le gustaba dibujar, tampoco disfrutaba mucho patinar en hielo… ¿hay un patrón?
Cuando era niña solo quería que todos los demás fueran felices sin importar si me gustaba lo que hacía. Solo me importaba ser buena, ser la mejor, pero no entendía que tenía que disfrutarlo. Y era la mejor en todo, tocando el cello… todo. Ahora hago lo que quiera, en mis propios términos, porque nadie me dice que tengo que hacer.
¿Cómo cambió su trabajo cuando empezó a disfrutarlo?
Fue un cambio del cielo a la tierra. Antes no había nada de Tillie en lo que hacía, eran solo dibujos lindos. Cuando entendí que eso era lo que quería hacer, mejoré muchísimo y muy rápido. La gente me dice que he hecho mucho para ser tan joven, pero es porque me emociona ver a la velocidad a la que mejoro. Ya no puedo parar, ahora dibujo cosas que antes pensé que no podía hacer.
¿Y las historias?
Antes no contaba historias, no las tenía a la mano. Ahora sé dónde empiezan y dónde terminan y sé cuáles son las historias que quiero hacer, cómo funciona el drama, cómo puedo hacer que los personajes evolucionen. También empecé a entender cómo trabajan el arte y las historias de manera conjunta. Ahora veo los primeros cómics que hice y… bueh…
¿Recuerda alguno?
[Risas]. Hay uno sobre un chico que creía que era un pulpo… es poco prometedor… estaba tan convencido que era un pulpo que saltó al océano y se ahogó. [Tillie se agarra la cara con las dos manos]. Dios. Era una exageración y tenía mil colores y líneas inecesarias porque sentía que debía poner todo lo que sabía ahí. Todo.
El mundo del cómic nortemaericano todavía es muy masculino y usted ha logrado sobresalir -dos premios Ignatz y nominaciones al Eisner- siendo mujer, joven y lesbiana…
Sí, tengo algunos strikes en mi contra. Afortunadamente soy blanca. Si fuera latina o de piel más oscura, la tendría mucho más difícil. No es tanto un reto porque ya hay una nueva generación de historietistas que están contando historias que no se contaban hace diez años. Los más viejos, los que no nos quieren acá, pierden relevancia cada día. Mi generación, más queer, más oscura, es la nueva voz.
¿Cómo nace Esta parte me encanta?
Ese proceso fue bastante fácil. Quería hacer un libro como este, le conté a mi editor, hice una versión en borrador y se lo envié. Él le cambió algunas partes, algunos diálogos, luego dibujé todo el libro y listo.
Lo hace sonar bastante fácil…
Se sintió fácil y fue un proceso muy rápido. Tenía una resma de papel y un marcador grueso y me senté y dibujé cada página. Tengo esos borradores y sí se parecen mucho al arte final. Así fue que decidí hacer una imagen por página, porque cuando estaba haciendo el borrador tomaba una página y dibujaba una idea, tomaba otra y otra idea, y así. De repente me di cuenta de que estaba en un ritmo y de que tenía una historia. Terminé cuando sabía que ya no tenía nada que decir.
¿El proceso de Spinning, que es más autobiográfica, fue igual?
Tenía una idea y se la presenté a mi editora, que le hizo muchísimos cambios. Pero no fue fácil. Esta historia tan personal era muy dolorosa y me encontré teniendo episodios de ansiedad al dibujar ciertas escenas que me devolvían a mi infancia y a la pista de pantinaje. Fue por esto que trabajé sin parar durante tres meses para terminar un libro de 400 páginas.
Pero también están llenos de música, ¿cuál es la banda sonora de estos libros, qué nos recomendaría oír?
Recomendaría las canciones que escuché durante esa época. Las canciones de Esta parte me encanta son Coldplay… lo digo y suena terrriblemente cursi, pero sí, es Coldplay. Son las canciones que me envió la chica que fue mi novia y que dejé de ver durante años. También Lady Gaga, todos cantábamos “Bad Romance” sin parar, pero tal vez es música muy alegre para ese libro. Y la banda sonora de Twilight, que de verdad es grandiosa.
¿Para Spinning?
Este es un libro más oscuro. Durante esa época escuchaba música instrumental, como las bandas sonoras de las películas de Estudio Ghibli. Pero es más indie y oscuro… Nadie me había preguntado esto… Creo que este libro suena a Sufjan Stevens, sin duda, y Bon Iver. También Sam Phillips, que es muy oscura. Fleet Foxes...
Hay elementos que se repiten en varias de sus historias: montañas, edificios, las mismas chicas… Estoy pensando en el libro Esta parte me encanta, en Middle School y Summer is the Worst.
Sin duda. Hay cosas que ya hacen parte de mi universo y que dibujo una y otra vez. A veces iguales, a veces cambio algunas cosas. Tengo una casa estereotípica, una montaña que es igual siempre. Ni siquiera es una montaña, es la manera en la pienso sobre las montañas.
¿Cómo funciona su cabeza entre proyectos?
En este momento estoy trabajando en un libro que tiene que estar listo en menos de 15 días. Son trescientas páginas y cada día dibujo catorce. Me levanto a las cuatro de la mañana, empiezo y no paro hasta que termino. Tengo unos periodos muy intensos de trabajo, pero cuando acabo puedo dejar de dibujar incluso durante dos meses. Algunas personas deben dibujar todos los días, pero tomar descansos es indispensable para mí.
¿Y las libretas de dibujo?
Mis últimos bocetos los hice luego de unos dos meses de no tocar un color. No puedo trabajar en ellas mientras estoy en un proyecto. La verdad no me queda tiempo, sobre todo porque estos bocetos no son tan bocetos, pongo mucho cuidado en que queden perfectos, que me hagan sentir orgullosa.
Hablemos del papel…
¡Ay, el papel!
¿Usa un papel diferente y especial para cada proyecto?
Sí. Ahora estoy usando un papel japonés que nunca había usado y me encanta. Es ligero, suave, me emociona. Es papel “deleter”, que se usa para dibujar manga, y tiene unas líneas azules que sirven de guía. Cada proyecto necesita un papel diferente.
Al usar un papel diferente para cada proyecto, es el sustrato el que está hablando…
No puedo usar un papel que ya haya usado porque me siento poniéndole los cachos al libro anterior. Además hay taaaanto papel en el mundo, que para qué repetirme. Igual con los lápices, no me repito, me gusta experimentar y escoger el lápiz equivocado, el que no se siente bien al principio y me obliga a esforzarme más.
¿Cómo fue el proceso de On a Sunbeam, su cómic digital?
Fue una locura porque hice cada capítulo de unas sesenta páginas en una semana. Otros proyectos no los describiría como emocionantes, pero este lo fue porque la gente lo estaba siguiendo con la misma expectativa que yo tenía al dibujarlo. Ni ellos ni yo sabíamos cómo iba a evolucionar. Fue un reto hacer que lo que había planteado desde el principio se cumpliera hasta el final. Cuando uno trabaja en una novela gráfica hay mucho más control porque la publicación no es simultánea al proceso de creación.
Hablemos de su uso del color. Tiene libros muy púrpura y ahora usa mucho rojo y naranja.
El color es como mis novias: salimos un tiempo y luego terminamos. Pero lo cierto es que no puedo trabajar con todos los colores. Es como si un arco iris te vomitara encima. Por dos años estaba saliendo muy en serio con el púrpura y pensaba que era el mejor color del mundo. Luego de Spinning terminamos, ya no pude más. Luego el color naranja y los colores cálidos empezaron a inspirarme.
En Argentina hay un grupo de mujeres dibujantes que están usando su trabajo para apoyar la decisión libre sobre el aborto, ¿hay prestado sus dibujos para apoyar alguna causa?
Lo he hecho, pero no hablo de eso con frecuencia ya que no lo hago por publicidad o reconocimiento. Por ejemplo he hecho cómics con una amiga para Planned Parenthood, hasta nos encargamos de imprimirlos y distribuirlos en las clínicas, es una causa muy importante. También he trabajado con una clínica que atiende a inmigrantes, me he encargado de contar sus historias en inglés y español. Quiero hacer más proyectos así, me parece importante.
¿Dibuja con otros?
No. Me gusta hacerlo sola. En algunas convenciones nos sentamos a hacer rondas de drink-n-draw, pero yo no tomo, entonces termino dibujando sola mientras los demás toman.
¿Cuál es su estrategia para liberarse del bloqueo creativo?
Hay un fragmento de un libro de Murakami, Baila, baila, baila, al que siempre vuelvo cuando no puedo trabajar. Es esta el hombre carnero le ordena al protagonista que baile, que no deje de bailar porque en el momento en que detenga el movimiento se va a deshacer, va a perder toda conexión. Esto me recuerda que no hay que seguir el ritmo, detenerse no es una posibilidad.
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