¿Cómo educar desde el arte?
El 18 de mayo es el Día Internacional de los Museos y para este año se propuso como temática “Museos por la educación y la investigación”. Pero, ¿qué significa educar desde una sala de exposición cuando la muestra es de arte? La autora nos guía en busca de respuestas a través de exposiciones, de su experiencia trabajando en una galería y en conversación con algunas voces del campo.
Como espectadora, son innumerables las exposiciones de arte que he visto. De niña tuve la fortuna de conocer el Louvre, el Prado y el Reina Sofía de Madrid. Pero la verdad es que fue hace tantos años que no recuerdo haber visto en directo el Guernica. Lo que sí recuerdo es que de la que más he aprendido, sin duda, es de El arte de la desobediencia.
Sucedió cuando escribía para la extinta revista Habitar, y me preparaba para trabajar en un artículo sobre el aniversario del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Era octubre de 2018 cuando entendí, por medio de esta exposición curada por María Wills, Carmen María Jaramillo y Sylvia Suárez, de qué se trataba la obra de Feliza Bursztyn y de dónde venía el conceptualismo de Antonio Caro y de Bernardo Salcedo.
“No hay cóndores, no hay abundancia, no hay libertad, no hay canal, no hay escudo. No hay patria”, gritaba la emblemática obra de Salcedo mientras se desvanecía el escudo nacional. Cada una de las piezas de esta muestra me llevaron de viaje en el tiempo hacia un lapso entre 1965 y 1984 –justo un año antes de mi nacimiento–. Por supuesto que en el colegio me enseñaron del Frente Nacional, y en la universidad aprendí más de los gobiernos venideros, pero ver esta exposición fue como un domingo cualquiera en mi casa, viendo por la televisión con mis papás el noticiero Quac. Una denuncia hecha desde el arte con una alta dosis de humor negro.
Y así ha sido. He aprendido de arte en el oficio periodístico y en mi trabajo en la Galería El Museo, exposición tras exposición.
Cuando entré a trabajar en la galería, en noviembre de 2021, me encargué del texto de sala de la exposición que celebraba el centenario del natalicio de Juan Antonio Roda. Desde entonces, hasta el día de hoy, me he sumergido en biografías de Eduardo Ramírez Villamizar, Freda Sargent, Carlos Rojas y he charlado con varios artistas contemporáneos para redactar el comunicado de prensa que le envío a los colegas. Cada entrevista que he hecho a personajes como Beatriz González, Miguel Ángel Rojas, Santiago Cárdenas y Álvaro Barrios ha significado la revelación de un planeta entero que me ha llevado por senderos tan disímiles como los de Marcel Duchamp, Jorge Luis Borges y León Tolstói.
Entre tantas otras labores que tengo en la galería, he recibido cientos de estudiantes de colegios y universidades que pasan a hacer la tarea. Me sorprendí cuando una mamá me comentó que en el colegio de su hija habían cambiado las visitas a museos por galerías. El motivo: la entrada a un espacio comercial siempre será libre. Y no juzgo los museos que cobran el ingreso. Es fundamental para su supervivencia, mucho más si se trata de una institución sin ánimo de lucro como el MAMBO, por ejemplo.
Ha sido maravilloso presenciar el encuentro de un estudiante con las joyas que atesoramos en esta galería y me ha complacido infinitamente compartir mi conocimiento con los visitantes. Además, el arte siempre está del lado de la convivencia pacífica de las diferencias, y esa cualidad es lo más hermoso que hay en este mundo.
Y justamente eso se podría destacar este 2024 en el Día Internacional de los Museos, cuya temática se centra en la premisa “Museos por la educación y la investigación”. Pero de fondo la cuestión que plantea esa premisa es cómo se puede educar desde el arte.
Crear diálogos: el rol de exposiciones, museos y galerías
Los museos de toda índole (de historia natural, de tecnología, de ciencias o de arte) tienen el poder de transformar el mundo. Son instituciones seguras y confiables que van en la misma dirección de la garantía de los derechos humanos y culturales, la democracia, el bienestar de las comunidades y el cuidado del planeta.
Desde 1977, el Consejo Internacional de Museos (Icom) organiza todos los años el Día Internacional de los Museos. El objetivo principal de esta conmemoración consiste en “sensibilizar al público sobre el hecho de que estas instituciones son un medio importante para los intercambios culturales, el avance del entendimiento mutuo, la cooperación y la paz entre los pueblos”, afirman los voceros del Icom.
“Los museos fueron hechos para educar. No solo para conservar y promover un legado material. Antes que nada, son lugares educativos. Aquí, en el MAMBO, las exposiciones son concebidas paralelamente con el programa de educación”, señala Eugenio Viola, director artístico del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Una exposición es como una enciclopedia abierta y eso quiere decir que los espacios públicos, sin ánimo de lucro o comerciales, que presentan una serie de obras de arte englobadas por un hilo conductor determinado, pueden desempeñar una misma función educativa que las instituciones que denominamos museos.
Un buen ejemplo de esas resonancias y diálogos que teje un hilo conductor está en las torres Atrio, en Bogotá, hito arquitectónico contemporáneo diseñado por Richard Rogers y Giancarlo Mazzanti. Han sido, desde su inauguración, un complejo en el que el arte juega un papel que supera lo estético y se sumerge en la mirada y en el trasfondo que le da cada transeúnte. En línea con la imponente escultura roja de Jesús Rafael Soto que permanece desde la apertura al público, el galerista León Tovar ha presentado distintas instalaciones de gran formato como Semillas, del artista peruano Jaime Miranda-Bambarén, ubicadas a la intemperie.
“Este espacio actúa como un catalizador para estos diálogos, proporcionando un entorno que desafía y amplía las interpretaciones de las obras exhibidas. La naturaleza efímera del espacio permite que estas interacciones se desarrollen de manera orgánica”, explica Tovar. Aquí, las piezas no solo coexisten, se enriquecen mutuamente mientras invitan al espectador a que participe y se conecte con una experiencia amplia.
“Las Semillas son arqueología de las fantasías rurales y urbanas. Receptoras y transmisoras de historias, son -y lo digo con vehemencia- un hechizo inevitable que se siembra en la memoria de quien las encuentra”, señala Jaime. Acertado en su descripción, la obra del artista, que permanecerá en Atrio por lo menos un año, conjuga con la exposición temporal Síntesis de la línea, un proyecto de Tovar que entabla un diálogo bajo techo entre la obra conceptual de cargas políticas y sociales de Doris Salcedo, la dimensión de movimiento de Soto y la abstracción geométrica de Omar Rayo y de Carlos Rojas.
Educación como cercanía con la obra de arte
Según Kelly Mejía Velásquez, licenciada en artes plásticas de la Universidad de Antioquía, con especialización en pedagogía y lúdica, docente y jefe de área de Artes en un colegio público que pertenece a la Secretaría de Educación del municipio de Itagüí, “cuando se trata de educar en las artes nos acogemos a tres principios básicos: la sensibilidad, la apreciación y la comunicación”. Estos pilares, que abordan el concepto de la educación emocional, contemplan el arte como terapia y como manera de catalizar y expresar los sentimientos.
Como bien lo escribe la periodista y psicóloga española Rosa Montero en su libro La ridícula idea de no volver a verte: “El arte es una herida hecha luz, decía Georges Braque. Necesitamos esa luz, no sólo los que escribimos o pintamos o componemos música, sino también los que leemos y vemos cuadros y escuchamos un concierto. Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable”.
Nicolás Gómez Echeverri, director de la Unidad de Artes y otras colecciones del Banco de la República, por su parte, señala al respecto: “todos vivimos la experiencia de un mismo mundo, en la existencia, en el universo. Los artistas captan y expresan sensaciones, ideas, emociones, hacen catarsis y manifiestan vivencias que pueden ser físicas, emocionales, intelectuales o de percepción en diferentes ámbitos de la manera como el ser humano se vincula con el planeta”.
Gómez Echeverri asegura que: “Todo es educativo a través del arte. Ese dispositivo dispara en el espectador una experiencia que puede compartir o no con el artífice. Trátese de una empatía o una confrontación (porque se puede no estar de acuerdo), o un espacio de conversación. El museo media ese encuentro, es la plataforma en la que se genera”.
El director de la Unidad de Artes del Banco plantea distintos niveles de acercamiento: desde la mera observación, la lectura de textos curatoriales, la visita guiada por mediadores hasta la asistencia a los talleres que ofrece el equipo educativo para entender el recurso material o creativo que maneja el artista o la exposición colectiva.
“La institución es el escenario que da contexto. Nosotros, desde el Banco de la República, abordamos distintas líneas de trabajo: ya sea porque nuestra colección de arte es histórica, y abarca desde lo colonial hasta lo contemporáneo, o porque presentamos diversas salas de exposición en las que apuntamos a varios temas en simultáneo”, apunta.
En el MAMBO: una muestra para educar y repensar el modernismo en la contemporaneidad
El ciclo expositivo que presenta el Museo de Arte Moderno de Bogotá hasta el domingo 9 de junio abarca en tres exposiciones individuales la temática del contraste entre los ideales y realidades del sueño moderno americano. Este edificio, diseñado por Rogelio Salmona, sugiere un recorrido desde el sótano, a manera de ascenso cronológico hacia la contemporaneidad. Abajo, la curaduría de obras del venezolano Carlos Cruz-Diez (1923-2019) derrocha el optimismo de la bonanza petrolera y de la abundancia que convirtió a Caracas en un epicentro latinoamericano. Este símbolo de la riqueza venezolana continúa en el piso superior con la exposición Postura y geometría en la era de la autocracia tropical, en la que Alexander Apóstol examina el declive del modernismo urbanístico e industrial en el sur del continente y propone un análisis crítico de los procesos de construcción política.
El modernismo, que fue utilizado en América latina como bandera del progreso y de los avances tecnológicos y económicos, fue heredado por gobiernos autoritarios. Durante todo el recorrido hay una “línea de tiempo histórica en orden cronológico con datos resumidos e infografías. Habla de lo que fue Venezuela en los recientes 50 años. Esto es una herramienta de educación funcional y orgánica que acompaña las obras de los artistas”, explica Viola.
La visita al MAMBO culmina en el piso superior, donde el artista colombiano Carlos Castro Arias se fundamenta en los hechos históricos para cuestionar la contemporaneidad. El pasado nunca muere. No es ni siquiera pasado, esta línea, del escritor estadounidense William Faulkner, titula una contundente muestra que supera cualquier periódico o noticiero que se emite a mediodía en la televisión. Castro Arias nos presenta la actualidad de una manera contundente, crítica e irreverente, como ya no lo hace el cuarto poder. Desde que mataron a Jaime Garzón nos arrebataron el alma del periodismo. Por fortuna, el arte puede ocupar ese lugar para informar y educar.
Suscríbase a nuestro boletín
Sin spam, notificaciones solo sobre nuevos productos, actualizaciones.
Dejar un comentario